❥ Una tarde agitada ❥
Determinado a nunca permitir que SeokJin viese ni una pizca de su atracción de nuevo, YoonGi decidió tomar el toro por los cuernos… literalmente.
Su brillante plan consistía en masturbarse tan vigorosamente y tan frecuentemente que su polla nunca se volviera a levantar sin su permiso y entonces le sería posible mantener su fingimiento platónico.
SeokJin era su mejor amigo, pero era también como de la familia para él, un hermano, y no había nada más importante en todo el mundo.
YoonGi no podía arriesgarse a perderlo. SeokJin podría posiblemente aceptar el hecho de que era gay, pero seguramente sentiría repulsión por el hecho de que fantasease con él constantemente.
Lo cierto del asunto era que SeokJin definitivamente no era gay. YoonGi tristemente aceptó esa verdad descaradamente obvia.
Las chicas AMABAN a SeokJin, y a juzgar por la manera en que revoloteaban en torno a él, las amaba de igual manera, juzgando por las repugnantes historias que le gustaba contar sobre sus numerosas proezas sexuales.
YoonGi odiaba y le encantaba a la vez que el chico mayor le contase lo que hacía con las chicas que salía.
Mientras los celos casi lo consumían, no había nada tampoco que lo hiciese correrse más rápido que fantasear más tarde en la noche, bajo las mantas, que ÉL era la chica que SeokJin acababa de corromper en el asiento trasero de su Camaro negro.
El chico mayor siempre se reía de cómo se ruborizaba y se avergonzaba su amigo virgen y se reía de él en el hombro y lo vacilaba de cómo encontraría a la persona perfecta algún día.
SeokJin no se daba cuenta de cuán cerca estaba ya la «persona perfecta» de YoonGi.
Era una tortura y un placer al mismo tiempo, porque incluso aunque SeokJin se acostase con todas esas chicas, era siempre a la casa de YoonGi a la que volvía para dormir, deslizándose por su ventana y acostándose a su lado en la cama y hablando con él incluso cuando estaba medio dormido, contándole cosas que nunca le contaría a ninguna de esas chicas.
YoonGi sabía que SeokJin era más él mismo con él de lo que nunca lo sería con nadie más.
Así que, al menos tenía eso para soportarlo… eso, y el esbelto dildo violeta que había comprado en Spencer’s, en el centro comercial, en un momento particularmente valiente cuando tenía dieciséis años.
Era recargable, afortunadamente, porque YoonGi estaba bastante seguro de que no habría manera de que pudiera ocultar el copioso uso de pilas AA que le llevaría mantener con las demandas sexuales de un adolescente gay en el armario, infinitamente frustrado, enamorado de su amigo dolorosamente hetero.
Joder, ¿esta era realmente su vida?
Por segunda vez ese día, YoonGi extendió sus piernas y deslizó el vibrador profundamente dentro de sí. No necesitaba ningún preámbulo porque estaba todavía lubricado y abierto de antes.
Los sábados, mientras SeokJin estaba practicando deportes con sus amigos del fútbol americano, YoonGi podía, casi literalmente, pasar todo el día así, fantaseando sobre el atractivo atleta y simplemente provocando en su próstata un orgasmo tras otro.
De esa manera, en el momento que SeokJin llegase y se desnudara justo delante de él y se duchara en su baño, dejando la habitación oliendo como a sudor y hombre desnudo, el pene de YoonGi apenas le era posible manejar una semi erección dificultosa en muestra de apreciación.
Su posición preferida para masturbarse era sobre su vientre, la almohada entre sus muslos, las piernas extendidas tan amplio como era posible, una mano extendida hacia atrás para alcanzar el dildo y otra aguantando su cabeza.
No necesitaba una mano en su pene para correrse, realmente nunca le había hecho falta. Incluso cuando era un niño, prefería follarse una almohada que hacerse una paja.
Su madre nunca se imaginó por qué utilizaba tantos almohadones o por qué insistía en hacer su propia colada a los diez años de edad. Ahora, era al menos lo bastante listo para poner una toalla primero.
El primer contacto del plástico frío en su agujero lo hizo encogerse y ponerse tenso, los músculos de su esfínter se estremecieron en protesta contra el ligero roce de silicona a través del lubricante.
Era un rechazo instintivo y uno que todavía no había entrenado consigo mismo para superarlo completamente. Sus músculos se bloquearon contra el deseo de cerrar las piernas y echar fuera la invasión, pero simplemente inspiró profundamente y presionó el dildo para que entrase.
Todavía recordaba la primera vez que había hecho esto; sintió como si estuviera intentando abrir un nuevo agujero. Fue un mes después de que SeokJin perdiese la virginidad con Choi Sunhee.
YoonGi recordaba su nombre cuando SeokJin mismo probablemente no lo hacía, porque nunca olvidaría la ira que inspiró en él. SeokJin se había deslizado a través de la ventana justo después de dejarla.
Lleno de asombro y triunfo masculino y euforia, le había contado a YoonGi todo, sin dejarse ninguno de los cruentos detalles, desde la manera en que sus manos temblaban cuando se puso el condón hasta la manera en que su chochito se sentía contraído alrededor de su polla cuando la embistió.
Todo en lo que YoonGi le había sido posible pensar durante semanas después era en lo que podía haber sentido al tener el pene de SeokJin en su interior.
Se obsesionó con la idea de ser follado por SeokJin y de repente sus dedos simplemente ya no habían sido suficientes. Sus dedos esbeltos eran tristemente inadecuados comparados con el monstruo que YoonGi sabía que vivía en los calzones de SeokJin.
Se compró el dildo para así al menos traer algo más de realidad a sus fantasías. Se imaginaba que era probablemente lo más cerca que podría estar de ser follado, porque SeokJin NUNCA podía saber lo que sentía YoonGi realmente por él.
Al principio dolió, hasta que YoonGi se figuró cuán importante era una cantidad copiosa de lubricante y cómo relajarse para estirarse.
Dobló la muñeca y empujó el dildo profundamente en su interior y gimió mientras la incomodidad se volvía placer, la piel de gallina en todos los lados, el diminuto vello a lo largo de su columna de punta. El gemido que se deslizó entre sus labios era obsceno y lleno de una abierta lujuria y sonó mucho más ruidoso de lo que esperaba en el silencioso dormitorio.
YoonGi se congeló mientras se percató de que la ventana estaba abierta. Era diligente sobre cerrarla y poner el pestillo siempre que se masturbaba.
La última cosa que necesitaba era que su mejor amigo hetero llegase saltando a través de la ventana y lo atrapara embistiendo un brillante dildo violeta en su culo de marica.
Por un momento solo miró fijamente la ventana, contemplando si valía el esfuerzo de levantarse y cerrarla. Las cortinas se balancearon por el viento y pudo escuchar a los pájaros piando.
YoonGi se relajó un poco, confiado en el conocimiento de que SeokJin estaba en el entrenamiento de fútbol americano y no regresaría durante horas. A él como que la idea le gustaba en cierta medida, al menos la fantasía, del riesgo que estaba tomando al dejarla abierta.
En su fantasía, se imaginó a sí mismo dormido sobre su vientre, desnudo, las piernas extendidas, pareciendo hermoso e inocente. SeokJin entraría y lo vería así y por primera vez siendo golpeado por el deseo sexual por él. Sobrecogido por su lujuria, a SeokJin le sería imposible mantener las manos alejadas de él.
Tendrían un asombroso y apasionado sexo y SeokJin estaría abrumado por cuán hermoso y perfecto era YoonGi y cómo era que no se había dado cuenta antes. Su mejor amigo hetero declararía su nueva y encontrada sexualidad gay, renegaría de las mujeres para siempre y quizás incluso derramaría lágrimas de disfrute homosexual.
Oh, bueno, quizás no llorar, pero aún así.
Era la fantasía favorita. Tener la ventana abierta solo hacía que se sintiera más real, como si pudiera pasar realmente.
Separó aún más las piernas, meneó su culo seductoramente e imaginó que SeokJin lo estaba mirando. Sacó el falo de plástico y luego lo volvió a meter. Ya no estaba frío, atemperado por el calor de su cuerpo, se sentía mucho mejor ahora.
Permitió que descansará sobre su grieta, frotando y presionando contra su agujero mientras balanceaba sus caderas contra la cama. La fricción en su polla se sentía muy bien, pero estaba hueco sin el placer de estar lleno.
Pretendiendo que era SeokJin detrás de él, empujando el falo de plástico hacia delante más rápido de lo que normalmente haría, como si estuviera realmente siendo follado.
Gritó contra el almohadón. Sus caderas se congelaron, el culo en pompa, el brazo tembloroso. Inspiró profundamente y luego exhaló, haciendo que el dildo entrara más profundamente. Se afianzó contra la almohada, sus dientes chirriaron mientras enterraba su rostro en su brazo y gemía.
—Tan bueno, SeokJin, tan bueno.
YoonGi permitió que la punta se deslizara casi todo el camino hacia fuera, y entonces la empujó de regreso con un obsceno «splap» de la carne húmeda separada por el duro plástico.
—Joder, sí —murmuró en el hueco de si brazo—. ¡Más duro, sí!
Tiró del dildo hacia atrás y lo empujó hacia dentro con firmeza, contuvo el aliento en su pecho mientras cerraba los ojos y dejaba que su imaginación tomara el control. ¿Qué pasaría si fuese la polla de SeokJin? ¿Qué pasaría si SeokJin lo estuviera follando con dureza?
YoonGi lo metía y lo sacaba con la palma de su mano, forzando el pequeño dildo en su culo a la vez que balanceaba sus caderas, como si se estuviera follando a sí mismo recibiendo la polla de SeokJin a la vez con sus embestidas.
—Dámelo, más duro —gimió, imaginando como SeokJin podía reaccionar ante tal demanda.
El chico mayor lo empujaría sobre la cama, sujetándolo con esas grandes y fuertes manos y lo follaría con determinación en el colchón.
YoonGi se imaginó el aporreo de sus musculosos y gruesos muslos contra los suyos, la manera en que sus bolas podrían golpearse unas contra las otras, el obsceno sonido que su agujero haría alrededor de su gruesa y pesada polla perforándolo.
—OH, ¡OH! ¡SeokJin! DIOS, SÍ! —gritó casi
sorprendido cuando su orgasmo lo golpeó.
El fluido palpitó desde la cabeza de su polla, humedeciendo el tejido bajo él mientras se dejaba caer sobre la cama. Su agujero se contraía tenso y forzaba a su próstata justo contra el plástico duro.
YoonGi se encontró a sí mismo eyaculando de nuevo, su polla húmeda arrastrada a través de charcos viscosos de semen cuanto más brotaba de él.
Se imaginó a SeokJin simplemente follándolo a través de su orgasmo mientras jadeaba y se contraía impotente alrededor de la polla de SeokJin. A el seguramente no le faltaría mucho y sus caderas podrían sacudir hacia delante y empujar duro contra él. Presionaría tenso contra el tembloroso culo de YoonGi, penetrándolo tan profundo como le fuese posible mientras vaciaba su lujuria en el tierno y sobre sensitivo agujero de YoonGi.
Los dedos de SeokJin lo podían agarrar incluso tan fuerte que le dejarían moratones en la pálida piel de sus caderas, cardenales que YoonGi vería más tarde y pretendería estar enfadado por ello, pero realmente estaría entusiasmado de que su enorme amigo hubiese dejado marcas en él.
Sentiría el semen cálido de SeokJin dentro de él, y lo mantendría embotellado en su interior con su polla dura y pulsátil, empujando todo el camino en su interior, su peso manteniendo a YoonGi tendido boca abajo en la cama.
YoonGi suspiró placenteramente, imaginando a SeokJin, satisfecho y exhausto, colapsando sobre su espalda. Seria pesado y estaría caliente y sudoroso, aplastándolo, pero estaría acariciándolo, besando su nuca y diciéndole cuán hermoso y perfecto era y lo mucho que lo amaba.
—Yo también te amo, SeokJin, te amo muchísimo —murmuró YoonGi al fantasma de su mejor amigo mientras estaba allí tendido con sus muslos desnudos separados ampliamente, el semen enfriándose entre sus piernas y el dildo empuñado con firmeza dentro de su agujero.
El plástico era pesado y grueso en su interior, pero ni caliente o palpítante de la manera en que podía ser la polla de SeokJin. Aún así se sentía bien tener algo dentro de él. Simplemente no podía encontrar la energía para sacar el dildo antes de caer en un sueño sin sueños.
Parpadeó vertiginosamente ante un chirrido que su adormilado cerebro no podía localizar, pero no sé molestaría en investigar. Las largas pestañas de YoonGi se cerraron mientras suspiraba en su
saciedad sexual.
Si las cortinas se movieron de nuevo, incluso aunque no había nada de brisa en el exterior, YoonGi estaba demasiado cansado para notarlo.
Gracias por leer. ☺️💕
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