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|☪ Cᴀᴘ. 08 ☪|


Min Jules Hee;

     Tres meses habían pasado desde que llegué a Seúl, y aunque el proceso de adaptación había sido complicado, finalmente empezaba a sentirme más cómoda con esta nueva vida. La universidad seguía siendo un misterio en muchos sentidos, Seok Jun había cambiado por completo la dinámica de nuestra casa, y mi relación con YoonGi había evolucionado de formas que nunca imaginé. 

     Era lunes, un día que normalmente iniciaba con la rutina de siempre: clases, tareas, responsabilidades. Pero apenas me desperté, mi padre me dio una noticia que cambió el rumbo de mi mañana. 

     —No podré cuidar a Seok Jun hoy —anunció con tono neutral mientras ajustaba su corbata frente al espejo. 

     Parpadeé, aún adormilada, sintiendo cómo mis planes se alteraban de inmediato. 

     —¿Por qué? 

     —Tengo una reunión fuera de la ciudad, no podré estar aquí hasta la noche. 

     Suspiré, pero no tenía mucho tiempo para quejarme. Sabía que, cuando se trataba del trabajo de mi padre, no había margen de negociación. 

     Así que, más rápida que Flash, me levanté de la cama, corrí hacia el baño y tomé una ducha rápida, dejando que el agua caliente despejara mis pensamientos. Mientras me vestía con ropa cómoda, mi mente ya estaba organizando lo siguiente: el baño de Seok Jun. 

     Abrí la puerta de su habitación y lo encontré jugando con sus pequeños dedos, sus mejillas sonrojadas por el calor de la mañana. Sus ojos brillaban con curiosidad cuando me vio entrar. 

     —Hora del baño, pequeño —murmuré con una sonrisa, acercándome a él. 

     Lo levanté con suavidad y lo llevé al baño, donde ya tenía la tina preparada con agua tibia. Agregué el jabón especial para bebés, y pronto empezaron a formarse burbujas que flotaban en el aire, reflejando pequeños destellos bajo la luz. 

     Seok Jun, fascinado, estiró sus manitas para atrapar las burbujas, soltando una risa adorable que llenó el espacio con una calidez que me hizo olvidar cualquier otra preocupación. 

     —Te gusta, ¿verdad? —susurré mientras lo acomodaba en el agua con cuidado, asegurándome de que la temperatura fuera perfecta. 

     Con movimientos suaves, pasé la esponja por su piel, disfrutando la sensación de cuidar de él. Froté con delicadeza sus brazos, su espalda, asegurándome de que todo estuviera limpio mientras él seguía jugando, su atención completamente atrapada por el agua. 

     —¿Sabes? —le dije con voz tranquila—. Si sigues creciendo así de rápido, pronto vas a estar corriendo por toda la casa. 

     Seok Jun soltó un sonido feliz, como si estuviera respondiendo, y mi corazón se llenó de una ternura absoluta. 

     Después de unos minutos, lo saqué del agua, envolviéndolo en una toalla esponjosa que casi lo cubría por completo. 

     —Listo, bebé limpio y perfumado. 

     Acomodé su cabello con los dedos y besé su frente antes de llevarlo de nuevo a su habitación, donde lo vestí con un conjunto cómodo. 

     Miré la hora. 

     Había logrado todo en tiempo récord. Pero lo más importante: había comenzado mi día de la mejor manera posible. 

     Después de asegurarme de que Seok Jun estaba cómodo y listo para salir, me dirigí al armario donde guardábamos sus cosas y tomé su pañalera. Revisé rápidamente que tuviera todo lo necesario: pañales, toallitas húmedas, su biberón con agua, un cambio de ropa y su peluche favorito, una pequeña jirafa de felpa que siempre llevaba consigo. 

     Con todo preparado, lo llevé en brazos hacia el auto, sintiendo el peso ligero de su cuerpo acurrucado contra mí mientras su manita se aferraba a mi camisa. Al llegar al estacionamiento, abrí la puerta del asiento trasero y aseguré su sillita infantil antes de acomodarlo con cuidado en ella. 

     Mi auto era un Hyundai Palisade, espacioso y elegante, perfecto para manejar con comodidad por la ciudad. Tenía un color azul metálico que resaltaba bajo la luz del sol, con ventanas polarizadas que le daban un aire de privacidad. El interior estaba revestido en cuero negro, con asientos ajustables y una pantalla táctil moderna que facilitaba la navegación. Lo mejor de todo era su conducción suave, ideal para transportar a Seok Jun sin sobresaltos innecesarios. 

     Una vez que aseguré los cinturones de su asiento y revisé que todo estuviera en orden, cerré la puerta con cuidado, rodeé el vehículo y me acomodé en el asiento del conductor. Ajusté los espejos, encendí el motor, y en cuanto la pantalla del tablero se iluminó, solté un leve suspiro. 

     Era un nuevo día. 

     Y con mi hermano menor ahora bajo mi cuidado, cada jornada se sentía completamente distinta. 

[☪]

     El estacionamiento de la universidad estaba más concurrido de lo habitual. El bullicio de los estudiantes preparándose para iniciar el día creaba un ambiente animado, con conversaciones dispersas y autos entrando y saliendo sin cesar. 

     Yo apenas había logrado llegar a tiempo, con Seok Jun acomodado en su sillita en la parte trasera del auto. Me aseguré de que estuviera bien abrigado antes de salir y cerrar la puerta con cuidado. 

     Justo cuando estaba girando hacia la entrada del campus, una figura familiar me interceptó, con una sonrisa lista y una expresión de sorpresa evidente en su rostro. 

     MinSeok. 

     Su cabello castaño estaba peinado con el mismo aire despreocupado que siempre llevaba, y su postura relajada contrastaba con la sorpresa que reflejaban sus ojos cuando vio al pequeño. 

     —¿Jules? —preguntó con incredulidad, señalando a Seok Jun—. ¿Es tuyo? 

     Solté una carcajada ante su reacción. 

     —¿Qué? No, claro que no. 

     MinSeok exhaló aliviado, pero aún miraba al bebé con curiosidad. 

     —Por un segundo pensé que me habías ocultado una gran parte de tu vida. 

     Rodé los ojos, tomando la pañalera mientras él se acercaba para ayudarme. 

     —Es mi hermano menor, Seok Jun. 

     Su expresión pasó de sorpresa a genuino interés. 

     —¿Tu hermano? No tenía idea de que tenías un bebé en casa. 

     Mientras caminábamos juntos hacia la entrada, recordé cómo habían sido nuestras primeras citas, siempre en secreto, asegurándonos de que el rector no se enterara. Aunque, con el tiempo, nos dimos cuenta de que a Jeon Jung Kook le importaba poco nuestras vidas personales, así que decidimos simplemente seguir adelante y disfrutar nuestra relación sin complicaciones innecesarias. 

     MinSeok, aún con una sonrisa en el rostro, miró a Seok Jun con una mezcla de diversión y ternura. 

     —Parece que tienes muchas responsabilidades ahora. 

     Lo observé por un segundo, sintiendo lo cierto de sus palabras. 

     —Sí, pero no cambiaría nada de esto. 

     Seok Jun estiró sus pequeñas manitas, fascinado por la luz de la mañana, ajeno a toda la conversación. Y así, con la certeza de que este día apenas comenzaba, me preparé para enfrentar lo que viniera a continuación. 

     El sol seguía ascendiendo sobre el campus mientras caminábamos juntos hacia la entrada principal. MinSeok llevaba la pañalera de Seok Jun en un hombro, mientras yo sostenía al pequeño con delicadeza en mis brazos. Su calidez era reconfortante, y la sensación de tenerlo cerca me recordaba que, aunque mi vida había dado un giro inesperado, nada me hacía más feliz que saber que ahora él era parte de mi día a día. 

     —¿Cómo te las arreglas con todo esto? —preguntó MinSeok, mirándome con genuina curiosidad mientras esquivábamos a un grupo de estudiantes. 

     Solté un leve suspiro, ajustando el peso de Seok Jun. 

     —No lo sé. Supongo que simplemente hago lo que tengo que hacer. 

     Él sonrió, observándome con atención. 

     —Te admiro por eso. No muchos podrían manejar la universidad y cuidar a un bebé al mismo tiempo. 

     Le lancé una mirada rápida antes de sonreír con diversión. 

     —¿Eso fue un cumplido? 

     —Más que eso. 

     Sus palabras tenían un tono sincero, y algo dentro de mí se ablandó ante su apoyo. 

     Nos detuvimos cerca de una de las bancas del jardín, donde los estudiantes solían reunirse antes de sus clases. El ambiente estaba lleno de conversaciones y risas, pero dentro de mí seguía rondando algo más. 

     —Oye, MinSeok —murmuré, acomodando mejor a Seok Jun—. ¿Crees que Jung Kook realmente nos ignora? 

     Él tardó unos segundos en responder. 

     —Para ser honesto, al principio pensé que sí. Pero ahora… no lo sé. 

     Lo miré con interés. 

     —¿Por qué dices eso? 

     MinSeok se encogió de hombros, dejando caer la pañalera sobre la banca antes de girarse completamente hacia mí. 

     —El tipo tiene demasiada presencia como para simplemente no notar lo que ocurre a su alrededor. 

     No podía discutir con eso. 

     Sabía que Jung Kook no era alguien que dejaba pasar los detalles sin analizarlos. Pero entonces, ¿por qué no había reaccionado a mi relación con MinSeok? ¿Qué era lo que realmente pasaba por su mente cuando estaba cerca de mí? Suspiré, dejando la duda en el aire por el momento. Porque, sin importar qué tan complicado fuera descifrarlo, hoy tenía otras prioridades. Y la sonrisa de mi hermano menor en mis brazos me recordó que, al menos por ahora, estaba exactamente donde debía estar. 

     Las cosas entre MinSeok y yo siempre habían fluido con una naturalidad que, en ocasiones, llegaba a sorprenderme. Desde el momento en que decidimos dejar de preocuparnos por si Jung Kook nos prestaba atención o no, nuestra relación comenzó a sentirse más relajada, más auténtica. 

     Era fácil estar con él. Su sentido del humor me hacía reír cuando más lo necesitaba, su paciencia me ayudaba en los momentos en los que sentía que todo era demasiado, y su apoyo constante con Seok Jun solo reafirmaba la idea de que, de alguna manera, éramos un equipo en todo esto. 

     —¿Cómo dormiste? —preguntó mientras caminábamos juntos por el campus, con mi hermano menor en brazos. 

     —Como un desastre —admití sin rodeos—. Seok Jun despertó dos veces, y la segunda fue porque quería jugar. 

     MinSeok soltó una risa, sacudiendo la cabeza. 

     —Ya veo que está empezando a controlar tus horarios. 

     Miré al bebé, quien observaba el entorno con esos ojos enormes llenos de curiosidad. 

     —No sé si me gusta eso. 

     MinSeok se inclinó ligeramente para hacerle una pequeña mueca al bebé, quien respondió con una risita encantadora. 

     —Pues a él parece encantarle. 

     Sonreí, sintiendo cómo la presencia de ambos hacía que la mañana fuera más llevadera. Nuestra relación no era perfecta, claro. Había momentos en los que discutíamos, sobre cosas pequeñas o sobre diferencias de opinión, pero lo que realmente importaba era que siempre encontrábamos la forma de entendernos. 

     Un día, después de una larga jornada de clases, nos sentamos en una de las bancas del campus, disfrutando del aire fresco mientras Seok Jun dormía profundamente en mis brazos. 

     —¿Sabes qué es lo más raro? —dijo MinSeok después de un rato de silencio. 

     —¿Qué? 

     —Que esto —señaló a Seok Jun con una leve sonrisa—. No se siente extraño. 

     Lo miré, sin estar segura de a qué se refería. 

     —¿Cómo así? 

     Él se encogió de hombros. 

     —Al principio pensé que sería complicado, que tal vez tu hermano cambiaría nuestra dinámica, que sería difícil… pero no lo es. Es como si todo simplemente encajara. 

     Mis labios se curvaron en una sonrisa suave. 

     —¿Eso significa que no huyes despavorido por la idea de estar con alguien que tiene a un bebé a su cargo? 

     MinSeok soltó una carcajada. 

     —No, Jules. Solo significa que me gusta estar aquí. 

     Sus palabras, simples pero cargadas de significado, se quedaron conmigo por el resto del día. 

     Sí, había muchas cosas que aún debíamos enfrentar. La universidad, los secretos que aún flotaban en el aire, las responsabilidades que seguían creciendo. Pero en medio de todo eso, sabíamos que nos teníamos el uno al otro. Y eso, por ahora, era suficiente. 

     El campus seguía vibrante con la energía de los estudiantes moviéndose de un lado a otro. Después de despedirme de MinSeok, me acomodé la correa del bolso sobre el hombro, ajusté la pañalera de Seok Jun y comencé a caminar hacia la cafetería. 

     El pequeño en mis brazos observaba el mundo con sus enormes ojos oscuros, su cabecita girándose con curiosidad ante cada nuevo sonido y movimiento. No importaba cuántas veces recorriéramos estos pasillos, para él, todo seguía siendo una gran aventura. 

     Cuando finalmente llegué a la cafetería, los aromas de café recién hecho y pan tostado me envolvieron de inmediato. A pesar de ser temprano, el lugar ya estaba lleno de estudiantes que aprovechaban un descanso entre clases, algunos concentrados en sus laptops, otros charlando animadamente. 

     Mis amigos estaban reunidos en la mesa de siempre, cerca de la ventana. Hyerin gesticulaba con entusiasmo mientras hablaba, Hara escuchaba con una sonrisa, Taehyung parecía más interesado en su café que en la conversación, y Sook, con su elegancia natural, observaba todo con una mirada astuta. 

     En cuanto me vieron, sus expresiones cambiaron y se acomodaron para hacerme espacio. 

     —Mira quién llegó con su bebé favorito —bromeó Taehyung, inclinándose hacia la mesa con una sonrisa. 

     Hyerin extendió las manos hacia Seok Jun, quien la miró con curiosidad antes de soltar un sonido adorable. 

     —Ven aquí, pequeño príncipe —murmuró con ternura mientras lo tomaba en brazos. 

     Me acomodé en la silla con un suspiro, ajustando la pañalera sobre la mesa. 

     —No tienen idea del caos de esta mañana. 

     Sook levantó una ceja. 

     —¿Alguna crisis inesperada? 

     Negué con la cabeza. 

     —Solo un bebé con demasiada energía y un novio que sigue sorprendiéndose por mi vida. 

     Hara soltó una leve risa. 

     —No entiendo por qué todavía le impacta. Ya debería estar acostumbrado. 

     Todos aceptaban mi relación con MinSeok sin problemas, aunque al principio hubo comentarios curiosos sobre cómo habíamos iniciado sin que Jung Kook se enterara. Pero ahora, con el tiempo, todo se había asentado. 

     Sin embargo, aún quedaba mucho por descubrir. Porque en esta universidad, nada permanecía tranquilo por demasiado tiempo. 

     El ambiente en la cafetería era cálido y relajado, el murmullo de las conversaciones y el aroma del café recién hecho hacían que el lugar se sintiera acogedor. Mis amigos estaban sumidos en una charla animada mientras Seok Jun, ahora en los brazos de Hyerin, jugaba con un mechón de su cabello, completamente fascinado. 

     —Este pequeño cada día se vuelve más adorable —comentó ella con una sonrisa, moviendo ligeramente su mano para que Seok Jun la siguiera con la mirada. 

     —Lo dice como si no lo fuera desde el inicio —añadió Taehyung con diversión, tomando un sorbo de su café. 

     Sook observó la escena con una expresión pensativa, luego giró su mirada hacia mí. 

     —Entonces, ¿cómo va la convivencia con YoonGi? 

     Suspiré, apoyando mi codo sobre la mesa. 

     —Cada día es un desafío, pero hemos aprendido a organizarnos. 

     Hara asintió, comprensiva. 

     —Seguro debe ser difícil al principio. 

     Me encogí de hombros. 

     —Lo es, pero también es bueno. De alguna forma, esto nos ha hecho conectar más. 

     Taehyung soltó una pequeña sonrisa burlona. 

     —Miren a Jules, toda sentimental. 

     Le lancé una mirada de advertencia, pero él solo rió. 

     —Es cierto —intervino Sook—. Desde que llegaste, has cambiado mucho. 

     Hyerin asintió, acomodando mejor a Seok Jun en sus brazos. 

     —Y también está MinSeok. Nunca imaginé que terminarías con alguien como él. 

     Rodé los ojos con una sonrisa ligera. 

     —¿Qué significa "alguien como él"? 

     —Solo digo que es sorprendente —explicó ella—. Pero se nota que te hace bien. 

     Hara, quien hasta ahora había estado escuchando, miró a Taehyung con una sonrisa divertida. 

     —Oye, y tú, ¿cuándo te vas a animar a salir con alguien? 

     Taehyung puso una expresión de falsa indignación. 

     —¿Y por qué todos creen que necesito a alguien? 

     Sook levantó una ceja. 

     —Porque sería divertido verte en una relación. 

     Todos rieron, incluido él, aunque intentó disimular su sonrisa. Yo, por mi parte, observé a mis amigos con una sensación de tranquilidad. Sí, las cosas en mi vida habían cambiado mucho desde que llegué a esta universidad. Pero aquí, en esta mesa, entre risas y conversaciones ligeras, me sentía en casa. 

     El ambiente en la cafetería cambió en un instante. Todo comenzó con Sook, quien, normalmente segura y controlada, de repente se tensó visiblemente, sus ojos fijos en un punto lejano. Su expresión, antes relajada, se volvió rígida, y la manera en que apretó los labios me indicó que algo estaba por suceder. 

     —Jules —murmuró con un tono que no dejaba lugar a discusión—. Deberías irte a casa.

     Mi pecho se apretó con sorpresa. 

     —¿Qué? ¿Por qué? 

     Pero antes de que pudiera obtener una respuesta, lo vi. 

     Jeon Jung Kook. 

     El rector caminaba hacia nosotros con pasos seguros, su presencia imponente atrayendo miradas a su alrededor. El aire parecía volverse más pesado con cada paso que daba, y aunque su expresión seguía tan neutral como siempre, había una firmeza en sus ojos que me decía que esto no sería solo una conversación casual. 

     —Jules, a mi oficina. Trae al pequeño también.

     Sook, a pesar de la tensión en su rostro, se adelantó ligeramente, su postura protectora mostrándome que estaba dispuesta a interponerse. 

     —No tienes derecho a llevartela así —dijo con firmeza, su mirada desafiante clavada en su hermano. 

     Pero Jung Kook no dudó en responderle, su voz baja pero cortante. 

     —No desafíes mi autoridad frente a todos. 

     El aire entre ellos se cargó de una intensidad palpable, y por un momento, la cafetería entera pareció contener el aliento, observando la escena con atención. Hyerin, Hara y Taehyung miraban en silencio, claramente incómodos con el enfrentamiento. Yo, consciente de que esto solo aumentaría la tensión, decidí intervenir. 

     —Sook, está bien —murmuré, colocando una mano en su brazo—. No hagas esto más difícil. 

     Ella me miró con frustración, pero supe que en el fondo entendía lo que intentaba hacer.

     Miré a Jung Kook, sosteniendo a Seok Jun con más firmeza. 

     —Vamos. 

     Él no dijo nada más, pero giró sobre sus talones, esperando que lo siguiera.

     Antes de marcharme, me giré hacia mis amigos, tratando de transmitirles tranquilidad. 

     —Volveré pronto. 

     Pero en el fondo, sabía que la conversación con Jung Kook no sería simple.

     El llanto de Seok Jun era desesperado, su pequeño cuerpo temblaba con cada sollozo, sus manitas agitándose como si intentara aferrarse aún más a mí. Lo mecí con cuidado mientras caminaba detrás de Jung Kook, tratando de calmarlo con suaves murmullos, pero nada parecía funcionar. Algo lo inquietaba, algo que ni siquiera yo podía descifrar. 

     Llegamos a su oficina y el ambiente se sintió aún más frío de lo habitual. El lugar era amplio, impecablemente organizado, con ventanales que dejaban entrar la luz matutina. Pero a pesar de la aparente tranquilidad, la tensión entre nosotros era evidente. 

     Jung Kook no perdió tiempo. 

     —Las reglas de la universidad son claras —dijo con voz firme, cruzándose de brazos mientras se apoyaba contra su escritorio—. No está permitido traer a un bebé al campus. 

     Apreté la mandíbula, sintiendo la fuerza del pequeño en mis brazos mientras seguía aferrándose a mí. 

     —No tenía otra opción —respondí, manteniendo mi mirada fija en la suya. 

     Él dejó escapar un leve suspiro, sin apartar su postura autoritaria. 

     —Si no tienes quien lo cuide, encuentra otra solución. 

     Sentí la rabia arder en mi pecho ante la facilidad con la que decía aquellas palabras. Como si cuidar de Seok Jun fuera un asunto simple, como si la vida pudiera acomodarse perfectamente a cada normativa establecida. 

     Me aferré aún más al pequeño, sintiendo su calor contra mí, su fragilidad en mis manos. 

     —En un futuro —murmuré, mi voz más firme—, tú también podrías tener un hijo. 

     Jung Kook mantuvo su expresión neutral, pero noté el ligero cambio en la forma en que sus ojos me observaban. 

     —Y entonces, si hubiera una emergencia —continué, sin apartar mi mirada—, ¿tampoco podrías traerlo aquí? 

     El silencio se extendió entre nosotros. 

     El peso de mis palabras flotaba en el aire, retando su lógica, sacudiendo su inquebrantable postura sobre las normas. 

     Jung Kook no respondió de inmediato, pero noté cómo su mandíbula se apretó, cómo su mirada perdió un poco de su firmeza habitual. 

     Porque, por primera vez, tal vez había imaginado lo que significaba estar en mi lugar. 

     El aire en la oficina de Jung Kook se volvió más pesado cuando él se acercó, su presencia imponente, la misma que solía hacer que cualquiera dudara antes de desafiarlo. Pero yo no era cualquiera. 

     El ceño fruncido, la mirada afilada, y la firmeza en su postura dejaban claro que estaba intentando intimidarme. Quizás pensaba que, al reducir la distancia entre nosotros, lograría que cediera, que bajara la guardia, que aceptara sus condiciones sin cuestionarlas. Pero todo lo que obtuvo fue mi respuesta, directa y sin rodeos: 

     —Aléjate. El olor de tu perfume me asquea. 

     Él se detuvo de inmediato, su expresión cambiando por un breve segundo antes de volver a su neutralidad habitual. Pero yo lo vi. Lo vi en la forma en que sus ojos se afilaron, en la ligera tensión en su mandíbula. 

     No se lo esperaba. 

     La incomodidad entre nosotros quedó flotando en el aire, mientras él simplemente me observaba, sopesando lo que acababa de suceder. 

     Intercambiamos escasas palabras después de eso. No había más que decir, porque yo ya sabía cómo terminaba esto.

     Para él, su poder era un escudo. 

     Para mí, era una herramienta que usaba para mantener su control sobre todo y sobre todos. 

     Sin perder más tiempo, sostuve a Seok Jun con firmeza y me dirigí hacia la puerta, sin mirar atrás, sin esperar otra reprimenda, sin darle la satisfacción de ver que me afectaba más de lo necesario. Porque, aunque él creyera que podía imponer sus reglas sin oposición, yo no iba a darle la ventaja de hacerme sentir pequeña en su presencia. 

     Cuando crucé el umbral de su oficina, solo una cosa rondaba mi mente. Jeon Jung Kook abusaba de su poder. Y tarde o temprano, alguien lo iba a enfrentar como debía. 

Estoy profundamente agradecida con cada uno de ustedes por tomarse el tiempo de leer mi historia. Saber que mis palabras han encontrado un espacio en sus pensamientos y emociones es algo invaluable para mí. A lo largo de este proceso, he experimentado una mezcla de sentimientos, algunos dulces, otros amargos, pero todos auténticos.

Quiero que sepan que no hay nada que temer al compartir sus opiniones, dudas o críticas. Si hay algo que les cause confusión, que consideren incorrecto o que, simplemente, no tenga sentido, no duden en comentarlo. Para mí, la retroalimentación no es un obstáculo, sino un puente hacia el crecimiento y la mejora. Lo que más anhelo es que esta historia no solo me pertenezca a mí, sino que también se transforme con sus reflexiones, sus impresiones y su sinceridad.

Aprecio cada palabra, cada pensamiento y cada mirada que le dedican a este relato, porque en su lectura encuentro un motivo más para seguir escribiendo ❤️

Muchísimas gracias por leer ☺️

12/05/2020.
08/06/2025.

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