Capitulo 6: Lagrimas en el altar
Había música en el ambiente, una que mi papá solía evitar escuchar y no entendía por qué sonaba de fondo. Cuando abro los ojos me encuentro en el patio de una casa bajo la noche fría y la música proviene de lo que parece ser una bodega que se encuentra entre abierta y tengo curiosidad de acercarme a ver.
—¡YuMi!— La voz de mi padre se escucha tras de mí entre la noche y lo veo parado a unos metros haciéndome señas. Yo me siento muy feliz de verlo y dejó de lado la curiosidad de ese lugar y la música corriendo hacia él.
—Vamos a dentro— me tomó de la muñeca y me guió dentro de la casa, donde no veo más que siluetas que pasan entre nosotros.
Nos acercamos a una mesa de donde toma un vaso y me lo entrega. El vaso que contiene algo que huele a jugo de fruta con alcohol. Me mira con una sonrisa y bebe de su vaso el cual parece tener lo mismo.
—¡Bébelo todo YuMi! Te lo preparé para ti así que no te preocupes— sonrió esperando a que llevara el vaso a mis labios y bebiera gran parte de su contenido.
El licor comenzó a marearme y mi padre lo notó, me sentía algo débil para ser exacta y mis piernas temblaban un poco. No terminaba de comprender que hacía mi padre en un lugar como este, no era el orfanatorio o algunas de las organizaciones de caridad en las cuales participa.
— Vamos arriba para que te recuestes— rió papá, no una risa de burla, una risa nerviosa porque sus manos temblaban un poco cuando me rodearon para sostenerme y subir escaleras.
Caminamos por un pasillo y entramos a unas de las puertas del costado donde había una cama y poca luz. Me recostó y quitó mis zapatos pero al parecer él no pretendía quedarse.
—¡No te vayas, appa!— le dije tomándole la muñeca — Quédate conmigo hasta que me sienta mejor— apenas podía enfocar la mirada.
—Estarás bien, solo duerme un poco— acarició mi cabello — Estaré en la puerta...— se levantó de la cama y salió.
—¡No appa!— intenté sentarme en la cama pero una mano en mi pecho me obligó a recostarme y miré hacia su dirección sin poder ver mucho. Todo estaba borroso y me invadía una sensación de entumecimiento por todo el cuerpo.
Había más personas en la habitación. Tres siluetas se refugiaban en la oscuridad y se fueron acercando una a una con sus ojos penetrantes y salvajes con sus manos fuera de control.
—¡Appa!— alcé la voz pero no podía gritar del todo, como si mi boca estuviera dormida — ¡Appa ayuda!
La desesperación de no poder hacer nada, de sentirme envuelta en manos que no eran mías ante mi cuerpo. el cual veía pero no sentía, las risas, los ruidos de esos hombres sobre mi. Todo era tan confuso, tan horrible y a la vez tan...real.
Desperté sin sobresalto.
Fue así como abrí los ojos y me quedé en mi posición, petrificada. Miré el techo moviendo cada músculo de mi cuerpo con lentitud como si todavía estuviera bajo los efectos de aquel jugo y licor que mi propio padre me había dado en ese lugar tan extraño. Lloré inmóvil sobre mi cama, tenia una mezcla de miedo, rabia e impotencia porque se había sentido tan real como la presencia de mi padre en la puerta sin poder atender a mis gritos. Tenía la sensación que estos hombres que estaban conmigo en esa habitación no habían usado mi cuerpo débil y hormigueante para algo bueno, sin embargo había despertado y estaba en la casa de campo de soltera de la Sra. Kwon.
Ese licor podría ser el símbolo de mi paranoia respecto a los hombres, aquella que implantó mi padre en mi y que no surge efecto contra JungKook. Lo pensé mientras estaba preparándome para ir a la capilla para confesarme.
Miré la fachada de la capilla por un momento. No había mucha gente en las calles ya que todos se habían ido hacia la parcela que prestaban para celebrar la fiesta del artesano de la zona. Parecía un pueblo fantasma pero yo iba entrando al lugar más santo que conocía por aquí.
Cuando entré empujé la puerta lentamente evitando hacer ruido. Habían velas encendidas en el altar y flores frescas en los grandes floreros de cerámica y el olor a cera sobre el piso de ladrillo viejo y gastado. El frío del lugar se me coló en el cuerpo a pesar de haber traído un cárdigan para arroparme.
La infinidad de bancas me abrían paso hacia el altar pero no caminé hasta allá hasta que unté mi mano en el cuenco de piedra que tenía agua bendita y me persigné con ella haciendo una reverencia hacia la figura de Cristo crucificado, aquella imagen que siempre me pareció grotesca.
Caminé por el pasillo lentamente acercándome hacia el altar un poco arrepentida de lo de la cantera ayer por la tarde. Comenzó a pesarme y perseguirme la idea de que JungKook podría pretender ser mi amigo y tomar provecho de mi, como cualquiera lo haría con una chica tan ingenua como yo. Ya lo habían intentado antes y eso no quitaba que lo intentaran ahora que estaba lejos de todos.
Los murmullos provenientes de la puerta del costado del altar se hicieron presente y de allí apareció el padre junto a la Sra. Kwon. Ambos parecían sorprendidos por mi inesperada aparición o al menos eso me hizo saber la Sra. Kwon la cual se acercó a mí para cogerme de las manos y saludarme.
—La espero en el confesionario, Srta. Han— dijo el Padre Lee mientras se acomodaba su sotana yendo hacia la caseta del confesionario al costado izquierdo de unas bancas.
La Sra. Kwon me vió a los ojos y se acercó a mi oído para susurrar.
—No le cuentes de lo que haces con ese chico, eso es entre tú y él y ni Dios, ni el Padre Lee deberían opinar de ello— me besó la mejilla y pasó por mi lado saliendo por el pasillo a paso moderado sin mirar atrás.
Entré a la cabina tomando asiento en el incómodo lugar que tenía una pared divisoria y una pequeña apertura tapada con un visillo donde ni el Padre Lee ni yo logramos vernos los rostros.
—Ave María purísima— dijo él iniciando la confesión.
—Sin pecado concebido
—Comienza a decirme tus pecados YuMi, dilos todos para quedar limpia totalmente ante los ojos del Señor— lo sentí respirar profundo como si estuviera impaciente por escucharme.
—Bueno Padre, yo le he mentido a mi appa acerca de mi estado de salud el domingo pasado— inicié con una verdad absoluta —Le dije que estaba enferma pero solo había olvidado venir a la ceremonia—.
—¿Por estar con ese muchacho en la casa de Kwon SoRa?—preguntó y me extrañó que dijera el nombre completo del cual yo no tenía conocimiento. La Sra. Kwon SoRa.
—No estuve con ningún muchacho, Padre Lee— repetí presionando mis manos contra mi pecho por la angustia que me provocaba el momento.
—YuMi, tu crees que no te vemos pero si lo hacemos— sus palabras me resultan escalofriantes —Y más que mirarte a ti lo vemos a él. Ese muchacho de cabellos largos y aspecto extraño. ¿No te parece imprudente relacionarte con gente de la cual no sabes de donde salió?
—Padre Lee, toda la gente del pueblo es nueva para mí— respondí —.No conozco a mucha y él fue amable—miré mis zapatos contra el piso de madera de la caseta de confesión —. No reconozco mi error en querer conocer a otras personas—.
—Se han frecuentado bastante como para ser solo un chico amable— dijo entre ironía y sarcasmo —¿No te das cuenta que él puede ser el mismo demonio llevándote hacia el pecado?— alzó la voz algo molesto —. Has pensado en él como un ser de carne y hueso con un aspecto que podría engatusarte. No olvides que el demonio es un Ángel— abrí los ojos de golpe al escuchar ese apodo, ángel, como él me decía —. ¿Te ves a ti misma siendo empujada hacia el infierno mientras te toca entre las piernas haciendo que liberes sonidos que llaman a más demonios a consumir tu alma?— seguía diciendo llenándome de ansiedad y palpitaciones aceleradas de mi corazón —¡Y te llaman a seguir cometiendo pecado una y otra vez y no puedes parar de desearlo sobre tu cuerpo llenándote de su sucia esperma!— pero él parecía más alterado que yo.
—Padre
—¿Crees que tu padre te ha cuidado de esto porque no te quiere y aprecia?—dijo haciendo una pausa con una respiración profunda —. Tu padre sabe lo que es caer en la tentación del demonio y lo vió actuar ante sus propios ojos haciendo que se ahogara con su propio aire y sus pulmones dejaran de funcionar bien. Han Woo Sik vió el rojo puro frente a sus ojos, YuMi, y sabe lo que es jugar a ser perseguido por el pecado y estaba evitando que tú lo hicieras—.
—No considero que tenga algo malo entregarse al amor — pensé en JiMin y en el deseo que me inundó el cuerpo de abrazarlo ahora.
—¿Entregarse al amor?— rió con sarcasmo —¡Al único al cual le debemos amor es a Dios!— respondió crudamente —Lo demás es sufrimiento. ¿Por qué crees que dar a luz una criatura nacida del pecado carnal es tan doloroso para una mujer?
—Es un acto de amor— repetí con un poco de molestia ante lo que decía, un bebé jamás sería un pecado.
—Lo es. ¿Por qué crees que existe el bautismo?—replicó haciéndome sentir perdida entre mis argumentos.
—Un bebé es el fruto del acto de amor más profundo entre dos...
—¡Muchas veces es un castigo divino por ir contra las reglas del señor, YuMi! Es una maldición de carne y hueso que te recuerda cada día de tu vida que eres un pecador— parecía enceguecido por una rabia interna y podía sentir a través de ese visillo y entreveía que presionaba sus manos contra la tela de su sotana.
—¿No crees que tú has sido un pecado imperdonable, Han YuMi?— dijo con una voz ronca casi en un susurro que alcancé a oírlo y me dolió en el alma —. ¿El que seas huérfana no te hace pensar que eres un error y por eso tus padres te abandonaron?—.
Me cubrí la boca para que no escuchara mis sollozos. Aquel comentario había roto algo en mi ser y en ese momento caí de rodillas contra la madera de la caseta y me hinqué a llorar.
—Deberías orar toda la tarde— dijo en demanda —Por tus padres biológicos, por tu pecado original y tu mente sucia y depravada y también por tu padre adoptivo que podría ser casi un demonio en persona tras esa piel de buen hombre— se levantó de su asiento en la caseta y lo escuché caminar por el pasillo hasta salir de la capilla dejándome a solas en el suelo frío llorando a mares.
Mis manos humedecidas y frías limpiaban las ultimas lagrimas que me brotaron. No tenía noción de tiempo, mi cuerpo estaba frío y tembloroso tanto como para cuestionarme si seguía viva. Había un silencio sepulcral en el lugar y las velas del altar se habían apagado luego de consumirse por completo.
Cuando tuve fuerzas para alzarme y salir de la caseta me dirigí al altar y me hinqué frente al Cristo. Lo mejor que podía hacer era rezar ahora que me sentía triste, sola y con un millón de dudas en mi mente de las cuales no buscaría respuesta hasta que me sintiera estable.
Cerré los ojos e inicié mi rezo pero las puertas de la capilla se abrieron de par en par y los pasos apresurados de alguien me hicieron voltear a ver. Era él, era JungKook.
—Te busqué en la fiesta pero no te vi...— cuando llegó a mi lado se arrodilló y vió mi rostro con todos los signos de llanto y por mucho que corrí mi cara para que no me viera me sostuvo del mentón para mirar —. ¿Qué te hizo ese hombre?—me preguntó como si hubiera sabido que el Padre Lee era el culpable de todo.
Yo lo miré y me desbordé nuevamente en lágrimas sin lograr explicarle nada pero sin pedirlo me abrazó, lo hizo tan firme que me di el permiso de desvanecerme en sus brazos dejándome llevar por el dolor que sentía por dentro helándome la sangre.
—Nadie me ama, JungKook— dije contra su pecho — Me abandonaron porque no me aman— suspiré en un bucle sin lograr respirar con normalidad entre mi sollozo.
—¡Respira ángel te estas ahogando!— me dijo apartándose de su pecho indicando como respirar profundo una y otra vez y le imité porque sentía que se me iba la vida en esa profunda pena.
Me limpió las lágrimas de mis mejillas y esta vez él comenzó a llorar pero parecía no notarlo porque su semblante era tan pacifico mirándome como si proyectara mi tristeza en él ya que yo dentro sentía paz. JungKook había comenzado a lagrimear con el mismo semblante que tenía la imagen de Cristo en la cruz, enfrentando un destino que seguramente no eligió.
—¿Por qué lloras?— le pregunté sintiéndome más aliviada.
—No lo sé, quizás verte llorar me transmitió algo. Lo siento— se limpió las lágrimas —. ¿Quieres ir a casa o vas a la feria? Tus niños están esperando presentar el poema que le enseñaste. Te estaban buscando y noté tu ausencia luego de ello—.
—Creo que necesito lavarme la cara y arreglarme un poco, no quiero que me vean así—me levanté de la banca y reverencié ante el altar. JungKook se levantó y miró hacia el mismo lugar pero no hizo nada, solo caminó por el pasillo frente a mi pero con mi mano firmemente cogida sacándome de allí sin haber hecho ningún rezo.
Me subí a su auto y partimos rumbo a casa en silencio, pero ese instante me recordó a la capilla sin ruido y fria así que rompí aquel sonido del auto contra la tierra y las piedras haciendo un comentario hacia JungKook.
—No se nada de ti— le miré por el rabillo del ojo —El Padre Lee cree que no eres un hombre de fiar— al decir esto JungKook liberó una risita como de niño pequeño haciendo que me detuviera a mirarlo por un momento impresionada por su acción —. ¿No dirás nada?—.
—El Padre Lee es el hombre menos indicado para decir eso mí querida YuMi— parecía tan seguro de lo que decia que me seguí cuestionado.
—¿Por qué lo dices?.
—Porque la gente de fe como él es la que peores pecados carga—.
—¿Y tú qué pecados cargas?— le pregunté para dejar de pensar en aquello.
—Ninguno— sonrió y me miró por un instante —El beso de un ángel es capaz de limpiarte de todo pecado y a ti YuMi te he besado tanto que casi llego al cielo— su mano salió del volante para acariciar mi mejilla —No quiero verte llorar otra vez. No mereces pagar por el daño que otra gente hace desde el miedo—.
—Quizás yo también soy igual de pecadora— miré el camino a casa con un pesar en mi conciencia —Mírame, aquí estoy junto a un chico que a penas conozco camino a casa en un pueblo que nadie sabe que existe, sola y con un dolor en mi alma que no tenia esta mañana— suspiré cansada de sentir pena por mi misma.
—Tienes un padre que te ama y seguramente tu madre también lo hace y te esperan en casa— JungKook habló desde la ignorancia y reí al pensar que jamás le había dicho que era adoptada.
—No JungKook. Mis padres me abandonaron de bebé y viví en un orfanato mis primeros años de vida y el que ahora es mi padre es un hombre que me adoptó a sus treinta años— puse la vista del campo abriéndose ante mi —Pronto tendré la edad que tenia mi padre cuando me adoptó y sigo huyendo de mis pesadillas con los hombres. Quizás nunca pueda ser realmente feliz—.
—Pero ese tal JiMin del que hablas a veces... debe estar esperándote—aludió sin dejar de conducir.
—O reemplazándome con otra mujer. Quizás ya rehízo su vida en este tiempo a solas— miré mis manos ya menos rojizas y más tibias.
—Puedes reemplazarlo conmigo si quieres— su oferta saltó a la conversación como un chiste porque sonreí a pesar de que no fuera algo gracioso —. Lo digo en serio, yo realmente me siento cautivado por ti. Eres una mujer con una luz especial—frenó fuera de casa y miró hacia la entrada y luego hacia mí acercándose más y más —. Si quieres puedo mostrarte allá adentro cuan especial eres para mi— la intensidad de su mirada hizo que mi estómago diera un vuelco de emoción y me acariciara las rodillas.
—Vengo de la capilla queriendo confesar...— dije mirando hacia sus labios.
—¿Es un pecado darle placer a una persona que lo merece?— colocó uno de mis mechones de cabello tras mi oreja —Sobre todo si la encontré llorando ante los ojos de Dios por culpa de un hombre religioso—besó mi mejilla —. Si Dios no es capaz de hacerte feliz dentro de sus doctrinas tan duras ¿Por qué quedarte ahí esperando que te salve del pecado?
—JungKook...— suspiré al sentirlo en mi cuello repasando sus labios contra mi piel fina.
—Está bien— se alejó con lentitud y prudencia, miró el volante incorporándose en el asiento con un aire de incomodidad por su atrevimiento.
—¿Quieres entrar conmigo?— lo miré y luego me bajé del auto para abrir la reja fuera de casa.
¡YuMi por Dios!
¿Qué les parece el JungKook de esta historia? ¿Se han pasado a dejar comentarios y amorcito a las otras historias de la saga?
Cada estrellita/voto es un abracito para nuestra Han YuMi <3
Esten atentas a las actualizaciones de @liveforjk @doraislove @WangNini_
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