
|☪ Cᴀᴘ. 04 ☪|
Min Jules Hee;
El aire estaba cargado de murmullos y miradas furtivas. Desde el incidente con la pelirroja y Namjoon, me había convertido en el centro de atención del campus. YoonGi me observaba con detenimiento, su expresión un claro reflejo de su instinto protector.
—¿Qué acaba de pasar? —preguntó con tono grave, como si intentara desentrañar un misterio complejo.
Pasé una mano por mi cabello húmedo, aún tratando de procesar la intensidad del momento.
—Nada grave, sólo… un encontronazo con algunos estudiantes —respondí, evitando entrar en detalles sobre la humillación pública y el inesperado rescate de Jung Kook.
—¿Nada grave? —replicó, cruzando los brazos—. Jules, te vi en medio de un maldito círculo de acosadores, ¿Quién era el tipo que te defendió?
El tono de mi hermano no era agresivo, pero sí firme, demandando respuestas.
—Jeon Jung Kook —contesté con naturalidad, recordando la profundidad de su mirada y el cambio repentino en el color de sus ojos.
YoonGi frunció el ceño. Su reacción me dio la impresión de que ese nombre no le era indiferente.
—¿Te miró diferente, cierto? —me preguntó, sus ojos estudiándome como si intentara conectar piezas invisibles.
Me removí incómoda, ¿Cómo lo sabía?
—Sí… —respondí, con cautela— Sus ojos cambiaron de color.
La respuesta pareció confirmar sus sospechas.
—Mantente lejos de Jeon Jung Kook, Jules —su voz era casi un susurro, pero la seriedad en su rostro no dejaba lugar a dudas.
Mi corazón dio un pequeño vuelco.
—¿Por qué?
Suspiró, como si estuviera debatiendo si debía decirme más.
—Él no es alguien común. Y si sus ojos cambiaron frente a tí… entonces ya te tiene en la mira.
La advertencia de mi hermano, el incidente con Namjoon, la actitud desafiante de la pelirroja… Todo se conectaba en una maraña que aún no podía desenredar. Pero una cosa era segura: mi primer día en esta universidad estaba lejos de ser ordinario.
[☪]
El murmullo del campus aún pesaba sobre mis hombros mientras me alejaba de la escena. El aire cargado de miradas furtivas y conversaciones a media voz parecía seguirme, como si cada paso que daba dejara una huella difícil de ignorar. Respiré hondo, tratando de recuperar la calma, y dirigí mis pensamientos hacia lo realmente importante: encontrar mi salón de clases.
Mis manos aferraban la bolsa de papel marrón que contenía el sándwich que YoonGi había preparado. No tenía hambre, pero la calidez del gesto me daba una sensación de seguridad en medio de la incertidumbre. Crucé el patio central, donde grupos de estudiantes se reunían bajo la sombra de los árboles, algunos revisando sus notas y otros simplemente disfrutando de la mañana.
La estructura del campus era imponente, un equilibrio entre tradición y modernidad. Los edificios, con fachadas de concreto pulido y ventanales enormes, reflejaban el azul del cielo, mientras que los pasillos conectaban cada espacio con una armonía inesperada. Miré la hoja de registro que llevaba en la mano y me enfoqué en la primera clase del día.
Edificio B, aula 203.
Perfecto, ¿dónde rayos estaba el edificio B?
Me detuve en medio de la explanada y giré sobre mis talones, analizando cada señalización que indicaba dirección.
—¿Perdida? —preguntó una voz masculina a mi lado.
Giré de inmediato. Un chico de uniforme similar al mío, aunque un poco más holgado en su cuerpo esbelto, me observaba con una expresión neutral. Su cabello negro caía en capas irregulares sobre su frente, y sus ojos, afilados pero con un matiz curioso, me estudiaban sin disimulo.
—Solo un poco —admití, mostrando la hoja con el número de aula.
Él me miró brevemente y asintió.
—Edificio B está al fondo, pasando el auditorio. Primera escalera a la derecha.
Sus instrucciones fueron precisas, pero su tono no tenía la calidez de alguien que realmente quisiera ayudar. Más bien, parecía acostumbrado a guiar a estudiantes extraviados sin mayor interés en la conversación.
—Gracias —murmuré, y comencé a caminar en la dirección que me indicó.
El chico no se movió de inmediato, pero sentí su mirada sobre mí por unos segundos antes de seguir su camino en sentido contrario.
Continué avanzando, dejando atrás el bullicio del patio principal. Al pasar por el auditorio, me detuve un instante para observar la enorme estructura de cristal que lo rodeaba, dejando entrar la luz con una perfección arquitectónica que contrastaba con las sombras que proyectaban los estudiantes que esperaban en los alrededores.
Subí la primera escalera a la derecha y encontré el cartel que indicaba los números de aulas.
Aula 203.
Al fin.
Ajusté la corbata incómoda de mi uniforme y entré.
Los primeros minutos en clase definirían mucho. No solo por la materia, sino por la gente. En un lugar como este, la reputación podía construirse o destruirse en cuestión de días.
Y yo, después de esta mañana, ya tenía más de un par de ojos puestos sobre mí.
Me senté en una fila intermedia, tratando de aparentar tranquilidad, pero en mi interior, sabía que este día apenas comenzaba.
El murmullo de los estudiantes disminuyó cuando el reloj marcó la hora exacta del inicio de la clase. Ajusté mi postura en el asiento, tratando de proyectar una calma que, sinceramente, no sentía del todo. Había pasado por demasiadas emociones en tan poco tiempo, y ahora solo esperaba que la materia fuera lo suficientemente absorbente como para distraerme.
Las puertas del aula se abrieron con firmeza, y los estudiantes que aún charlaban entre sí callaron de inmediato. Todos giramos la cabeza, esperando ver al profesor ingresar. Pero cuando la figura se plantó en el centro del aula, el aire pareció congelarse a mi alrededor.
Era él.
Jeon Jung Kook.
El mismo que minutos antes me había defendido sin titubear. El mismo que, con una presencia imponente, parecía mover cada pieza del campus sin esfuerzo.
Ahora estaba frente a toda la clase, con una expresión impasible, como si la autoridad ya estuviera adherida a su piel.
Se acomodó el saco azul marino de su uniforme, dejando ver una camisa blanca perfectamente ceñida a su torso. Su corbata, alineada con precisión, tenía ese tono beige con finas líneas rojas y amarillas que distinguían el uniforme de la universidad. Pero más allá de su vestimenta, su postura era lo que resaltaba: recta, con un aire de total control.
Mi corazón se aceleró, y sentí que las miradas de varios estudiantes se clavaban en mí. No por casualidad: todos habían visto lo que había sucedido afuera.
—Buenos días —dijo, su voz resonando en el aula con naturalidad y firmeza—. Soy Jeon Jung Kook y seré su profesor de Contabilidad.
El título de "profesor" me golpeó como una revelación tardía, ¿Cómo era posible?
Las miradas entre los estudiantes variaban entre sorpresa y admiración. Algunos ya sabían quién era, otros parecían igual de desconcertados que yo.
Él tomó un marcador y escribió su nombre en la pizarra con un trazo fluido. Luego, con una leve pausa, recorrió con la mirada a cada uno de los presentes hasta que sus ojos se posaron en mí.
No fue un vistazo casual. Fue un reconocimiento.
—Espero que esta clase les exija lo suficiente para que puedan aprender con la intensidad que se espera —continuó, sin apartar su atención de mí por un par de segundos más de lo necesario.
Mi garganta se secó.
¿Por qué me miraba así?
Por un instante, sentí que aquella batalla no había terminado. Que algo más se avecinaba. Y que yo, sin entender del todo cómo, estaba en el centro de ello.
[☪]
El aula quedó en silencio cuando Jeon Jung Kook salió, su presencia aún flotaba en el aire, como un peso invisible que nadie sabía cómo manejar. Sentí que algunas miradas todavía se posaban sobre mí, quizá porque todos habían sido testigos de lo que ocurrió antes de la clase. Pero no tenía intención de quedarme procesando esa sensación; había cosas más importantes por descubrir.
Recogí mis cosas con rapidez, asegurándome de que el sándwich que me había dado YoonGi todavía estuviera intacto en mi bolso. Cuando me levanté, me encontré con una figura alta y esbelta esperándome a un lado de mi pupitre.
Era un chico de complexión armoniosa, con rasgos delicados pero con la firmeza suficiente para denotar seguridad. Su cabello castaño caía con naturalidad sobre su frente, ligeramente ondulado, dándole un aire despreocupado, como si no le costara demasiado verse bien. Sus ojos eran cálidos, de un marrón profundo, pero con un brillo juguetón que daba la impresión de que nada en el mundo lo afectaba demasiado. La sonrisa que adornaba su rostro era amplia, sincera y tan relajada que hacía parecer que la vida siempre tenía un lado bueno, aunque él no lo dijera en voz alta.
—Kim Taehyung —se presentó con un tono animado—. He notado que eres nueva, así que pensé que sería educado saludarte.
—Jules —respondí, manteniendo el contacto visual con él.
Taehyung asintió con satisfacción, como si mi presentación le confirmara algo que ya había imaginado.
—Supongo que ya has oído suficientes cosas hoy, pero sé que lo que realmente quieres preguntar es algo más —dijo con diversión evidente en su tono.
Era imposible no notar su confianza, el modo en que se movía entre los estudiantes sin tensión, sin prisa.
—¿Quién es Jeon Jung Kook? —pregunté sin rodeos, sintiendo el peso de esa pregunta incluso mientras la formulaba.
Taehyung sonrió con amplitud.
—Sabía que preguntarías eso —murmuró, casi como si disfrutara tener la respuesta exacta—. Su familia es dueña de la universidad.
Abrí la boca levemente, sorprendida.
—Sus padres tienen una gran empresa, "Jeon's Company", y financian muchos de los recursos que abastecen esta institución. Básicamente, si no fuera por ellos, la universidad no tendría la mitad de la infraestructura que tiene —continuó, bajando su voz un poco, como si revelara un secreto compartido—. Sus padres lo obligaron a estudiar Administración de Empresas, pero según las malas lenguas, él quería ser cantante —hizo una pausa significativa, como si ese detalle le pareciera particularmente intrigante—, aunque sus padres nunca se lo permitieron.
Una punzada de empatía recorrió mi pecho sin que la pudiera evitar. Por muy imponente que Jung Kook pareciera, parecía que, en cierta forma, estaba atrapado en una historia que él no escribió.
Al bajar las escaleras, Taehyung me llevó por un corredor amplio, donde la luz entraba en perfectas diagonales por los ventanales. Me hizo detenerme frente a un enorme mural que adornaba una de las paredes más importantes del campus.
Era una obra impresionante, con colores vibrantes y trazos impecables. En el centro, la figura de Jeon Jung Kook se alzaba con una mirada poderosa, casi desafiante. Sus ojos, representados con un extraño brillo plateado, parecían observar a cualquiera que pasara por allí. Su postura estaba enmarcada por detalles abstractos de sombras y luces, casi como si el artista hubiese querido capturar no solo su presencia, sino la esencia de su control sobre todo lo que lo rodeaba.
El fondo del mural mostraba una mezcla de símbolos de la universidad, frases en coreano y pequeñas líneas que parecían notas de música, discretamente escondidas entre los detalles.
—Si es un profesor, ¿por qué utiliza el uniforme que usan los estudiantes? —pregunté, sin quitar la vista del mural.
Taehyung dejó escapar una ligera risa. Nunca dejaba de sonreír, como si su propia existencia estuviera llena de respuestas tranquilizadoras.
—Porque él lo escogió y decidió utilizarlo también —respondió con simpleza, encogiendo los hombros.
En ese instante, comprendí que Jung Kook no solo era alguien con influencia dentro de la universidad, sino que había elegido estar allí, en sus propios términos. Y por alguna razón, aunque aún no podía descifrarla, él ya me había mirado como si supiera algo de mí que yo misma todavía ignoraba.
A pesar de estar rodeada de estudiantes que pasaban sin prestar mucha atención, mi mirada se mantenía fija en los detalles de la obra: los matices de sombras y luces, los símbolos ocultos, el extraño brillo plateado en sus ojos. Todo en él parecía diseñarse con una intención precisa, como si el artista hubiera querido transmitir más que su imagen, más que su papel dentro de la universidad.
Kim Taehyung seguía a mi lado, con las manos en los bolsillos y una sonrisa constante en sus labios. Había algo en su actitud relajada que contrastaba con la magnitud de lo que acabábamos de ver.
—Es mucho para asimilar en un solo día —murmuré sin apartar la vista del mural.
—No te preocupes, Jules —respondió con tono despreocupado—. Aquí todo es grande, todo es intenso. Te acostumbrarás.
El ambiente alrededor seguía en movimiento. Estudiantes conversaban, pasaban de un lado a otro, el bullicio del campus se mezclaba con el sonido del viento que deslizaba algunas hojas secas sobre el suelo de piedra. Pero yo aún sentía una punzada de curiosidad que no podía ignorar.
Respiré hondo y giré sobre mis talones, alejándome de la obra imponente para volver al presente.
Un grupo de estudiantes pasó cerca, sus voces en tono bajo, pero lo suficientemente claras como para captar lo que decían.
—¿Ya viste a la nueva? La que hizo que Jung Kook interviniera…
—Dicen que nadie recibe ayuda de él así como así.
—¿Quién es esa chica?
Sentí cómo mi piel se erizaba.
Ya no era solo un estudiante más.
Mi nombre comenzaba a ser un rumor dentro de la universidad. Y lo peor era que ni siquiera sabía por qué.
La sonrisa de Taehyung seguía intacta, pero había algo en sus ojos que reflejaba una chispa de comprensión, como si entendiera perfectamente lo que significaba que mi nombre ya estuviera circulando entre los estudiantes.
Se inclinó ligeramente hacia mí, manteniendo su tono relajado pero con un interés genuino.
—¿Quieres conocer a mis amigas? —preguntó, con una mirada curiosa.
No supe qué responder de inmediato. A pesar de mi desinterés por los rumores, la posibilidad de conocer a personas ajenas al drama que acababa de vivir me parecía una buena opción.
—¿Son como tú? —pregunté con una leve sonrisa, intentando descifrar si su grupo compartía la misma actitud despreocupada que él.
Taehyung soltó una risa baja y encogió los hombros.
—Depende. Una es demasiado extrovertida, otra parece vivir en su propio mundo y la tercera… digamos que tiene un sexto sentido para detectar problemas antes de que ocurran —respondió con diversión evidente en su tono.
Lo miré con interés. La idea de conocer más personas, especialmente aquellas que podían aportar algo distinto a esta experiencia, empezaba a sonar atractiva.
—Está bien, llévame con ellas —dije finalmente.
Taehyung asintió, su sonrisa ensanchándose un poco más.
—Genial, entonces prepárate para una bienvenida más intensa de lo que crees.
Y con esas palabras, empezamos a caminar entre el bullicio del campus, dejando atrás los rumores y adentrándonos en otro capítulo de este inesperado primer día.
Muchísimas gracias por leer ❤️
13/09/2020.
07/06/2025.
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