|☪ Cᴀᴘ. 050 ☪| ¿ᴅᴇᴜᴅᴀ?, ¿ϙᴜᴇ́ ᴅᴇᴜᴅᴀ? ✔
Capítulo +18
⇒Leen bajo su responsabilidad.
⇒Contenido explícito.
⇒Violación y maltrato.
⇒Si no les gusta, pueden saltarse este capítulo, no se perderán de nada.
—Despierta, bella durmiente —Abrí los ojos de golpe, no había escuchado los golpes en mi puerta— Vístete, iremos a cobrar una deuda y si no bajas en diez minutos, ruega por tu vida, porque yo no soy delicado como mi hijo —Aquellas palabras me hicieron tragar muy duro.
Dimitri salió de la habitación y me dejó sola para arreglarme, busqué unos zapatos bajos que me quedaran, un short negro de mi talla y un lindo suéter rosado, saldríamos a quien sabe dónde a cobrar vete tú a saber que cosa y lo peor de todo esto es que, él me llevaba para que viera las consecuencias de cualquiera de mis acciones.
Como te extraño Jung Kook...
Me metí en el pequeño baño e hice todas mis necesidades con sumo cuidado de no agarrar una infección con toda la oxidación y el moho que había en el, me vestí a la velocidad de la luz y me puse un poco de loción de vainilla, por suerte quedaba un poco en el envase de spray.
Bajé las escaleras y ví a varios de sus hombres, a su hijo y claramente a Dimitri, estaban armando una especie de estrategia, pero al notar mi presencia sólo se quedaron callados y Daniel me sonrió, siendo el único que estaba contento con mi presencia, ¿Y cómo no iba a estarlo?, Me había confesado que estaba loco por mi, con tan sólo mirarme lo hacía ir al cielo, pero para su desgracia no era recíproco.
Salimos hacia las camionetas negras blindadas, yo iba con el mono y el loco, todos sus hombres tenían apodos, incluso yo tenía uno y era la rubia. Era mejor a que me llamaran “Puta” o “Zorra”, estaba conforme con ello. Condujeron hasta una gran casa, era hermosa y predominaba el negro junto a tonalidades de azules, simplemente hermosa. El loco estacionó el auto detrás de los otros autos de Dimitri y los tres bajamos del mismo, imitando la acción que hacía el jefe de esta gran operación.
Dimitri tocó la puerta y un chico que probablemente tenía más de quince años abrió la puerta, viéndose sorprendido al notar que Dimitri no estaba solo y que además, lo que iba a pasar no sería nada bueno. El sapo se adelantó y lanzó la gran pregunta, ya que su deber era proteger a su jefe.
—¿Dónde está tu padre, niñato?
—¡Papá, te buscan unos hombres! —Gritó aquel chico sin contestar la pregunta del sapo.
Minutos después apareció un hombre de traje, de unos cincuenta años, alto; quedándose en blanco y helado al ver quién era el que llamaba a su puerta.
Sin pedir permiso, Dimitri entró con sus hombres, irrumpiendo la propiedad privada, pero yo no quería entrar y el loco no tardó en darse cuenta de ello, así que me tomó por un brazo obligándome a entrar en aquella gran propiedad. Al detallar mejor en donde estaba “El jefe”, lo ví sentado en medio de un sillón de tres personas, mientras el mono, el sapo, el sádico, la mosca, el gato y Daniel estaban detrás de él, si se preguntan en donde terminamos el loco y yo, es sencillo responder, recostados contra una pared.
—Me imagino que sabes porque estamos aquí —Habló Dimitri, haciendo resonar su voz gruesa en toda la casa.
—Sí, pero todavía no tengo el dinero, si me da un poco más de tiempo señor... —Lloriqueaba el señor cuyo nombre desconocía, dándome un poco de lástima.
—Claro que no, ya te he dado mucho tiempo. Aparte, en tu última apuesta pusiste algo muy valioso como forma de pago que me es imposible rechazar —Asqueaba como Dimitri hablaba, de seguro era algo sucio, porque de a poco empezaba a descubrir cosas más sádicas y zoofilícas de él.
—Por favor no, sé que le dije, pero se lo suplico, no lo haga —Insistía el pobre señor.
Para los empleados de Dimitri la situación se tornaba muy interesante, mientras yo me preguntaba: ¿Qué había puesto el señor como premio? Cuando se abrió la puerta principal, mostrando una señora bastante elegante, ella nos miraba con una gran cara de incertidumbre, que no era necesario ser una genio para saber que era la esposa del señor.
—Buenas noches señora, discúlpenos por estar en su casa a estas horas, pero venimos a cobrarle una deuda a su esposo —Soltó Dimitri muy tranquilo.
—¿Deuda?, ¿Qué deuda? —Decía ella sin tener la más mínima idea de lo que estaba pasando.
—Eres un hombre muy malo y no me sorprende, así que no le dijiste a la señora que estabas apostando, muy mal, eso está muy mal —La voz del jefe salía divertida.
—Mi amor, lo siento mucho —Decía el hombre entre lágrimas.
Quería intervenir en la gran situación, pero si me ponía a pensar en lo mal que me iría antes de siquiera terminar todo lo que tenía por decir, preferí mejor ver la escena de cerca como lo estaba haciendo desde que llegamos, sin quejas.
—¿Qué es lo que está pasando?, Por favor explíquenme, necesito respuestas —La señora insistía con saber, pero si yo fuera ella, hubiese salido corriendo e ido del país en el mismo acto.
—Claro, señora y se la vamos a dar, pero primero lo primero, tome asiento por favor —Dimitri al decir eso, ella se sentó en un sillón al costado del de él.
Dimitri de forma calmada le empezó a contar a la señora desde que conoció a su esposo en un lugar de apuestas y perdió debiendole mucho dinero a mi ahora jefe, pero él quería seguir jugando, supongo que desarrolló un tipo de adicción y su esposo simplemente la apostó con la esperanza de ganar, pero no fue el caso. Me sentía asqueada, ¿Cómo un hombre podía hacer aquello? Quería vomitar, ya no podía sentirme mal por aquel señor, sólo quería matarlo a golpes.
Ella en respuesta se puso a llorar a moco suelto ¿Y cómo no hacerlo?, Su esposo literalmente la ofreció a otra persona sin su consentimiento. Giré mi rostro un momento hacia un pasillo y ví al chico que nos había recibido, él estaba escuchando la conversación.
—Ahora bien, señora, ya que me pertenece de ahora en adelante, deberíamos presentarnos como Dios manda —Dimitri sonrió bien cínico.
Ella no reaccionaba y Dimitri comenzaba a molestarse, él esperaba a que ella se levantara y se presentara como él había pedido con amabilidad, ella entre lágrimas y viendo que los hombres del jefe sacaban unas nueve milímetros, se puso de pie, sólo necesitaba un empujón.
—Me llamo Mariana, tengo cuarenta años y soy ama de casa —Dijo ella intentando no sollozar en el proceso.
—Muy bien, Mariana Ríos, déjame decirte que se ve desde aquí que, tienes unos lindos pechos y unas nalgas de infarto, pero no más que nuestra hermosa Jules —Me señaló, sintiendo las miradas de todos en la sala— Así que, ¿Por qué no nos muestras mejor tu cuerpo?, nosotros queremos admirar tal hermosura —Estaba sorprendida de lo calmado que estaba Dimitri, porque él era muy impulsivo.
—¿Qué está pidiéndome? —Se miraba horrizada por lo que salía de la boca del jefe.
—Lo que escuchó.
—Está bien, pero que mi hijo se retire del salón —Pidió mirando al pasillo en donde se encontraba, Dimitri imitó su acción y sonrió en su dirección.
Mala jugada.
—Eso no pasará y si no quieres que lo mate, empieza a quitarte la ropa —Amenazó el jefe.
Ella lo miró llorando y procedió a desabrocharse su camisa dejándola caer al piso, luego se sacó sus zapatos y su pantalón, también tirándolos al piso, quedando únicamente en un lindo conjunto de ropa interior negro.
—Listo —Sentía pena por ella, pero Dimitri necesitaba más y no la iba a dejar tan fácilmente.
—Claro que no, Señora Ríos, todavía lleva ropa, así que también sáquesela o mis muchachos se la pueden sacar, por eso no hay ningún problema —Al decir eso, ví como el jefe le hacía señas a su hijo con su cabeza, para que fuera a sacársela.
—¡No, no, por favor se lo suplico! —Sus súplicas serían en vano, a Dimitri no le importaba lo mucho o poco que llorara.
Supongo que las órdenes son órdenes y se obedecen, Daniel se acercó a ella y sacó una navaja, le cortó el sujetar desde el frente, dejando sus senos al aire y luego continuó con sus bragas, quería voltear, no quería presenciar una violación, pero el loco me hizo mirar hacia el frente, viendo como la mujer trataba de tapar sus partes más íntimas, pero Daniel acercó la navaja a su mejilla, dándole a entender que no debía taparse y simplemente dejó de hacerlo, dejando que Daniel volviera a su posición inicial.
—Ahora si, Señora Ríos, se puede apreciar su hermoso cuerpo, ahora venga que vamos a ver que tan buena es —Todavía atónita y sin entender completamente cómo llegó a hacer eso, medio resignada fue y se quedó frente al jefe— De rodillas y prepárate para comerme el pene —Ella se arrodilló y llorando pedía por favor, para que su hijo no presenciara lo que estaba por ocurrir, pero no le dieron ni la más mínima importancia.
El jefe sacó su gordo miembro de aquellos pantalon de traje y la acercó a su boca para que mamara aquel pene que necesitaba atención especial, pero ella se resistía a hacerlo, el jefe comenzando a molestarse, la tomó por su cabeza y de forma brusca metió su miembro en la boca de ella.
—No pongas resistencia, acuérdate que ahora eres mía ya que tu marido te apostó —Soltó Dimitri, mientras ella seguía llorando, al tiempo que era obligada a darle sexo oral al jefe.
Cerré los ojos cuando por fin ella pudo recitar su cabeza, quedó arrodillada en el piso con su mirada perdida. Sólo debía dejarse llevar para que la obligaran a menos cosas, pero yo no tenía ni el más mínimo interés de ver.
—Abre los ojos, si no quieres que te ponga a mamarme el pene también —Dijo el loco. De a poco entendía porque le habían puesto ese apodo, sin más, sólo abrí los ojos viendo la escena.
—¿Qué crees que deberíamos hacer con esta Señora?, ¿No la quieres probar? —Le preguntó el jefe a su hijo que veía con sus ojos muy abiertos la escena, viendo el placer en los ojos de su padre.
—Me encanta la idea, pero a la única que quiero probar es a Jules —Me quería convertir en bolita cuando escuché aquello, yo no quería ser tocada por ese hombre de nuevo— Además, ¿Por qué no dejas que los muchachos jueguen con ella? Después de todo, se han portado muy bien.
—Tienes razón, dejemos que ellos se diviertan con ella.
El jefe les hizo señas con su mano al mono y al gato, ellos entendieron en el acto que debían hacer, estaban entrenados y acostumbrados, se fueron quitándo la ropa hasta quedar completamente desnudos y se colocaron uno a cada lado de Mariana, la cual seguía en el piso, uno de ellos la tomó de abajo de los brazos y la levantó como si nada, colocándola sobre el otro, quien ya estaba sentado, se pudo escuchar un gran grito de dolor, bueno, esta no estaba lubricada, pero a ninguno le importó, este a su vez le abría las nalgas a lo cual su compañero la penetro por su ano, así fue que terminó teniendo una doble penetración.
Quería cerrar los ojos, no quería ver la cara de sufrimiento de aquella mujer con cada embestida, pero parecía que se iba lubricando cada vez más, su cara cambió drásticamente a una de placer, comenzaba a disfrutarlo. Pasaron unos minutos y finalmente los muchachos terminaron dentro de ella, dejándola sobre el sillón con lágrimas en sus ojos que, no sabía si era porque la habían violado o porque le había gustado; y estaba muy llena de leche.
—No creas que esto terminó —Habló el jefe.
—Jefe, mire lo que encontré —Dijo el sapo mostrandole un vestido de casamiento y un hermoso collar de perlas.
Aunque si les soy sincera, no sé en qué momento salió el sapo a investigar por las habitaciones de la gran casa.
—¿Mariana y ese collar tan lindo? —Preguntó el jefe.
—No sé, nunca lo había visto —Dijo Mariana mirando sorprendida aquel collar de perlas brillantes.
—Ese es tu regalo de aniversario, cariño, te lo compré hace unos días —Decía el señor, esposo de la señora, mientras lloraba sin consuelo por lo que estaba sucediendo.
—¿Por qué no vemos cómo te queda este conjunto? —Habló el jefe haciéndole señas al sapo para que le entregara el vestido a la señora Ríos.
Una vez se lo puso, el sapo la rodeó y le puso el collar, la tomó de la mano llevándola hacia no sabía dónde. Pensaba que la pesadilla había acabado, pero era demasiado sencillo como para ser verdad, todos se pusieron de pie y siguieron al sapo. Me rehusaba a ir, pero el loco me tomó del brazo haciendo que siga a los demás al patio trasero de la casa. Era muy amplio y lindo, todo era verde brillante.
—Muy bien sapo, es tu turno de hacer lo que quieras con ella —El sapo sonrió a las palabras de su jefe.
—Muchas gracias, señor.
La Señora Ríos estaba tan resignada que por si sola sin que nadie le dijera nada, se arrodilló y le sacó el miembro al sapo para mamarsela, era un pene gordo y muy cabezón. El sapo no muy convencido de algo, sacó su navaja y comenzó a cortar con la misma la pollera del vestido, cortandosela hasta si quiera tapar parte de sus glúteos. Poniendo la navaja en su cuello le ordenó ponerse en cuatro y que comenzara a ladrar como una perra, lo cual hizo y después vino la parte más desagradable, no sabia que le había pasado por la cabeza al sapo, pero buscaba con su mirada a una persona en específico.
Al hijo de Mariana.
El sapo pidió que trajeran al hijo de la señora Ríos, lo colocaron justo al frente de su madre que estaba a cuatro patas en el césped, le pidieron bajar su pantalón, lo cual hizo bastante rápido o la navaja que el sapo le apuntaba terminaría en su cuello.
—Chúpale el pene a tu hijo, demuéstrale lo perra que puedes ser —Aquellas palabras sólo hicieron que el estómago se me revolviera.
Mariana al borde de las lágrimas, abrió su boca y dejó que el pene de su hijo ya erecto entrara en su boca, mientras el sapo entraba por su ano. Ambos penetraban sus dos cavidades hasta conseguir su liberación, pero el hijo de Mariana llegó a su orgasmo dentro de su boca, el sapo no tardó en saberlo, el chico había soltado un gran jadeo.
—No se te ocurra escupirlo, ni tragarlo todavía —Dijo el sapo sin dejar de penetrarla— Ustedes dos —Apuntó al sádico y a la mosca— Empiecen a disfrutar y bañemos su cara con nuestra leche —Soltó provocando arcadas que no pasaron desapercibidas por el loco.
—Alguien tiene el estómago sensible —Se burló de mi, pero sólo quería matarlos a todos y que ésta pesadilla acabase.
—Cállate o cuando Jung Kook venga por mí, le pediré que me deje cortarte el micro pene ese que tienes entre las piernas —Lo amenacé, él me miró alzando una ceja y luego hacia el frente.
¡Por fin lo había callado!
Poco después los tres muchachos, el sádico, la mosca y el sapo eyacularon en la cara de Mariana, parte del vestido y sobre sus pechos, mientras todavía tenía el semen de su hijo en el boca y para diversión de los muchachos, el sapo cortó el vestido dejando a la Señora Ríos nuevamente desnuda, a excepción del collar de perlas que su esposo le iba a regalar.
—Bueno muchachos, ya nos tenemos que ir —Los muchachos asintieron y comenzaron a arreglarse— Mariana muy feliz aniversario, recuerda que ahora eres mía y mañana mandaré a alguien por ti, para que empieces con tu nueva vida en mi mansión —Dichas aquellas palabras comenzamos a retirarnos, dejando a la pobre Mariana destrozada.
Quería defenderla y explotar por la cólera que tenía, pero si me ponía a escoger entre mi vida y la de ella, la respuesta era muy sencilla, todavía tenía esperanza de que Jung Kook viniera por mi.
Y así poder estar juntos para siempre.
GRACIAS POR LEER💕
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