|☪ Cᴀᴘ. 053 ☪| ᴛɪᴇɴᴇs ᴜɴᴀ ᴘʀᴏᴍᴇᴛɪᴅᴀ ᴍᴜʏ ʜᴇʀᴍᴏsᴀ ✔
—Suficiente, Jules —La puerta se abrió después de media hora, mostrándome a un Daniel bastante molesto, podía verlo en sus ojos.
Jung Kook estaba bañado, sanado y tenía muchas ganas de matar a todos los que vivían en la mansión, su ceño fruncido no era muy discreto, cualquier persona podría descifrar que tenía Jeon en mente.
Tuve que convencerlo para que fingiera que estaba muy herido, pero estaba fallando, ya que de esa forma él tendría menos personas vigilandolo y así podría escabullirse para buscar a los demás, sobre todo a mi hermano, estaba empezando a preocuparme por él, aunque sabía que él era un Alfa bastante fuerte.
Me separé de Jung Kook y le dediqué una última mirada para acercarme a Daniel que esperaba a que lo siguiera o siquiera lo abrazara, pero eso no pasó, me tomó del brazo fuertemente haciéndo que soltara un quejido, giré en dirección a Jeon que estaba en alerta y negué, no podríamos arriesgarnos.
Al girarme nuevamente, Daniel estampó sus labios contra los míos, podía escuchar los gruñidos de Jung Kook mientras Daniel muy gustoso me comía la boca, pero era repulsivo, tanto que no aguanté las ganas de vomitar. Lo separé de mí bruscamente y me acerqué al retrete para desechar todo lo que tenía en mi estómago, que tampoco era mucho.
—Tranquila, muñeca —Jung Kook sostenía mi cabello y acariciaba mi espalda.
—Jeon, suelta mi propiedad —Soltó con voz gruesa Daniel y Jung Kook soltó un gran gruñido
—¡¿Qué no ves?, ¿Qué demonios le dan de comer?! —Sentía que iba a transformarse en su forma lobuna, pero no podía ser una opción, tampoco podía hacer mucho, tenía la cabeza metida en el retrete vomitando mi desayuno— ¡Necesita un doctor y sólo piensas que la estoy tocando demás, pero sólo es para ayudarla! —Él comenzaba a cabrearse y era muy peligroso en ese estado, sólo dejabs de razonar y su instinto animal salía a flote.
—Kook, déjalo —Dije acariciando su brazo derecho con mi mano izquierda, quería que se concentrara en mi.
—Escucha a tu noviecita ¿O prefieres como castigo vernos teniendo sexo? Créeme, gime muy rico mi nombre —Tragué saliva, Daniel lo estaba provocando y lo peor era que lo estaba logrando.
—No lo escuches, estaré bien, por favor no hagas nada estúpido —Le pedí, mejor dicho, salió como si le estuviese rogando.
Me puse de pie con cuidado y me acerqué al lavamanos para enjuagar mi boca con pasta dental, una y otra vez, no saben lo repugnante y asqueroso que era el sabor junto a la sensación después de vomitar.
—Llamen al Doctor Díaz, necesito que revise a Jules —Daniel dió una orden, que cumplieron de inmediato, el gato había salido corriendo en busca de un teléfono para llamar a dicho doctor— Y ayuden a Jules a ir a mi habitación —La mosca y el loco entraron para ayudarme a moverme, cerré el agua del grifo y me apoyé en ellos, me sentía débil y podría ser porque le había donado algo de sangre a mi Alfa— Los demás, traigan mi cuchillo de plata, debemos llevar a Jeon a su celda, porque si lo mato en este momento no será tan divertido para mí —Hizo una pausa— ¡Quiero verte sufrir! —Escuché que le gritó Daniel a Jeon, pero tenía la cabeza en otro sitio.
Caminamos y subimos unas escaleras, todo era blanco y bastante fino ¿Cómo no iba a serlo? Los Vegas tienen todos los millones del mundo. Dos puertas después, entramos en una habitación con una cama matrimonial en medio, la cama vestía de blanco con bordes dorados en ella, el armario era de madera oscura, la cómoda y las mesas de noche eran del mismo color, también habían cuadros en ella para decorar la habitación y un gran espejo, televisor y ventanas.
—Acuéstese, mi señora —Soltó el loco, ayudándome a sentarme en la cama, pero no sólo eso me sorprendió si no fue por la forma en la que me llamó.
—¿Mi señora? —El loco asintió sin darme alguna respuesta, cosa que la mosca captó de inmediato.
—El jefe al pedirle que se casara con él, nosotros de inmediato cambiamos nuestro trato hacia usted; ya no serás Jules, la chica rubia que está buenísima, ahora serás la esposa de nuestro jefe, básicamente nuestra jefa —Y quería palidecer, yo no quería casarme con Daniel, pero tampoco quería que Jeon muriera.
La vida estaba llena de muchos sacrificios.
—¿Pequeña, cómo te sientes? —Apareció Daniel por aquella puerta, su camisa estaba llena de sangre y era inevitable para mi no alarmarme.
—Estoy bien, sólo tengo náuseas —Tampoco había comido mucho en la mañana, no sabría el porque de ello.
—Señor, el doctor llegó, ¿Subimos el equipo? —Daniel dejó de mirarme para ver al sádico y asintió.
—Salgan de la habitación, quiero estar a solas con mi futura esposa —La mosca y el loco asintieron, saliendo por aquella puerta sin decir nada o era probable que un cuchillo atravesara su cuello si incumplían alguna orden— ¿Qué me escondes, Jules? Estabas perfecta hace unos días, ves a Jeon y te desmoronas. Cuéntame, prometo no hacerte daño —Lo miré incrédula.
—No es lo que estás pensando, Daniel, tengo la matriz volteada, es imposible que salga embarazada —Él sonrió.
—Eso es perfecto, podremos hacerlo muchas veces y sin condón —Su felicidad irradiaba de su rostro— ¿Jeon lo sabe? —Asentí— ¿Y cómo es que no te ha desechado? —Abrí mis ojos como platos.
Si Daniel era primo de Jeon, debe saberse todo el historial de Jung Kook que, apuesto que ha sido bastante extenso. Sabía que tenía a todas las mujeres a sus pies y que además que tenía sexo con ellas, pero no sabía que las desechaba luego como si fuesen basura.
—No entiendo.
—Jeon no es hombre de una sola mujer, por eso me pregunto que debes de tener de especial, para que él se quede contigo y deje a su verdadera esposa con su futuro heredero en su vientre, además de venir a los Estados Unidos contigo y no con ella, es mera curiosidad —Solté una carcajada.
—Por la misma razón que tú me quieres sólo para tí, pero la única diferencia es que yo lo amo a él —Los ojos de él se oscurecieron, veía maldad en su rostro y que definitivamente iba a hacerme daño.
Tres toques en la puerta salvaron mi vida, haciendo que respire con tranquilidad, era el doctor que había llegado con varias ¿Máquinas? Sí, eso parece ser. Las situaron en mi alrededor y el doctor entró con una sonrisa en su rostro, era de piel morena, de unos cincuenta años de edad, un lindo traje azul con su típica bata de doctor que tenía su nombre, Julio Días.
—Tienes una prometida muy hermosa —Daniel se acercó a él y estrecharon sus manos.
—Muchas gracias por venir lo antes posible, tiene muchas náuseas y no sabemos que hacer —El doctor me miró como si tuviese la respuesta al gran problema, pero sólo negué.
—Tengo la matriz volteada, es imposible salir embarazada —Su rostro cambió drásticamente.
—Bueno, descubriré que es lo que tienes, no te preocupes linda —Asentí tranquila— Empezaré con un eco de órganos blandos, así que sólo relájate y súbete aquella camisa —Como niña buena obedecí al doctor, mientras él de su maletín sacaba unos guantes y el gel que me pondría para hacer dicho eco— Disculpa, Daniel, podrías traerme aquella silla —Daniel asintió y caminó a paso rápido hacia la silla, la tomó por el espaldar y la colocó al lado de la cama— Gracias —Él se sentó, se acomodó en la silla y acercó la máquina que estaba a su lado, sin esperar más echó un poco del gel en mi abdomen.
Tomó la máquina y posicionó la misma en mi vientre, subiendo y bajando, de un lado al otro, haciendo bastante presión y se notaba bastante sorprendido. Aún no sabía el porque, pero Daniel notó el asombro del Doctor Díaz, poniéndome nerviosa, ¿Era algo malo?
—¿Qué pasa? ¿Ella tiene algo malo? —Daniel se miraba preocupado y hasta yo empezaba a estarlo.
—No, señor Vegas, pero su prometida está embarazada —Y en un abrir y cerrar de ojos, su expresión cambió a una de decepción.
¡Estaba embarazada!, Esperen ¿Estoy embarazada? La primera vez lo creí y también me negaba a ello porque sabía claramente que no podía quedar embarazada, pero había un pequeño porcentaje de mujeres que tenían ésta condición y pueden tener todos los hijos que quieran o que el espermatozoide pudiera llegar a fecundar.
—¿Cómo es eso posible? —La voz de Daniel me sacó de mis más profundos pensamientos.
—Es sencillo, sus espermatozoides soy muy fuertes y rápidos, lograron llegar y fecundar el óvulo —Su ceño se frunció y me miró con mucho odio.
Ahora entendía porque tenía el estómago sensible.
—Ese bebé no es mío, quiero que lo aborte —Dió una orden al Doctor, fuerte y claro, pero no iba a permitirlo.
—Sobre mi cadáver —Dije cambiando mis ojos de color.
No era sólo una simple chica con cara bonita, era una Omega con un poder especial.
“Así se habla, matemos a este hombre” —Dijo mi loba a punto de hacer su gran aparición por primera vez, pero Daniel negó.
—Ni se te ocurra, mi pequeña Jules —Daniel sacó de su espalda un cuchillo, que tan sólo un reflejo de luz a través del mismo quemaba mi piel, lo acercó a mí cuello, sin importarle que el Doctor Díaz estuviese ahí presente, haciéndome sentir un gran ardor.
Y un gran dolor.
¿Por qué me siento de ésta forma? Me siento débil —Le Pregunté a mi loba, sin cerrar los ojos, el efecto cada vez se hacía más presente en mi piel.
“Porque la debilidad de los licántropos es la plata del infierno, es escasa y sólo se encuentra dentro de un volcán en específico. Duele, sí, pero nada duele más que saber que él pudiese controlarnos con ese pequeño objeto cortante” —Me sentía aterrada, iban a matar a mi hijo y quizás sea el único que pueda tener.
—Te lo ruego, Daniel —Mis lágrimas comenzaron a salir a borbotones, no podría soportarlo.
En sus ojos veía maldad y satisfacción al tenerme de esta manera, débil, suplicante y sumisa ante la situación.
—No, Jules, no le daré el gusto a Jeon de ser padre, no tendrás a ese bebé —Rozó el cuchillo por mi piel, obligándome a cerrar los ojos, sentía como si diera mi último aliento.
“Adiós, mi pequeño cachorro” —Mi loba y yo íbamos a entrar en una fuerte depresión.
GRACIAS POR LEER💕❤️
CUALQUIER QUEJA, AQUÍ.
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