𝒕𝒓𝒆𝒊𝒏𝒕𝒂 𝒚 𝒖𝒏𝒐
Sydney
Luego de mi comentario acerca de la cicatriz de mi gemela, todo el ambiente se llenó de tensión. Nadie movía un sólo músculo, y yo menos, ya que con suerte había conseguido mover mi boca.
Joder, no me cansaba de repetírmelo mentalmente: esa droga inmovilizadora que me habían dado era un puto peligro para la sociedad.
Estaba a la espera de un insulto, un golpe o algo similar, pero nada de eso llegó. Leslie sólo se quedó mirándome, como si estuviera en una especie de trance, por lo cual George continuó con el relato:
—Tus padres me mandaron a seguir tus pasos, para asegurarse de que nunca supieras la verdad, así fue cómo te encontré en la calle.
—¿Y por eso en ocasiones desaparecías durante días?— interrogué, pudiendo atar varios cabos sueltos.
—Exacto. Luego, me mandaron también a verificar que Leslie no se pasara de viva, pero tu hermanita me enamoró... Cuando aquel hombre asesinó a tus padres y les robó el puesto, Leslie y yo ideamos un plan para derrocarlo. Como verás, no funcionó y me mandaron a prisión, hasta que el buen Shark se encargó de liberarme. Eres un genio, delfín, haces todo bien— dijo el viejo, haciendo que mi atención se desviara a Shark, el cual simplemente estaba en silencio, mirándolo con odio— En un principio el plan era reunirnos los cuatro y dominar las dos mafias, pero luego nos pusimos a pensar... ¿para qué compartir el poder con ustedes? Así que ahora, mi amor se hará cargo de la mafia Italiana, y yo de la Rusa, seremos aliados y no habrá ser en el mundo de la mafia que no nos tenga miedo— terminó de hablar, tocándole el trasero a mi hermana, la cual se reía gustosa.
Realmente tendría pesadillas sobre eso.
Iba a decir algún comentario irónico, pero desde afuera de la habitación se escucharon gritos provenientes de una voz que se me hacía familiar, y luego vimos ingresar a Steve, el cual fue arrojado al piso, permitiéndome observar que también estaba atado.
—Genial, me moriré al lado de personas que hicieron una fiesta luego de que el amor de mi vida murió— dijo apretando la mandíbula, mirándonos a todos con resignación, pero rápidamente su mirada pasó a ser de sorpresa— Esperen, ¿por qué hay dos Sydneys? ¿Acaso estoy drogado?
—Es mi hermana gemela— dije yo.
—Estas dos basuras nos obligaron a hacer esa fiesta para secuestrarnos— dijo Shark.
—Liam no está muerto— finalizó diciendo George.
—Mucha información— murmuró shockeado, y luego, al darse cuenta del comentario del viejo prosiguió con voz temblorosa:— ¿M-mi Liam está v-vivo?
Shark le explicó todo lo que nos habían dicho, incluido que ellos mataron a Michael y que la novia de Edward era Leslie, mi gemela.
Y en ese momento mis pocas neuronas hicieron sinapsis. Edward, cuando me había secuestrado, dijo que me detestaba porque me parecía a alguien que lo había dañado. Y también había insinuado que lastimándome a mí lastimaría a esa persona, y ahora entiendo que se estaba refiriendo a mi hermana.
Pero, ¿por qué verme lastimada le haría mal a ella? Si me detestaba, literalmente estaba a punto de asesinarme.
Joder, maldigo el día en el cual decidí robarle al muñequito. ¡Era tan fácil robar un supermercado y terminar presa como una delincuente promedio! Pero no, tuve que ir y meterme con un traficante que trabaja en una mafia.
Mis pensamientos de arrepentimiento se detuvieron cuando la puerta de la habitación fue abierta nuevamente, y por ella aparecieron dos hombres cargando a un Liam muy malherido.
Desde que había sido secuestrada jamás se me pasó por la cabeza ponerme a llorar, ni siquiera sabiendo que en cualquier momento moriría, pero las lágrimas no tardaron en caer por mi cara al ver a mi amigo el cual creí muerto.
Sentía una horrenda mezcla de emociones, era una tortura verlo así, sabiendo que probablemente le dolería todo, pero era más fuerte el alivio de saber que el cuerpo carbonizado no era el suyo.
Él estaba bien, o mejor dicho, él estaba lo mejor que se puede estar luego de ser torturado.
Steve luchó por desatarse e ir con su novio, pero terminó llorando desesperadamente al no lograrlo. Después de toda la angustia que habíamos pasado desde que creímos que estaba muerto, esto era como un balde de agua fría.
—Que sensibles, por Dios. Con razón fue tan fácil secuestrarlos, les falta crueldad— se burló mi gemela.
Debido a las facciones de Steve podía deducir que estaba por insultarla, pero antes de que eso pasara, mi hermana cayó al piso, con sangre empezando a salir desde su cabeza hasta llegar a su espalda.
Espantada, subí la mirada para ver a George, él cual estaba haciendo una falsa mueca de lástima. Él había apuñalado a mi gemela.
—No quería que esto terminara así pero... realmente nunca me ha agradado compartir el poder.
—Sólo la estabas utilizando para lograr tu objetivo, ¿verdad?— cuestioné, y por suerte soné menos afectada de lo que en realidad estaba.
—Oh, vamos, no te pongas sentimental. Ella estaba más que dispuesta a matarte, además, no era ninguna santa. Utilizó a Edward, al igual que yo la utilicé a ella— explicó cómo si tuviera todo el sentido del mundo y luego se sentó en una esquina de la habitación a usar su celular, como si no hubiese acabado de matar a la que supuestamente era su novia.
Yo realmente no sabía cómo reaccionar, no me sentía triste, pues George en parte tenía razón. Mi propia hermana posiblemente planeaba dejarme muerta en algún callejón, pero eso no significaba que yo quisiera verla muerta a ella.
Mi atención se desvió hacia Liam cuando empezó a toser desgarradoramente, lo cual indicaba que estaba despierto.
—¿Cómo estás?
—¿Qué te hicieron?
—Liam mi amor, te amo, te amo mucho— obviamente esto lo había dicho Steve, haciéndome sonreír emocionada a pesar de la situación que estábamos experimentando.
—Eres un traidor hijo de puta— fue lo primero que el muñequito dijo mirando a Steve, y por un segundo creí haber escuchado mal debido a que su voz estaba completamente destrozada, hasta que George desde su rincón se metió en la conversación:
—Ah, que distraído, a mi amorcito y a mí se nos olvidó contar la parte más entretenida de la historia. Edward no era el único infiltrado, Steve también lo era.
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