Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

47.- Te quiero.

Tras inspeccionar ligeramente el apartamento, me doy cuenta de que no hay absolutamente nada con lo que distraerse. Y es que, este piso, parece estar hecho aprueba de todo.

No hay ningún vecino; el edificio es propiedad de los hermanos Brown, por lo que de pasar algo aquí dentro, nadie se enteraría. Pero, al comprar el edificio bajo una identidad falsa, nadie podría adivinar que le pertenece Ares. Y al estar el resto de apartamentos vacíos, parece que absolutamente nadie vive aquí.

Vamos, que a Mike le va a costar muchísimo más trabajo del habitual encontrarnos. Pero, no podemos permanecer ocultos toda la vida, así que no me extraña cuando oigo a Paúl presionar a su hermano para que se reúna con su gente, pero parece que Ares quiere posponer desplazarse hacia la zona oscura el máximo tiempo posible.

Y para que mentir, a ninguno de nosotros nos agrada ir al territorio de Mike, y menos que ambos vayan solos, pero no todo en esta vida se decide ni se controla.

-Reuniros aquí -propone Fran-, así no te arriesgas tanto.

Niega con la cabeza antes de responder-: Son humanos, y todos tenemos un precio. No me extrañaría que Mike hubiera encontrado el suyo.

-Ares -intervengo yo-, no vas a ir tú sólo, si cabe la posibilidad de que te hallan vendido, estarías muertos según te acerques a la zona. Habla con un par, tres, cuatro... Los más allegados, los de fiar. Y que averigüen si Mike ha podido tener contacto con los demás.

Parece pensativo, pero no discute más sobre el tema. Parece que mi idea es la menos nefasta. Tampoco quiero que traiga aquí a cincuenta personas dispuestas a matarle, pero que no rechace colaborar con su grupo sólo por el pánico a una traición.

Poco a poco, nos dispersamos. Todos separados, pero con el mismo tedioso pensamiento; cómo acabar con esto; matar a Connor despertó a un monstruo mayor, matar a Mike despertaría a toda su gente, o acabaríamos con todo. Pero para ello, primero habría que conseguir llegar hasta él. Y eso es prácticamente imposible.

Cuando veo a Ares ir y volver de la habitación, me percato de que lleva las llaves del coche en la mano. Elevo una ceja, ¿en serio va a ir? Me levanto del sofá de un salto, y me aproximo a él, no sé cuando se fue todo el mundo del salón, pero ahora lo agradezco.

-No vas a ir tú sólo -aseguro. Vamos, antes le esposo a un radiador.

-Heather, ni en tus sueños te creas que vas a ir conmigo -discute, está bastante serio. Todo el tiempo está serio, en especial conmigo.

-No, ni tú tampoco. Y bajate los humos, que me estás empezando a tocar lo que no deberías.

Me cansa su actitud. Que sí, que es lógico que esté preocupado, y todo lo que él quiera. Pero vamos, que parece que al resto no nos puede afectar la situación, todos podemos perder algo, y aunque sólo Ares y yo somos el blanco, una vez muertos, no sentiremos nada. Lo más duro es para quienes se quedan aquí, viven, y tienen que buscar como olvidar lo ocurrido.

-Bien, pues métete en tus asuntos, y tranquila que no planteo tocarte nada.

Estoy apunto de ser yo quien le mate, cierro mis manos en dos puños, no por querer pegarle, sino por controlar la rabia. No sé dónde está mi autocontrol en estos momentos, pero lo necesito. No he terminado de calmarme, cuando él ya ha abandonado el apartamento.

No quiero pensar en esto, porque duele más de lo que debería. Si tuviera donde irme, lo haría sin pensarlo dos veces. Sólo se me ocurre Mateo, pero sólo me faltaba eso, meterle a él también en el lío.

Alex baja pocos minutos después, y por mi rostro, supongo que entiende que las cosas no están yendo nada bien para mí. Se acerca, y me abraza con cuidado. Ni siquiera me había percatado de que, al prácticamente saltar del sofá y correr hacia Ares, había ejercido presión en la zona.

-Él sabe lo que hace mejor que nosotras, tía. Está nervioso, y es completamente normal, y aunque sigo pensando que es un completo gilipollas y que preferiría verte liada con un cactus... -suspira dramáticamente-, está peleando para que no te pase nada...

-Si, definitivamente sabe lo que hace, hacer el gilipollas siempre se le ha dado perfectamente.

Bufa porque sus palabras no han servido para nada más que para lograr enfadarme un poco más de la cuenta.

-Mira, Heather. No puedo entenderte y quiero hacerlo, pero es que no puedo. Sé que eres fuerte tía, y que puedes con todo, ¿pero cómo puedes estar tan... Normal? Ayer casi te violan y matan. No es para estar normal.

-Tú lo has dicho, casi. No voy a hundirme por ello.

Hablamos durante unos minutos más, y aunque al final dice que me ha entendido, sé que miente. En la cabeza de mi mejor amiga no cabe la posibilidad de que una persona pueda decidir no hundirse, y cumplir su decisión.

Nos tumbamos en el sofá a ver la televisión, intentando pensar lo mínimo en el hecho de que Ares no esté aquí. Conforme pasa el tiempo, parece que los nervios nos corrompen  a todos, porque terminamos los cinco acurrucados, a 40° centígrados de temperatura, en un sofá de espacio limitado.

-Alguien tiene que levantarse y encender el aire -dicta Raúl.

-Pues tira -le respondo.

Si uno se levanta, lo más seguro es que pierda su sitio. Yo, por lo menos, estoy bastante cómoda, ya que supongo que para evitar el poder hacer presión sobre alguna de sus lesiones.

-Alex... Ve tú -propone Paúl, aún con la voz adormilada por la siesta que se estaba echando.

No sé qué hace mi mejor amiga, pero con un par de movimientos, consigue echar a su novio del sofá, por lo que termina tirado en el suelo, aparentemente durmiendo la siesta.

-¡Pero no te duermas! -chilla-, ¡levantate y enciende el aire!

Finge roncar, y digo finge, porque ninguno de nosotros roncamos. No sé cómo Alex puede no haberse dado cuenta antes de que su novio no hace temblar las paredes del piso por las noches.

-Te has quedado sin sexo por un mes.

Paúl se incorpora inmediatamente, y de pie, con los brazos cruzados, y una sonrisa de triunfador, decide responder a Alex con soberbia.

-Tú no aguantas tanto, y lo sabes.

-Ay, que innecesario era ese detalle...

Mi comentario pasa desapercibido, aunque no esperaba mucho más. Alex está preparada para contraatacar, y por su mirada, sé que a su novio le va a doler.

-Uy, que ganas me han entrado repentinamente de llamar a Óscar...

Se levanta corriendo a buscar el móvil, y su novio la persigue. No han llegado a salir del salón, cuando ya han comenzado a besarse y achucharse como sino lo hicieran las veinticuatro horas del día.

En ese momento, podemos oír con claridad el sonido de la puerta al abrirse, y al cerrarse. Por la cantidad de pasos, Ares no ha vuelto sólo. Raúl no tarda en movilizarse, y se cambia de lugar para sentarse junto a mí, quedando yo en medio de ambos, cómo si hubiera por qué defenderme.

-Esperad aquí -puedo oír a Ares ordenar. Camina hasta llegar a nosotros, y se posiciona entre la televisión y el sofá-, ¿mi hermano?

-Rompiendo el colchón -dice mi amigo. Desde luego que la sutileza de Raúl es inexistente.

Ares rueda los ojos, parece pensativo, pero no dice más al respecto. No nos asombra a ninguno que la parejita pase más tiempo en la cama que junto a nosotros, aunque tampoco es algo relevante en estos momentos.

-Venid -indica, aunque suena a orden, y dos personas, bastante diferentes entre sí, se posicionan frente a nosotros.

Desde mi posición, el chico es bastante intimidante, aunque la chica no se queda atrás. Contrastan entre sí con suma facilidad; mientras que él es moreno, alto, con unos músculos mayores del tamaño de mi cabeza, ella es delgada, no necesariamente muy alta, de pelo castaño, tez sumamente pálida, y ojos que comparten la tonalidad de su cabello.

Ninguno de los dos son específicamente guapos, aunque entiendo que no están aquí para que nadie analice o no su belleza. Por las cicatrices del rostro de él, a pesar de su joven edad, sé que se ha visto en alguna que otra mala situación, quizá similar a la que nos encontramos en estos momentos.

-Él es Jason -le presenta Ares-, y ella es Mayte.

No hace falta presentarme, estoy convencida de que el tatuado les ha hablado. Y por la mirada que ambos tienen posada en mí, confirmo que no estoy equivocada. Raúl y Fran, quienes evidentemente no son el foco de la situación, deciden irse sin decir más.

-Mayte te va a enseñar a defenderte, y otras cosas más -dice, completamente serio-, y él te protegerá sino estoy yo.

Iba a contestar algo así como "puedo defenderme por mí misma", pero ayer se comprobó que cuando tengo miedo, soy incapaz de actuar. Yo antes no era así, aunque siempre había tenido una vía de escape, y ayer sabía que no había ninguna. Pienso en que he fallado a Barney; él me enseñó tantas cosas...

-¿Puedo ver el tu tripa? -inquiere, sin previo aviso, Mayte.

La miro con la ceja alzada, ¿mi tripa?

-¡Mayte! -la regaña Jason-, es muy impulsiva, probablemente se refiere a la zona herida.

No levanto mi mirada de la de la castaña. Su impulsividad me recuerda a mí sin duda alguna.

-Sí, claro -accedo finalmente, sin dejar de observarla. Como se le ocurra intentar tocar la zona, le corto la mano.

Con cuidado, levanto la camiseta, dejando únicamente cubierta la zona de mis pechos. Hasta yo me impresiono nuevamente al verlo; y es que, aunque no he sangrado mucho que yo sepa, la herida muestra clares señales de que lo he hecho. Esta es pequeña, lo más impactante es el hematoma que la rodea.

-Vaya -dice, sin dejar de analizar la zona en concreto-, una pistola Beretta 92FS, potente, pero las hay mejores, ¿te defendiste mucho de él? En plan, ¿le dejaste marcas?

Sostiene mi mano con rapidez entre las suyas, la cual aparto aún con más velocidad.

-Le rompí la nariz -afirmo, recordando el momento en el que descubrí que él no era Ares-, algún que otro golpe más, arañazos...

-¿Le rompió la nariz? -inquiere Jason, parece asombrado-, ¿ella sola?

-Callate -ordena Ares-, no quieras que lo haga contigo también.

-U os callais los dos u os vais -les interrumpe la castaña-, bien, Heather, ¿y cómo consiguió encontrarte? ¿Hiciste algo para llamar la atención? Cuéntame con detalles.

-Entré con Alex a la cabaña, y apareció su ex con un amigo suyo, tuve un pequeño conflicto con el segundo, pero nada del otro mundo, la verdad -suspiro, tratando de recordar lo que pasó a continuación-, conocí a Pablo, hablamos, fuimos a por algo de beber, y fui al baño.

-¿Y Alex, ella dónde estaba?

-Se quedó hablando con Óscar, no sé en qué momento la perdí de vista.

-¿Y qué pasó en el baño? ¿Entrasteis juntos? -inquiere. Elevo una ceja, ésta es tonta o qué.

-Obviamente no -respondo, y sueno bastante ofendida-, él se quedó fuera esperando. Pero bueno, a lo que iba, cuando ya estaba en el baño, se abrió la puerta. Era Connor, aunque evidentemente yo no le identifiqué como tal, ya que utilizaba la misma colonia de Ares y les confundí.

-Y ya no pudiste librarte de él -concluye. Afirmo, dándole la razón.

Todos los momentos ocurridos pasan por mi mente. Aún puedo sentir el tacto de Connor sobre mi piel, y como ésta reaccionaba de la peor manera posible; con miedo. Nada me duele más que el recuerdo de haber sentido tanto miedo a manos de un solo hombre. No era un ejército, no eran una docena de personas. Era un simple hombre, y no fui capaz de hacerle frente.

Suspiro, y trato de llevar mis pensamientos por otro camino, pero no puedo. Me avergüenza a mi misma recordar que actúe de esa manera tan sumamente patética. Yo nunca he sido así, nunca me he rendido, jamás me he doblegado ante Connor. Y es que, aunque esté muerto, su recuerdo me persigue.

Jason y Ares se van a algún lugar del apartamento a hablar. La castaña, en cambio, permanece cerca de mí todo el tiempo, atenta a cada una de mis acciones. Sé que me está analizando, pero lo único que consigue es ponerme histérica. Nunca he sufrido de pánico escénico, pero tener una niñata todo el tiempo a mi alrededor logra ponerme más nerviosa que un centenar de personas.

Oigo mi móvil sonar, frunzo el ceño mientras que comienzo a caminar en su busqueda; no suele llamarme mucha gente. Y todos los posibles candidatos a llamarme, están en este apartamento en estos momentos.

"Mateo", leo en la pantalla. Pf, no es mi persona favorita en estos momentos, pero no deja de ser un punto de apoyo en un momento dado, así que contesto, y trato de fingir absoluta normalidad.

-¿Qué pasa, rubio? -inquiero, espero que la conversación sea breve.

-Eres mala -espeta-, estuvimos juntos el día de tu cumpleaños, y no me dijiste nada. Me siento fatal. Me debes una cena.

-Vaya, parece que tienes ganas de verme -río-, ya te invitaré, ya.

-Por cierto, te dejaste ropa en mi casa, bueno, ropa y más cosas. Pero no me he atrevido a mirar, por si me encuentro algo raro -afirma, parece serio. Que inocente parece ser-, bueno, que me debes una cena. Y que me digas cuando puedo llevarte tus cosas.

-Ahora estoy fuera del país -miento-, pero ya te llamaré para ir a cenar, y a tu apartamento.

Creo innecesario recalcar el motivo de la visita a su apartamento, así que nos despedimos, Mayte ya no está cerca de mí cuando cuelgo, así que espero que al menos halla permanecido alejada mientras hablaba por teléfono y halla respetado mi intimidad.

-Vaya, así que estás fuera del país...

-¡Joder! -espeto del susto. No esperaba oír la voz de Ares, ni encontrarlo justo detrás de mí.

Con la mano libre, golpeo su pecho, pero para no inmutarse ni sufrir ningún tipo de daño, así que finalmente decido golpearle con el móvil. Por la diminuta risa que dibujan sus labios, descubro que ni siquiera he conseguido hacerle cosquillas. Maldito hombre de hierro.

-Así que fuera del país -dice, con una ligera sorna escondida entre cada sílaba.

Le miro alzando una ceja, ha estado espiando la conversación.

-Como si digo que estoy en una alcantarilla -contraataco-, ¿a ti que más te da?

-Me importa bastante cuando mi novia ve necesario mentir a una persona que además dice echarle mucho de menos -espeta.

Espero unos segundos antes de responder, por si quiere corregir la tontería que ha soltado. Pero no, no lo hace en ningún momento, y no sé cómo sentirme al respecto.

-Vaya, ¿y quién es tu novia? -le respondo, completamente seria.

Las etiquetas son innecesarias, es como meter todos los sentimientos en un bote con aforo limitado, cerrarlo, dejarlo en una esquina y ver que pasa, y yo no limito nada de lo que hay en mí, tampoco planeo hacerlo. No necesito ser su novia para quererle, y si él lo necesita, que vaya al psiquiatra.

-Podría decirte que te miraras en un espejo, la verdad -dice-, pero prefiero besarte y punto.

Odio cuando Ares consigue que olvidé todos mis enfados con él con un simple beso. Aún más odio que, sólo con tocarme, toda mi piel se erice, y reaccione derritiéndome bajo su tacto. Pero, la peor parte viene cuando sus labios con los míos impactan, y el tiempo se detiene en ese instante. La marea no fluye, las aves no vuelan. No hay ruidos, ni nada capaz de separarnos, no hay más gente en el planeta, ni más sentimientos, mucho menos ganas de separarnos. Cuando me besa, quiero estar sola con él. Sólo quiero estar con él, mejor dicho.

Se separa ligeramente de mí, y aún permanezco en esa nube que sólo mis sentimientos pueden construir.

Y entonces, sucede algo que toda mi vida he repudiado, pero que en el momento exacto en el que brota de sus labios, comprendo que sólo había odiado ese término porque nunca lo había sentido.

-Te quiero, Heather Smith.

Y sé que es sincero.

-Yo también te quiero, Ares.

La luz de sus ojos es un perfecto reflejo de los míos en esos momentos, en los que soy incapaz de pensar o controlar mis emociones, en los que mis sentimientos luchan contra mí, y afortunadamente, vencen.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro