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⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 22 ⊰⊹ฺ

Sus piernas pedían auxilio, era un buen trecho desde la colina hasta el templo, ambos quedaban a los extremos de la aldea, una al norte y la otra al sur.

Ambos catalogados como “maldiciones” o “lugares prohibidos”.

Atravesó toda la aldea lo más rápido que sus piernas le permitieron, el sudor entraba en sus ojos y era molesto debido al ardor que éste ocasionaba sin dejarlo proseguir, más de una vez tuvo que parar y acercarse a una quebrada para beber agua y quitarse lo que podía de sudor.

Llegó al jardín repleto de tulipanes de colores, sus ojos se iluminaron al verlas abrirse de su capullo, estaban pequeñas aun, pero ya se podían apreciar sus colores y formas.

La luna se montaba en el oscuro cielo, el aroma fresco y con toque cítrico se colaron en sus pulmones.

Se atrevió a tocar un tulipán blanco, el único que había entre todos los tulipanes rojos, naranjas y amarillos; sintió la textura de su pétalo y las pocas puntas que apenas se estaban formando, estaba maravillado al ver tal color, era extraño ver un tulipán blanco solitario, sonrió aguantándose las ganas de arrancarla y atesorarla en un frasco.

Frente a él, justo en el dorso de su mano revoloteaban dos mariposas blancas; una de ellas se posó en su marca con él príncipe, una fina línea blanca intercalada con diademas oscuras.

Con sus finas patitas, la mariposa tocó el diadema iluminándose a una blanca como la perla, cada una de ellas se iluminó y la delgada línea parecida a un cordón se llenó de brillo y resplandor.

Comenzó a reír.

—– Oh, Seokjin… —– Siguió el revoloteo de las dos mariposas que aún estaban encima de su mano. Con la libre, sujetó el bolso mientras caminaba en dirección al templo que estaba a pocos pasos.

Observó el templo cambiado.

Tenía mucho tiempo sin asistir a ese lugar que le parecía irreal.

Subió las escaleras anchas y pasó la entrada del templo hacia adentro. El interior estaba oscuro, el par de antorchas en el altar de las ofrendas iluminaban tenuemente el lugar, incluso, las dos mariposas iluminaban su andar.

Eso era ilógico.

Pero, ya le estaba agarrando el gusto a las cosas ilógicas en su vida.

Unas manos en su cintura lo alertaron, su corazón golpeteó muy fuerte, el sobresalto alertó también a la persona detrás, tenía el impulso de voltearse y salir corriendo “Pueden ser los espíritus malignos reclamando a sus hijos” o “Simplemente el espíritu en forma de príncipe que quiero mucho”.

—– Cierra tus ojos y confía en mí —– Susurró en su oído.

¿Confiar?

Ya lo había hecho.

¿A ciegas?

Varias veces.

Y ciertamente lo haría sin pensar nuevamente.

Sin rechistar cerró sus ojos, deleitándose y concentrándose en el olor a pino fresco, desconectó sus sentidos tratando de desglosar los otros aromas que acompañaban el aire.

“Un momento… Pino y ¿Lavanda?” olfateó delicadamente “No, es dulce como el azúcar, um, ¿algodón?” se acercó un poco más y sintió el olor específico “Brisas marinas, pino con un toque dulce como el algodón. Delicioso”

Su nariz tocó algo y abrió sus ojos rápidamente llevándose una grata sorpresa.

Seokjin estaba frente a él con la sonrisa más hermosa que había visto en su vida y un leve sonrojo en sus mejillas.

—– ¿Huelo bien? —– pudo sentir su rostro caliente y más ante la sonrisa socarrona.

—– L–lo siento —– Se alejó del cuello ajeno.

El mayor negó —– Es una linda bienvenida, después de un tiempo.

Namjoon cayó en cuenta de lo que pasaba y subió su mirada atónito.

—– ¿Seokjin? ¿Eres tú? —– Susurró, se acercó a él mientras lo observaba de pies a cabeza —– E–s ¿Es de verdad?

Seokjin sonrió encantado con la expresión, sí que Namjoon era distraído.

Como su cordura le permitía se acercó a Namjoon tomando sus manos y acariciando con su pulgar el dorso de la misma.

—– ¿Qué crees tú? —– le preguntó.

Ambas miradas conectaron por unos segundos, la sonrisa apareció en los labios de Namjoon que solo se acercó besando al mayor. Seokjin estaba paralizado, sentía el hormigueo en sus labios, las manos de Namjoon a los lados de su rostro y los labios contrarios pidiéndole permiso a los suyos.

Lentamente los abrió siguiéndole el paso al menor y cerrando sus ojos, deleitándose en el lindo momento que ambos tenían.

Sus manos fueron guiadas al cuello contrario y las del menor rodearon su cintura, ambos sonreían en medio de su beso y cuando se miraron fijamente, el pelinegro no pudo mantener su mirada sonrojándose fuertemente.

—– Te ves hermoso, Príncipe. Eres lo más hermoso que mis humanos ojos han visto, eres un ángel aunque —– sonrió y rodó los ojos —– Eres un príncipe, así que tiene sentido —– Tomó ambas manos delicadas y perfumadas, se permitió admirarlas, notando las venas marcadas sutilmente en ellas para luego, mirar al pelinegro a los ojos —– Estoy tan feliz de verte, Seokjin. Te he extrañado tanto, demasiado que —– Lo miró de arriba abajo —– ¡Vaya! Que hermoso te ves —– sentía que iba a dar saltos en el aire al observar al mayor —– No te había visto sin túnica.

Y era cierto, lo que normalmente había visto que vestían los príncipes eran túnicas. De diferentes colores por lo que había observado en Hoseok y, túnicas muy extravagantes como las de Yoongi y Seokjin.

Pero, esta vez veía a Seokjin con un pantalón negro un tanto ajustado, junto con una camisa azul marina satinada a la derecha y la parte izquierda  dorada, de su cuello colgaba un collar de perlas y uno más largo, como una corona, rápidamente alzó las manos del príncipe y se encontró con esa marca en su muñeca, sonriendo colocó la suya cerca.

—– Hoseok te lo explicó ¿cierto? —– él castaño asintió.

Namjoon soltó ambas manos y sacó de su bolsillo el collar y el anillo que cargaba recelosamente consigo, Seokjin lo miraba atentamente sin perderse cada detalle.

La verdad es que el menor era una caja de sorpresas, pensaba que encontraría a Namjoon diciéndole: ¡Wao! ¡Regresaste!... Qué bien.

Pero no.

Veía a un Namjoon emocionado sin saber qué hacer primero, pero, cada cosa que hacía le gustaba y lo emocionaba, su corazón aun latía fuertemente dentro de su pecho por el beso, incluso, sentía en sus labios el sabor a mandarinas.

—– Perdón por no cargarlo puesto —– parpadeó enfocándose en la realidad viendo el anillo y el collar en las manos de Namjoon —– Fue difícil explicarle a los chicos y a mi abuela lo que había pasado, aún más complicado lo de la marca, afortunadamente Hoseok me ayudó en eso porque tampoco entendía mucho.

Con una sonrisa Seokjin agarró el anillo y el collar.

—– Lamento haberte dejado sin explicarte nada, personalmente, le debo mucho a Hoseok. La verdad es que, no supe cómo actuar, ese día realmente muchas cosas pasaron por mi mente y sinceramente, no quería atarte a mis tradiciones —– dijo cabizbajo —– No esperaba volver a verte pronto, o tan siquiera volver a verte. Esa tampoco es excusas, tampoco creía —– suspiró —– Solo, no lo pensé. Me hundí yo solo sin preguntarte aunque, sería raro… Por eso antes de irme te pregunté sobre irte conmigo, supe que era precipitado, eres humano y no entenderías, o tal vez lo hubieras hecho —– suspiró ruidosamente —– Solo no lo sé. No importa —– negó —– estoy muy feliz de verte —– se atrevió a mirarlo —– Demasiado, no sé cómo explicarlo. Más que eso… Estoy agradecido, Namjoon —– sonrió con lágrimas acumulándose en sus ojos —– Gracias por confiar en mí, gracias por esperarme aun sin conocerme del todo. Y–yo, no sé cómo explicarlo.

Namjoon sonrió y atrajo al mayor entre sus brazos, sintió el cuerpo delicado y fuerte contra el suyo, sentía ambas contexturas tan diferentes que simplemente amaba ese contraste.

Seokjin le encantaba la sensación de los brazos fuertes del menor sobre él, a pesar de ser casi del mismo tamaño, la diferencia estaba en sus contexturas, se sentía seguro en sus brazos.

Se sentía seguro en Namjoon.

El menor inhaló el aroma de las cabelleras oscuras del mayor.

—– Te esperaría todo lo que fuera necesario, Seokjin. No sé lo que el destino planeó para encontrarnos, hace unos días creía que otras personas son más merecedoras que yo de tener a alguien como tú. Aun lo pienso —– Seokjin se alejó mirando al menor —– Sin embargo, no creo ser capaz de estar conforme con esa idea de que sea otra persona —– sonrió —– Haré el mayor esfuerzo para poder merecerte. Soy distraído, olvidadizo, torpe, tengo muchos defectos. No tengo nada de celestial, pero, mejoraré. Lo prometo.

Seokjin sonrió con las mejillas sonrosadas y con sus ojos cristalizados, tomó las manos de Namjoon y lo llevó al centro.

—– Mira hacia allá, Namjoon.

Al lado del mayor, Namjoon obedeció y casi la mandíbula se le cayó a los pies.

Sus ojos se movían intentando captar todo lo que podía.

La tierra estaba rodeada de una nebulosa de colores oscuros, alrededor del globo terráqueo las nubes grises cubrían zonas verdes y azules del planeta, a lo lejos podían verse otros planetas más pequeños con estrellas brillantes, parecían copos dando el resplandor.

La vista le aterrorizaba, pero, lo emocionaba y fascinaba en dobles cantidades.

—– Gracias a ti, ese mundo que ves ahí —– dijo el príncipe señalando la Tierra —– Tiene sentido para mí e incluso el hecho de estar vivo y ser un príncipe —– asintió —– eso también tiene sentido. Gracias a ti muchas cosas tienen sentido. Nací poseyendo poderes y glorias que no les veía un sentido. Gracias a ti encontré otro estilo de vida, me enseñaste a valorar lo que tengo y a respetar lo que otros tienen. Tú eres feliz siendo naturista y amando las plantas —– sonrió —– y yo amo todo eso de ti. No, no debes cambiar, tú eres perfecto así. Me gustas por cómo eres, distraído, olvidadizo, torpe, destructor y desordenado. Me gustas porque así me cambiaste y así te quiero, Namjoon.

Namjoon se volteó para quedar frente al mayor.

—– Estoy dispuesto a venirme aquí, contigo. Príncipe Seokjin.

El pelinegro sonrió aún más.

—– Para eso, tengo una idea mejor, Namjoon.

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