𝟎𝟐
Era demasiado tímida para convertirme en tu sol así que me convertí en una fría luna.
(Blanket kick, bts)
Veía de forma ávida el reloj en la pared, sus ojos brillando ante la idea que pase rápido el tiempo para dejar a libre paso el receso. No es que a Rosé le disguste ciencias, bueno sí, tal vez puede que se le haga aburrido mucha teoría, además que la profesora Myoui sólo ocupaba la pizarra para escribir y no realizaba mínimo ni un dibujito que acompañe, y eso lo hacía vacío y sin emociones, cosa que la obliga a bostezar. Como sea, eso no era importante de todas formas, lo que destaca ahora mismo es que falta poco para que la campana lance un chirrido.
Los recreos le gusta debido que puede pasar tiempo con Jennie, ni bien toca la campana la alfa se lanza literalmente sobre la de cabellos castaños y se restriega como un cachorro celoso hacia su madre omega después de visitar otros niños y quedarse con su olor. Claro, con la diferencia muy clara de que Rosé no compartía ni un tipo de lazo sanguíneo con Jennie, sin embargo, se halla acompañada de la idea en ser territorial. Por otro lado, también ansía comer, hoy no había tomado desayuno por el apuro en no llegar tarde otra vez así que no obtuvo el tiempo necesario para consumir algo que en un futuro no afecte su pancita.
La noche de ayer tampoco tuvo tiempo para hornear galletas o algún postre pequeño para la omega, los trabajos esta semana caen como la lluvia y eso le molestaba ya que por ello no se puede dedicar a Jennie en paz. Puede que sea un poco tonto que se enoje por eso, pero en serio quiere estar con la omega y complacerla, añora aspirar su aroma a fresas mientras entierra su nariz en la curvatura de su cuello, acto que últimamente lo ha estado haciendo para tranquilizarse, y Jennie no se quejaba mucho gracias a que sabía en el fondo que eso ayudaba a Rosé.
A pesar de ser ese tipo de omega que usaba supresores de aroma para no dejar que el resto detecte sus estados de ánimo ni olor sorprendentemente dejó de usarlos después de la llegada de Roseanne al instituto, una semana le bastó a la alfa para hacerla revelar su olor y de manera clara, como lo pensó, Jennie tenía un aroma muy tranquilizador y dulce. Un aroma que le gusta mucho y sé le hace atrayente, al resto de personas de misma forma se quedan en estado hipnótico con el olor de la omega y ese detalle a la alfa le preocupaba un poquito, puesto que ella no quería que otros vean a la omega y Jennie se olvide de ella.
Y se le seguía haciendo preocupante aunque sabe muy bien que Jennie se la pasa gruñéndole y mirando mal a todo aquel que se le acerque a excepción de la alfa revoltosa, es decir, ella.
El timbre del receso hace su aparición, golpeando de manera auditiva a todos y dando por sentado el fin de la clase. La profesora Mina, una alfa, agradece a los alumnos y viceversa para por fin retirarse de la aula como si no hubiera dado la clase más aburrida del mundo. Segundos luego no los cuenta, los alumnos se han ido retirando poco a poco en el salón de clases con destino a la cafetería, sólo quedando la omega de cabellos castaños y ella. Inmediatamente salta de su asiento y gira atrás con la intención de ver a la omega.
Sus ojos se abren desmesuradamente, para su sorpresa esta vez encuentra a la omega dormida, hundiendo la cabeza por sus brazos, y con su respiración calmada, se veía como una bebé en esa posición. Rosé le acaricia el cabello mientras hace un puchero, no apetece despertarla, pero tampoco quería quedarse en el recreo durmiendo, a ella le encanta moverse, jamás quedarse quieta en un lugar, peor cuando tenía hambre.
En eso, una idea explota dentro de la cabecita de la menor a la par que sacaba algo de dinero en el bolsillo de su mochila, le compraría algo de comer a ella y a la omega sólo para las dos, en esta ocasión será más que compartir de su comida, no lo había hecho antes debido que la omega no aceptaba fácilmente sus aperitivos, pero ahora que había pasado un mes ha sido aceptada poco a poco por la pequeña, y eso lo tomaba como un punto a favor.
Con una gran sonrisa se va a la cafetería con rapidez, y para su suerte es atendida primero porque como de costumbre, el momento que la ven pasar absolutamente todos se alejan con miedo de la aniñada alfa, cosa que no se le hace raro debido a que desde que comenzó a aferrar sus días con la omega más ruda de la escuela muchas personas se alejan de ella por miedo a que Kim Jennie les haga algo. Rosé solo suspira negando con la cabeza repetidas veces, va a sonar mal pero sus compañeros de clase son unos verdaderos tontos al creer que Jennie es tosca e insurrecta, aunque bueno... sí lo es un poco ¡Sin embargo eso no es excusa! solo debían tomarse el tiempo de conocerla, tratarla con amor y persistir, no huir de ella por su fachada peligrosa como muchos hacen.
Saluda a saltos a la encargada y le pide de manera amable dos bandejas, aparte una leche de fresa y gomitas de colores, esta vez no decidió comprar dulces de más como usualmente lo hacía. Ante las miradas cobardes ella sigue su camino de regreso al salón, esperando a que Jennie al menos ya se haya despertado para que puedan pasar tiempo juntas.
No obstante, grande fue su sorpresa después al no encontrar nada.
—¿Jennie unnie? —cuestiona al regresar, no había nadie y en ese instante se alarmó, su lobo removiéndose incómodo por no saber de la omega—. ¿Donde está?... —deja las bandejas sobre una carpeta, casi derramando la sopa que había en uno de los envases y se pone a buscar como loca en el salón de clases a la omega.
La búsqueda duró un largo de seis minutos, Roseanne yendo a cada esquina del aula, incluso buscando debajo de las carpetas como si la omega de cabellos castaños fuera capaz de esconderse ahí, fallando inmediatamente en encontrarla. Sus ojitos se vuelven aguados de repente, diciéndose la palabra tonta en varias notas mentales, no puede creer que no sea capaz de poder cuidar a la omega ¿Y si le pasó algo malo? La sola idea solo aumenta sus inquietud y sus ganas de llorar.
Rosé sabía que no debe llorar, pero le es inevitable con la sola idea de que Jennie se encuentre mal por su culpa en vez de protegerla, como se lo propuso ella misma.
Justo en se momento la puerta del salón suena, abriéndose de golpe. Levanta la mirada acuosa hacia la recién llegada, que tenía la cara mojada y parte de sus hebras oscuras empapadas, Rosé no dijo nada y solo corrió hacia ella al identificar su aroma y se lanzó contra la pequeña omega, cayendo ambas al suelo, no pensando en el momento más que la felicidad que le daba en volver a verla.
La de cabellos castaños lanza un quejido, y lloriquea en respuesta porque ahora le duele a ella su trasero.
—¡Jennie unnie! —chilla Rosé, restregándose contra ella, la había extrañado mucho aunque solo fueron minutos—. La extrañé, la extrañé, la extrañé mucho.
Jennie parpadea, recibiendo poco a poco el abrazo de la cachorra.
—Sólo me fui al baño, Park... —contesta la más bajita, muy lejos de enfadarse por el golpe que le había ofrecido la caída, las feromonas tristes de la cachorra de cabellos rubios le decía que en serio la extrañó y por alguna razón eso le hacía detenerse a hacerle justicia a su dolor por su retaguardia con insultos como usualmente lo haría—. Mh, ¿Por qué has estado llorando?
Roseanne no contesta de inmediato, solo se queda aferrada a la omega, busca su lugar y al encontrarlo hunde la nariz en el cuello de Jennie, aspirando fuerte su aroma que la relaja en un santiamén.
—Pensé que te perdí —es lo único que susurra.
Las mejillas de Jennie se ponen rojas de golpe, sintiéndolas hervir.
Se supone que debería estar acostumbrada a las dulces palabras de la alfa, acostumbrada a que esa mocosa idiota sea muy pegajosa con ella y por eso la tenga a su lado dándole siempre cariño que no pide, pero ahora mismo toda esa suposición se halla nadando en el drenaje porque siente que la alfa le sorprende cada día más, ya sea con más osadía para darle muestras repugnantes de afecto que la hacen querer vomitar ya que ocasionan que su estómago se revuelva, o el hecho de que siempre le diga frases donde siempre remarque el aprecio que tiene sobre ella, frases que por supuesto le llegan a enfermar porque le da un estilo de fiebre en los mofletes.
Ugh, maldita bastarda de mejillas bonitas pensó Jennie en su interior.
Luego de que la alfa de cabellos rubios decidió separarse a pesar que no apetecía la lejanía de la omega lo tuvo que hacer, recordó que la hora no la esperaría. Con un gruñido bajo se limpia el uniforme mientras le tiende una mano a la omega para levantarla del suelo, que ni bien siente los pies en el suelo imita su acción.
—¿Qué es eso? —cuestiona haciendo referencia a las bandejas de comida, curiosa.
Su estómago justo ruge con potencia, y eso hace sonreír a Rosé hasta abultar sus mejillas y cerrar sus ojos, olvidando que hace instantes se hallaba a punto de llorar por extrañar mucho a la omega.
—Compré tu comida —responde con facilidad, pegando su carpeta al lado de Jennie.
—Uh, ¿en serio? —por primera vez el tono de Kim suena emocionado, sin embargo al darse cuenta lo que hace inmediatamente cambia su semblante a uno menos entusiasmado—. Digo... gracias. Gracias, Roseanne.
Una sonrisa tímida es lo que le regala y para Rosé eso es más que suficiente. Ambas se sientan a degustar de lo que trajo la alfa, empiezan por la sopa a petición de la menor con el propósito de que Jennie no descuide el plato principal. Minutos luego en que el plato de la castaña yace solo con los palillos encima y sin un rastro de fideos, revela los pocos dulces que habían, a Jennie le brillan los ojos el momento en que la rubia saca la caja con leche de fresa dentro, arrancándoselo de golpe. Rosé solo se limita a contemplarla mientras comía gomitas.
Al rededor de unos cuanto minutos más la omega acaba la leche, bostezando a la par que restregaba su puño en un ojo, le había causado sueño la bebida y su estómago satisfecho no le ayuda a alejarlo, se sentía muy cómoda a su parecer, tan suave que las feromonas dulces de fresas no demoran en recorrer el aire, la alfa suspirando en el camino al detectarlo, agradecida de tener un olfato sensible.
—Ahora me dio sueño otra vez... —lanza un pequeño quejido Jennie, apoyando su mejilla contra la palma de su mano—. Nos toca química luego —lo último lo dice en gruñido, no le gustaba el curso, jamás entendía nada por más que preste atención, si resolvía las tareas era porque la alfa de cabellos rubios se las pasaba o hacía, le explicaba en ocasiones pero Jennie era muy fácil de frustrar y eso Rosé lo tenía claro.
En su mayoría los omegas se caracterizan por poseer toneladas paciencia ya sea por sus cachorros, para las quehaceres del hogar o por sus alfas, pero Jennie era una omega netamente diferente, y eso le hacía especial en su opinión.
Roseanne asiente, allanando los labios.
— ¿Quieres faltar a clase o?...
—No —contesta la omega, negando con la cabeza—. Mejor me duermo desde ya en la carpeta y cuando el profesor llegue me despiertas ¿bien? prometo que en esta ocasión no te voy a golpear.
Bajo la atenta mirada de Rosé, la más baja se mueve, intentando ordenar los envases de plástico en la bandeja para que le de un poco de espacio, sin embargo la ajena la toma de la muñeca para que no haga ningún otro movimiento más. Jennie solo la mira, interrogante.
—Espera —murmura en eso la menor, ayudándole con las bandejas, mete los envases de plástico uno sobre otro con rapidez y los envuelve en una bolsa, despejando por completo la mesa—. No duermas ahí...
—¿Entonces dónde? —ella pregunta, arqueando una ceja—. ¿En el baño? Oh, sería un buen lugar ahora que lo pienso.
Rosé desoye sus palabras y se dedica a ojear por los costados de la puerta del salón de clases, no había nadie merodeando cerca del salón para su suerte. Toma una bocanada de aire, volviendo a su sitio, y alejando su silla para colocarla en su lugar inicial, tomando asiento en ella.
—Podrías descansar aquí, Jennie unnie —comenta la cachorra palmeándose el regazo con inocencia, sin malinterpretación alguna.
—¿Qué? No seas idiota —bufa la omega con las mejillas rojas de tan solo pensarlo, eso no era algo que lo pueda hacer con cualquier alfa que se lo pida.
Pero sabía que Roseanne no era una de esas alfas de quien desconfiar.
—Por favor, Jennie unnie... Prometo relajarte ¿Si?
Jennie sin decir nada, solo suspira y de manera cautelosa se acerca hasta quedar sentada en el regazo de la menor tal como lo pidió, ambas piernas a los costados de las ajenas. Su cara dice que está siendo obligada, que en realidad no está disfrutando estar en esa posición con la rubia pero los suaves ronroneos que da hace a Rosé saber que su idea iba bien y que al menos Jennie estaba intentando en entrar confianza con ella. Más en cuando la omega relaja el cuerpo y rodea con su brazos su cuello, metiendo el rostro por debajo de su mandíbula.
Rosé la toma de la cintura dejando leves caricias que hacen a la de cabellos castaños suspirar más, soltando más feromonas dulces, y eso le agradó en cierta parte, sentía que hacía feliz a Jennie, era un momento lindo, un momento que iba a atesorar en su cofre de recuerdos con la omega.
Pero no todo es para siempre, porque después se le ocurre inocentemente acariciar uno de los muslos de la omega, haciendo que la pequeña gruña inmediatamente, pataleando para bajarse de su regazo, ofendida por lo que acaba de hacer.
—Estúpida pervertida —comenta de forma brusca, pegándole levemente el pecho muchas veces con sus puños.
—¿Eh? —Rosé dice confundida, su mente inocente no entiende—. Unnie, unnie...
—Me quiero bajar.
—Jennie unnie... —vuelve a pedir a un hilo de voz, realmente no sabe que hizo mal.
—Déjame, Roseanne. Me voy- ¡Ay, por favor! —chilla la castaña al vislumbrar los ojos aguados de la alfa, su mirada rota y aguada. Ella bufa, pasando su manga por las mejillas contrarias, buscando limpiarlas a regañadientes—. Mocosa llorona... ¿En serio te vas a poner a llorar? ¡La que debería hacer eso soy yo, no tú!
—¿Por qué me llamas de esa forma? —pregunta, antes que nada, hipando un poco. La omega deja de limpiarle las mejillas y la mira de frente con el ceño fruncido.
—¿Estúpida pervertida? —es lo que cuestiona y la alfa asiente, ahora siendo ella quien se quita cualquier rastro de haber llorado en sus mofletes, Jennie arruga el gesto—. ¡Me acabas de tocar mi pierna virgen, Park!
—P-Pero eso me dijo Yaning unnie, no sabía que eso era malo...
—¿Qué?
—E-Es que Yaning unnie cada vez que intenta relajar a su omega le acaricia ahí... —cuenta Rosé nerviosamente al ver la mirada afilada de la omega, buscando cualquier indicio de mentira en sus palabras, traga saliva—. Luego le da besitos en la nariz, Yujin unnie me dijo que le gusta que Yaning le haga eso, por eso pensé que a usted también le gustaría...
A continuación la omega se da un golpe mental, claro, era Park Roseanne de quien hablaban ¿Cómo es que se le pasó por la mente que la alfa es como el resto? Ahora Jennie se siente un poco culpable, primeramente por desconfiar de la rubia cuando todo el mes le ha demostrado no ser ese tipo de alfa aprovechada e inicua, segundo por haberla hecho llorar, era la segunda vez que pasaba y se siente terrible. No le gustaba ver a la alfa llorar aunque Jennie no le dijera de boca para afuera.
—Bien, eso es estúpidamente cursi —farfulla la omega, acomodándose otra vez en su regazo mientras cruzaba de brazos, inconforme.
—No lo es... —defiende Roseanne, sonriendo a medias al sentir a la omega volver a estar en su regazo mientras hundía otra vez su cara en su cuello, suspiros calmados de ella llenando sus oídos—. Todo lo contrario, es lindo cuando te dan caricias, más los besitos en la nariz.
—Eso no le quita lo estúpido que es.
—Mis madres me daban antes de dormir, Jennie unnie —defiende la menor.
—Pues tus madres hacen cosas estúpidas —dice sin tapujos para luego seguir ronroneando porque Rosé otra vez comenzó con las caricias por su cintura.
La alfa arruga un poco el gesto un momento, no estando molesta por lo que le decía Jennie, sólo que se le hacía algo extraño que le comente su desagrado por las muestras de afecto hasta que Rosé se las da a conocer. Era triste en cierta parte, considera que tal vez nadie le da algo de amor a la omega y por eso finge detestarlo hasta que se lo demuestran, porque si no fuera ¿Por qué se envuelve en un cascarón tan duro con el resto?
Prefiere dejar de pensar hasta que una idea se pasea en su cabeza, detiene las caricias en la cintura ajena, haciendo que la omega saque su rostro de su cuello y la mire con reproche por darle pausa a sus caricias.
—Oye que ha...
No obstante, Jennie jamás completa la frase debido a que Rosé posa sus cálidos labios sobre su pequeña nariz, en un toque tierno, suave y corto. Lo suficiente para generar una descarga eléctrica en todo su cuerpo, sensibilizando su animal saltar emocionado de un lado a otro, ante su mirada perpleja.
—Le daré besitos ahí hasta que le guste —comenta de forma dulce la alfa, acariciándole la mejilla con su nariz.
Oh mierda, y Jennie la mataría, luego de que le de más de sus estúpidos besos en la nariz, por supuesto. Aunque era obvio que no lo admitiría en voz alta a la alfa tonta de Park.
poquito de Yuning xq si
gracias por leer (*´˘'*)♡
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