|☪ Cᴀᴘ. 083 ☪| sɪɴ ᴛʀᴜᴄᴏs ✔
|•JEON JUNG KOOK•|
Tras verla marchar con ese imbécil me dí la vuelta en busca de mi auto, no lo había dejado muy lejos de la posición en donde me encontraba.
Era una terrible mierda.
Me sentía destruído, como si me hubiesen arrebatado lo más preciado que hubiese tenido nunca y en efecto, lo habían hecho. Jules tenía a nuestro pequeño cachorro en su vientre, sus ojos me pedían a gritos que la ayudara, pero el imbécil de MinSeok tenía que llegar a interrumpir e impedir aquel momento donde me la llevaba a nuestro nuevo hogar.
Sí, nuestro nuevo hogar.
Había comprado una casa con un jardín inmenso, digno de una familia con muchos hijos que divertir, entretener y entrenar; era de conjunto cerrado y con vigilancia las 24 horas del día de los siete días de la semana y los doce meses del año, de cuatro habitaciones grandes con sus respectivos baños, un salón con sofás de cuero negro y crema, un lindo y extenso comedor donde entraría toda nuestra familia, amigos y conocidos (Posiblemente los vecinos), con una cocina increíblemente espaciosa donde es probable que sea el lugar más concurrido para concebir a todos nuestros cachorros... Y lo más importante, una piscina para que aprendan a nadar.
—¿El bebé está bien? —Aquella voz me hizo regresar a la realidad— Porque tienes una cara de preocupación que podría notarse a kilómetros —JaeBum y sus falsas preocupaciones por mi persona comenzaban a hacerse más extrañas.
—Sí. El bebé está bien, sólo estaba pensando —Sonreí falsamente, introduciendo mi mano en el bolsillo del pantalón, en busca de mis llaves.
—Te dejó por ese imbécil y negó por completo que ese cachorro era tuyo, ¿No es cierto? —Sus ojos oscuros analizaban los míos.
Me tensé por un momento, no sabía que mi vida privada era tan obvia para las demás personas.
—¿Cómo lo sabes? —Mi hermano leía las mentes ajenas y eso comenzaba a preocuparme...
Le hacía el amor a Jules soñando despierto y él estaba a punto de saberlo.
—El olor de Jules está fusionado con el tuyo. —Lo miré de forma confusa— Lo que quiero decir es que, sé que ese cachorro es tuyo, porque tiene el olor de ambos padres, ¿Ahora entiendes?
El dolor en mi pecho se alivió, sabía que mi instinto, olfato y mi sentir no me fallaban, sólo necesitaba que alguien externo al problema pudiera hacermelo ver.
—Gracias —Fue lo único que dije antes de tener mi primer impulso.
Abracé a mi hermano con fuerza. Hace más de unos milenios que no lo rozaba, si quiera lo miraba y ahora lo estaba abrazando, sentía un pequeño afecto por él dentro de mi corazón.
Quizás no estaba hecho de piedra y era capaz de perdonar.
—¡¿Qué se supone que haces?! —Se tensó ante mi repentino acto, pero por nada del mundo iba a soltarlo.
—Te abrazo, idiota.
[☪]
—¿Y esa cara? —Preguntó YangMi con interés.
Mi padre había cambiado a mi secretaria por una más... Sensual, que no tenía modales, ni siquiera entendía las normas para ser mi secretaria.
Sinceramente, ella podría entrar desnuda a mi despacho y no podría tener ni una erección, yo no me moría por ella y menos por unas cuevas bien puestas; sólo tenía ojos para Jules. Lo había decidido, tenía en claro que no quería ser jamás un perro de caza detrás de tantas faldas cortas.
—¿Cuándo te he dado el permiso de tratarme de manera informal? —Alcé una ceja, viéndola fijamente.
Había centrado mi tiempo en detener aquel acción y posibilidad que tuviera dentro de su cabeza; ya ni el ordenador me importaba en estos momentos, debía poner todo en su lugar.
Extrañaba a Kyo, por lo menos ella sí sabía que era tocar la puerta y esperar el permiso para entrar.
Mi padre estaba haciendo con mi vida lo que él quisiera y no iba a permitirlo más. Primero: Dejé que me manipularan para casarme con Nayeon, segundo: Dejé que trataran a Jules como cualquier cosa, sin reprochar su acción y tercero: Dejé que sus decisiones afectaran las mías.
Ya no más.
“Y por fin te das cuenta” —Dijo con cierta emoción mi lobo.
Debí hacerte caso —Confirmé lo obvio, dándome cuenta de mi gran error.
“Jamás te traicionaría” —Mi lobo se echó para mirar el gran espectáculo.
Aquella chica de cabello negro y largo, de largas pestañas, estatura promedio, vestimenta provocativa y cara seductora, me miraba con cierto asombro ante mis palabras.
—¿Escuché bien? —Soltó una risa burlona— Su padre me contrató para bajarle el estrés, señor Jeon —Sus intenciones eran claras: Seducirme.
Comenzó a desabotonar su camisa blanca que, estaba metida dentro de de la falda negra de tubo, con una lentitud abrumadora. Me sonrió y dejó a la vista su brassier de encaje negro. Me levanté y caminé hacia ella en pasos rápidos, ayudándola a cerrar su camisa de nuevo.
—¡¿Qué haces?! —Había enojo y reproche en su mirada, mientras yo abotonaba su camisa con rapidez.
—Evito humillarte en mi oficina, Sao YangMi. —Le sonreí y con paciencia me alejé de ella— Estoy enamorado y quiero casarme con ella, aún no sé cómo es que voy a lograrlo, pero de lo que estoy seguro es que ella caminará vestida de blanco hacia el altar, mientras yo la espero con la vista borrosa, gracias a mis lágrimas que amenazan con salir —Imaginarme aquel momento sólo me daban más ganas de desearlo.
La cara de YangMi era un poema entero.
Apartó mis manos de su camisa ya abotonada y me miró ofendida. Era normal cuando alguien rechazaba el trabajo de otro.
—¿Cómo no te gusta lo que ves y piensas en una boda al mismo tiempo? —Se cruzó de brazos y alzó una ceja— ¡LOS FINALES FELICES SÓLO EXISTEN EN LOS CUENTOS DE HADAS! —Gritó enojada y sólo me hizo entender lo que pasaba.
—Lamento que tu historia de amor no haya terminado como en cuentos de hadas, pero no por ello los demás tendrán el mismo final que tú. —Le dí una leve palmadita en su hombro— Deberías volver al trabajo, te llamaré si necesito algo —Le señalé la puerta y la invité a salir.
—Imbécil —Susurró dándose la vuelta.
—Mi futura esposa me lo dice todo el tiempo —Dije con cierto orgullo.
La miré marcharse y pude respirar con normalidad. Me dí la vuelta y me senté delante de mi gran escritorio, pero en un abrir y cerrar de ojos sonó el teléfono, interrumpiendo mi paz que había vuelto hace apenas unos segundos atrás. Tomé el teléfono local de mi oficina y suspiré de forma pesada.
—¿Si, YangMi? —No era necesario preguntar quien era, podía verlo reflejado en el aparato.
—Un señor pregunta por usted en la línea seis —Su voz neutral apareció por medio del teléfono.
Apreté el puente de mi nariz con molestia, hoy no debía tener alguna llamada de mis socios.
—Comunícame con él —Dije enseguida.
—Como usted diga, señor Jeon —Su línea había sido colgada.
Esperé a aquel sujeto que me llamaba a tales horas de la tarde.
—Hola, Jeon. Quiero proponerte un trato, un nuevo trato que no podrás rechazar —Esa voz imponente se hizo presente, llamando mi atención.
—MinSeok, dejá de joderme los testículos. No te dejaré el mando —Solté con molestia.
Hubiese preferido que fuera algún socio.
—¿Ni siquiera por algo de piedad? —Su voz era burlona y eso comenzaba a cabrearme más.
—No. Ni siquiera eres capaz de lastimar a una mosca —Me burlo y juego lo mismo que él.
—Rómpele el brazo. —Escuché como daba una orden, pero ¿A quién le harían tal tortura?— Yo no sería capaz, pero mi socio sí —Tragué saliva, mientras miraba hacia un cuadro abstracto con una leve aceleración de pulso.
Un grito desgarrador de una mujer resonó en aquella habitación, dejándome en claro que habían lastimado aquella chica... Cuya voz sabía a quien le pertenecía.
—¡No más, por favor! —Suplicaba mi Omega, apunto de entrar en llanto.
—¡Para, MinSeok! —Grité preocupado. Iban a matarla, mientras yo estaba aquí en mi oficina como un inútil— ¡Hablemos!
—Llevenla con el doctor. —Dijo firme, aún con la llamada activa— Esto no era necesario, pero no me dejaste más opción —Soltó con falsa piedad.
—Pensé que amabas a Jules como para lastimarla.
—¿Amarla? El amor te hace débil. Jamás la amé, sólo quería hacerte sufrir, a tal punto que murieras por dentro.
—Devuélveme a Jules y te dejaré el mando, es así de fácil —Negocié.
—¿Sin trucos? —Preguntó sorprendido.
—Sin trucos —Confirmé.
—En dos días ven a buscarla a mi casa, esa donde teníamos sexo en todos los rincones de la misma —Soltó con orgullo, mientras mi lobo con repulsión miraba atento.
—¡Serás imbécil! —Perdí mis estribos.
—Aguanta, sólo serán dos días para intentar sanar ese brazo —Su tono burlón hizo hervir mi sangre, a tales grados que jamás nadie había conocido.
—Le veo si quiera un moretón y te mato —Amenacé con propiedad.
—Te juzgarán y declararán asesino.
—Ella lo vale. Hasta el viernes y cuídate la espalda.
Holaaaa, nuevo capítulo que salió del horno hace una semana, pero no había tenido tiempo de editar.
Disfrútenlo😍
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro