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Capítulo 15 - Peleas y ¿Un beso?

Capítulo 15



Del Otoño aprendí que: aunque las hojas caigan, el árbol sigue de pie...



Pasé toda la noche en el teatro. No sé en qué momento me quedé dormida, solo recuerdo que mis lágrimas no dejaban de salir de mis ojos y el fuerte dolor en el pecho mientras esas crueles palabras taladraban en lo profundo de mí.

Cuando desperté ya era de día, tenía una manta encima de mí que me cubría del frío, la cual no recuerdo haber buscado. Miré la hora y noté que ya era tarde. Debía estar en el comedor tomando el desayuno.

Salí del teatro con la espalda un poco adolorida por haber dormido en el suelo, los demás chicos me miraban y cuchicheaban entre ellos, probablemente por el seguro desastre que debía ser mi cara en esos momentos. Afortunadamente todavía era temprano y no había muchos chicos en el pasillo.

Para completar tuve que toparme nada más y nada menos que con Liara James Wishburn y sus lacayas, Hinga y Gerga. Traté de evitarla pero venía de frente y como siempre tenía algo no muy lindo para decir.

-¡Uuuy! Parece que alguien no te trató muy bien anoche—Los que estaban alrededor reían mas yo traté de ignorarla. No era un día bueno para molestarme. Podía cometer un crimen—. ¿Qué pasa? ¿Tan mal te trataron que ni si quiera puedes hablar?—Continuó con la burla y yo contaba hasta el veinte respirando profundamente para controlarme—. Para la próxima vez deberías decirle al chico que no lo hagan en el piso, al menos que te lleve a su cama ¿No?

-Cállate, estúpida—Amenacé.

-¿O qué? ¿Vas a llamar a tu mami? –Hizo un puchero de burla—. De seguro ha de ser tan zorra como tú.

Bien, eso fue todo. Mi autocontrol rebasó sus límites.


Volteé y le lancé una trompada, sí, trompada, yo tenía mi puño cerrado cuando la golpeé. Creí que con lo superficial que es no se defendería pero ella agarró mi cabello y tiró de el con fuerza. Yo hice lo mismo y así comenzó la pelea. Estábamos igual en fuerza, yo la golpeaba y ella me golpeaba, ella halaba de mi cabello y yo halaba del de ella. Un segundo estaba debajo y otro encima, no sabía ya ni donde estábamos, solo escuchaba los gritos de los demás chicos animándonos a seguir. Supongo que también nos estaban grabando para luego subir el video a las redes sociales.

-¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea!—Gritaban todos.

Pero la pelea no continuó, alguien me agarró por la cintura con fuerza separándome de Liara y Adam hizo lo mismo con ella. Yo pataleaba para que me soltaran, todavía no había terminado de golpearla por hablar así de mi madre.

-¡Suéltame! ¡Tengo que acabar con esa maldita Barbie sin cerebro!—Gritaba. La ira que tenía acumulada había salido de mí.

-¿A quién le dices Barbie sin cerebro, estúpida? ¡Eres una payasa callejera! ¡Suéltame, Adam!—Gritaba ella también pataleando.

-¡Basta, Liara! –gritó Adam con autoridad haciendo que ella se callara. Aunque continuaba mirándome con odio y su respiración era muy agitada.

-¡Tú también, Kara! ¡Cálmate!

Me di cuenta que el que me sostenía era mi primo Kael, la rabia me tenía tan cegada que no lo había notado antes.

Él me llevó a la terraza a regañadientes y yo todavía continuaba gritando insultos a Liara.

-¡Cálmate ya! ¡Kara!

-Me da lo mismo cuando me insulta ¿Sabes? Que diga lo que quiera de mí, eso no me importa, pero que no se meta con mi madre. Con ella no ¿Me entiendes? Con ella no—Me senté en el sofá y llevando mis manos a mi rostro comencé a llorar. Era incontrolable, mis manos y piernas temblaban y sentía mi cuerpo ardiendo. Las lágrimas caían sobre mis mejillas sin pedir permiso.

-Kara...

Lo miré y el entendió que no estaba para nada bien. Él sabía que no era solo la pelea con Liara. Se sentó a mi lado y sostuvo mi mano.

Sin mirarlo le dije lo que había sucedido la noche anterior.

-Lo encontré. Anoche estaba en su departamento.

-¿De qué hablas?—Preguntó confundido.

-De él, Robert Hamilton. Ayer estuve con él.

Me miró sorprendido y preocupado—¿Por qué hiciste eso, Kara? Se supone que ibas a ir conmigo. Pudo haber sido peligroso.

-Lo sé—Succioné mi nariz—Y lo siento, lo siento mucho—El llanto no cesaba. Mi corazón dolía mucho.

-¿Y qué paso? ¿Qué te dijo? ¿Él es...tu padre?

Lo miré con mis ojos cristalizados por las lágrimas asintiendo con mi cabeza—Nunca le importé y me dijo muchas cosas feas de mamá—Escondí mi cabeza en su pecho mientras lloraba—. No quiero volver a verlo ¡Nunca!

Kael me abrazó con fuerza y me apretó contra su pecho. Él sabía cuánto lo necesitaba en esos momentos. Sus brazos se sentían muy cálidos y conforme fueron pasando los minutos me sentí un poco mejor.

-Levántate, ve a tu habitación y date un buen baño—Secó las lágrimas de mi rostro y me peinó un poco con su mano—Necesitas relajarte un poco. Si quieres le digo a tus maestros que no te sientes bien y así te puedas quedar en tu cuarto por el día de hoy.

-Gracias, hoy no tengo ganas de nada.

-Excepto caerte a golpes con Liara—Ese comentario hizo que riera por encima de mi dolor—. Ya, ve a tu habitación y metete bajo la ducha, yo diré que estas enferma.

Subí a mi habitación y cuando Isa me vio emitió un gemido de sorpresa abriendo al máximo sus ojos.

-¿!Qué rayos te paso!?—Me miré al espejo y entendí su reacción. Parecía un escoba chamuscada y recién empezaba a sentir dolor en mi mandíbula por un golpe que Liara me había propinado durante la pelea—Estaba preocupada—Reclamó colocando ambas manos en su cintura—. Quedamos en que si una pasaba la noche fuera le avisaría a la otra—Por su tono de voz y su expresión si parecía estar preocupada. Y agradezco eso pero la verdad no quería hablar, aun no estaba lista para compartir eso con ella.

-Lo siento, no volveré a hacerlo—Mi voz fue casi inaudible.

-¡Dios! No quiero preguntar que te pasó en la cara. Tengo la impresión de que te metiste en un gran lio.

-Me agarré a golpes con la descerebrada.

-¡No! ¿Enserio?

-Sí—Mordí mi labio—así que cuando veas los videos en las redes sociales no te sorprendas.

-Si así estas tú ya puedo imaginarme como estará ella—Traté de reprimir mi risa pero ella rió y no me quedó de otra que hacerlo también—Y pensar que me perdí el momento que alguien golpeó a esa estirada.

-Ella sabía defenderse, pero te aseguro que le dejé el ojo morado—Me senté en la cama—Tendrá que ponerse mucho maquillaje para taparlo.

Rió—Bueno, yo ya voy a bajar al comedor ¿Te espero abajo?—Negué— ¿Por qué? ¿No me digas que te importa que hablen de ti?

-No bajaré a desayunar y tampoco iré a clases. No me he sentido muy bien—Ella arrugó su entrecejo—No te preocupes, solo estoy en mis días—Hice una mueca—Ya sabes.

-¿Segura?

-Sí, segura.

Isabel se fue dejándome sola. Yo tomé una ducha y después de salir del baño me sentí un poco más relajada, pero no podía arrancar de mí el amargo de la verdad. Una verdad que hubiera preferido no saber nunca.

Me acosté en mi cama y abracé a Stuart, las silenciosas lágrimas no tardaron en aparecer. Caían una detrás de la otra deslizándose en mi rostro para terminar sobre mi almohada.

Pasé todo el día ahí encerrada, pensando en mamá. Recordando cada momento junto a ella. Es tan difícil pensar que ella era como dice ese tipo.

Cada vez que pensaba en él la rabia se apoderaba de mí, apretaba mis puños y mi llanto se volvía más violento. Estaba en posición fetal sobre mi cama cuando la puerta se abrió de repente. De inmediato traté de secar mis lágrimas y ocultar mi rostro para que Isabel no se diera cuenta que estaba llorando.

Escuché sus pasos acercarse y luego sentí como se hundía el otro lado de la cama—Oye...No sé qué te sucede...pero quiero que sepas que puedes contar conmigo—Aun seguía de espaldas a ella. Me daba vergüenza que me viera llorar—. Ha pasado poco tiempo desde que nos conocimos pero, yo ya te considero mi amiga—Continuó—. Si necesitas desahogarte aquí estoy. A veces es bueno hablar—Volteé y la miré a la vez que succioné mi nariz—. Soy buena guardando secretos.

De acuerdo, creo que Isa se había ganado mi confianza. Además ella me inspiraba mucha paz.

Terminé contándole lo de mi pa... sobre el tipo ese. Ella solo escuchó atentamente y luego me abrazó. Se sintió bien tener una amiga en ese lugar.

Cuando me levanté de la cama me dolían los ojos, caminé hasta el baño y me miré en el espejo. Mi rostro era un desastre; tenía los ojos hinchados y un moretón en la mandíbula.

Isa insistió en dar un paseo por el patio. Dijo que en casos de tristeza era agradable caminar. La verdad yo no tenía ganas pero ella era muy insistente.

Las hojas de los arboles caían al suelo debido al otoño. La brisa fría levantaba mi cabello y yo me abrazaba a mí misma mientras que le reprochaba a Isabel por sacarme de mi cama.

-Ya no te quejes, al final verás que fue buena idea.

En ese momento escuché un sonido extraño—¿Escuchaste eso?

-No ¿Qué cosa?

-Sonó como...como...--No podía descifrar que se parecía el sonido que escuché.

-Cielos, olvidé que debo dar tutorías ¡Tengo que irme! –Corrió como loca de repente— ¡Nos vemos luego!

¿Es enserio? Me dejó allí sola. Me sacó de la habitación con tanta insistencia para dejarme sola en medio del campus del colegio ¿Qué diablos iba a hacer yo ahí sola?

Escuché de nuevo ese sonido extraño. Fue como ¿Una flecha?

Si, era una flecha...

Y el arquero era ni más ni menos que el chico con los ojos más hermosos que haya visto. Ahora entendía por qué Isabel propuso salir a caminar.

Patrick tenía en sus manos un arco y una flecha. Estaba practicando su tiro y se le notaba bastante concentrado en lo que hacía. Apretaba sus labios y sus cejas se fruncían mientras apuntaba al blanco. Su mirada se mantenía fija y su posición era firme.

Estaba observándolo detenidamente cuando fui descubierta por sus ojos azules.

-¡Hey!—Me saludó sacudiendo su mano desde donde estaba—Ven, acércate.

-Hola, Robin Hood—Dije en broma.

-No sabía que tenía admiradoras secretas—Sonrió.

-No es secreto si lo descubres, tonto.

-Ah, entonces admites que sí me admiras.

-Umm, no lo creo. Solo pasaba por aquí y te vi, me quedé a un lado para que no te pusieras nervioso con mi presencia. Podrías herir a alguien si la flecha se desvía—Bromeé.

Rió—Tienes razón.

-¿Puedo lanzar una?—Pregunté.

-Está bien, inténtalo—Me pasó el arco y me dio una flecha.

No eran tan ligeros como se veían en sus manos. Los tomé y luego de posicionarme estiré el arco y lancé la flecha.

Fue todo un desastre, la flecha no cayó ni cerca del blanco. Mi puntería era pésima. Patrick se reía a carcajadas burlándose de mí. Volteé hacia él y lo fulminé con la mirada.

-Oye, Robin Hood, deja de burlarte o clavaré una flecha en tu cuerpo—Le apunté con una flecha y él abrió al máximo sus ojos.

-Kara, baja eso ¿Quieres? De verdad es peligroso—Dijo asustado y yo bajé el arma riendo burlona.

-¿De verdad creíste que lo haría? ¡Vaya! No soy tan mala como crees.

-Después de ver cómo le dejaste el ojo a Liara no sé qué decirte.

-Ella me provocó—Sin querer levanté el arco y solté la flecha. Patrick se abajó poniendo sus manos en la cabeza y yo pasé un susto muy grande. Afortunadamente la flecha no le hizo daño a nadie—Perdón, perdón, fue sin querer.

Cubrí mi boca y mis ojos estaban exageradamente abiertos. De verdad fue una estupidez de mi parte.

-Descuida, eso le puede pasar a cualquiera—Se acercó y se posicionó detrás de mí—Pero si quieres te enseño como se hace—Dijo en mi oído provocándome un cosquilleo—. Primero separa un poco tus piernas, es muy importante la postura del cuerpo—Su voz se escuchaba tan sexy pero a la vez estaba tan serio dándome instrucciones—. Luego coloca la flecha en el arco y estira la cuerda. Que tu mano quede a la altura de tu boca y el codo quede ligeramente un poco más elevado—Hice todo tal y como lo iba diciendo—Fija tu mirada al blanco manteniendo tu postura firme. Bien...Ahora suelta la flecha como si lo hicieras accidentalmente—Solté la flecha y dio casi en el centro del blanco— ¡Bien!

Sonreí—¡Lo hice!

-Lo hiciste muy bien, aprendes rápido—Todavía seguía muy cerca de mí y no cambiaba su tono seductor.

-Es que tengo un buen maestro—Coqueteé.

Ambos nos mirábamos sonriendo. No podía apartar mi vista de sus hermosos e intensos ojos azules, que segundos después miraban mis labios.

-Tienes los labios resecos—No apartaba su vista de mi boca.

-Creo que no me va bien el aire frío—Dije en voz baja. Su rostro se acercaba más, mucho más. Tanto que podía sentir su respiración caer sobre mí. Tragué en seco y esperaba sentir su boca sobre la mía...

-¿Sabes cómo se cura la resequedad de los labios?

-No, no lo sé ¿Me enseñas?

Me incliné un poco porque él era más alto que yo, y habría saboreando sus labios de no ser que nos hayan interrumpido.

-¡Hey!

Nos separamos de inmediato al escuchar a Filip. Nos miramos y fue como si pensáramos lo mismo. Sin decir nada corrimos hacia dentro escapándonos del regaño.

A esas horas ya no teníamos permitido estar por esos lados.

Por protección ese campo de tiro estaba un poco apartado del recinto y por obvias razones era un lugar perfecto para cualquier cosa indebida.

Al llegar nuestras respiraciones estaban muy agitadas. Filip nos había seguido y tuvimos que correr muy rápido para poder perderlo de vista. Nunca pensé que ese hombre regordete pudiera correr, pero su panza no fue ningún obstáculo para seguirnos el paso.

La verdad tengo que hacer más ejercicio, me costó mucho recuperar el aliento.

Subí unos escalones rumbo al dormitorio de chicas y Patrick me siguió hasta quedar a un escalón más bajo que yo. No quería despedirme pero tenía que leer un libro. El maestro Wesley siempre se las ingenia para arruinarme. Como Isa y Kael se encargaron de decir que yo estaba enferma para poder faltar a clases a él se le ocurrió que leyera un libro como compensación.

-Em...Bueno, gracias por enseñarme a lanzar la flecha—Sonreí.

-No fue nada. Cuando quieras sigo dándote clases—Iba acercándose a mí con mirada fija en mi labios. Tenía intenciones de besarme otra vez, y yo no iba a rechazarlo.

¡Dios! ¡Esos labios se veían deliciosos!

-¡Señor Laurence! –Volteé a ver a la señorita Grettel caminar a paso firme hacia nosotros y maldije internamente.

¡Rayos!

-Sí, señorita Grettel—Dijo entre dientes emitiendo una sonrisa falsa.

-Creo que sabe muy bien que no debe si quiera acercarse al dormitorio de las chicas ¿Cierto?

-Sí, señorita Grettel, lo sé.

Se despidió de mí con un beso insinuante en la mejilla y se marchó. La señorita Grettel se quedó allí para asegurarse de que no volvería y yo subí las escaleras corriendo.




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Hola :)

UUummm  Que les pareció la pelea y el casi beso?    

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Bueno, aprovecho para agradecer una vez mas a las personas que leen, ESPECIALMENTE a los que dejan un comentario, ya que son sumamente importantes para mi. Mientras mas comentarios dejan mas me animo a  escribir y mas rápido publico. 


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