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Capítulo 2: Una mente traicionera

Eran las dos de la madrugada cuando siento unos golpes en mi puerta de forma constante. Me levanto desconcertada por lo sucedido, arrastro los pies en mis zapatillas de levantar y me cubro el cuerpo con un cárdigan que mantengo a los pies de mi cama y al abrir la puerta me encuentro a mi padre.

—¿Appa?— dijo antes de que él se acerqué a mi a darme un abrazo —. Es tarde ¿Cómo llegaste hasta acá?

—¡Dime que estás bien!— me tomó de los hombros con firmeza.

—¿De qué hablas, appa?— estaba confundida y él se veía alterado.

—¡Ellos quieren eso de ti, ellos quieren engatusarte y luego hacer de tu cuerpo un templo de la perdición!— se quejó sin soltarme los hombros con fuerza —¡YuMi, escúchame!— mi rostro fue envuelto por las palmas de sus manos —. Te dirán que se siente increíble pero eso es lo que quieren, llenarte de su esperma y marcarte como su propiedad metiendo sus penes, no los dejes YuMi, ¡NO LOS DEJES!


Abro los ojos de golpe y me siento en la cama con náuseas. Corro hacia el baño y logro vomitar saliva y un poco de bilis con un miedo enorme que me hace temblar. Me hinqué en el piso buscando calmar mi ritmo cardiaco antes de sostener mi cuerpo junto al lavamanos.

Mi padre es mi bendición pero es muy extremista cuando se trata de mi interacción con los hombres. Mis amigas tienen la teoría de que de pequeño fue abusado como muchos hombres perturbados en su niñez y eso explicaría el hecho de que jamás se casó o se emparejó con nadie.

Yo sin ser de su sangre, era concebida como su tesoro y la persona que le trajo un poco de alegría a su vida. Para mi él era ese hombre que se acercó a mí cuando tenía seis años en el patio del orfanato en el cual vivía, para curar mi rodilla que sangraba después de una caída.

—Hay dolores más grandes que una rodilla raspada, querida — limpió con un pañuelo la sangre que brotaba de ella —. Guarda esas lágrimas para otro momento— limpió con sus manos mis lágrimas y me sentí contenida por primera vez en mi vida.

Se transformó en mi padre unos meses después cuando logró conseguir todo lo que requería para serlo y me llevó lejos de ese lugar para tener una mejor vida de lo cual estoy muy agradecida, excepto por una cosa... el temor que le tenía a los hombres.

Mis amigas se burlaron la primera vez que dije que el sexo no era algo bueno y era concebido como algo negativo, es más, algo prohibido; para ese entonces tenia diecisiete años y todas ellas habían perdido su virginidad. La manera en la que yo veía el mundo estaba teñida por un miedo indescriptible ante el contacto de los hombres contra mi piel.

Por ello fracasé cada vez que JiMin se acercó a mí para hacerme suya y fue una de las razones por las cuales estoy acá y no con un anillo en mi dedo. Él fue quien comprendía más mi situación, tachaba a mi padre como un hombre sin sentido y devoto de Dios pero uno muy perturbado, yo no podía cuestionarlo porque ahora a mis veintiséis años si consideraba que podría ser cierto, pero lo quería, lo respetaba por sobre todas las cosas.

—Señorita Han— habló tras la línea el Sr. Yoon —. Solo ha venido un niño hoy a las clases y lo he enviado a casa así que no venga hoy— mencionó con lastima —. Los otros niños han presentado malestares de estómago ¿Usted está bien?

Pensé en el vómito de la mañana pero también en mi pesadilla y reposé mi trasero contra la mesa del comedor mientras le daba mi respuesta al Sr. Yoon.

—Sí, gracias por preguntar— me limité a responder —¿Podría usted avisarme cuando los niños estén mejor y visitarlos luego?

—Por supuesto, Señorita Han— sentí como hablaba tras una sonrisa —. Tómese un descanso hoy, el sol está luminoso— miré a través de la ventana, tenía razón —. Sería un día perfecto para ir a la cantera a darse un baño ¿No lo cree?—.

—Claro, suena a un buen plan— pensé en la última vez que visité ese lugar de agua cristalina al otro lado del puente que dividía la zona.

La llamada se cortó y decidí preparar una merienda para llevar conmigo para mi paseo a la cantera y con ello mi computadora esperando poder encontrar inspiración en el lugar.

Me subí a mi bicicleta y pedaleé hasta el lugar disfrutando del viento en la cara y el paisaje.

• ──────────── •

Una vez allí aseguré mi bicicleta apoyada bajo un árbol, acomodé mi bolso al hombro y me dispuse a bajar pero algo me detuvo y me quedé petrificada viendo hacia el agua la figura desnuda de un hombre, JungKook.

Su cabellera mojada peinada hacia atrás, su torso frondoso y el agua cubriendo su cintura. A pesar de la distancia se podía divisar que estaba en completa desnudez disfrutando del agua de la cantera antes de que yo llegara.

Sentí morbo al mirarlo pero aunque no quisiera una sensación me llamaba a hacerlo, como un imán que me llevaba a buscarlo con la mirada. Dejé mi bolso recostado contra la fina hierba nueva y me apoyé contra un árbol mirando lo que sucedía, algo en mi me solicitaba con urgencia verlo fuera del agua.

Pero la curiosidad tiene dos pies izquierdos y resbalé al acomodarme tras las ramas y terminé contra un charco de lodo empapándome de ese espeso líquido mal oliente.

—¿Señorita Han?— sentí el agua agitarse pero cerré los ojos para no sentirme avergonzada por el momento.

—¡Estoy bien!— intenté pararme pero tenía lodo en el rostro y no veía bien.

—Déjeme ayudarla, por favor— sentí su mano acariciar mi rostro limpiándolo, su piel estaba fresca, emanaba un frío propio del agua de la cantera y goteaba cerca de mi.

Lo miré impresionado por lo interesante que lucía ahora, mojado con los labios amoratados por el cambio de temperatura. Me tendió la mano para sacarme del charco y me acercó a la orilla para que me quitara el lodo de las manos y brazos. El short que traía puesto y la blusa estaban impresentables y me arrepentí de no haber traído nada con que cubrirme ahora que debía quitarme lo puesto.

—¿No pensará oler así de vuelta a casa o si?— se anudó una toalla en la cintura y se acercó a mí nuevamente como la última vez en la cocina de mi casa —. Tengo una camiseta en mi bolso para que ocupe mientras lavamos su ropa sucia en el agua de la cantera—.

La intensidad del momento me paralizó y solo asentí mirándolo a los ojos como una niña pequeña o una jovencita frente al chico interesante de su curso. Fue entonces cuando sentí las manos de JungKook sobre mi pecho desabrochando mi blusa para sacarla de mi cuerpo haciendo lo mismo con mis pantalones.

Reaccioné a levantar los pies para sacarme los pantalones y me vi en ropa interior frente a un hombre que obviamente estaba desnudo bajo esa toalla pero a diferencia de otras veces no sentí miedo, sino algo nuevo.

—Creo que su ropa interior está un poco manchada— miró mi pecho sin pudor —. Sería mejor que se diera un baño con todo puesto— miró el agua —. Si gustas te dejo a solas

—¡No, no te vayas!— le tomé la mano para que no se apartara.

—¡Eso es nuevo YuMi! Esa tarde en su casa me veía como un completo extraño. Si obviar la forma en la que me miró cuando limpiaba su herida ayer— sonrió —. Obviamente me quedo para cuidarla y así no caer al lodo nuevamente— sonrió y tomó asiento en la hierba mientras me veía acercarme al agua.

Caminé hacia el agua sin mirar atrás y me sumergí de una vez para evitar sentir aún más el cambio de temperatura. Nadé un poco más al centro lejos de la vista de él y comencé a frotar mis manos contra las manchas de lodo que habían traspasado la ropa haciendo que mi cuerpo tomara un calor distinto a pesar del frío del agua.

JungKook desde la orilla esperaba paciente sentado contemplando a la distancia y luego mirando el entorno haciéndome sentir protegida en cierta forma. Lo miré y a mi mente vinieron pensamientos que en su momento tuve a solas con JiMin y en medio de esos pensamientos sentí que algo se ajustó a mi pie haciéndome sentir desesperada.

Comencé a patalear y jalar pero parecía hundirme más y el aire no era suficiente para dedicarme a pedir auxilio. Cuando sentí mi cuerpo sumergido completamente en el agua y mi pecho colapsar pensé en lo peor hasta que unas manos me alzaron. Me estaba ahogando.

Cuando me sentí completamente sumergida en el agua con el corazón acelerado pensé en que moriría y más allá de ello era que moriría en ropa interior en una cantera ante los ojos de un chico que estaba semidesnudo en el mismo lugar, a solas. Pero JungKook fue más rápido y m rendí entre sus brazos mientras me llevaba nuevamente a la superficie.

—¡Vomite el agua!— dió golpecitos en mi espalda alzándome contra su hombro, yo hice lo que me pidió liberando con facilidad escupiendo un poco de agua que había entrado por mi vía respiratoria.

Del susto y desesperación no me había fijado que mi sosten se había abierto por la parte frontal dejando expuesta y semidesnuda contra la piel de JungKook quien sin pudor me sostenía de los muslos con firmeza y me deslizó de vuelta al agua si soltarme del todo.

—¿Estas bien?— quitó el cabello de mi cara y buscó mirar mi rostro a pesar de las ganas que tenía de mirar mi desnudez, podía verlo en su rostro.

—Sí, voy a la orilla— me giré y nadé hasta la orilla tomando mis pertenencias para descansar en la hierba bajo el cálido sol para secarse.

Jung Kook nadó hasta la orilla y salió del agua esta vez en ropa interior, lo miré sacudirse y tenderse junto a mi al sol. Su pecho fuerte y demarcado por cada músculo existente en él brillaba contra el sol y las gotitas de agua que lo decoraban resbalaban por sus costados abandonando su piel por completo.

—Nunca me había pasado eso— mencioné mirando el agua —. Esa zona no tenía algas ni ramas— cuestión dentro de mi lo que había sucedido.

—Quizás las tormentas del invierno arrastraron cosas al fondo de la cantera, eso suele suceder— me miró de costado sorprendiéndome viéndolo de la misma forma.

—Gracias por salvarme— agradecí su acto y volví mi vista hacia el agua. Me cubrí el cuerpo con mis manos  abrazándome las rodillas contra el pecho.

—Espero que después de esto te sientas más segura con mi presencia— se inclinó para tomar asiento y quedar a mi altura contra la hierba.

Su cercanía no me intimidaba, ni siquiera el roce de su manos cerca de la mía contra la hierba fresca y nos miramos casualmente como si fuéramos cómplices de algo de lo que yo no sabía.

—¿Me prestas tu camiseta?— miré mi cuerpo semi desnudo con ganas de levantarme por mi bolso que descansaba en el altillo natural.

JungKook estiró su mano hacia el costado alcanzando la prenda y me la entregó para verme colocarla con calma; me levanté por mi bolso y volví por el otro costado con miedo de caer al lodo nuevamente. Pensaba en cómo repartir la comida que traía en el bolso entre los dos porque era menuda pero hallaría la forma de ser gentil con mi salvavidas.

—Tengo algo de comida. Es poca pero se puede repartir— abrí mi bolso y noté la presencia de un sándwich adicional que no recordaba haber preparado y un recipiente con más fresas de las que había colocado.

Extrañada saqué la comida y la dejé entre nosotros y mi computadora descansó en paz en el bolso tras de mí.

—Si queremos que tu ropa se seque debemos colocarla al sol— se levantó en ropa interior y recogió mi ropa para colocarla en una roca que había cerca de la cantera estirada contra el sol. Volvió rápidamente a mi lado y se sentó para coger un sándwich.

Miras lo veía hacer todo aquello pensé en JiMin, a quien jamás lo vi en esas fachas, ni siquiera en ropa interior y ahora tenia frente a mi otro chico, mostrando su cuerpo sin un disimulo absoluto y que por supuesto había visto el mio antes de que JiMin lograra verme después de todos los meses de relación que habíamos establecidos. 

¿Te tenia JungKook, el chico nuevo del pueblo que no tuviera JiMin?

—¿A esto le llamas traer poca comida?— sonrió mientras masticaba a gusto —¡Está delicioso!

—Yo estaba segura que había traído una porción de cada una pero veo que no— miré la comida y le di un mordisco a mi sándwich.

—Quizás estábamos destinados a encontrarnos— dijo él y yo miré el agua con intriga pensando en todas las veces que me había sometido hasta esta profundidad y nada me había pasado.

—Puede ser— sonreí al sentirme agradecida de seguir viva.

—YuMi— habló luego de limpiarse las comisuras con migas del sándwich —. ¿Qué hace una mujer como tu en un pueblo como este?— me miró luego, fijamente esperando su respuesta.

—Ayudo a los niños de la escuelita...— fui interrumpida por una risa irónica instantánea de su parte.

—No me refiero a eso en realidad. Sino a la verdadera razón— se acercó a mi reduciendo el espacio entre ambos, como si fuera a decirme un secreto —¿Qué te trajo aquí realmente Han YuMi? — miró mis labios como si fueran una fruta apetitosa y al notar aquella fuerza magnética entre nosotros me aparté y miré hacia el frente la luz del sol reflejarse en el agua. Aquella acción hizo que se alejara.

—No se por que haces esas preguntas— respondo breve —Supongo que busco paz como todo el mundo— me giro a mirarlo —¿Y tu a que vienes a este pueblo?

—A olvidar cosas supongo. También busco paz— su vista pasó del agua hacia mi de forma instantánea y esbozó una sonrisa la cual contemplé con gusto —¿Te habían dicho que luces muy guapa con el cabello mojado?

—Nadie me ha visto así— peiné mi cabello con los dedos y me sonrojé notoriamente ya que sentía que mi rostro hervía.

—Entonces me considero afortunado. Eres como ... un ángel— alardeó el llevándose una fresa a la boca.

Sus labios se entreabrieron y rodearon la fresa para machacarla con los dientes frontales. La saliva que envolvió lo que restaba hacía que la fruta brillara en sus manos y no tardó en llevarla nuevamente a la boca con gusto. Fue ahí cuando nuestras miradas se encontraron por un momento, su lengua acarició la pulpa de la fresa restante y luego jaló con los dientes quitando con sus manos en un movimiento opuesto las hojas verdes dejándolas en el pocillo donde las demás esperaban por ser devoradas por esos labios, ahora rojos y carnosos.

JungKook tomó una de las fresas y la llevó hacia mi rostro. Como si estuviera hipnotizada entre abrí los labios por donde acarició la punta de la fruta rojiza como si me pintara los labios, yo sostenía su mirada pero él parecía mas interesado en ver como la punta de la fresa entreabría mis labios con delicadeza. Me sentí en un especie de bucle que no parecía correcto, así que tome la fruta desde su mano y me la llevé a la boca masticándola con rapidez y me giré hacia el agua calmando la agitación de mi pecho.

JungKook no podía evitar sonreír mientras yo buscaba disimular lo húmeda que sentía mi entrepierna luego de esa extraña situación.

¿Que pasa por sus cabezas en este momento? Las leo...

No olviden pasarse por las otras historias de la colaboración....

@WangNini_  @liveforjk  

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