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Capítulo 33- La Carta de Robert Hamilton


Capítulo 33-La Carta de Robert Hamilton



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Está bien, acepto que me lancen tomates por desaparecer por más de un mes. En mi defensa confieso que fue culpa de la inspiración que me abandono todo ese tiempo, al parecer se fue de vacaciones. Solo espero que haya llegado para quedarse hasta terminar la historia.

Bueno, sin más que decir, disfruten el capítulo.

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-Tom me dijo...él me contó todo—Dijo Adam en voz baja.


Yo enterré mi rostro en su pecho y aumenté la intensidad de mi llanto. Fue como si liberara todo lo que tenía encerrado dentro de mí. Pero todo estaba bien, porque él estaba ahí, conmigo.


Media hora después...


Yo no decía nada ni Adam tampoco. Solo sostuvo mi mano mientras yo tenía mi cabeza recostada en su hombro. Las lágrimas seguían saliendo de mis ojos porque seguía pensando en todo lo que me estaba sucediendo.

Al fin sabía quién era mi padre pero la vida me ha sorprendido de tal manera que no sé qué hacer ahora.

Mi padre es un sujeto genial al que le tomé aprecio desde el primer día que hablé con él, alguien con quien puedo hablar y ser escuchada. Pero por otro lado aún no sé cómo pasó todo, todavía no entiendo muchas cosas.

También, está el hecho de que tengo una hermana con la que me he llevado mal desde que nos conocimos.

Tantas cosas daban vueltas y vueltas en mi cabeza que sentía iba a explotar. Además todavía no podía asumir que ahora era millonaria.

Sí, millonaria...

Robert Hamilton me heredó dos millones de libras, el tipo no era un miserable como pensaba, todo lo contrario, era el primer hijo de una familia adinerada que durante un tiempo fue uno de los mejores abogados del país.


"A Kara Marie Ferguson le dejo dos millones de libras, dinero que le pertenece por derecho, confío en que hará con el dinero cosas productivas. Además de una carta donde obtendrá lo que para ella será más valioso que el dinero antes mencionado".


Y se preguntarán por qué Robert me dejó tanto dinero a mí. Pues no tengo la menor idea, supongo que lo explica en la carta que aún no leo.





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La luz del día sorprendió a mis ojos cuando desperté. Me había quedado dormida en aquel lugar, pero no estaba sola, Adam estaba ahí. De hecho me había quedado dormida sobre su pecho.

En otro momento de mi vida habría golpeado a ese chico sin compasión alguna para que despertara, sin duda le hubiera pintado el rostro con un crayón, asustado con una corneta o arrojado agua fría encima. Pero en lugar de eso traté de hacer el menor ruido posible, me acomodé del otro lado del mueble viejo donde estábamos, colocando mis pies encima y apoyando mi barbilla en mis rodillas.

Me dediqué a observarlo detenidamente. Sus ojos eran pequeños pero tenía pestañas largas, su nariz perfilada, la suave curva de sus labios, que estaban algo resecos por el clima frío, el vaivén de su pecho cuando respira, esa pequeña parte de su abdomen que su suéter dejó al descubierto... Era una estructura hermosa ante mis ojos.

Disfrutaba verlo dormir, era una de esas imágenes que quisieras guardar por siempre en tu memoria. Por lo que saqué mi celular del bolcillo y tomé una fotografía.

Desafortunadamente el ruido que produjo la cámara de mi celular hizo que despertara y rápidamente oculté mi móvil.

Él apretó sus ojos y estiró sus brazos antes de hablar. Estaba un poco despeinado y aun así se veía muy sexy. Sus ojos me sorprendieron mirándolo y giré mi vista hacia otro lado.


-Buen día—Dije sintiendo mis mejillas un poco calientes.


-Buen día—Me respondió— ¿Amaneció? ¿Qué hora es?


Miró a su alrededor dándose cuenta de la luz del sol que iluminaba todo el espacio. Luego buscó la hora en su celular.


-¡Diablos! ¡Las clases empiezan en quince minutos! –Se paró de un respingo y se dirigía a la puerta cuando de repente se devolvió notando que me había quedado inmóvil— ¿No vas a ir a clases? –Preguntó.


-No tengo ganas.


Caminó acercándose a mi otra vez, yo bajé la mirada y él se agachó hasta quedar a mi altura.


-Oye, no puedes esconderte para siempre. Tienes que enfrentar esto—Levantó mi barbilla suavemente haciendo que nuestras miradas se cruzaran—Lo que más me gusta de ti es lo valiente que eres, no vayas a volverte débil ahora ¿sí?


Había tanta ternura en él...

No sé cómo lo hizo pero la forma en que me miró logró hacer que tomara fuerzas y me levantara. Ambos nos fuimos a nuestros dormitorios para después ir a clases.




Vi mi reloj y me di cuenta que no era tan tarde como pensó Adam, todavía faltaba una hora para ir a clases, supongo que su reloj está dañado o miró mal la hora.

Cuando llegué a mi cuarto Isabel estaba acabando de levantarse de la cama. Al verme no tardó en cuestionarme, entonces le conté todo lo que había sucedido. Lógicamente estaba muy sorprendida y no dejaba de mencionar que Liara y yo somos hermanas.


-¡Dios! ¿Es que como no me di cuenta? –Andaba de un lado a otro mientras yo me ponía los zapatos— Sí, ustedes se parecen. Las dos son tercas, tienen ojos azules, son altas...


-Isa, ya basta. Esas son cosas que puedo tener en común con cualquiera.


-Ah, y las dos hacen ese gesto con la nariz cuando van a comer.


-¿De qué hablas?—Pregunté curiosa.


-Arrugas la nariz cada vez que vas a comer, Liara también lo hace.


Me quedé pensando en lo que dijo Isa y luego sacudí mi cabeza, quería pensar menos acerca de mi parentesco con Liara, primero quería saber que pasó en realidad con mis padres.


Cuando abrí la puerta me topé con mi vecina de cuarto, Liara James Wishburn, mi hermana.


-Rayos, si lo primero que veo al despertar es a ti no quiero imaginar cómo será mi día.


Por primera vez no contesté a sus provocaciones, con solo mirarla mi cabeza se llenaba de pensamientos que iban desde como hubiera sido mi vida si hubiésemos crecido juntas hasta como es que tenemos la misma edad.


Tenemos la misma edad... ¿Por qué rayos tenemos la misma edad?


-¿Qué te pasa, callejera? ¿Por qué me miras así? ¿Te drogaste anoche o qué?

La ignoré y con la boca cerrada seguí caminando hasta llegar al salón de clases.


Si tenemos la misma edad eso quiere decir que Tom estuvo con la madre de Liara al mismo tiempo que estaba con mi mamá. Si es así entonces puede que lo que me dijo Robert Hamilton sea verdad, y mi mamá y Tom eran...amantes.

No, no puede ser. Tom dijo que se amaban y que por culpa de tía Kate se separaron. Liara puede ser adoptada, no, ella y Tom se parecen así que no es adoptada.

¡Rayos!

Tengo que hablar con Tom y definitivamente tengo que leer esa carta.


-¿Señorita Ferguson?


-¿Eh?


El maestro Wesley me llamó la atención, había estado inmersa en mis pensamientos todo el día.


Segundos después la señorita Grettel interrumpió la clase llevándose a Liara, supuse que Tom había decidido decirle toda la verdad. Me preguntaba cómo será su reacción al saber que llevamos la misma sangre.


Después de pensarlo mucho rato decidí hablar con Kael, siempre le he contado todo y no es justo para él que se entere por otra persona de lo que está pasando.

No tomó muy bien que su mamá amara a Tom, y por más que trató de disimularlo sé que todo esto le afecta mucho, se notaba en sus ojos. Me sentí muy mal por él, porque si hay alguien a quien odio ver mal es a mi primo.

A pesar de todo se ofreció a acompañarme a leer la carta que Robert dejó para mí. Nos sentamos en el mueble que está en la terraza y abrí el sobre.



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Kara,

Perdón por haberte mentido. Sé que estuvo mal pero Kate me estaba presionando con enviarme a la cárcel si te decía la verdad. Fui un cobarde, debí decirte todo en cuanto llegaste a mi departamento esa noche. Tuve miedo, miedo de que ella también te hiciera daño a ti.

Debí decirte que tu madre fue la mujer más dulce y decente que he conocido en mi vida. Fue la única mujer que amé y cuando murió una parte de mí se fue con ella. A pesar de que yo le ofrecía todo ella siempre me rechazó, amaba a Tommy tanto o más de lo que yo la amaba a ella. Siempre se amaron, y aun en contra de lo que dijeran sus padres ella nunca dejó de amarlo. Si se separaron fue todo por culpa de mi despecho y el egoísmo de Kate, quien siempre quería todo para ella.

Sara y Tommy eran felices juntos y eso alimentaba la rabia de Kate. Ella hizo todo lo posible para separarlos, desde tratar de seducir a Tommy hasta pagarme una fuerte suma de dinero para que fuera su cómplice.

A causa de mi frustración fui parte de un plan que terminó por separar a dos personas que se amaban, y aunque después me arrepentí de hacerlo ya era demasiado tarde, tu padre estaba preso por robo y tu madre creía que él la había engañado con otra mujer. Pero lo cierto es que todo fue una trampa elaborada por Kate y por mí.

Era joven y estúpido, me cegaban los celos. No trato de justificarme, sé que lo que hice estuvo mal y ahora estoy pagando con esta enfermedad que me consume.

Perdón por mentir acerca de ser tu padre, tú no te merecías eso. Pero eres fuerte e inteligente como tu madre y sabrás darte cuenta de que solo era un hombre enfermo imaginando que podía cumplir el más grande sueño de su vida, tener una hija como tú.

No lo recuerdas porque eras un bebé aun, pero el día que te conocí fue uno de los días más felices de mi vida. Me pareciste la niña más hermosa que haya visto, con esos curiosos ojos azules. Deseé tanto que fueras mi hija que terminé cometiendo el error más grande de mi vida, lo que finalmente me convirtió en esto que soy ahora.

En ese entonces Tommy todavía estaba en la cárcel, yo llevé su caso por todo un año para demostrar su inocencia, él confiaba en mí, me consideraba su amigo. Sin embargo yo fui uno de los causantes de su desgracia. Él me había pedido que no le dijera a Sara que estaba preso hasta que fuera libre, lo que le dio la oportunidad a Kate y al señor Ferguson de mentirle a Sara diciéndole que él se había casado con otra mujer. En cuanto a Tommy, Kate lo visitó en la cárcel y le dijo que Sara había muerto en un accidente. El no podía creerlo pero yo le confirmé la noticia. Pensé que así finalmente tendría a Sara y a ti para mí, era mi oportunidad.

El señor y la señora Ferguson solo pensaban en el bien de su hija, y decidieron llevarla a Estados Unidos, lejos del hombre que no le convenía. Yo traté de enamorar a Sara una y otra vez por varios años pero ella nunca olvidó a Tommy.

Cierto día la noté muy pálida, tiempo después me enteré que estaba enferma de cáncer. Ella era muy fuerte y siempre fingía que estaba bien frente a todos, especialmente frente a su pequeña y traviesa bailarina. No sé cómo ella se enteró de todo, pero una noche me buscó furiosa, se exaltó tanto que su cuerpo no lo resistió y terminé con ella en el hospital. Me pidió que me alejara de su vida, me odiaba y no era para menos. Sin embargo aún seguía al pendiente de ustedes.

Sara luchó con el cáncer por un año más, en la lejanía estaba feliz de ver que se había curado, al menos eso era lo que creíamos todos. Pero no era cierto, el cáncer había llegado a su cerebro y esa vez ya eras capaz de entender lo que sucedía.

Recuerdo el día de tu recital de ballet, nunca me perdí uno. Siempre tomaba el tercer asiento de la última fila. Aplaudía con todas mis fuerzas a la niña más talentosa de la escuela. Nunca podré olvidar ese viernes, por estar mirando al público perdiste el equilibrio y caíste, supongo que la buscabas a ella. Te vi llorar en un rincón luego de la función, estabas enojada porque tu mamá no fue a verte, no tenías idea que ella estaba muriendo en el hospital, yo tampoco lo sabía. Cuando vi a la señora Ferguson recogerte supuse que algo andaba mal. Llamé a Kate y ella me dio la noticia, Sara había muerto.

Te aseguro que ese fue el peor día de mi vida, desde entonces el alcohol se apoderó de mí volviéndome este hombre grotesco sin ganas de nada.

He recibido mi castigo en vida y estoy arrepentido de todo lo que hice en el pasado. El dinero que recibí por mis malas acciones es ahora tuyo, decidí dejarlo en tus manos confiando que vas a hacer lo correcto dándole un buen uso.

Espero que después de saber todo esto no me odies, no quisiera que cargaras con sentimientos negativos por algo que no vale la pena.

Me encantó ver lo mucho que te pareces a Sara, tanto por dentro como por fuera.

Fue todo un placer conocerte, Kara.

Robert Hamilton.

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Sequé las lágrimas de mis mejillas y doblé la carta nuevamente. Respiré hondo y miré a un lado, mi primo estaba igual que yo, lo que dice de la tía Kate es...es algo muy difícil para ambos.


-Siento...vergüenza—mi primo tenía una mirada de dolor. El nudo en su garganta casi no le permitía hablar— ¿Cómo es que mi madre...?


-Kael, mírame—le dije ahuecando mis manos en su rostro—Siempre vas a ser el hermano que nunca tuve, ¿de acuerdo?


Lo abracé y el me respondió de la misma manera. No éramos culpables de las acciones que nuestros padres.


Unos quince minutos después regresaba a mi dormitorio, subía las escaleras cuando una chica de largo cabello castaño cruzó por mi lado llorando. Iba en tan mal estado que se tropezó y casi cae escaleras abajo. Quise ayudarla pero ella apartó mi mano bruscamente y sin decirme nada continuó corriendo hacia el dormitorio. Liara ya conocía toda la verdad acerca del lazo de sangre que nos une.


Y al abrir la puerta de mi habitación, nunca esperé ver esa persona sentada en la orilla de mi cama... ¿es que no era suficiente por hoy?


-Abuela, ¿Qué haces aquí?


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