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Capítulo 35-Regalos de navidad


Capítulo 35-Regalos de navidad.





El mejor regalo que podemos tener es el que no cambiaríamos por millones, como los momentos felices por ejemplo.

-Isabel.





Ya estábamos a veintitrés de diciembre y todos se preparaban para irse con sus familias a pasar los días festivos, excepto los chicos como Isabel que no tenían dinero para ir a ver a su familia y yo que me rehúso a pasarla con la mía.


-No entiendo cómo es que pierdes la oportunidad de pasar noche buena con tu familia. Yo daría todo por estar con la mía.


-Créeme, no podemos comparar.


Isabel estaba sentada a mi lado en el sofá de la sala de estar que esta frente a la chimenea, estábamos en estado melancólico y comíamos papitas y doritos con salsa picante.

De repente Kael se dejó caer en el sofá provocando que a Isa se le cayeran las papitas que comía.


-¡Rayos, KAEL!!! –Gritó ella ceñuda por ver sus papitas en el suelo.


-Perdón—dijo él haciendo una mueca de arrepentimiento.


-Kael, ¿Qué haces aquí? ¿No irás a pasar noche buena con tía Kate y los abuelos?


-¿Crees que pasaría una noche buena solo con ellos? La única razón por la que soportaba el aburrimiento era por las travesuras que hacía contigo.


Mi vista se dirigió hacia la chimenea pero mi memoria me llevó hacia el pasado. Cuando Kael y yo estábamos más jóvenes.


-Tienes razón—Dije después de pensarlo.


Nuestras cenas de noche buena solían ser aburridas a no ser que a Kael o a mí se nos ocurriera alguna travesura.


-¿Y qué hay de tu papá? ¿Por qué no la pasas con él?—Preguntó Isa a Kael.


-¿Papá? No tiene tiempo para esas cosas. Se la pasa viajando toooodo el tiempo. Además tiene una amante y seguro se la pasará con ella.


Isabel y yo quedamos mudas por un instante al ver la forma tan ligera en que lo dijo. Me incliné hacia delante un poco para ver mejor el rostro de Kael, eso que acababa de decir yo no lo sabía, así que estaba tan o más sorprendida que Isa.


-Perdón por no habértelo dicho antes, Kara. Sentía vergüenza de decírtelo—Emitió una risita seca, no de felicidad sino de ironía o indignación—. Es gracioso, ¿no? Mi padre tiene una amante y mi madre está obsesionada con el padre de mi prima que además es el padrastro de mi mejor amigo.


-¿Qué me dices a mí? Acabo de enterarme que tengo un padre que no sabía que yo existía y que tengo una hermana que no me soporta—Me eché para atrás otra vez cruzando mis brazos para calentarme un poco.


-Además de que es el padrastro del chico que te gusta—Añadió Isa provocando que la fulminara con la mirada, no tenía por qué decir eso.


Aunque eso era algo que no había pensado ¡Rayos! Adam es mi hermanastro.


-No-vuelvas-a-decir-eso, ¿Ok?—Dije apretando mis dientes—No me gusta Adam, y él esta con la esquelética—Dije esforzándome para sonar sincera, aunque ya sabía que ninguno me creería, porque ni yo me creo.


Ambos respondieron con "Si" "Ujuh" "Aja" a la vez que ponían sus ojos en blanco, incrédulos de mis palabras. Pero aun así necesitaba seguir fingiendo, no quería aceptar frente a ellos lo que siento, talvez porque así es más fácil para mí.


-Y yo que pensaba que mi familia tenía problemas solo porque mi madre discute con mi padre por ensuciar el piso después que ella limpia—Dijo Isabel abrazando un cojín.


-A veces pienso que sería mejor haber nacido huérfano—dijo Kael—, ¿Creen que me acepten en el orfanato?


Me levanté de un respingo al escuchar a Kael, lo que dijo hizo que se me ocurriera algo.


-Chicos, tengo una idea.

Isabel y Kael me miraron a la expectativa de lo que iba a decirles, segundos después les expliqué.


Media hora después un grupo de chicos peleaban con la señorita Grettel para que los dejara salir del internado. Sí, éramos nosotros. No nada más Isabel, Kael y yo, también se nos habían sumado Adam y Liara, ellos tampoco pasaran noche buena en su casa.


-Por favor, señorita Grettel, déjenos salir—Rogaba Isabel.


Pero la mujer se negaba y mantenía su postura rígida, tenía órdenes estrictas de no dejar salir a nadie sin autorización.


-Grettel, cariño, estas tan hermosa el día de hoy...


Y el brazo de Kael duró en el hombro de Grettel lo mismo que dura un parpadeo.


-Señor Thomas, no pretenderá que caiga en sus "encantos", ¿cierto?


-Vamos, señorita Grettel, es por una buena causa—Rogué haciendo puchero tratando de convencer a la mujer sin expresión.


-Basta, chicos, no puedo permitir que salgan sin autorización de sus padres o tutores. Deben esperar a la directora Watson y hablar con ella.


Todos seguíamos quejándonos una y otra vez, ninguno de nosotros tenía autorización firmada por nuestros padres o tutores, y así era imposible salir.


-¿Qué sucede aquí?


Todos volteamos a ver a Tom, que había llegado en el momento adecuado.


-¡Tom!—Corrí hacia él cómo chiquilla— Por favor ayúdanos, necesitamos autorización para salir a comprar algunas cosas.


-¿Cosas? ¿Qué cosas? –Cuestionó.


-A Kara se le ocurrió que podríamos pasar noche buena y navidad en el orfanato, y llevarles juguetes a los niños—Explicó Adam.


-Ah, entonces la decisión de no ir a casa es definitiva—Dijo Tom con tono apagado dirigiendo su mirada a Liara.


Ella no dijo nada, evadió la mirada de Tom y fingió estar haciendo algo en su celular. Me sentí mal en ese momento, es una situación difícil para todos. Yo no estaba contenta de tener una hermana que me detesta pero si entendía que Tom es una víctima más en todo esto. Él no tiene la culpa de no saber de mi existencia hasta ahora.


Para liberar un poco la tensión fingí que no me importaba y continué en lo que estábamos.


-Tom, queremos que esos niños pasen una linda navidad, por favor ayúdanos, ¿sí? Solo necesitamos que autorices nuestra salida del internado.


Él nos miró por unos segundos, parecíamos cachorritos pidiendo que los saquen a pasear, a la expectativa que su amo busque la correa.


-No, no voy a dejar que salgan solos—Todos quedamos decepcionados y expresamos nuestro pesar con sonidos de lamento hasta que Tom habló nuevamente—. Dije que no saldrán solos, irán conmigo.


Todos gritamos de alegría, a excepción de Liara. A ella no le agradó la idea de ir con Tom. Se notaba a leguas su resentimiento hacia él.


Después de que Tom firmó los papeles correspondientes al permiso de salir con nosotros nos fuimos en su auto al centro comercial.

Sentía incomodidad tanto física como mentalmente, éramos cuatro en la parte de atrás, íbamos apachurrados, uno encima del otro, y justamente Liara estaba a mi izquierda, ambas íbamos en medio. Kael se marea si no va al lado de la ventana e Isabel se quedó de último al entrar y no quiso cambiar conmigo, ella decía que quería ver la ciudad porque nunca había salido antes del internado después que llegó a Londres. Los únicos que iban muy cómodos eran Tom, quien manejaba y Adam, que iba de copiloto.


Llegamos al centro comercial y fuimos corriendo al área de juguetes, compramos de todo; muñecas, carritos, pelotas, patines...


Casi nos sacan de la tienda por culpa de Adam y Kael que parecían dos pequeños de cinco años haciendo travesuras. Hacían carreras con los carritos a control remoto, ponían a caminar los robots, hasta luchaban con espadas de plástico como dos locos imitando a dos guerreros.


Isabel estaba emocionada porque vio una muñeca que siempre quiso tener desde niña y que solo podía ver en los anuncios, no me quedó de otra más que comprarla para ella. Liara trataba de evitarnos a mí y a Tom, si veía que estábamos en un pacillo ella se iba por otro. En un momento la vi jugar con una pelota de futbol y unos niños se le acercaron, esa chica de verdad me sorprendió al demostrar ese dominio que tiene sobre el balón. Últimamente pareciera ser el tipo de chica con la que me llevaría bien.

Odio admitirlo pero si no fuera mi media hermana y estuviera viéndola por primera vez probablemente le haría un cumplido por lo que hacía con el balón.


-¿Te sorprende verla con ese balón? –Volteé. Era Tom tras de mí que también miraba a Liara.


-La verdad sí. Cuando la conocí nunca pensé que sería capaz de golpear un balón con su delicado pie de Barbie—Frené mi lengua un momento recordando que hablaba de su hija— ¡Ups! Perdón, no quis...

Rió.

-Descuida, tienes razón. Liara no parece el tipo de chica que sudaría al correr en un campo de futbol. Sin embargo lo es.

Arrugué mi entrecejo confundida.

-¿Entonces por qué le hace creer a la gente lo que no es?

-Pues, probablemente quiera complacer a su madre.

Recordé a la madre de Liara y pude comprender un poco más a lo que se refería Tom.


-¡¿YA VIERON?! TIENEN LA COLECCIÓN COMPLETA DE TOY STORY!

Kael estaba tan emocionado que veía sus ojos brillar como los de un pequeño de seis años. El adora las películas de Toy Story, incluso lloró al ver la escena en que Andy se despide de los juguetes.


-¡Kael, eso es para los niños! –Reclamó Liara.



Luego de comprar juguetes fuimos a comprar ropa para los niños, a Isa se le ocurrió que talvez necesitaban abrigos. Después fuimos al supermercado y compramos lo necesario para la cena.





Al otro día en la noche estábamos muy emocionados, ya queríamos ver las caras de los niños al vernos llegar con todas las cosas que compramos. Esperamos afuera del portón del orfanato por unos minutos hasta que Frederick nos abrió. Tom no fue con nosotros, sin embargo nos firmó un permiso para poder salir esa noche del internado. Andábamos en un bus del colegio que con mucho gusto la directora Watson nos prestó, le conmovió mucho lo que íbamos a hacer por los niños.


-¿Diga?—Preguntó con su voz grave y profunda haciendo que a más de uno se le erizaran los pelos.


-Oye, Kara. Ese tipo se parece a Frankenstein—Dijo Isabel en mi oído. Mientras que Kael no dejaba de verlo con temor.


-Buenas noches señor Frederick, somos estudiantes del internado Saint Angels, ¿nos recuerda? Adam y yo vinimos hace poco.


El hombre asintió con su característica mirada lúgubre y después de mirar su reloj volvió a dirigir la vista a nosotros.


-¿Y a qué se debe esta visita una noche como hoy, jovencitos? ¿No deberían estar con sus familiares?


-Pensamos que sería mejor venir a cenar con los niños y traerles regalos de navidad—dijo Adam.


Finalmente Frederick nos abrió la gran puerta de hierro que rechinaba por su visible oxidación. Entramos con alegría y entusiasmo para preparar la cena. Dejamos los juguetes en el bus para sorprender a los niños en la mañana.


-¿Qué sucede aquí? Frederick, ¿Qué hacen estos jóvenes aquí?


Abracé a la madre superiora y le di un sonoro beso en la mejilla al saludarla, dejándola muy sorprendida por mi acto.


-Vinimos a pasar noche buena con ustedes, madre, ¿No es genial? ¡Los niños tendrán una feliz navidad!


Al principio ella no entendía mucho y no lo podía creer pero luego que le explicamos el motivo de nuestra visita se conmovió tanto que empezó a llorar.


-Dios ha escuchado mis oraciones, enserio las escuchó. Los niños estaban tan tristes porque este año no teníamos suficiente dinero para una cena—Levantó sus brazos al aire— ¡Oh! ¡Dios los bendiga!


Los niños bajaron de sus habitaciones al escuchar el ruido que hicimos. Estaban muy alegres y algunos de ellos saltaban con entusiasmo. Enseguida empezamos a preparar la cena, bueno, Isabel y la madre superiora, porque los demás no teníamos idea de cómo cocinar.




Los niños rodeaban a Adam como la otra vez, tenía todo un teatro montado al contar historias, esta vez de renos y duendes. Acompañado de Kael era todo un espectáculo. Liara tomaba fotos hasta que Adam la incluyó en la historia y fue arrastrada al escenario que habían creado ellos mismos. Supongo que como su hermano mayor no le gusta verla triste como ha estado estos días.

Esa noche fue entre muchas una de las mejores noches buenas que he tenido desde que murió mamá. La alegría de los niños nos contagió a todos y por un rato nos olvidamos de los problemas familiares. Sin embargo, cuando recibí una llamada de mi abuela, esa alegría que tenía al estar con los niños se esfumó. Aunque ella no me exigió pasar estos días con la "familia" me hizo sentir mal por no estar junto a ella y mi abuelo. Es la primera vez que paso la navidad fuera de casa y escuchar que me extrañan me conmovió hasta hacerme derramar un par de lágrimas.


-Te vas a congelar aquí afuera.


Volteé, era Adam. De inmediato traté de disimular que estaba bien y sequé mis lágrimas.


La brisa que llegaba al balcón era bastante fría y aunque tenía abrigo mi cuerpo temblaba. La vegetación del lugar hacia que la temperatura fuera más baja que en la ciudad.


-Extrañas tu familia, ¿cierto? –No contesté— Sí, yo también extraño la mía— Se acercó más a mí y secó una lágrima escurridiza que no pude aguantar— Mi familia, al igual que la tuya no es perfecta, ¿pero cuál lo es? Aunque ahora mismo no estemos en la mejor situación los amamos, porque llevan nuestra sangre. No tienes que hacerte la fuerte, todos estamos en una situación difícil y sabemos cómo te sientes.


Un impulso me hizo abalanzarme a él y abrazarlo, necesitaba de su calidez. Y al parecer a él no le molestaba, porque me apretó fuerte contra su pecho rodeándome con sus brazos.


Con sus brazos alrededor mío lo miré a los ojos.


-¿Por qué haces esto?—Susurré.


-¿Qué cosa? –dijo en el mismo tono mientras me miraba fijamente.


Sus ojos me hipnotizaban poco a poco y sus labios se acercaban cada vez más a los míos, podía sentir su respiración...Era tan fácil dejarse llevar...

Finalmente cedí, fui débil y me dejé llevar por el deseo de sentir sus labios en los míos una vez más. Era tan tierno e intenso al mismo tiempo, tan diferente a otros labios que había besado antes. No es que haya besado a muchos pero nunca había sentido algo más allá del placer de conectar mi boca con otra. Cada vez que lo beso a él es como si todo mi cuerpo tuviera efectos secundarios. Mi piel se eriza, mis rodillas tiemblan, mi estómago enloquece...Y mi corazón parece una bomba a punto de estallar.

Pero...hay algo dentro de mí que me hace alejarme, por eso cuando ya no tenía más aire en mis pulmones y pude apartarme de él para poder respirar, no supe cómo reaccionar y sin decir nada corrí. Escapé nuevamente de mis sentimientos. Estaba aterrada, no sabía cómo controlar todo lo que sentía dentro de mí y no quería enfrentarme a ello.



A la mañana siguiente sentía jalones en mi brazo una y otra vez, no quería abrir los ojos puesto que estaba muy cómoda encima de algo muy cálido, algo que se movía...

¿Que se movía?

Abrí los ojos y me di cuenta que estaba encima del estómago de Kael y las nalgas de Isa. Todos dormimos frente a la chimenea, aunque no sé cómo fui a parar encima de mi primo y mi amiga. Hicimos una competencia de piedra, papel o tijera para ver quien ganaba dormir en el sillón y yo fui la ganadora. Supongo que durante la noche me caí, eso explicaría mi dolor de espalda.

Una vez más tiraron de mi ropa y giré a ver al niño rubio que me miraba impaciente señalando los regalos que estaban en una esquina al lado de un pequeño árbol de navidad. Regalos que acomodamos después de que los niños al fin se durmieran.


-¿David, que sucede? –Estrujé mis ojos y luego entendí bien lo que trataba de decirme— Ah, los regalos. Quieres abrirlos, ¿verdad?


El niño asintió y corrió hacia la rumba de regalos que estaba en la esquina junto al árbol. No podía hablar, todavía no había superado su trauma pero aun así no podía ocultar la felicidad que sentía.


-¡Vengan todos, despierten, es navidad! –Grité.


Los niños bajaron y tamaña sorpresa se llevaron al ver los regalos. Los chicos también despertaron, Isa se quejaba de un dolor de cuello, Liara de que su brazo derecho estaba adormecido y Kael...bueno, Kael despertó cuando Isa lo pateó varias veces.


Busqué a Adam con la mirada por todo el lugar y no lo vi. De pronto Isa notó que había más regalos de los que habíamos puesto en la noche. Y es que me las arreglé para que no se dieran cuenta que le compré algo a cada uno de ellos.


-Oye, Kara, ¿Por qué veo más regalos que ayer? –se estrujó los ojos.


-Pues no sé, ¿Por qué no lo averiguamos?


-Aaaw que tierna, compraste regalos para todos—Isa me apachurró con melosidad— ¡Oigan chicos! ¡También hay regalos para nosotros!—Gritó a los demás— ¿Y qué me compraste? ¿Un libro?


-Es algo mejor, pero tienes que verlo por ti misma.


-Déjame ver... ¡Kael, este es tuyo! – Le pasó el regalo de mi primo, luego agarró un sobre que decía su nombre y frunció su ceño— ¿Me regalas dinero?


Puse mis ojos en blanco.


-Ay, ábrelo ya.


-¡WAO! –Gritó Kael al ver su regalo. Era un Woody de los que vio en la tienda, de los que yo le había arrebatado de las manos porque quería robárselo a los niños.


-Hombres—dijo Liara poniendo sus ojos en blanco.


-¡AAAAAAAHHH! ¡AAAAAAHHH!—Gritó Isabel al ver su boleto de avión con destino a República Dominicana— ¡NO ES CIERTO! ¡NO ES CIERTO! ¡KARAAAAAAAAA! ¡AAAAAAAAAAHH!


-Ya basta, Isa, me dejarás sordo.


Isa me apretó tan fuerte que creí que me dejaría cuadripléjica. No dejaba de gritar y saltar como niña. De hecho los niños la miraban extrañados y los más pequeños hasta se estaban asustando por su reacción de loca desquiciada. Pero no la culpo, según lo que me cuenta tiene una bonita familia que la adora y la volverá a ver después de casi un año de estar lejos.


-¿Y Adam?


-El príncipe Adam está en el patio—Dijo una de las niñas.


-¿Príncipe?—preguntó Isa levantando una ceja.


-Es una larga historia, después te cuento—le dije.


Miré por la ventana y ahí estaba Adam, se veía muy triste y solitario sentado en aquel viejo banco de madera. Metí la mano en el bolcillo de mi abrigo y toqué la pequeña caja decorada con un moño azul brillante, pensando en si debía dárselo o no. Después del beso de anoche tal vez...


Respiré hondo y me decidí. Salí al patio lateral a donde estaba. Mi corazón empezó a palpitar de manera acelerada y frené mis pasos, justo detrás de él. Fue cuando sonó su teléfono y contestó.


-Hola, Brit...No, no estoy en casa...Yo, estoy con otras personas... ¿En dónde? Pues digamos que fuera de la ciudad...Si, Britany, sé que me quieres.


Sentí un viento frío dentro de mi pecho y arrugué la caja. No tiene sentido que me ilusione más. Me dejé llevar por la temporada, por todo lo navideño. No debí pensar que él y yo...No. Él tiene a la huesuda y solo se divierte conmigo. Seguro se reía de mí después que lo besé como tonta.


Enojada conmigo misma, tiré la caja al suelo y en mi camino me topé con Liara. Cruzamos miradas por un instante y sin decir nada continuamos caminando. Ella no sé a dónde y yo caminé hasta llegar al frente del orfanato. Había una gran roca donde subí y me senté. Hacía frío pero allí me quedeh un rato, pensando.


-¡Oye, Kara!


Volteé. Isabel subió la roca con dificultad pero finalmente pudo llegar hasta mí. Había notado una caja de regalo de mono rojo en su mano, eso fue lo que entorpeció la subida a la roca.


-Esto tiene tu nombre, estaba debajo del árbol junto a los demás regalos.


Observé la caja por varios segundos y luego la tomé, se sentía algo pesada. Me preguntaba que tendría dentro. Removí todo el papel de regalo y descubrí una hermosa caja de música de las que había visto en la tienda.


Y así, perdida en la melodía que bailaba la mini bailarina, me preguntaba quién fue el autor de esto.

¿Tom...?

¿Adam...?

Cualquiera que haya sido, ha logrado sacarme una sonrisa envuelta en una lágrima.  

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