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𝒒𝒖𝒊𝒏𝒄𝒆

Sydney

Estábamos el pelirrojo, el muñequito y yo en una camioneta, siendo trasladados al hospital en el que mataríamos a Lydia. Bueno, mejor dicho, al hospital en el que yo mataría a Lydia.

Diría que estaba un poco nerviosa, si no fuese porque la incomodidad del ambiente me estaba distrayendo. Edward estaba sentado frente a mí y no apartaba su furiosa mirada de mi cara, lo cual me hacía desear ahorcarlo. A mi lado estaba Liam, el cual no apartaba su desconfiada mirada de Edward, dándome a entender que ellos dos tampoco se llevaban bien. Y yo no apartaba mi mirada de la ventana, analizando lo mal que todo esto podría salir.

En cualquier momento nos mataríamos entre los tres, y eso no podía pasar, porque luego Shark realmente nos llevaría al infierno de un tiro en la frente.

Cuando llegamos al hospital nos dirigimos a una parte desolada. Era un lugar extraño, oscuro y vacío, un perfecto escenario para ser asesinado.

Ahí se encontraba el doctor, impaciente, esperándonos. No le presté mucha atención a él porque sólo me pude concentrar en observar los uniformes que nos entregaba, para que pasáramos desapercibidos entre el resto de las personas.

Liam y Edward se iban a hacer pasar por médicos. Y yo era una jodida enfermera, y por algún motivo el uniforme era demasiado pequeño.

—Fue lo que pude conseguir a último momento, no sabía que vendría una mujer— me dijo nervioso el doctor al notar mi mirada de disgusto.

Nos alejamos para cambiarnos, y la maldita y ajustada vestimenta de enfermera me estaba cortando la circulación.

—Si tú te bañarás más seguido y si yo no tuviera novio ya estaríamos follando— me dijo Liam con la voz ronca cuando me vio, guiñándome un ojo.

—Me baño mucho más que tú, imbécil— refunfuñé. Estaba tratando de ignorar la mirada de Edward clavada en mi cuerpo, pero era algo complicado de lograr.

Nos dividimos, y yo me dirigí hacia la habitación en la cual se encontraban las cámaras de todo el lugar. El doctor cómplice me había ayudado a entrar sin levantar sospechas, y había logrado que yo fuese la única en la habitación. Observaría la situación, y saldría cuando mi turno de atacar llegara.

En una de las cámaras aparecía Edward interceptando al doctor encargado de Lydia, dejándolo inconsciente. Luego activó la alarma de incendios y, cuando las otras personas del hospital empezaron a evacuar el lugar el pelirrojo desapareció de mi campo de visión, así que pasé mi mirada por cada una de las siguientes cámaras, hasta que lo vi aparecer en el pasillo en el que estaba la peliazul, la cual por su seguridad tenía un piso sólo para ella.

Se dirigió hacia la puerta de la habitación de Lydia, para hablar con los tres guardias que se encontraban vigilándola. Yo no podía escuchar qué les estaba diciendo, pero sí podía ver que los guardias entraban a la habitación, y luego salían con la camilla en la que se encontraba la chica, arrastrando la máquina a la cual estaba conectada.

A continuación apareció el doctor cómplice, y tal como lo habíamos planeado, inventó que algún guardia debía salir a verificar que no hubiera ninguna amenaza afuera para la hija del mafioso italiano, por lo cual dos fueron a chequear y uno se quedó. La realidad es que estando afuera Liam se encargaría de ellos.

Mi momento de entrar en acción era ese. Me dirigí con cautela al pasillo en el que estaban, y al llegar empezó mi actuación.

—¡Deben ayudarme! ¡El fuego se propagó y hay muchas personas que no pueden evacuar por sus cuentas, yo no puedo con todas!— chillé, fingiendo histeria y distrayendo al guardia que quedaba, el cual volteó a mirarme. En ese momento Edward lo inmovilizó desde atrás, mientras el doctor cómplice le inyectaba algo para matarlo y que no quedaran testigos.

Yo saqué una jeringa y se la inyecté a la peliazul, contenía un medicamento en forma líquida al cual ella era gravemente alérgica, por lo cual en cuestión de minutos moriría.

—Encárgate de las cámaras, borra los videos en los cuales aparecemos, que no queden rastros— le ordenó Edward al doctor cómplice, y luego se dirigió hacia la puerta principal del hospital.

Yo lo seguí, notando cómo me miraba de reojo con rabia; era evidente no se le había olvidado mi venganza. Y era mejor que no se le olvidara, para que supiera lo que yo era capaz de hacer si seguía molestándome.

Al salir, Liam nos esperaba en la camioneta, repleto de sangre que no era suya. Condujo hacia la mansión, y vimos cómo se aproximaban varias patrullas policiales al lugar del que nosotros nos estábamos alejando. Lo más probable es que ya hubieran descubierto los cuerpos.

Me dolía todo el jodido cuerpo por culpa del uniforme, pero valió la pena el no haberme cambiado cuando visualicé la reacción de Shark. Estaba parado en la puerta, seguramente esperando nuestra llegada, y sus ojos sólo se centraron en mí, mientras mordía su labio inferior y cruzaba sus musculosos brazos.

Sonreí sintiéndome satisfecha, tenerlo babeando por mí no me disgustaba en lo absoluto.

⛓ ⛓

Algunos días habían pasado. No había sabido nada sobre el tiburoncito, ya que él tenía otra mansión en la cual vivía, y se había ido para ahí. Me encontraba enojada jugando a un juego de mesa con Steve, el maldito me iba ganando y yo detestaba perder.

Mi malhumor aumentó al ver a Shark ingresando al comedor acompañado de una mujer alta y esbelta, pero no estaba irritada por verlo con otra, sino por el comentario que el imbécil hizo:

—Ya que tú eres maestra de primaria podrías enseñarle a Sydney a leer— dijo, pretendiendo que era una sugerencia casual, pero yo sabía que el muy hijo de puta buscaba provocarme.

—¿No sabe leer? ¿Cómo es eso posible?— preguntó sorprendida, dirigiéndose a Shark, pero luego se dirigió a mí:— ¿Tienes algún retraso mental?— me cuestionó diciendo las palabras con lentitud.

—Que no pueda leer no implica que no pueda escuchar— le dije con una sonrisa cínica, y en un movimiento veloz agarré el arma que Steve tenía puesta en su cinturón, para dispararle a la mujer en la pierna.

Steve al observar mi acción empezó a reírse a carcajadas, mientras los gritos de dolor provenientes de la chica retumbaban en toda la casa. Shark, como era de esperarse, se acercó furioso hacia mí, y me dejó sorprendida al agarrarme firmemente del cuello, sin apretarlo.

Nos quedamos mirando fijamente a los ojos durante unos cuantos minutos, y aunque traté de controlarme, no podía pensar en otra cosa que no fuese su mano rodeando mi cuello, logrando que mi rostro quedara a centímetros del suyo.

—Si me sigues buscando me vas a encontrar, podrás ser el puto jefe pero yo no voy a dejar que me faltes el respeto— le susurré al ver que él no emitía ninguna palabra.

—Tú eres mi juguete, gatita. Yo contigo puedo hacer lo que quiera, y deberías estar agradecida de que no haga cosas peores— dijo también en un susurró, deslizando su mano libre hacia mi cintura.

—No te olvides de que estando aquí tengo mucho acceso al dinero, y no me afectaría en nada arrancarte los jodidos dedos uno a uno e irme con tu plata a cualquier parte del mundo donde tus matones no me encuentren— luego de decirle eso me quise zafar de su agarre, pero me agarró con más fuerza y rápidamente colocó su arma en mi boca, mirándome con superioridad.

Yo le devolví la mirada con el mismo sentimiento, no me achicaría frente a él. Luego de unos segundos me liberó y salí del comedor, en el cual todavía se encontraba Steve riéndose de la situación.

¿Quién se pensaba que era? Lo ayudaba en cada puta misión y él se atrevía a joderme. A esa altura ya no me importaba cuáles fueran las consecuencias, no dejaría que un idiota apodado "tiburón" me denigrara.

Cuando entré a mi habitación, me encontré con Edward. Sin ninguna emoción en su rostro me tendió un libro, y cuando estuve cerca de matarlo con mis propios puños porque creí que se estaba burlando de mí, me habló:

—No me voy a disculpar por haberte dicho que eres una jodida analfabeta. Eres una salvaje y mi fantasía siempre va a ser destruirte, pero te hará bien practicar una actividad de personas normales— y luego salió, dejando el libro sobre mi cama.

No sabía cómo interpretar sus palabras, y traté de ignorar su sugerencia. Sin embargo, un sentimiento de derrota me invadió al ser consciente de que yo sabía matar y robar, pero no podía leer ni siquiera una palabra.

Era un fracaso, mi vida y yo éramos un fracaso.

⛓ ⛓

Shark

Mi cabeza estaba aturdida debido a los chillidos de mi nueva conquista. Evidentemente esta era la primera vez que le disparaban.

Recordar la manera en la cual Sydney actuó me llenó de rabia. Yo había llevado a esta chica a la mansión para poder follar con ella, ya que nunca llevaba a ninguna de mis conquistas a mi verdadera mansión. Y, como siempre, la jodida gatita había arruinado mis planes.

Además, también se había atrevido a amenazarme y desafiarme. Otra vez. Ya era momento de que aprendiera su lección.

Dejando a la perra chillona sola y sangrando, fui en la misma dirección por la cual se alejó Sydney moviendo su delicioso culo.

Mentalmente estaba preparando toda las mierdas que le diría y haría para lograr que fuese completamente sumisa conmigo, pero todas mis amenazas imaginarias y sanguinarias desaparecieron al verla acostada en su cama, con cara de frustración, y con un libro en sus manos.

Traté de contener la risa, pero no pude. Estaba al revés. Estaba sosteniendo el jodido libro al revés.

—No tengo más paciencia para tus palabras de mierda, así que te los puedes meter por el culo o si quieres te los meto yo— murmuró enojada al notar mi presencia. Su voz era lo más jodidamente dulce que había escuchado en toda mi vida, incluso aunque sólo dijera insultos y otros tantos comentarios ofensivos.

Deseché todas mis ideas sobre mostrarle quién de los dos mandaba, porque me senté junto a ella, e ignorando su mirada de sorpresa, me propuse enseñarle a leer y escribir el abecedario.

⛓ ⛓

si pudieran recomendar esta novela a sus amigos o conocidos me ayudarían muchísimo🖤

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