42.- La invitada.
Los días pasan, aunque podría decir que ha pasado un mes y en realidad sólo han pasado tres días; el tiempo transcurre con lentitud encerrada entre estas cuatro paredes.
Sólo salgo a comer, y a veces. Sólo en las ocasiones en las que estoy sola, y sé, porque les he oído, que se niegan a irse y dejarme sola en la cabaña ninguno de ellos, pero que se han dado cuenta que estando ellos presentes, yo no salgo a comer, ni a hacer absolutamente nada.
Claro, que esto, no incluye a Alex. No me ha dejado sola ni un segundo, parece haber vuelto a ser mi mejor amiga, aquella hermana que no se separaba de mí ni para ir al baño. Y, es que, ahora incluso nos duchamos juntas.
Es cierto que estoy más débil físicamente, por la poca comida que ingiero, y porque mi mente me tortura por no haber llamado a Barney, no haberle visitado... Ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que le vi, o que hablé con él. Día, y noche, trato de hacer memoria y averiguarlo, pero no hay manera. Simplemente, no lo logro.
-Estás muy blanca, Heather -dice Alex al entrar a la habitación-, deberías salir. Podríamos ir al lago.
-Por mí podéis ir -le sugiero, bastante directamente, que cuando más tiempo estén fuera los Brown, mejor estaré yo.
-Paúl hizo bien, sólo que no quieres asumirlo -empieza con el discurso que llevo escuchando ocho días-, ni siquiera me dijo a mí donde estabas, no es culpa suya que su hermano sea gilipollas y no sepa controlar su carácter.
-Le pedí que no dijera nada, confié en él, Alex -le recuerdo-, y me falló. No hay absolutamente nada más que decir.
Asiente, rendida. Sabe que no va a lograr hacerme cambiar de opinión, porque en el fondo sabe que no me equivoco. De hecho, si fuera por mí, ya habría vuelto a la ciudad, y empezado de cero. Pero esa energía dura poco tiempo, porque sé que Barney ya no estará ahí para aconsejarme en nada.
-Esta noche van a salir de fiesta, -me avisa-, si quieres, podemos ver unas películas y eso.
Obviamente yo no voy a ir a ninguna fiesta, así que no es mal plan el haber buscado una alternativa para no dejarme sola, pero no necesito que esté conmigo todo el tiempo. Aún así, sé que no voy a librarme de ella con facilidad, por lo que me limito a dejar el tema estar, y asumir que me tocará ver una decena de películas.
Prácticamente me suplica que baje a comer, y me asegura que no me cruzaré con Ares, que él está en su habitación, y que Paúl está en su cabaña, durmiendo aún. Son las seis de la tarde, supongo que tardará poco tiempo en despertar de su siesta, así que prefiero comer rápidamente antes de cruzarmelo.
Bajamos ambas a la primera planta, insiste en preparar la comida juntas, cuando puedo comer perfectamente las sobras o incluso hacer algo más sencillo, como un sándwich, y ya está; pero no es fácil convencer a Alex, y tampoco es que yo tenga mucha fuerza psicológicamente hablando.
-¿Macarrones? -inquiero, ella niega con la cabeza.
-Arroz mejor.
-Macarrones -afirmo, solo por joder.
Si yo tengo que salir de la habitación, cocinar, y comer, ella tendrá que aceptar mis condiciones. Intuyo que, de lo que sobre, cenarán los hermanos Brown, así que hago muchísimos macarrones, por si hay suerte, comen demasiado y revientan.
Comemos en silencio, ella no había comido antes, y quiero sentirme culpable, pero no lo logro. Yo no le pedí que no lo hiciera, así que no es mi responsabilidad si come o no.
-Bueno, ¿y con Mateo qué? -inquiere, da un pequeño sorvo a su vaso de agua y continúa-, pensaba que no podíais ni veros.
-Tampoco es que le soporte mucho tiempo ahora, la verdad -admito-, pero he conocido facetas suyas que me han parecido aceptables.
-Tengo una teoría, y no me pegues -advierte-, ¿y si te niegas a ver a Ares porque te has enamorado de Mateo, no sabes como dejarle y estás esperando a que él se muera?
-Joder, vaya peliculón te has montado Alex. Lo primero, yo no me niego a ver a Ares, solo que si le veo, me entran náuseas. ¿Esas que te entran cuando veas a un gilipollas..? -rueda los ojos-, pues esas. Y lo mismo me pasa cuando veo al otro tonto.
-Pues yo pienso que te gusta Mateo, y punto.
Como un poco antes de proseguir la conversación, el tiempo pasa, y el mayor de los hermanos Brown no es de pasar horas encerrado en su habitación.
-Sí, Alex, estoy enamoradisíma de Mateo -ironizo-, me preguntó por ti, dijo que eras muy guapa, y que no le importa tu novio, que él no es celoso.
-A mí me gusta mi osito -me encojo de hombros.
-También se alegró de que yo no tuviera novio -admito-, es un picaflor en toda regla.
Continuamos hablando, se espanta cuando le digo que dormimos en la misma cama, pero finalmente acepta que Mateo no debe ser tan mala gente cuando no intento sobrepasarse, aunque con todas las emociones, sentimientos y lágrimas contenidas, estaba tan cansada que podría haber tenido lugar un terremoto, y yo, no me habría enterado.
Nuestra conversación se ve interrumpida cuando Ares Brown aparece en el comedor. No me digno a mirarle, oigo como bufa, y mi mejor amiga se encarga de regañarle con la mirada. Sé que ella está intentando mantenernos a todos unidos, pero es difícil, por no decir imposible.
-¿Cuándo vais a la fiesta? -pregunta ella. Él tarda varios segundos en responderle.
-En un rato -responde-, tenemos que ir a la estación antes de ir a la fiesta.
-¿Algún invitado sorpresa? -contesta juguetona.
-Invitada -simplifica.
No hace falta que Alex vea mi rostro para saber que esa respuesta no me ha gustado en lo absoluto. Me esfuerzo en sonreírla cuando me levanto de la mesa, y sin fregar, me dirijo a la maldita habitación.
Puedo oír que discuten, pero no les presto atención. No veo necesidad alguna a espiar una conversación, aunque doy por hecho que soy la protagonista de ésta. Claro que me molesta que halla dado a entender que ha quedado con una chica, por supuesto que lo hace. Me molesta, incluso más, el hecho de que ella vaya con él y que no sea una chica cualquiera que se cruce.
No voy a empezar a pensar como una loca en ello, no sé lo merece. Si él ha entendido todo esto como una ruptura definitiva, muy bien por él, no me importa. Tengo algo mucho más importante en mi vida, y soy yo misma. No necesito más.
Me doy una ducha, principalmente para evitar salir de la habitación y enzarzarme en una discusión estúpida, sé que quizás la ganaría, que gritaría más alto, o que lograría hacerle mucho daño, pero, en realidad no ganaría absolutamente nada; quedaría como una celosa patética incapaz de mantener el control.
Con la indiferencia hago muchísimo más daño que con palabras. A parte, tampoco tengo muchas fuerzas como para descontrolarme. Me ha costado ocho días estar lo suficientemente estable como para salir de la cama, Y hablar de mis sentimientos con Alex, no voy a volver a poner mi salud mental en juego.
Salgo del baño, aún con el pelo húmedo, y me encuentro a Alex, cruzada de brazos, sentada sobre la amplia cama, y definitivamente no parece estar contenta.
-Es gilipollas -bufa, enfadada.
-Ares siempre lo ha sido.
-Hablo de Paúl, -me corrige-, cojo, le digo que me diga quien es esa guarra, y le me dice que no me lo quiere decir.
-Mira, Alex... No me importa lo suficiente quien sea esa chica, ¿vale? No me importa quién sea, lo que me jode es que con quien se va a ver es con Ares.
-Pero, ¿y si es en plan amigos? -inquiere-, ó sea, es bastante imposible, pero podría ser, ¿no?
-Ya lo descubriremos esta noche.
Si Ares vuelve a la cabaña con esa chica, quedará claro que no es una amiga más. Y si él no vuelve, doy por hecho que será una clara señal de que ha estado haciendo cosas mucho más divertidas que dormir. Trato de prometerme a mí misma que, si por algún casual viene esta noche con la chica, no reaccionaré mal, y que mañana buscaré la forma de llegar a la estación, y posteriormente a la ciudad.
Pero sé que no puedo exigirme no reaccionar. Ni siquiera la conozco, y tengo muchísimas ganas de dejarla calva. Siempre he sido agresiva, pero antes tenía motivos, ahora. Suspiro, trato de calmarme. Realmente, no puedo odiar a la chica porque, ella es libre de hacer con su cuerpo lo que quiera, pero me cuesta aceptar que Ares pueda defraudarme de esta manera.
No han pasado muchas horas cuando Paúl aparece en la habitación, para avisar a Alex de que ya se van a la fiesta. Sobra decir que su novio va increíblemente guapo, aunque Paúl nunca ha estado entre los chicos más atractivos que he conocido. Y eso me hace preguntarme que tan guapo irá Ares.
Me cuesta resistirme, no pongo ninguna excusa antes de abandonar la habitación, bajo las escaleras, y una vez que estoy en la planta de abajo, me apoyo en la pared de la cocina, con un vaso de agua, para disimular. En algún momento, Ares tendrá que pasar por allí para salir, y podré verle, le conozco suficiente para saber cuando viste por gustar, y cuando sólo va a salir por diversión.
Aunque, cabe mencionar, que como más guapo está es en ropa interior.
No tardo en oír las únicas voces masculinas en la cabaña, y al aumentar el volumen, deduzco que se están aproximando. No me equivoco, en menos de un minuto, ya están en la planta inferior caminando frente a mí, Paúl comenta algo que no llego a oír, y vuelve a subir las escaleras.
Quiero no mirarle, pero fracaso. No sé por qué no puedo enfadarme con él, distanciarme, y poner un punto final a toda esta breve historia. Aunque, el problema es que, no estoy lo suficientemente enfadada, ¿por qué? ¿Por preocuparse por mí? La situación de Barney me ha tenido echa un manojo de nervios, emociones y sentimientos que revoloteaban sin cesar de un lugar a otro.
Él está bastante entretenido con su móvil, pero en el momento en el que bloquea la pantalla, y lo guarda, fija su mirada en mí. Parece pretender que yo aparte la mía, pero no lo hago; por supuesto que no. Es una mirada fija, intensa, incluso intimidante la que me da con esos ojos grisáceos.
Parecen horas en vez de segundos.
-Ares, ¿nos vamos? -dice su hermano, algo sonriente.
Ni siquiera me había percatado de su presencia. Ares, tarda unos segundos más en retirar la mirada, pero finalmente lo hace. Y me atrevería a decir que, durante una fracción de segundo, una leve sonrisa se dibujó en sus labios.
Cuando cierran la puerta, me percato de que ni siquiera he mirado que llevaba puesto. Dejo el vaso de malas maneras sobre la mesa, por lo que parte de su contenido se desborda, pero me niego a limpiarlo. No quiero limpiar, ni recoger, ni hacer nada productivo.
Alex baja con su típica sonrisa de "noche de chicas", aunque obviamente, esta no es nuestra normal forma de celebrar una noche juntas, no. Normalmente, estaríamos bebiendo hasta la última gota de alcohol en cualquier bar o discoteca.
-¿Habéis hablado? -inquiere. Al principio me sobresalto, al no entender su pregunta, pero no tardo en darme cuenta de a que se refiere.
-No, no he hablado con Ares -bufo, molesta-, nos hemos mirado. Y nada más.
-Pero, Heather, ¿desde cuándo eres así de cobarde? Ni siquiera le conocías y le soltabas unas burradas increíbles, y ahora, a la mínima te niegas a verle.
-¿Y cuál es el punto? -inquiero-, ¿sino grito, es que soy una cobarde? ¿Sino le insulto, es que no me importa que se vaya con otra? Pues no Alex, no. Las cosas no son así. Me jode, pues claro que sí, me gustaría que estuviera aquí, y no yendo a buscarla. Pero, no voy a exigirle a una persona que se quede conmigo, y menos cuando esa persona en vez de luchar, busca otra salida. No sé, pero yo no creo que sea la cobarde. En todo caso, lo es él. Y me es indiferente coger, gritarle que le quiero, porque actuaré independientemente de mis sentidos como he hecho siempre.
-¿Y cuál es el punto, Alex? -pregunto, pero no espero su respuesta-, no me puedes comparar dos situaciones completamente diferentes. Él antes me daba igual, ya no -suspiro-, aunque, tampoco es el centro de mi mundo, para mí lo más importante que tengo soy yo misma, y no me voy a perder por ningún chico. Estoy en una mala época, sí, estoy muy sensible y reacciono de formas que ni siquiera hubiera pensado yo antes, pero, eso no significa que sea una cobarde. Es que, vamos a ver Alex, ¿cobarde, por qué? ¿Por no montar una escena de celos? ¿Por no gritar, insultar o llorar? ¿Por ser madura? Yo no voy a hacer nada de eso, Alex. Y sí, me duele, pero no lo suficiente como para hundirme, Ares no tiene ese privilegio. Y, además, yo estoy afrontando la situación, luchando por levantarme después de lo Barney, ¿y qué ha hecho él? Evadir el problema, buscarse a otra. Así que No, definitivamente yo no soy la cobarde. Lo es él.
Puedo jurar que los ojos de mi amiga están ligeramente humedecidos. Esta vez, los míos se mantienen perfectamente secos, nunca voy a llorar por Ares, no es la excepción, valgo más que un amor pasajero, y lo sabe perfectamente. Conmigo no va a jugar, a mí no me va a engañar. No me vale un perdón, ni un no era mi intención. Con lo de la chica, el no ha pasado la página, ha cerrado el libro de golpe. Y si se confirman mis sospechas, voy a ser yo quien queme cada página de esa historia.
-Tienes sentimientos bonitos, Heather, muy bonitos -dice, y sé que lo hacen de corazón-, aunque, como mejor amiga tuya que soy, sé que ya estás enamorada de él. No sé si decirte felicidades o darte el pésame, porque el amor es una puta mierda cuando es así de tóxico, pero tú eres fuerte, y podrás con ello.
No estoy enamorada, sé que no. Sé que, si ya no vuelvo a verle, en algunos momentos le echaré de menos, pero no será una pena que dure eternamente, claro que no. Él no ha marcado un antes y un después en mi vida.
Miro el reloj, las películas pasan, pero el tiempo parece no hacerlo. A medida que el tiempo avanza, más se acelera mi corazón. No quiero sentir esto, sentirme así, no puedo evitarlo y eso es lo que más me duele, perder el control de mis sentimientos. Maldito Ares, joder.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro