
|☪ Cᴀᴘ. 07 ☪|
Min Jules Hee;
El peso de la conversación aún flotaba en el aire cuando mi padre se acomodó en su asiento y, con un suspiro profundo, continuó explicando la situación.
—Seok Jun ha estado quedándose en la casa de mi madre —dijo con calma—. Ella ha estado cuidándolo desde su nacimiento.
Fruncí el ceño, sintiendo un nudo en el pecho ante la idea de que mi hermano menor estuviera lejos de nosotros.
—¿Por qué? —pregunté con voz firme.
Mi padre entrelazó las manos sobre la mesa.
—Porque pensé que sería lo mejor. No quería sobrecargar a ninguno de ustedes con algo tan repentino.
Negué con la cabeza, sintiendo una convicción crecer dentro de mí.
—No, él no debería estar lejos —murmuré, mirando a Seok Jun, quien descansaba tranquilo en mis brazos—. Es nuestro hermano. Y si algo he aprendido de este día es que no quiero que nadie más lo cuide que no seamos nosotros.
Mi padre me observó con atención, y aunque su expresión aún reflejaba preocupación, había algo en su mirada que mostraba que mis palabras resonaban en él.
YoonGi, sin embargo, no reaccionó igual.
—No, Jules —dijo de inmediato, su voz firme—. No podemos encargarnos de un bebé. No sabemos nada de esto.
Le lancé una mirada determinada.
—YoonGi, aprendemos. Nos adaptamos. Es nuestro hermano, no podemos simplemente dejarlo en otra casa.
Él suspiró, pasándose una mano por el cabello con frustración.
—No es tan fácil como lo dices.
Me acerqué un poco más, sosteniendo la mirada.
—¿Acaso prefieres que crezca sin nosotros?
Las palabras parecieron alcanzarlo, porque su postura perdió algo de su rigidez. El silencio se extendió por unos segundos antes de que él dejara escapar un resoplido.
—Esto es una locura…
Pero no dijo que no.
Mi padre, quien había permanecido atento a nuestra discusión, finalmente intervino con un tono neutral.
—Si realmente crees que puedes con esta responsabilidad, entonces tendrán que demostrarlo.
Lo miré con determinación.
—Lo haré.
YoonGi dejó caer los hombros con resignación.
—Está bien… pero más te vale que no me hagas arrepentirme.
Miré a Seok Jun en mis brazos, sintiendo una oleada de protección y amor por él.
—No lo harás.
Porque sin importar lo que ocurriera, él era parte de nuestra familia. Y yo jamás lo dejaría lejos de nosotros.
La casa se sentía distinta ahora. La presencia de Min Seok Jun parecía cambiar la dinámica de todo, trayendo consigo una energía nueva, una que ninguno de nosotros había planeado, pero que ahora no podíamos ignorar.
Después de la intensa conversación con mi padre y YoonGi, me tomé un momento para observar al pequeño en mis brazos. Sus ojos oscuros parpadearon con curiosidad, como si estuviera tratando de descifrar el mundo a su alrededor.
—Creo que ya nos acostumbramos a la idea —murmuré más para mí misma, aunque sentí la mirada de YoonGi sobre mí.
Él se sentó en el sofá con un suspiro, apoyando un brazo sobre el respaldo mientras nos observaba.
—No exactamente —respondió—. Pero supongo que tendremos que hacerlo.
Solté una pequeña sonrisa antes de dirigirme a nuestro padre.
—Necesitamos saber más, ¿Qué cosas ya está acostumbrado a hacer? ¿Cómo han sido sus noches?
Mi padre asintió, visiblemente aliviado de ver que estaba tomando esto con seriedad.
—Duerme bastante bien, aunque suele despertar en las madrugadas. Es tranquilo, no llora demasiado, pero se calma mejor cuando escucha música suave.
Intercambié una mirada con YoonGi, quien rodó los ojos de manera casi imperceptible.
—Genial, ahora tendré que aprender sobre canciones para bebés.
Reí ligeramente, pero sabía que esto era solo el comienzo.
—No te preocupes, YoonGi. Nos adaptaremos.
Nuestro padre nos observó por unos segundos antes de finalmente asentir.
—Confío en ustedes. Pero recuerden, esto es una gran responsabilidad.
Lo sabía. Lo sentía. Pero nada me haría cambiar de opinión.
Min Seok Jun era nuestro hermano.
Y ahora, nuestra nueva realidad.
Subí las escaleras con Seok Jun en brazos, sintiendo su cálida respiración contra mi pecho. Su pequeño cuerpo se acomodaba con facilidad, completamente tranquilo, como si supiera que estaba en buenas manos.
Al llegar a mi habitación, lo coloqué con suavidad sobre la cama, asegurándome de que estuviera cómodo antes de dirigirme al armario. Saqué una pijama de tela suave, perfecta para la noche fresca. La camiseta era de manga larga, de un tono azul grisáceo, con pequeños detalles bordados en los puños. El pantalón, suelto y ligero, tenía un patrón de estrellas difusas en tonos pastel, un diseño sencillo pero lo suficientemente acogedor para relajarse después de un día lleno de emociones.
Me cambié rápidamente, disfrutando la sensación de la tela contra mi piel, y tomé mi móvil de la mesa de noche.
Jenn.
Había olvidado llamarla después de aterrizar, atrapada en la vorágine de todo lo que había sucedido.
Suspiré antes de marcar su número, esperando que no estuviera demasiado molesta por mi descuido.
El tono de llamada resonó en la habitación mientras miraba de reojo a Seok Jun, quien parecía feliz con los pequeños movimientos de sus manos, jugando con la sábana.
Después de unos segundos, la voz de Jenn apareció en la línea.
—¡J! ¿Por qué demonios no me llamaste antes?
Sonreí con culpa.
—Lo sé, lo sé, fue un caos desde el momento en que bajé del avión.
La risa de Jenn al otro lado del teléfono me tranquilizó.
—Espero una buena historia para compensarlo.
Tomé aire, observando al pequeño en la cama.
—Créeme, tienes idea de todo lo que ha pasado.
Y con esas palabras, comenzó una conversación que marcaría otra etapa en esta nueva vida.
Jenn dejó escapar un suspiro exagerado al otro lado de la línea.
—Dime que no te metiste en problemas en tu primer día.
Solté una pequeña risa, acomodándome sobre la cama mientras observaba a Seok Jun, quien comenzaba a jugar con los pliegues de la sábana.
—Eso depende de qué consideres "problemas" —respondí con diversión—. Pero sí, definitivamente no fue un día normal.
Jenn hizo un sonido de interés.
—Empieza desde el principio.
Respiré hondo, organizando en mi mente todo lo que había pasado.
—Primero, el campus es enorme. Me encontré con algunos estudiantes interesantes, especialmente un grupo con el que siento que voy a llevarme bien.
Jenn chasqueó la lengua.
—Bien por ti. Sabes que soy mala socializando, así que espero que eso compense lo que falta de mi presencia.
Sonreí antes de continuar.
—Y luego está el rector…
Hubo un breve silencio antes de que Jenn reaccionara.
—¿Qué hiciste ahora?
Me reí suavemente.
—No fue lo que hice, sino quién es. Es Jeon Jung Kook.
La línea quedó en absoluto silencio por unos segundos.
—Espera… ¿qué? ¿El profesor que mencionaste antes?
—Sí. Es el rector también.
Jenn soltó un sonido de incredulidad.
—Esto se está poniendo interesante.
Miré a Seok Jun, su pequeña sonrisa iluminada por la luz tenue de la habitación, y sentí un nuevo peso sobre mis hombros.
—Eso no es todo.
Jenn esperó con paciencia.
—Tengo un hermano menor.
Otro silencio absoluto.
—Espera, ¿QUÉ?
Sonreí, pero esta vez con una mezcla de emociones más profundas.
—Se llama Min Seok Jun. Tiene ocho meses.
Jenn tardó en reaccionar.
—Ok, esto definitivamente es más grande de lo que esperaba.
Me acomodé mejor en la cama, sintiendo que por primera vez en todo el día podía hablar sin tanta presión.
—Ha sido mucho. Pero creo que todo esto… aunque inesperado, es algo que necesito entender.
Jenn dejó escapar un suspiro al otro lado.
—No sé cómo haces para manejar tanto en un solo día, Jules. Pero si alguien puede con todo esto, eres tú.
Sus palabras me dieron una calidez que necesitaba.
—Gracias, Jenn.
Y así, la conversación con mi mejor amiga continuó, entre confesiones, apoyo y risas, mientras Seok Jun comenzaba a quedarse dormido entre mis brazos, ajeno a todos los cambios que estaban ocurriendo en nuestra vida.
La noche había caído completamente sobre la ciudad, envolviendo la casa en un silencio tranquilo, interrumpido únicamente por la suave respiración del pequeño Min Seok Jun, quien dormía plácidamente entre mis brazos. La conversación con Jenn me había servido para liberar un poco la tensión acumulada durante el día, pero el peso de todas las revelaciones aún flotaba en el aire, recordándome que mi vida estaba tomando un rumbo inesperado.
Justo cuando estaba acomodándome mejor en la cama, disfrutando de la calidez de mi pijama, un golpe leve en la puerta captó mi atención.
—Jules —la voz profunda y seria de YoonGi sonó desde el otro lado, sin la dureza que solía caracterizarlo.
Me levanté con cuidado, asegurándome de que Seok Jun no se despertara con mi movimiento, y caminé hacia la puerta. Al abrirla, encontré a mi hermano mayor de pie frente a mí, con el ceño ligeramente fruncido y los hombros tensos, como si estuviera debatiéndose internamente sobre lo que estaba a punto de decir.
—¿Qué pasa? —pregunté en voz baja, aún sosteniendo al bebé contra mi pecho.
YoonGi exhaló lentamente, su mirada desviándose hacia el suelo por un breve instante antes de encontrarse con la mía.
—Quería disculparme —dijo finalmente, su tono lleno de sinceridad.
Arqueé una ceja, sorprendida por sus palabras. No era común escuchar a YoonGi admitir sus errores, menos aún disculparse por ellos.
—¿Por qué? —inquirí, intrigada.
Él apoyó una mano en el marco de la puerta, mirando de reojo a Seok Jun antes de hablar.
—Por haberme negado antes. No fue porque no quisiera aceptar a nuestro hermano, sino porque… —hizo una pausa, como si le costara admitirlo— nunca he cuidado a un bebé. Ni siquiera sé cómo cargarlo bien.
Sentí una oleada de comprensión recorrerme. YoonGi no estaba siendo frío o distante por rechazo, sino por miedo. Miedo a equivocarse, a no saber qué hacer, a fallar en algo tan importante como cuidar a Seok Jun.
Sonreí con suavidad, sin burlarme, pero mostrando que entendía su preocupación.
—Lo aprenderemos juntos —respondí, asegurándole que esto no sería una carga solo para él.
YoonGi me observó por unos segundos, su expresión relajándose ligeramente. Todavía parecía incómodo con la idea, pero el hecho de que estuviera aquí, admitiendo su preocupación, ya era un gran paso.
Queriendo cambiar el ambiente y quitarle parte de la tensión a la conversación, decidí hacerle una pregunta repentina.
—Oye, hermano… ¿tú crees que soy fea?
Él se quedó en completo silencio por un segundo antes de soltar una risa genuina, de esas que rara vez mostraba, sacudiendo la cabeza con incredulidad.
—¿Qué?
Me encogí de hombros con una sonrisa divertida.
—Solo quiero saber tu opinión.
Él cruzó los brazos, observándome con una mezcla de diversión y resignación.
—Eres hermosa, Jules.
Mis ojos se abrieron un poco ante la seguridad con la que lo dijo. No hubo dudas ni titubeos, solo la afirmación firme de alguien que realmente lo creía.
—Tienes esos ojos verdes raros en esta familia —bromeó—, el cabello rubio, eres de estatura promedio… y lo más importante.
Se acercó un poco más, con una sonrisa apenas perceptible en sus labios.
—No le tienes miedo a la comida.
Solté una risa suave.
—¿Eso es importante?
—Para mí, sí —respondió con un tono despreocupado—. En cambio, mírame.
Señaló su rostro con una expresión relajada.
—Soy el típico de rasgos asiáticos como papá.
Lo observé con atención. Su piel pálida, sus ojos oscuros, su cabello negro perfectamente alineado. Sí, era el reflejo de nuestra familia coreana. Pero lo que más importaba era que, en ese momento, por primera vez en mucho tiempo, estábamos simplemente conversando.
Sin conflictos. Sin tensiones.
Solo siendo hermanos.
Y de alguna manera, eso se sentía bien.
Suspiré, acomodando mejor a Seok Jun en mis brazos mientras me dirigía a la cama, con el peso de mis pensamientos aumentando.
—No me gusta que me vean diferente por eso —murmuré finalmente, con una honestidad que no esperaba sacar a la luz.
YoonGi me miró con curiosidad, inclinando ligeramente la cabeza.
—¿Por qué te molesta?
Lo miré con algo de frustración, pero no era hacia él.
—Porque ya soy diferente en muchos aspectos —admití—. No soy la típica coreana promedio, y eso nunca pasa desapercibido.
Mi piel más clara, mi cabello rubio, mis ojos verdes… todo parecía gritar que no encajaba del todo aquí. Y ahora, el comentario de YoonGi solo me recordaba que hasta mi forma de ver la comida también me hacía distinta.
—Siempre me miran extraño cuando como lo que quiero —continué—. Como si estuviera rompiendo alguna regla implícita sobre cómo debería ser.
YoonGi soltó un pequeño suspiro, bajando la mirada por un segundo antes de responder.
—Jules, eso nunca ha sido algo malo.
Lo miré en silencio.
—Que seas diferente no significa que no pertenezcas aquí.
Sus palabras fueron simples, pero tocaron una fibra dentro de mí.
Me quedé observándolo, asimilando lo que había dicho, mientras el peso de mi propia inseguridad se desmoronaba un poco.
No había pensado en eso antes.
No me había permitido hacerlo.
YoonGi me sostuvo la mirada, sin necesidad de añadir más. No era alguien de discursos largos, pero cuando decía algo, lo decía con convicción.
Me acomodé en la cama, con Seok Jun ahora acurrucado contra mi pecho, y dejé que sus palabras se asentaran dentro de mí.
Quizás, por primera vez, comenzaba a entender que ser diferente no significaba estar sola.
Muchísimas gracias por leer 💕
11/05/2020.
08/06/2025.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro