|☪ Cᴀᴘ. 049 ☪| ᴍɪ ɪɴᴛᴇɴᴄɪᴏ́ɴ ɴᴏ ᴇʀᴀ ᴍᴀᴛᴀʀᴛᴇ ✔
Capítulo +18
⇒Leen bajo su responsabilidad.
⇒Contenido explícito.
⇒Violación y maltrato.
⇒Si no les gusta, pueden saltarse este capítulo, no se perderán de nada.
Una maldita semana había pasado desde que Dimitri me secuestró sólo para que ambos bandos se encontraran en guerra, licántropos contra los humanos, era estúpido, pero el quería saciar su sed de sangre. Me alimentaba una vez al día con comida casi estropeada, literalmente me tragaba aquello con vómito incluído, era muy repulsivo, pero no podía quejarme, no me habían puesto ningún dedo encima.
Tal vez en una ocasión Dimitri tocó más allá del nacimiento de mis senos, sintiéndome sucia y aunque me restregara con la esponja toda rota llena de jabón, no me sentía limpia. Agradecía que dejaran vestirme con vestidos muy cortos pegados a mi cuerpo, la sensación de comodidad por sentirme vestida y poco vulnerable que las demás, me inundaban.
—¿Que haces aqui? —Le pregunté a Dimitri que abría la puerta de la habitación en donde me tenían encerrada— Me dijeron que aquí estaría segura y que tú no podías entrar —Soltó una carcajada.
—Tal vez lo ovidaste, niña, pero soy el jefe y haya dicho eso o no, ¿Quién mejor que yo para quebrantar mis propias reglas? —Me quedé callada, no quería que me golpeara como la ultima ves— Si tanto insistes, ¿Puedo pasar?
Lo miré de abajo hacia arriba con cierta incertidumbre, fingiendo estar tranquila o se daría cuenta de que tengo un poco de miedo y podría usarlo en mi contra. Cualquier debilidad que demuestre él podría notarla y no podía darle el lujo de saber cómo lastimarme.
—Sí —Dió unos pasos hacia el frente con una bolsa en una de sus manos que no había notado antes.
—Te traje un regalo.
—¿Que me trajiste? —Pregunté, aunque sabía que cualquier cosa que viniera de él no podía ser bueno.
—Cierra los ojos —Ordenó con voz fría.
—¿Frente a un asesino? —Sonreí— ¡Ni de chiste!
—¿Me tienes miedo, bonita? —Mencionó, mientras se acercaba lenta y muy fríamente hacia mí.
—No —Respondí. Aunque mi adrenalina junto al miedo aumentaban.
—Cierra los ojos —Pidió nuevamente examinando mi cuerpo descaradamente.
Obedecí y cerré los ojos, pero no fue exactamente lo que yo pensaba, se escucharon pisadas ingresando a la habitación en donde me encontraba, no eran de Dimitri ya estaba lo suficientemente cerca de mí.
—Abre los ojos —Pidió y sin desobedecer lo hice muy rápido, dejándome ver a un hombre que en mi vida había visto.
Era alto, de espalda ancha, musculoso, pelirrojo y ojos azulados muy hermosos, cualquier mujer que se derrita por un pelirrojo, caería ante sus pies.
—Él es Daniel, mi hijo —Señaló Dimitri al hombre que ingresó a la habitación. Quedé muy sorprendida, jamás pensé que su hijo estuviese involucrado en esto— Tú eres el regalo de mi hijo y si pones resistencia, te mato —Tragué saliva con dificultad, aún quería vivir.
—Siéntate en la silla y abre las piernas —Dijo el hijo de Dimitri, mi pulso comenzaba a acelerarse.
Él iba a abusar de mi.
Sin desobedecer me senté en la silla que tenía detrás y me abrí de piernas, dándole una vista de mis bragas negras. Se acercó a mi con sutileza, desesperandome por completo, quería que comenzara rápido y todo terminaría de igual forma.
Metió su mano en mi entrepierna y con un solo dedo comenzó a rozar mis bragas. Primero verticalmente hundiendo la ropa en mi piel y luego en horizontal buscando introducir su dedo dentro de ellas. Una vez adentro rozó la parte superior de su dedo hasta que lo introdujo lentamente en mi vagina. Me penetró en repetidas ocasiones pensando que era Jung Kook el que me tocaba, pero sus palabras me hicieron bajar de aquella nube trayendome a la realidad, "Voy a follarte muy duro, perrita".
—¡No! —Me zafé de sus brazos, mientras bajaba el vestido y me acomodaba la ropa interior.
—No te hagas la dura, sé que me deseas tanto como yo a ti —Lo miré a los ojos aterrada.
—¿Qué hay en la bolsa?
—Toma. La guardaba para alguien especial —Sacó una chaqueta muy hermosa de la bolsa.
—¿Especial? —Dudosa observé mejor la chaqueta, podía ser una trampa.
Aunque era hermosa aquella chaqueta de cuero con piedrería.
—No puedo aceptarla.
—¿Por qué no? ¿No te consideras especial? ¿Y si te dijo que no he dejado de pensar en ti desde que mi padre te trajo? ¿Qué esa chaqueta no vale el que me dejes probar el sabor de tu piel? Son diamantes de verdad, además, ¿Mi padre no te dió un vestido rojo? —Asentí temerosa— Perfecto, póntelo. Maquíllate y arréglate, quiero que esta noche te veas hermosa, pues nunca la olvidaras . Y cada vez que veas esa chaqueta en tu cuerpo, recordarás mi rostro —Lo miré con los ojos bien abiertos, ¿Qué pretendía ahora el hijo del más hijo de puta?, ¿Pretenderme o simplemente tratarme bien antes de violarme?
Ellos retrocedieron saliendo de la habitación, pero antes de desaparecerse me avisaron que tenía diez minutos para arreglarme lo mejor que podía con las cosas que tenía en la habitación, que eran escasas. No sabía que pasaba, pero tampoco me iba a detener y preguntar qué estaba pasando o porque el cambio de trato hacia mí.
Saqué el vestido del armario, usé unas zapatillas negras no tan altas que estaban allí debajo de un montón de polvo y recogí mi cabello, tomé la chaqueta de cuero y me la puse, no podía creer que los detalles en piedrería fueran diamantes. Me admiré por unos segundos, realmente lucía hermosa.
Me sentía timida, era la primera vez que alguien me regalaba una prenda de ropa, sin darle tantas vueltas al detalle, la puerta se abrió de golpe, mostrándome a Daniel que lucía sumamente elegante. Al verme se acercó a mi, comenzando a incomodarme con su compañía.
—¿Qué haces? —Pregunté dando pequeños pasos hacía atrás.
—Lo siento, no pude evitarlo, luces hermosa —Respondió, mientras intentaba detener su impulso— ¿Puedo besarte? —Lo miré sorprendida y negué, me parecía un hombre asqueroso y repulsivo— Recuerda que mi padre puede destrozarte en cuestión de segundos, así que mejor déjate besar —Como la propia muda, asentí.
Me besó lentamente, primero sus labios tocaban los míos, mientras él con la punta de su lengua recorría de arriba hacía abajo mis labios, intentando abrirlos para introducirla lentamente. Usó una de sus manos para bajar el tirante de mi vestido y dejar uno de mis pechos al aire. Él comenzaba a jugar con mi pezón apretandolo en repetidas ocasiones. Bajó su mano de mi pecho a mi abdomen bajando un poco mas para introducir nuevamente sus dedos en mi vagina y notó que estaba un poco húmeda en aquel momento.
Era mejor que tener a un perro follandome la vagina y el ano.
No pude evitar sentir vergüenza, pero parecía que él podía olerla. Lamió sus dedos al sacarlos de mi húmedo centro y procedió a sacar una navaja de su bolsillo.
—¿Para qué es eso? —Pregunto.
Mi voz comenzaba a temblar un poco y dejaba escapar un poco de miedo a través de ella. Él lo percibió inmediatamente.
—¿Tienes miedo, pequeña? —Pregunta con voz perturbadora, pero de cierta forma tranquilizadora.
—Mucho —El miedo se apoderó de mi cuerpo, mientras soltaba un suspiro involuntariamente.
—No, te preocupes. No es lo que parece —Sujetó mi cuello de forma brusca, perdiendo totalmente el conocimiento con aquella presión, todo se había vuelto negro.
[☪]
Al despertar estaba sujeta sobre una silla. Cada una de mis piernas estaba amarrada en cada una pata de sus patas, mis manos detrás de mi espalda, sujetadas con lo que parece ser cinta de aislar, por fortuna mi boca estaba descubierta.
—Hola hermosa —Escucho aquella voz, pero al enfocar mi vista al frente no había nadie, así que sentí pisadas detrás de mí, confirmando que no estaba sola y que no me estaba volviendo loca— ¿Lista para jugar? —Tragué saliva, sentía mi garganta muy reseca.
Se acercó a mí cuello sin previo aviso, comenzó a lamer y succionar en el, subiendo por mi barbilla hasta llegar a mis labios. Su lengua era húmeda y sin sabor. Era agradable, no me sentía abusada del todo hasta que empezó a sentirse tosca su lengua y su toque. Intentó quitarme el hermoso vestido rojo, pero al estar sentada era casi imposible, sacó su ahora famosa navaja y se deshizo sin problemas de el, dejándome desnuda, sintiendo que no tenía ni una pizca de pudor.
Era muy tosco al acariciarme, siendo mucho más rudo que las veces anteriores, avivando el gran miedo que sentía en mi interior, pero sería incapaz de manifestarlo o estaría muerta, mientras por dentro quería que Jung Kook me sacara de esta pesadilla. También había leído que entre más miedo le demuestras a un sádico, más poder le otorgas.
—¿Te gusta? —Pregunta una y otra vez, lamiendo y succionando mis pezones como si fuera un bebé.
—Sí —Ni cuenta me había dado que lamía mis pezones.
Respondí aquello intentando desequilibrarlo, aunque no veía, ni sentía dicha reacción, sino todo lo contrario, aumentó la intensidad de la succión y las lamidas, juntando ambos pezones intentando lamer ambos al mismo tiempo. Metió su mano entre mis piernas y penetraba mi sexo con sus dedos, primero uno, luego dos y al tercero grité:
—¡Basta! —Estaba al borde de las lágrimas— ¡ME LASTIMAS!
Él sacó su navaja nuevamente y comenzó a pasarla por mi vientre hasta llegar a mi entrepierna provocandome temor, en cualquier momento esa navaja estaría cortando mi piel. Jugó con ella en mi pubis hasta golpear con ella, mi vagina.
—¿Sabes que tienes una vagina muy hermosa, verdad?, Me imagino cuanto ha disfrutado Jeon de ella —Me paralicé sientiendo el frío del metal.
—No me mates. No vale la pena —Mi primer intento por salvar mi vida, fue lo único que se me vino a la cabeza, tenía los nervios de punta, humedeciendo mis ojos.
—Ya te dije que no es lo que parece.
Cortó las cintas de mis tobillos y me acomodó en el suelo con la espalda pegada al mismo. Mis manos quedaban sobre el suelo por lo que mis senos mostraban unos pezones muy erectos y dispuestos a ser devorados. Él se subió en mi y comenzó a introducirme su miembro de una manera brutalmente desgarradora, aunque estaba lo suficientemente húmeda para que no doliera tanto, pero no era el caso. Era gruesa y muy larga, pero no era capaz de compararla con la de Jung Kook.
Lo hizo en repetidas ocasiones, tomó mis pezones y jugaba con ellos sin parar, al parecer se volvió adicto a ellos y estaba penetrandome sin control alguno. Se detiene dándome una pequeña esperanza de que la pesadilla se había acabado, pero me voltea y me acomoda de rodillas contra el piso, sentí su punta en mi ano y sin lubricar me penetró soltando un desgarrador grito.
Ya no podía más y me desmoroné contra el piso. No es llanto, sólo es miedo fundido con mucho dolor, pero él parece disfrutarlo, podía sentirlo, mejor dicho lo escuchaba.
Entre más me penetraba, más húmedo se sentía. Comenzó a buscar mi clítoris entre mis piernas, jugando con el sacándome unos gemidos, sé qué estaba mal disfrutar uno de sus tantos toques; sin embargo, no pude evitarlo y terminé poco a poco en su mano. Inmediatamente, después pude sentir como escurría su semen de mi ano a mi clítoris. Recostandose sobre mi espalda susurra en mi nuca:
—Mi intención no era matarte, preciosa.
Soltó de forma amable y podía jurar que cariñosa, antes de comenzar a vestirse corta la única cinta que quedaba, las de mis manos.
—Me voy, preciosa. Pronto nos volveremos a ver —Me dejó un beso en la espalda y sólo fue.
No sé si se los había dicho o escrito regularmente, pero gracias a todas esas personas que votan y dejan pequeños comentarios, me gustan leerlos y reírme por lo que ponen💕🤧
GRACIAS POR LEER💕
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