16. Cuídate, Heather.
Me incorporo y trato de hacer lo mismo con Alex, quien busca uno de sus tacones. Su tacón es el menor de nuestros problemas, y por más que tiro de ella, no cede. Llego a perderla de vista unos segundos entra la multitud que huye despavorida. Desconozco quien es el responsable de empujarme y por quien termino tirada en el suelo. Veo a Alex nuevamente, trato de levantarme pero un profundo dolor se ha instalado en mi rodilla y caigo una vez más antes de lograr levantarme finalmente.
Me acerco a ella, veo el tacón en su mano, y sé que es el momento oportuno de huir, pero me paralizo al igual que ella. A pocos metros de nosotras aún se puede vislumbrar a la gente corriendo, y una luz cegadora se cierne sobre nosotras. Pestañeo varias veces tratando de conseguir algo más de visión, pero no lo logro. Entonces, la luz cesa, el motor se apaga, y una puerta es abierta y cerrada.
Y Ares Brown está allí, completamente erguido, con su atractivo aire agresivo y sus decenas de tatuajes que lucen más llamativos que nunca por su camiseta de manga corta negra. Él no permanece quieto, se acerca cuan rápido sus pies le permiten y pasa el brazo sobre los hombros de Alex.
—Entra al coche, ¿vale? —le dice. Jamás creí poder oír un tono tan paternal en él.
Está ayudando a su hermano de un modo u otro, así que entiendo el por qué lo hace. Acompaña a Alex hasta la puerta del coche, pero cuando quiero seguirla, él me hace un gesto de que me detenga. Lo hago y no es hasta que ella ya está dentro del coche, y él ha cerrado con seguro, que vuelve a acercarse a mí.
—¡¿Me puedes decir en qué coño estabas pensando, Heather?!
Poso mi mano sobre su pecho y le empujo para que retroceda un par de pasos, su presencia logra intimidarme en cierto modo y su cercanía aún más.
—Si quiero venir, vengo. No es asunto tuyo.
—Que violen a mi cuñada o a la puta suicida de su mejor amiga si lo es, joder —espeta. ¿Suicida? Bueno.
Su mano agarra mi antebrazo sin llegar a hacerme daño. Y ahí está su mala costumbre otra vez de mantener contacto físico todo el tiempo, es un tipo muy cercano. Aunque nunca le he visto ser así con otra persona, ni con su hermano.
—Dejame tranquila, Ares.
—¿Y sino llego a venir? —inquiere— ¿qué habría pasado, Heather?
—¡¿Ahora eres mi padre o qué?! —grito ya cansada— ¡Sé cuidar de mí y de Alex! ¡Si seguimos aquí no ha sido por ti, desde el primer momento supe que hacer! ¡¿A caso te crees que me hacía ilusión elegir entre ella y yo, capullo de mierda?!
Trato de librarme de su agarre, pero este solo se intensifica unos segundos antes de que sus dos brazos rodeen mi cintura con fuerza, pegandome a él. Está abrazandome y no sé como reaccionar, todo respecto a él es confuso. Es como pasar de cero a cien. De cero al cielo en una fracción de segundo. Da igual cuan enfadada esté, siempre logrará la manera de que ese sentimiento se reduzca hasta llegar a desvanecerse.
—Todo está bien, Heather —susurra cerca de mi oído— todo está bien.
Por algún motivo que no comprendo, parece estar intentando convencerse de ello. Correspondo su abrazo, ha salido bien. No puedo explicar cuan bien se siente estar entre los brazos de la persona que te ha ayudado a escapar de una situación así. Me habría hecho la fuerte, pero por dentro hacer lo que Connor pretendía que hiciera hubiera logrado descubrirme.
—Ares —llamo su atención. Rompe nuestro abrazo y se aleja unos centímetros para mirar mi rostro— gracias por ayudarnos.
Su cuerpo se tensa por completo y es que nuestra cercanía es demasiado obvia. Noto su respiración entrelazarse con la mía, e impactar en mi rostro de una forma sutil. Suspira casi imperceptiblemente, pero logro sentir un leve cosquilleo de aire cálido en mis labios. Miro sus labios una y otra vez. No entiendo como Ares Brown puede causar esto en mí, nunca había experimentado nada así, ya no puedo negarlo, el chico de los tatuajes me atrae en demasía. No hablo de amor; sino de atracción. Sé que solo es eso porque no quiero nada a largo plazo con él, ni suspiro al verle, ni por sus gestos. Sé que me atrae porque cada movimiento y cada gesto logran que me deleite, porque su cercanía enciende lugares prohibidos en mí, porque su voz es algo que me enloquece.
No, esto no puede ser. Pestañeo varias veces y me revuelvo entre sus brazos, que aún abrazan mi cintura. Él tarda unos segundos pero me suelta inmediatamente y creo espacio entre ambos, Ares no puede significar nada para mí. Decenas de chicos me parecen impresionantes, siempre y cuando hablemos de su físico, pero no logran crear ningún tipo de bienestar en mí. No entiendo como un ser tan complejo, que está metido en la más absoluta de las mierdas, puede causar esto en mí. Me niego a que esto suceda, nunca voy a sentir más que atracción por él, y encontraré la forma de que incluso eso se desvanezca.
Carraspeo tratando de recomponerme y doy varios pasos torpes en dirección al deportivo negro, ahora entiendo como pudo permitirselo, siendo el “rey” de la zona oscura, como Alex dijo una vez, doy por hecho que controla negocios de millones de dólares. Repudia mi forma de vida y no por los lujos, sino por la diferencia de como obtuve la mía a como lo hizo él.
Siento nuevamente un ligero dolor en la rodilla por lo que pierdo levemente el equilibrio pero me recompongo. Justo en el instante en el que voy a entrar junto a Alex en la parte trasera, veo que está tumbada y dormida, ocupando ambos asientos. No tengo ganas de ir junto a Ares, pero tampoco tengo opción.
Elevo la mirada para ver a que espera a venir al coche, él está mirando en dirección a un estrecho callejón. Frunzo el ceño al ver la tensión que emana cada poro de su cuerpo y me sorprendo cuando veo una sombra recorrer en callejón.
—¿Nos vamos?
Salto involuntariamente al oír la voz de Ares tan cerca de mí. No sé en que momento ha llegado hasta mí, pero me cuesta dejar de mirar el callejón, había alguien allí, no entiendo si tanto temen a este chico, por qué permanecerían aún allí.
Asiento con la cabeza y cuando su mano toca la manilla de la puerta me aparto, con una leve sonrisa le agradezco el haberme abierto la puerta. Me subo al coche y aprovecho los pocos segundos que tarda Ares en imitar mi acción para observar el dichoso callejón. Está vacío, ni rastro de la sombra que estoy absolutamente convencida de que vi.
Apoyo mi cabeza en la ventanilla mientras que el chico de los tatuajes conduce. No puedo ignorar como le llamó aquel chico, ni el miedo que tenía implantado en sus ojos. Creo que el menor problema de Ares son las drogas que ingiere, y ese asunto deja de preocuparme con una facilidad asombrosa. Está metido en la peor de las mierdas y yo simplemente no sé que hacer.
—Así que, Diablo —le insto a contarme el por qué del apodo.
—Eso dicen.
No está por la labor de hablar, pero sencillamente no me importa si quiere o no, la cuestión es que yo si, y merezco saber de una puta vez que esta pasando aquí. Connor ha llegado muy lejos, y no me creo que casualmente Ares pasara por allí y me ayudara.
—No me toques los ovarios, Ares —le advierto— tengo que saber que coño está pasando aquí.
—Heather, no está pasando nada. Tú y tu amiga habéis venido solas a la zona oscura y habéis llamado la atención de Connor, ¿a quién coño se le ocurre ir a donde sabes que estará el tío que te amenazó..? ¿Sois idiotas o qué?
—Y de casualidad pasaste tú por ahí —me burlo y elevo mi ceja derecha, con ese cuento a otra.
—¿Por qué tienes que ser tan complicada?—contraataca— No es tan difícil de entender.
—Lo entiendo a la perfección, solo que no me lo creo.
Bufa y enciende la radio, una emisora cualquiera es su elección y una canción desconocida para mí es la señal de que quiere que la conversación termine, pero aún tengo demasiadas preguntas sin responder. No puede pretender que me quede tranquila, no cuando he vivido esta situación con el presentimiento de que todo iba a terminar mal. No puede intentar que olvide que me ha salvado, que nos ha salvado a las dos, y que me limite a agradecerle. Nadie hace nada por nadie sin esperar nada a cambio.
La situación me lleva a reflexionar tal vez más de lo que me hubiera gustado; entiendo que una persona huya de Ares a la hora de enfrentarse a él. Es decir, solo con verle comprendes que puede darte una buena paliza sin hacer el mayor esfuerzo, pero de ahí a que treinta hombres le teman, debe haber un motivo.
—¿Por qué te llaman diablo? —cuestiono. Apago la radio para evitar que disimule no escucharme.
—Llegado el momento, todos somos capaces de cualquier cosa.
Le doy la razón, ni por todo el oro del mundo dejaría que me violaran, en otra situación, me habría resistido. Cuando Connor lo intentó por primera vez me resistí, aunque fue en vano. Y ahí me salvó Ares otra vez. En cambio, esta vez hubiera dejado que ese imbécil hiciera conmigo lo que fuera con tal de proteger a mi mejor amiga, mi hermana.
—Quiero saber el por qué, Ares.
Podría decirme que no es mi asunto y que no quiere volver a verme por inmiscuirme de tal manera en su vida y lo entendería a la perfección. Incluso apoyaría su decisión sin hacer más hincapié. En cambio, abre la boca con una lentitud tortuosa y me mira por una fracción de segundo antes de volver su mirada a la carretera.
—¿Has oído hablar del caso...?
Enmudece inmediatamente. Le miro con los ojos abiertos, necesito que continúe. Mi pecho quema, arde y duele solo de la adrenalina que saber más de él provoca en mí. No quiero que se calle, pero entonces, por el espejo retrovisor veo a Alex removerse en su lugar y pocos segundos después abrir los ojos.
Luce algo alterada y mira por la ventanilla antes de girarse y analizar el vehículo donde se encuentra. Sus manos se aferran en el borde de su chaqueta y entonces, me mira. Toda tensión desvanece e incluso creo poder oír como su corazón aminora sus latidos. Suspira y me sonríe con vergüenza, incluso con lástima.
—Te quiero —gesticula y yo apoyo mi mano en mi pecho, queriendo decir “yo también”.
Giro completamente mi cuerpo y deduzco que a esta velocidad será difícil pasar al lado de atrás sin perder el equilibrio. Antes de que pueda hacer cualquier movimiento, siento que la velocidad disminuye y no pierdo ningún segundo antes de reunirme junto a mi mejor amiga en la parte trasera.
Encuentro la mirada de Ares al mirar al espejo retrovisor, y le sonrío dándole las gracias otra vez. Me guiña el ojo y vuelve a mirar a la carretera. La conversación no se quedará ahí, y por su guiño, entiendo que delante de Alex no lo contará y puedo entenderle.
Mi mejor amiga me abraza con tanta fuerza que por unos segundos dejo de respirar. Me remuevo para que me suelte y cuando lo hace, besa mi frente varias veces.
—No tenías que haberlo hecho, Heather, yo...
—No hice nada, ¿no? Entonces no tienes de que preocuparte.
Puedo ver un brillo acuoso en su mirada y como muerde su labio para contener las lágrimas. Pasa su brazo por mis hombros y me abraza. Esta situación suele ser común entre ambas, pero normalmente soy yo quien la consuela. Se siente bien dejar que alguien te apoye y te demuestre su cariño, tanto que podría acostumbrarme. Alexandra Walker será por siempre mi mejor amiga y al decirlo no tengo miedo de equivocarme.
Su respiración de ralentiza y no pasa mucho hasta que suena el móvil de Ares. Observo como contesta y mientras que fon una mano sujeta el volante, con la otra sujeta el móvil. Presto absoluta atención a cada palabra que dice.
—Si, están conmigo.
Adivino que es Paul, no sé como reaccionará cuando sepa que Alex le mintió. Obviamente Ares no tiene ni una ligera idea de que él no sabe que nosotras...
—Estaban en el bar, como dijiste —su tono es tranquilo. Es un experto mintiendo— Están bien, Alex un poco cansada pero nada más.
Pasan unos cuantos segundos más antes de que vuelva a hablar. No puedo creerme que le haya mentido, así que después de todo, no fue mera casualidad que Ares apareciera allí. Si se supone que estábamos en el bar, ¿cómo dio con nosotras?
—Eres un capullo —bufa— si, está preciosa. Ya la vi.
Sería gracioso si Alex oyera como Paul alardea de ella sin necesidad de que esté presente y así conquistarla aún más, si es que es posible, claro. Cierro los ojos, quiero seguir escuchando su conversación y tal vez si sabe que estoy despierta cuelgue.
—No lo sé, Paul —suena devastado— se está jodiendo la cosa. No quiero que le pase nada.
¿A Alex? ¿Siguen hablando de ella?
—Esa puta rubia sabe como sacarme de quicio —silencio— si, ya te dije que Heather está preciosa, ¡Paul cuando llegue a casa voy a...!
Oigo el sonido que indica que le ha colgado. Nunca estuvieron hablando de Alex, sino de mí. Trago saliva incómoda, ahora comprendo que mi mejor amiga no se encuentra realmente en peligro, yo soy el centro de los planes de Connor.
No pasa mucho tiempo más hasta que siento que la velocidad del deportivo se reduce hasta ser nula. No he conseguido dormirme, sin embargo, finjo y bostezo para corrobar la mentira. Me enderezo y salgo por la puerta cuando distingo los colores de la fachada de la mansión. Estoy apunto de acercarme al lado de Alex para despertarla cuando noto su cálida mano rozar la zona de mi piel desnuda en la cintura. No puedo evitar estremecerme ante su tacto y me giro para mirarle fijamente.
—¿Puedo pedirte un favor? —pregunta. Trago saliva, no sé que responder.
—Supongo.
Un favor es lo mínimo que puedo hacer por él teniendo en cuenta lo que ha hecho por mí desde que nos conocemos.
—Cuídate, Heather. En serio, hazlo.
—No dejaré que Connor se acerque a mí —le prometo. No lo hago por él, sino por mí. No debería importarle.
Mi espalda roza el frío cristal de la ventanilla del coche. He retrocedido un par de pasos al ver como él acortaba la distancia entre ambos, pero esta vez no tengo vía de escape; sus manos encarcelan mi cuerpo, una a cada lado de este. Elevo mi mirada y examino su mirada, una mirada tan fría que llegaría a congelar al ser más cálido. Quedo petrificada ante sus ojos azules que no se alejan de los míos en ningún momento. He olvidado como pestañear solo por observarle.
—Connor no es el mayor de tus problemas —murmura con una decisión tan estable que logra erizar mi piel— y tampoco el mío.
—¿Cuál es entonces mi mayor problema, chico listo?
Estoy cansada de que no sea claro, no es tan complicado de decir ni yo tan estúpida como para no entenderlo. Una sonrisa irónica se tatua en su rostro, dejando a la vista sus perfectos e impolutos dientes que brillan como perlas. Pega su frente a la mía, un malestar se instala en mi estómago. Pero no es un dolor real, son nervios en su más puro estado.
—Yo.
Estoy apunto de gritarle que no diga tonterías, pero logra callarme al depositar sus labios sobre los míos. Si este es el mayor de mis problemas, no quiero librarme de el. Es una sensación tan exquisita que no tardo en responder a su beso, mis manos se enredan con nada mechón de pelo, tiro de su cabeza para unir aún más nuestros cuerpos pero no hay espacio ya entre ambos, no es suficiente para mí, necesito tenerle más cerca, obtener más de él. Una de sus manos se posiciona en mi cadera, donde algunos juguetones dedos trazan líneas imperfectas cuyo recorrido termina al inicio de mis glúteos. Su otra mano, más audaz, comenzó sus caricias por la parte baja de mi espalda y ahora acaricia por dentro de mi top mi espalda.
Juega con el broche del sujetador sin llegar a deshacerse de este en ningún momento. He olvidado lo que es respirar pero tampoco quiero hacer nada que no sea degustar sus besos, sentir su lengua en mi cavidad bucal, sentir su pecho contra el mío y sus manos en mi cuerpo.
Entonces comprendo a que se refiere; el mayor de mis problemas es lo que estoy sintiendo ahora mismo. Y su problema es que él siente lo mismo.
N/A: WHAT'S UP BRO?
Esto, holi.
Si, sé que cambio la portada 800 veces/semana.
Si, pienso seguir así (?)
Lofpatos' bai
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro