Capítulo 11 - Casa de tía Kate
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Capítulo 11
El fin de semana había llegado. Todos los chicos estaban alborotados. No había clases y la mayoría tenía salidas programadas. Algunos hablaban de ir a divertirse al centro de la ciudad, otros al cine, algunos irían a bailar...Etc.
Yo en cambio fui a visitar a mi no muy amable tía Kate. La verdad era que nunca nos llevamos bien, a pesar de que era la única tía que tenía. Desde que era niña lo único que recibía de ella eran regaños.
Nunca supe por qué pero recuerdo que mamá y ella no eran muy cercanas tampoco.
-No quiero ir a casa, no entiendo por qué quieres ir si siempre dices que no le agradas a mamá.
Kael tenía sus brazos cruzados y estaba recostado de una de las columnas del frente del colegio. Ambos esperábamos que pasaran a recogernos. A Kael no le agrada la idea de estar en su casa un fin de semana pero desde que se fue de viaje con su padre no ha visto a tía Kate. No le queda de otra.
Como ya dije, no tengo una buena relación con mi tía pero debo averiguar todo lo que pueda sobre mi padre. Sé que voy a encontrar algo en esa casa. Algún documento, un número, una dirección...Al menos un nombre.
No le había contado nada a Kael sobre lo que escuché cuando mis abuelos hablaban. Tarde o temprano le voy a decir pero no sé si esté dispuesto a ayudarme.
-Es que tengo mucho tiempo sin verla y me gustaría ver si ya tiene arrugas y canas—Bromeé.
Un chofer fue a recogernos a mí y a Kael al colegio. Pasamos todo el camino bromeando, cantando canciones de Maroon five y comiendo Doritos. En cierto momento nos quedamos dormidos y despertamos cuando el chofer del auto entraba a la casa de mi tía Kate.
Tenía ya varios años sin pisar allí. Kael y yo quedamos en que él me visitaría a mí, era mejor para ambos.
Pasamos por el gran jardín con figuras de arte moderno que no tenían ningún sentido para mí. Es que no le veo la gracia a tener un cubo de metal gigante en el jardín de una casa. Mi tía tiene gustos muy extravagantes y excéntricos.
Entramos a la casa, yo estiraba mis brazos porque estaban entumecidos a causa del viaje en el auto. El chofer entró detrás de nosotros con mi maleta. Kael solo cargaba un pequeño bulto de mano donde cargaba lo esencial, después de todo es su casa y no necesitaba traer ropa o zapatos.
Un minuto después el sonido de unos tacones nos hizo mirar hacia arriba. Mi tía Kate bajaba las escaleras casi corriendo. Por un momento me la imaginé rodando escalón por escalón y se me escapó una sonrisa malévola.
Por otro lado me quedé observándola, la comparaba con mamá. Físicamente tenían cierto parecido, su perfil y la silueta de su cara era el mismo pero mamá tenía los ojos y el cabello más claros, era tan rubia como yo. El cabello de tía Kate era de un castaño claro, se parecía más a mi abuela. En cuanto a personalidad, por más que tratara de buscar no podía encontrar ninguna similitud entre ellas. Eran polos opuestos.
Mamá era una mujer sencilla, le gustaban las cosas simples y delicadas. Prefería una florecilla silvestre que encontrara en el camino a un gran ramo de rosas seleccionadas y decoradas con un listón.
-¡Cariño! ¡Estás aquí!—se notaba emocionada de ver a su hijito consentido.
-Y aquí viene el drama—Dijo Kael entre dientes fingiendo una sonrisa.
Tía Kate terminó de bajar las escaleras y se abalanzó sobre Kael, lo apretó tan fuerte que el pobre no podía respirar. Me extrañó que no le importara estrujar su conjunto Gucci cuando lo abrazó.
-¡Te extrañé tanto, mi bebé!
-¡Ma! Me, asfixias.
Ella dejó de apretarlo y de repente lo golpeó. Le dio un manotazo en la cabeza y lo regañó.
-¡Auch! ¡Ma! ¿Por qué me pegas?—Se quejó Kael sobándose la cabeza.
-¿Por qué no contestabas mis llamadas? Hace días que estas en el país y ni siquiera me llamaste para decirme que habías llegado—Arrugó su entrecejo.
-Es que no tuve tiempo. Como llegué tarde tuve que ponerme al día con mis clases—Ella desvió su mirada hacia mí.
-Está bien, supongo que teniendo a tu prima en el mismo colegio también influyó en algo.
-Ma.
-Hola tía Kate, también me da gusto verte—le di una falsa sonrisa y ella me respondió de igual forma.
-Hola, Kara—Me dio un beso en la mejilla (el beso de judas)—. Veo que estas más alta. Podrías ser modelo. Si tan solo usaras otra clase de ropa más...sofisticada—Me miró de los pies a la cabeza con ojos de desaprobación, como siempre.
-Mira qué casualidad, otra persona ya me había dicho lo mismo.
-¿Ah sí?
-Sí, le dije que odio que otras personas me digan cómo vestir y esas estúpidas dietas que hacen no son lo mío.
-Veo que sigues siendo la misma de siempre. Tan...tan tú—Hizo una especie de sonrisa que parecía más una mueca.
-¡Gracias!—Sonreí.
Aunque no fue su intención lo tomé como un cumplido, me encanta ser yo.
-Hablé con mamá ayer, dijo que no le contestas las llamadas. Papá y ella están muy preocupados por ti, quieren saber cómo estas.
-Agh, que cansada estoy. El viaje en auto fue algo pesado, iré arriba y tomaré un baño.
Ignoré las palabras de mi tía y corrí escaleras arriba. Entré al cuarto de huéspedes donde siempre me quedaba y me lancé a la cama. Saqué mi celular del bolcillo trasero de mi pantalón negro y miré la pantalla, pensé en desbloquear el número de mi abuela. Dudé por unos segundos y terminé por hacerlo, ahora si entrarían las llamadas que antes no.
Seguí desplazando mi dedo sobre la pantalla táctil y le envié un mensaje a Evan a través de Whatsapp:
*Hola :p Ya estoy en la casa de la bruja.
No tardó más de dos minutos en contestar.
Evan: ¿Y? ¿Ya encontraste algo?
*No, esperaré que salga para entrar a su cuarto.
Evan: ¡Suerte! J
*Gracias J
Después de hablar con Evan me di una ducha y me puse ropa cómoda. Coloqué mis audífonos en mis oídos y llegó a mi mente el recuerdo de Adam molestándome cuando íbamos al orfanato ¡Dios, que molesto fue!
Estaba concentrada escuchando una canción de Avril Lavigne llamada I miss you. Esa canción me pone triste porque pienso en mamá.
Mis ojos se cristalizaron y una lágrima se escapó de mi ojo derecho, los recuerdos con mamá invadieron mi mente hasta el punto de hacerme llorar. Vi que la puerta se abría sin previo aviso y segundos después Kael caía bruscamente sobre la cama. Yo hice mi mayor intento por secar mis lágrimas sin que mi primo me viera pero no funcionó.
-¿Estabas llorando?
-¡No! ¿Por qué habría de estar llorando? Es esta habitación, hace mucho tiempo que no la usaban y ya sabes, el polvo me provoca alergias.
-¿Enserio piensas que voy a creerte? Mamá hace que limpien estas habitaciones todos los fines de semana aunque nadie las use. Ya sabes cómo es con la limpieza, todo debe estar reluciente. Si no quiere decirme lo que te pasa lo entiendo pero no trates de mentirme, no a mí—Se notaba algo molesto, dolido talvez.
-Lo siento—Bajé la mirada.
-¿Qué pasó, Kara? Antes nos contábamos todo y ahora me escondes cosas. Pensé que la distancia no podía afectar nuestra relación pero ya veo que sí.
-No, Kael. Eso no es cierto, es que lo que sucede es...
Le iba a contar todo pero en ese instante tocaron la puerta. Vi la expresión de mi primo y me sentí muy mal. Él tiene razón, debí contarle todo desde que lo vi.
Abrí la puerta, ahí estaba frente a mí el ama de llaves, una señora de mediana edad llamada Bertha que no tenía ninguna expresión en su cara pálida.
-¿Si?
-La señora dice que bajen a cenar. Esta noche tiene que salir a una reunión importante y debe llegar a tiempo.
-Sí, ahora vamos, Bertha. Gracias.
Bertha se retiró y cuando volteé para decir algo a mi primo él cruzó por mi lado sin decir nada. Yo no podía dejarlo así y lo seguí.
-Kael, espera. Kael, hablemos ¿Si? Por favor.
El bajó las escaleras corriendo y yo lo seguí de igual manera pero no pude alcanzarlo. Ambos nos sentamos a cenar y el silencio reinaba hasta que mi tía habló.
-Tendré que salir esta noche. Debo asistir a una fiesta en casa de una de las personas más influyentes en el mundo de la moda y bueno, llegaré tarde. Espero que se comporten o tendré que anular el permiso de salida los fines de semana en el internado—Dijo con tono y mirada amenazante.
La cena continuó y Kael no pronunció más que un "¿Me pasa la sal?", haciéndome sentir peor cada vez. Por otro lado mi tía no dejaba de hablar de esa fiesta a la que tenía que asistir por "obligación". Según ella era de gran importancia codearse con esa persona que daba la fiesta.
Mi primo fue el primero en levantarse de su asiento. Luego mi tía subió habitación a arreglarse para ir a la fiesta. Y yo que pensaba que ese vestido rojo que tenía puesto ya era lo suficientemente pomposo.
Desde la ventana de mi cuarto vi cómo se alejaba el auto con mi tía dentro. Esperé a estar segura que cruzara el portón principal y ya cuando las luces estaban apagadas en toda la casa me dirigí hasta su habitación. Sigilosamente abrí la puerta y la cerré detrás de mí.
Encendí la luz para ver mejor y comencé a buscar en todos lados algún documento que hablara de mi padre. Pero la frustración me estaba ganando rápidamente al no saber qué estaba buscando precisamente. No sabía ni siquiera el nombre de mi padre y así no era muy sencillo que digamos.
Revisé gaveta por gaveta y solo encontraba papeles con cosas que no entendía sobre economía y muchos recibos de pagos de tarjetas de crédito con altas sumas de dinero a nombre de mi tía.
De pronto alguien abrió la puerta haciendo que mi corazón saltara del susto.
-¿Kara, que haces aquí?
-Yo...Es que...
Kael esperaba una respuesta de mi parte. No se me hacía justo que siguiera ocultándole lo de mi padre. Así que no me quedó de otra mas que contarle todo lo que había escuchado decir a mis abuelos. Al principio no podía creerlo pero cuando su cerebro lo asimiló totalmente me ofreció toda su ayuda.
Entramos al "Pequeño" armario de mi tía y nos dividimos por partes. Yo buscaría entre los zapatos, accesorios y carteras y él buscaría entre los vestidos y demás ropa.
-¡Encontré algo!—Yo le puse atención y me acerqué inmediatamente.
-Es un anuario.
Lo abrimos y buscamos la última página donde estaba la foto de cada estudiante. Reconocimos el rostro de nuestras madres enseguida y de uno que otro amigo de la familia que ahora están calvos o con pansa.
Nuestra idea era buscar el rostro de un chico parecido a mí pero en realidad me parecía mucho a mamá y por eso se nos hizo todavía más difícil
-Nada, no hay nada—Dije con frustración.
-Espera. A este tipo lo vi hace un tiempo—Señaló la foto de un chico de cabello castaño muy sonriente.
-Si, como a los demás que son amigos de tía Kate.
-No, a este lo vi en el funeral de tu madre—Puse más atención a la foto—. Recuerdo que lo vi muy afectado por su muerte. También lo vi discutir con mamá en un lugar apartado de la gente. No recuerdo lo que decían pero estoy seguro que discutían—Ambos nos miramos a la cara—Kara, este hombre puede ser...
Escuchamos el ruido de un auto en el frente de la casa. Kael miró por la ventana apartando un poco las cortinas purpura y abrió sus ojos al máximo.
-¡Es mamá! Si nos encuentra aquí nos va a matar ¡Y no tendremos permiso de salir del internado en un mes! ¡Corre!
Salimos lo más rápido posible del cuarto, antes dejando todo como estaba, incluyendo el anuario. Nos escondimos en uno de los baños del pacillo y desde allí, a través de una hendija de la puerta vimos como la tía Kate entraba a su habitación y azotaba la puerta. No llevaba muy buena cara por lo que dedujimos que no la había pasado muy bien en esa fiesta. Parecía muy nerviosa.
-¿Qué crees que le habrá pasado?—Pregunté.
-No lo sé, talvez se le rompió un tacón o algo así.
Acostada en la cama, daba vueltas y vueltas sin poder dormir. El nombre de ese tipo no dejaba de resonar en mi cabeza una y otra vez.
Robert Hamilton...
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Perdón por tardar tanto. A veces no puedo escribir tanto como quiero. Les juro que publiqué en cuanto terminé el capítulo.
Estos días estuvieron realmente confusos. Ya no sabía cuándo era lunes o cuando era domingo :p
¡Feliz año nuevo (atrasado)!
Att. Leny ;)
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