Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

⊰⊹ฺ ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 1 ⊰⊹ฺ

Aun con sus ojos cerrados disfrutaba de la tranquilidad que había en su habitación, del frío que lo abrazaba íntimamente por encima de las sábanas, añorando poder rozar la blanquecina piel cubierta.

La alarma sonó y en lugar del chirrido molesto, una música de género city pop la sustituyó; contenía un ritmo adictivo y agradable que le generaba alegría.

Sonrió aun con sus ojos cerrados mientras movía sus dedos contra el colchón al ritmo de la música.

"Hoy será un lindo día" pensó y siguió moviendo sus dedos y su cabeza de un lado a otro.

Dejó que finalizara la alarma y se estiró en el colchón, haciendo quejidos al crujir sus huesos entumecidos y sentir el alivio después de ello.

Se levantó y observó el paisaje que le daba los buenos días. Las nubes entre blancas formaban un diseño rayado en el cielo degradado sutilmente en tonos azules oscuros a claros, el sol anunciaba su cenit a esa parte del mundo con delicadeza y Jungkook, era testigo de ello.

Después de admirar las afueras de su ventana y dar vueltas en su habitación por la pereza que invadía su cuerpo, se dirigió al baño a espantar sí o sí, la flojera y malas vibras restantes en su cuerpo.

Aun le sobraba tiempo para llegar al instituto, sin embargo, en quince minutos ya había realizado la mitad de su rutina. Su cabello azabache destilaba pequeñas gotas de agua que recorrían y acariciaban su piel, la toalla gris se ajustaba fuerte en su cintura, con sus brazos descubiertos y el aire acondicionado encendido, buscaba en su repertorio de prendas oscuras algo que colocarse.

Visualizó de nuevo hacia afuera de su ventana, buscando algún rastro de mal tiempo.

Miró de nuevo su armario sin respuestas y optó por una chaqueta gris, una camisa del mismo color acompañado de sus vaqueros y botas negras.

En menos tiempo del esperado estaba listo, cada prenda se ajustaba perfectamente a su trabajado cuerpo, sin llegar a verse asfixiante.

Agarró su mochila ya lista y bajó de su habitación en busca de su madre, que seguramente, ya estaba en la cocina preparando el desayuno.

Acertó, su madre estaba de espaldas a él moviéndose sutilmente de un lado a otro tomando y dejando ingredientes.
Jungkook la observó detenidamente y en silencio. El delantal amarillo pastel ocultaba los animales animados del pijama rosa estampado que llevaba, las pantuflas con forma de dinosaurio protegían del frío matador a sus delicados pies.

El azabache sonrió, pero, esa expresión se desvaneció en cuestión de segundos al percatarse de un detalle que debió omitir desde hacía mucho tiempo.

El singular bastón gris reposaba en uno de los gabinetes inferiores, sin hacerle daño a nadie, solo ahí.

Jungkook miraba el bastón detenidamente, como si esperara que se moviera y corriera hasta él para golpearle en la cabeza. Debió suponerlo, el frío que hacía últimamente provocaba molestias en la frágil rodilla.

La angustia quería salir a flote y de nuevo, esas preguntas que contenían más ira que respuestas.

El azabache suspiró "Hoy debe ser un lindo día, Jungkook. Recuérdalo" pensó y asintió, convenciéndose.

Dejó su mochila en la silla del comedor y se acercó sigilosamente a su madre que no se percataba aun de su presencia. En un rápido movimiento y con sus dos índices, pinchó a los costados de la mayor, provocando que saltara y gritara.

—– ¡No! ¡Ah, Jungkook! —– El azabache salió corriendo de la cocina a la sala riendo a carcajadas —– Soy una mujer mayor ¡No hagas eso!
—– reprochó molesta con la cuchara de madera en las manos.

Jungkook se asomó de nuevo en la cocina y la mamá lo señaló con la cuchara.

—– ¡Mamá! —– dijo Jungkook entre risas —– Baja eso.

—– ¡No!

—– Mamá —– le sonrió —– Anda se va a quemar.

—– No importa, será tu castigo comer huevos quemados —– Jungkook negó y se acercó poco a poco a la mujer.

—– Ya, lo siento —– la mujer cerró los ojos y comenzó a pegarle repetidas veces con la cuchara de forma juguetona.

—– Mañana lo volverás a hacer. Estoy segura —– murmuró riendo también.

—– Me disculpo por hoy, no por mañana, mamá.

La mujer negó ofendida, pero se solucionó en pocos segundos, cuando su hijo la abrazó y quedó acurrucada en el pecho de este. Correspondió al abrazo con dificultad, Jungkook había crecido y sus brazos no lo rodeaban por completo.

La calidez la abrazó y arropó hasta llegar a su corazón, donde muchas cosas fueron tocadas sutil e inmerecedora. Como cuando hay un estante lleno de copas frágiles por golpes anteriores, y un temblor las sacude, colocando en riesgo las resentidas copas.

Jungha se separó de su hijo y evitó su mirada.

—– Se va a quemar de verdad —– dijo en voz baja y se volteó concentrándose en el desayuno, omitiendo lo más que podía, esos sentimientos resentidos y frágiles a punto de ebullición.

Jungkook lo notó, más no quiso ahondar mucho en ello. Observó de nuevo a su madre y suspiró "Un paso a la vez" pensó.

Se acercó cambiando de tema, preguntando por su bienestar y temas triviales del día. Cualquier cosa con tal de alejar a su madre de esos pensamientos y también, alejarse él de los suyos.

Luego de desayunar, Jungkook estaba listo para ir al instituto. Abrazó a su madre y depositó un beso en su cabeza.

—– Si te sientes mal, llámame —– le dijo y ella asintió.

—– Estaré en el jardín de la abuela con la señora Chaer. No te preocupes —– se acercó y depositó un beso en su mejilla —– Todo saldrá bien hoy —– Él asintió y se giró, siguiendo la acera de la amplia calle —– ¡Jungkook! - volteó ante el llamado y vio a su madre con las mejillas sonrosadas y sus ojos cristalizados —– Te quiero.

Sus ojos se ampliaron y en su boquita se formó una tierna "O" y antes de que pudiera responder, su madre corrió a la puerta encerrándose en la casa.

Sus pies se quedaron fijos en su lugar, su corazón latía rápido y en su pecho, había una sensación plena de satisfacción.

Una sonrisa fue el mejor acompañante que Jungkook pudo haber tenido en años en ese trayecto de casa al instituto y, aunque él no se diera cuenta, sus mejillas estaban cálidas y sonrosadas.

Cuando llegó a la entrada del instituto respiró profundamente, recobrando la compostura y adentrándose al lugar donde era superficialmente aclamado.

Al cruzar las pulcras rejas dejaba de ser el chico con sentimientos encontrados, desnudo y vulnerable a las circunstancias, para ser el pilar que sostiene a un equipo, con la frente en alto y dando siempre una perfecta imagen.

Como era de esperarse, llegar a su salón fue una osadía. Varios estudiantes se acercaron a él dándole ánimos para el campeonato regional, rumbo a las estatales.

Finalmente pudo llegar a donde estaban sus dos amigos e integrantes del equipo, Yoongi y Hoseok.

—– Menuda mañana ¿No? —– preguntó Hoseok.

—– Será más difícil los próximos días, vamos a iniciar las prácticas para la temporada —– suspiró Jungkook, sentándose cerca de ellos.

—– Por cierto, tu casillero está que explota —– murmuró Yoongi.

Jungkook enarcó una ceja —– ¿Qué?

—– No me preguntes cómo, pero está lleno de cartas de fans, amores secretos y no se qué más.

—– Pero–

—– Buenos días jóvenes, empecemos la clase.

Y así, finalizó el inicio de conversa de los tres chicos, quienes se enfocaron en prestar atención lo que más podían.

Su cuaderno cada vez se llenaba de apuntes, necesarios e innecesarios. Jungkook tenía miedo de olvidar ciertos detalles que serían cruciales en el examen, si eso pasaba, se arrepentiría en gran manera y pasaría días lamentándose.

Mientras escuchaba las palabras del profesor, acompañado de las palabras más usadas cuando se acercan los exámenes finales; su pierna inició un movimientos ligeros de arriba a abajo, el lápiz que reposaba entre sus labios estaba siendo maltratados por sus dientes.

Quería romper el lápiz, mordisquear todo el suave material hasta que esa ansiosa sensación se fuera.

Cada vez con más frenesí quería agitar su pierna y morder el lápiz.

Hasta que yna mano en su pierna lo sobresaltó, estaba tan sumergido en sus pensamientos y nervios que no se percató del llamado que le hacía Hoseok.

—– Está bien —– le murmuró el rubio y sonrió.

El cuerpo de Jungkook quedó en quietud, fue consciente de que estaba respirando, de la víctima de grafito que tenía en los labios y de la mano de Hoseok en su pierna.

Caía otra vez en el laberinto de sus nervios y nuevamente, no se había dado cuenta.

Asintió débilmente al rubio que sonrió aún más grande y alejó el lápiz de su boca. El azabache desvió su mirada cargada de vergüenza y tristeza hacia el escritorio, Hoseok no se atrevió a quitar la mano que aun sostenía la fuerte pierna, al contrario, con su pulgar hizo círculos sobre la tela, haciéndole saber al menor con ese gesto, que estaba junto a él.

Para su suerte, el timbre sonó.

Apresurado, Jungkook guardó sus cosas en la mochila y salió sin esperar a sus amigos.

Hoseok y Yoongi se miraron sin moverse de sus lugares.

—– Media hora libre —– habló Yoongi.

—– Regresará cuando suene el timbre —– suspiró el rubio —– No debe ser fácil.

—– Menos ahora que se acercan los exámenes finales.

—– Estará bien —– sonrió Hoseok —– Jungkookie es fuerte y valiente, estará bien.

—– Buenos días —– ambos chicos miraron a la puerta del aula y se toparon con Taehyung, el presidente del club de arte.

Taehyung sintió las miradas profundas y preocupadas en los semblantes e involuntariamente, se preocupó también, pero, al no notar a cierto azabache, un ligero temor ensombreció sus emociones.

—– Deberías aprovechar la media hora, Taehyunggie —– dijo Hoseok batiendo su mano —– Jungkookie está en los vestidores del equipo.

Comprendió que algo había pasado y creía saber que era. Sin esperar alguna otra información, hizo una reverencia y se despidió de los chicos, para ir en busca de Jungkook.

Su relación con Jungkook era compleja.

Estudiaban en salones diferentes pero, ambos estaban en el último año. Jungkook capitán del equipo de básquet y Taehyung, líder del club de arte.

A la vista de todos, eran una pareja ideal, excelente promedio, superficialmente guapos y deseados por la mayoría del instituto.

Aun así, ellos no podían llamarse pareja.

Solo tenían sexo convencional desde hacía un año y casualmente, no salían con nadie más.

No tenían etiquetas, no se habían dicho un te quiero si acaso. Era una gran evidencia que la relación era meramente superficial, sin sentimientos de por medio.

O eso pensaban.

Apresuró el paso y reconoció el pasillo de los vestidores, estaba vacío lo cual era bueno en comparación de los otros pasillos que dirigían a la cafetería o el patio.

Respiró profundamente al llegar a la puerta, tocó mas no recibió respuesta, suspiró y entró despacio, observando cada fila de casilleros y asientos buscando al pelinegro.

Sonrió cuando lo vio apoyado en las baldosas color verde, su cabello estaba por debajo de sus ojos, cada hebra goteaba un hilo de agua, su mochila estaba a varios metros de él y de fondo, acompañaba el ambiente una melodía triste que el azabache tarareaba.

Taehyung dejó su mochila y la carpeta que llevaba en su mano en los asientos y se sentó al lado de Jungkook; se percató que la mirada de éste, estaba perdida en algún lugar de su pantalón.

Tomó una de las manos extendidas del azabache y la entrelazó con la suya.

En el silencio de los vestidores, lo único que se escuchaba eran las respiraciones calmadas de ambos, pero, si colocabas un poco más de atención, un golpeteo incesante y veloz del corazón de Taehyung se podía escuchar.

El castaño tragaba lentamente en un fallido intento de calmarse, pero ¿Cómo podría? Si sus manos encajaban perfectamente, ambas palmas juntas se tocaban y los dedos del mayor se cerraron, afirmando el agarre.

"Dios, debo controlarme. No es el momento" se decía el castaño así mismo.

—– Lo volví hacer —– la voz grave y ronca lo sacó de sus pensamientos. Lo miró y esperó a que prosiguiera —–Me dije esta mañana que sería un lindo día, pero, el profesor no dejaba de mencionar lo importante que eran los exámenes y las calificaciones promedios para alcanzar carreras. Me hizo pensar en la beca y en cuánto la necesito —– suspiró antes de continuar —– Antes de entrar al salón, se me acercaron diciendo, esperamos mucho de ti en el campeonato.

Y Taehyung fue testigo de cómo su pierna tembló ligeramente, de cómo la palma del mayor sudaba debajo de la suya y la respiración comenzaba a tomar un rumbo errático.

—– Kook —– susurró, Tae. Buscando calmar al mayor, se arrodilló frente a él y tomó ese rostro níveo entre sus manos. La mirada oscura del mayor lo recibió y abrazó con violencia. Se sintió atraído por esas joyas en bruto —– Está bien. Respira. Estoy aquí.

Jungkook obedeció cada palabra que decía Taehyung.

Su voz grave era todo lo que estaba bien en ese momento, su presencia lograba calmarlo, por lo que ambas manos se posaron en la cintura del menor y lo sentó a horcajadas sobre él.

Lo necesitaba cerca.

Taehyung se sorprendió ante el acto y un quejido salió de sus labios ante el contacto repentino de sus piernas sobre las del mayor.

—– Mamá está usando el bastón de nuevo —– dijo en voz baja —– Tiene dolor y no quiere decírmelo. Aun... —– su voz se entrecortó —– Aun no confía en mí.

Y esa fue la gota que derramó el vaso.

Todo lo que necesitaba Jungkook para desbordar en llanto.

Uno contenido desde que vio el bastón gris en la mañana.

Uno que reservaba desde esa noche en el hospital.

Un llanto que lo hacía sentir vulnerable, inútil e idiota.

Sus lágrimas no solucionarían nada, pero, ahí se encontraba, llorando entre los brazos del castaño como si no hubiera mañana y esa fuera su única oportunidad para desbordarse.

Taehyung por su parte, lo abrazaba lo más seguro que podía. Sentía que podía quebrarse y desistir en cualquier momento y él no quería eso.

Por sus mejillas, un recorrido de lentas y tortuosas lágrimas contrastaban su piel.

Su tristeza era silenciosa, porque él deseaba ayudar a Jungkook.

Con toda su alma, necesitaba ayudarlo.

A veces no entendía, cómo algunas personas con un buen, lindo y sensible corazón tenían que pasar por situaciones tan difíciles que seguramente, no pidieron pasar.

Aun así, Taehyung sabía que eso que Jungkook veía como su debilidad, era su fortaleza.

Solo que no era el momento indicado para darse cuenta de ello.

[1/3]

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro