50. La verdad.
LEER: Cuando terminéis de leer el capítulo solo espero no morir. El epílogo lo publicaré seguidamente de este. Y el primer capítulo de la segunda temporada, también. Se vienen muchas sorpresas.
Cuando abro los ojos, ya no hay ni rastro de la desértica carretera, ni de los hombres que me perseguían.
A pesar de tener lo ojos abiertos, mi visión es absolutamente borrosa, y me obligo a cerrarlos nuevamente, ya que la fuerte luz lo único que logra es confundirse aún más. Me esfuerzo por recordar dónde estoy, o como acabe aquí. Y entonces, recuerdo aquellos ojos grises que apretaron el gatillo ante mí.
Abro los ojos de golpe, para lograr que aquellos ojos se desvanezcan de mi mente con rapidez. Suspiro, tratando de calmar mi respiración, me enderezo bruscamente, pero el dolor en mi estómago es tan intenso, que un gran jadeo sale de mí.
-Heather, tranquila.
Su voz, su fría pero aterciopelada voz logra que me distraiga del evidente dolor que estoy sintiendo. Aún veo borroso, pero logro distinguirle de las nubes borrosas. Puedo apostar a que su rostro denota la preocupación que siente.
-Estamos en el hospital -dice-, te dispararon, pero estás bien.
-Lo sé -afirmo y suspiro. Poco a poco, recupero completamente mi visión.
Trato de enderezarme, y esta vez estoy preparada para el dolor, así que lo hago con sumo cuidado. Ares trata de ayudarme, pero al no sentir el dolor, puede hacer cualquier movimiento brusco que termine conmigo viendo estrellas.
Me siento, y apoyo mi espalda en la almohada de la incómoda camilla.
Le hago una seña para que se siente junto a mí, pero él niega con la cabeza, frunzo el ceño.
-¿Se puede saber qué te pasa?
-Que soy completamente gilipollas por pensar que podía protegerte -dicta-, Heather, estar conmigo va a acabar contigo.
-No empieces con eso otra vez -suspiro bastante frustrada-, parece que no te has dado cuenta de que sólo pasan cosas malos cuando estamos separados.
Suspira, vuelvo a insistir en que se siente junto a mí, y lo hace. Estoy viva, absolutamente viva, debería de estar contento, y no lamentándose. Le abrazo en la medida de lo posible, ya que mi estómago no me permite, ni de lejos, realizar cualquier actividad con normalidad. Apoyo mi cabeza en su hombro; él besa mi frente.
-No puedo perderte, Heather -murmura-, ya no puedo. No sé por qué, pero no puedo seguir sin ti, te necesito conmigo. Da igual lo que haga, o lo que digas, tengo que alejarme de ti, y dejarte ser feliz, pero no puedo. Soy lo suficientemente egoísta como para arrastrarte conmigo a mi infierno, sólo para no perderte.
-De todos modos, yo no pienso irme a ningún sitio -respondo-. No vuelvas a pensar en alejarte, Ares.
-Tú saldrías adelante, sana y salva.
-Pareces tonto -espeto-, claro que saldría adelante. Te irías, y fingiría rehacer mi vida. Claro que podía hacerlo, ¿fingir? Es lo único que sé hacer en esta vida, Ares.
-A parte de encantarme -añade-, eso también se te da muy bien.
Sonrío, y beso su mentón. Baja levemente su cabeza, y sus labios impactan contra lo míos, primero suavemente, luego aparece la pasión entre ambos. Pero en mi situación, es imposible hacer nada, así que me alejo de él ligeramente, para no crear más ganas de las que ya hay.
-Voy a ir a por Alex, estaba como loca.
Asiento, y le beso una última vez. Me preparo para aguantar una charla al estilo Walker, porque lo mío son las venganzas, pero lo suyo echar la bronca.
Pero, cuando se abre la puerta, no es ella. Lo primero que aprecio es su cabello rubio, sus ojos claros, su tez pálida. Su mano vendada, y su nariz rota me confirma de quien se trata.
-Vete ahora mismo -ordeno. Mateo niega con la cabeza.
La puerta se abre nuevamente, el señor y la señora Smith entran sin permiso alguno. Sheila acompaña a Mateo, están abrazados, y ella se dedica a mirarme bastante mal.
-Esto lo hacemos por tu bien, Heather -habla Enrique-, tienes que saber con quien estás.
-No os habéis preocupado en dieciocho años por mí, y no voy a dejar que finjais hacerlo ahora.
-Ares no es lo que crees -prosigue Bárbara-, ¿recuerdas la beca Smith, cierto?
Asiento, no sé qué tiene que ver.
-Conoces la historia -habla nuevamente-, la creamos solo para que olvidaran que mi bufet había cedido la custodia de un niño pequeño a una madre presuntamente maltratadora, y alcohólica.
No quiero creer lo que está pasando por mi mente. Quiero seguir escuchando, y que diga que es broma, que no puede ser así, que no son ellos.
-Ares juró venganza por dejar ir a su hermano con esa mujer -esta vez habla Mateo-, cuando se enteró de que Paúl estaba con la mejor amiga de la hija de la abogada que había llevado el caso, supo que era su oportunidad.
-Y en el hipotético caso de que sea verdad, ¿qué ganaría él con esto?
Quiero creer que mienten, pero todo encaja. Ahora empieza a encajar.
-Fácil -suelta el rubio-, hundirte la vida, y arrebatarle a Bárbara y Enrique la única hija que tienen, y en la cual iban a confiar sus dos negocios. Era un plan redondo, sin ti al mando de las empresas, caerían en cuestión de tiempo.
-¡Qué no mintáis! -grito enfadada-, ¡él no es así!
Siento un profundo dolor en mi pecho, una presión en mi garganta, quiero que venga, y que explique todo esto.
-Aquí tienes los papales del juicio.
Bárbara se acerca y me entrega el acta del juicio, las fotos de los implicados, y los detalles del caso. Todo parece auténtico, verídico. Pero no tiene por qué ser así. Sé que él me quiere.
La puerta se abre, y Ares junto con Alex. La habitación es demasiado pequeña para tanta gente, pero la claustrofobia que siento no tiene nada que ver con eso.
La mirada de Alex es de asombro completamente, pero también está asustada, y mira con cierta complicidad a Ares. No puede ser.
-Ares, ¿por qué estás conmigo? -inquiero. Necesito sinceridad en este momento.
-¿Ahora mismo? Porque te quiero.
Sus ojos húmedos no son buena señal.
-Sabes que no me refiero a eso, Ares, no me mientas -mi voz tiembla-, ¿por qué coño estás conmigo? ¿Por qué te acercaste a mí?
-Puedo explicarlo, Heather...
-¡No, no puedes! -grito-, ¡tienes que hacerlo! ¡Dime por qué te acercaste a mí!
-Ya lo sabes -afirma. Su voz es completamente seria, su rostro también lo es.
-Tú lo sabías -miro a Alex-, siempre lo has sabido.
-Heather, perdón...
-¡Fuera, todos, ya! -grito, nadie se mueve-, ¡que os vayáis de una maldita vez!
Todos, menos Ares, salen de la habitación. No le quiero cerca de mí, que se vaya tío, no puedo ni verle en estos malditos momentos.
-Heather, por favor, no hagas esto.
-¿Qué no haga qué? -inquiero enfadada-, no quiero volver a verte, me has estado mintiendo todo este puto tiempo, soy gilipollas.
-Por favor, no les hagas caso. Te quiero, de verdad lo hago.
-¡Me importa una mierda lo que sientas o dejes de sentir! -grito-, ¡me has usado para tu mierda! ¡Has tenido que joderme la maldita vida para vengarte de ellos!
-Eso intentaba al principio, pero ya no, tienes que creerme.
-¿Desde cuándo no, Ares? -inquiero-, ¿desde que me tuviste desnuda debajo de ti?
-Desde la noche que fui a la ciudad a buscarte -murmura-, esa noche me di cuenta de que no eras un juguete, y que ya no valía la pena perderte por una venganza.
-Vamos, desde hace dos semanas, ¿no? Genial, solo he sido una puta gilipollas durante casi dos meses. Ah, pero claro, como el niño hace dos semanas que ha abierto los ojos, no pasa nada.
-No seas así -gruñe-, tú no eres ninguna santa tampoco.
-Santa no, pero soltera si. Así que ya puedes salir por esa jodida puerta o llamo a la policía -amenazo, y hablo en serio.
-Si es lo que quieres, me iré. Pero no esperes que regrese -dice, ese es su argumento final.
-Pues hasta nunca.
No veo sentimientos en su rostro, ni emociones. Joder, ha estado mintiendo todo este tiempo, el dolor que siento en mi pecho es incomparable al de la bala. El del estómago son simple cosquillas.
Mi supuesta mejor amiga ha sido cómplice del hombre que me ha utilizado, usado y destrozado la vida, he sido estúpida, ingenua... Me he enamorado de él, y ahora estoy rota, destruida. Muerta en vida.
Suspiro, mis párpados pesan, mi cuerpo duele, mi corazón pesa, y mi mente no calla. Quiero que calle, joder, necesito dejar de pensar.
***
Han pasado horas, y en mi habitación solo han entrado enfermeras. No estaba de humor para hablar con ellas, a pesar de que es obvio de que todos en el pasillo han podido oír la discusión. Me he quejado lo suficiente hasta que me han puesto algún sedante en la vía, y al menos he dormido un rato.
Pero mi mente ataca de nuevo, el efecto de esa droga legal se disuelve, y necesito más. Necesito dormir, porque me siento como la mayor miseria en estos momentos, y solo durmiendo soy ajena a esta realidad.
Estoy apunto de pulsar el botón para llamar a un enfermero, cuando un móvil cerca de mí suena. Sé que no es el mío porque no reconozco el tono de llamada, y entre las sábanas, encuentro el de Ares.
Estoy apunto de estamparlo, cuando me entra la curiosidad, ¿y si es alguna zorra? Seguro que ha estado con más; soy la cornuda del país, y yo sin saberlo. Seguro que por eso Claudia me miraba así, estoy convencida de que me ha engañado con ella.
Contesto la llamada.
-A ver, ¿quién coño eres? -espeto al responder.
-¿Cuáles van a ser tus últimas palabras, Ares?
-No soy...
Cuelgan. No entiendo exactamente a que se refiere con eso, seguro que es algún gilipollas gastando una broma, pero no puedo evitar que me recuerde a aquella película de la llamada. Aquello me lleva a recordar la noche en la que conocí al hijo de la grandisíma puta.
Le han llamado, igual que a Tyler. Van a matarle, van a por él, por eso han dicho lo de la últimas palabras, me levanto de golpe de la cama, siento un pequeño pinchazo en el antebrazo, veo que sale sangre del lugar donde antes estaba puesta la vía. No tengo tiempo para estas cosas.
Salgo de la habitación, y corro a recepción. El estómago es un caso aparte, el dolor es insoportable en estos momentos, y amenaza con acabar conmigo.
-¡Quiero el alta! -exijo una vez que llego a recepción. El recepcionista me mira extrañado-, que si, el alta voluntaria. Me quiero ir.
-Señorita, está sangrando -me advierte.
-¿Esto? -miro mi brazo-, peores cosas me he hecho. ¿Dónde firmo?
-No -niega con la cabeza-, me refiero a eso.
Miro mi estómago, los puntos de la operación se han soltado. La sangre brota, puedo ver mi tez completamente pálida, no puedo pensar correctamente. Tengo que ir a avisar a Ares ahora mismo, tengo que hacerlo. No quiero que se muera.
Comienzo a caminar, ya que el recepcionista parece no estar dispuesto a darme el alta. Uno de seguridad me corta el camino, pataleo y lanzó puñetazos al aire.
-¡Qué me sueltes! -grito-, ¡soy Heather Smith, voy a arruinar tu patética vida!
Se acercan médicos sin cesar. Todas mis extremidades están sujetas, pero no me detengo. Ya no poseo fuerza, cada vez estoy más débil, y brota más, y más sangre.
-¡Tengo que ir a avisarle! ¡Dejadme ir!
-¿Avisar a quién? -inquiere un enfermero-, ¿qué pasa, señorita Smith?
-Van a matarle -mi voz tiembla-, van a matarle. Por favor, tengo que avisarle.
-¿A quién van a matar?
-A mi novio -digo-, por favor, tengo que avisarle, dejarme ir.
-Vas a decirnos como se llama tu novio, y la policía va a buscarle para que venga, y veas que está bien, ¿vale? -no logra calmarme su discurso, así que cuando menos me lo espero, me inyecta algo en el muslo que me deja completamente quieta, y tranquila al cabo de unos minutos.
***
Mi mente está tranquila, completamente en paz. No siento mi estómago, a pesar de que sé que estoy en quirófano, y que estoy tan drogada que no puedo ni abrir los ojos, o hablar. No sé en qué momento llego a la habitación del hospital, ni cuando entran en mi habitación varios policías, acompañando a quien reconozco como Jason.
-Jason... -murmuro, aún estoy demasiado anestesiada.
-¿Podemos hablar? -pregunta. Asiento ligeramente, los policías salen de la habitación, y él se sienta junto a mí.
-¿Está bien?
-A ver, Heather. Como te lo explico...
-Ve al grano -ordeno. Él asiente, y nervioso se rasca la nuca.
-Ares fue a por Mike, y...
-¿Y? Habla más rápido, Jason.
-Está muerto, Heather. Ares ha muerto en un incendio.
A partir de este momento, oigo mis gritos, pero es algo ajeno a mí. Veo como me sujetan, como me inyectan en vena, como lágrimas brotan de mis ojos sin control alguno por primera vez, Jason llora también, jadeos descontrolados brotan de mí. Pero soy incapaz de sentir nada en realidad, estoy apagada, muerta.
Ares Brown está muerto.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro