Dᴏs
La comodidad que sentía estando dentro de mi departamento (que por suerte había logrado comprar y así estar completamente sola), había sido remplazada por notables nervios.
Seguí al pie de la letra los pasos que YuQi me había dicho, y como único resultado, obtuve el nombre de Jeon JungKook.
Llevábamos chateando un rato, y ya le había dicho mi nombre, y mi situación
Jeon_Jung-Kook:
¡Vaya! La verdad es que está complicado. Normalmente las citas se deben tener, al menos, con dos días de antelación al evento.
Parker_Lu-Cy:
Lo siento. No tengo otra opción. Mi madre me vendería al primer ricachón que se encuentre para que me case y le de un nieto...Y no quiero eso, por ahora.
Jeon_Jung-Kook:
Lamento que tengas una madre así. Pero con respecto a la renta...te tengo que confesar que soy nuevo en esto, por lo que, por ser mi primer cliente, te lo dejaré pasar.
Ahora dime dónde nos encontramos. El tiempo se agota~.
Parker_Lu-Cy:
¡Muuuuuuuuuuchas gracias por entender!
¿Te parece si nos vemos en el Extra-coffee?
Jeon_Jung-Kook:
Por lo que veo, nos llevaremos bien. El Extra-coffee es mi cafetería favorita aunque ni siquiera vivo cerca de allí.
Saldré ahora mismo. Debo llegar en unos treinta minutos. Te espero allá.
Parker_Lu-Cy:
¡Oye, espera!
¿Cómo sabrás quién soy si ni siquiera has visto mi rostro?
Jeon_Jung-Kook:
Pero tú el mío, sí. Por algo me elegiste ¿no? No me ibas a elegir sino.
Además, en caso de que llegue primero que tú, le pediré al camarero que te lleve a mi mesa...o viceversa, en caso de que tú llegues primero.
¿De acuerdo?
Parker_Lu-Cy:
De acuerdo. Nos vemos allí.
Después de todo, no me fue tan mal hablando con él.
Fue corta la charla, pero no sé por qué, estaba segura de que nos llevaríamos muy bien.
»»»
Estaba un poco nerviosa ya que era mi primera vez en ese tipo de cosas como lo era rentar un novio.
De hecho, había estado investigando más a fondo acerca del tema y me encontré con que, en China, se puede rentar hasta un hermano
Demasiado loco. Se nota que esas cosas sólo pasan en Asia.
En menos de veinte minutos luego de haber salido de mi departamento, ya estaba entrando por la puerta de aquella acogedora y hermosa cafetería.
No sólo la decoración en tonos grises mezclados con detalles en morado, era lo que llamaba mi atención, sino también los platillos, la forma de servir los cafés, y los deliciosos batidos de helados.
Había salido casi media hora luego de conversar con el chico para darle tiempo a llegar en el caso de que hubiera tráfico o algo.
-Hola-hizo una reverencia, uno de los camareros del lugar, el cual saludé de la misma forma-¿Es usted, Parker Lucy?
-Sí-acoté, sabiendo que el próximo paso del muchacho sería llevarme hasta Jeon JungKook.
-Sígame, por favor. El joven Jeon JungKook la espera-sonrió, haciendo un ademán para que lo siguiera.
Normalmente me gusta sentarme sola, o con mis amigas, en las mesas que se encuentran apartadas del resto.
Y al ver que ese chico había reservado la mesa más apartada, celebré internamente.
Definitivamente nos vamos a llevar muy bien.
-Jeon JungKook-saludé con una reverencia, una vez estuve de pie a un lado de él.
-Parker Lucy-enseguida se levantó de su asiento, con un poco de torpesa, y me devolvió la reverencia.
-Un gusto conocerte-le extendí mi mano y el aceptó gustoso, mostrándome una hermosa y brillante sonrisa.
-Creo que jamás volveré a tener la suerte de encontrarme a una clienta tan hermosa como tú-elogió mientras apartaba una de las sillas, para que me sentara.
Me gustó tanto aquel cumplido, que llegué, sin darme cuenta, a sonrojarme; cosa que supe gracias a que él lo notó, y sonrió aún más.
-Supongo que...gracias-murmuré y él soltó unas risillas.
-Bueno, pongámonos serios-su semblante cambió de repente-. Empezaré presentándome, en primer lugar-asentí, estando de acuerdo-. Mi nombre es Jeon JungKook. Soy de Corea del Sur, pero mi familia y yo, hace varios años, nos mudamos aquí a China. Tengo veintitrés años, y además de ser un "novio"-hizo comillas con sus dedos-rentado, trabajo de vez en vez como chef en el restaurante familiar. Soy dibujante, y recientemente he abierto mi propio negocio para hacer tatuajes.
-¿Tatuajes?-murmuré y el asintió.
En China no son permitidos los tatuajes; son asociados con la mafia; por lo que, si tienes uno, debes ocultarlo muy bien.
Yo tenía uno en aquel entonces, pero ese ni con bikini se ve.
Bueno...depende de qué tipo de bikini use.
-Normalmente el lugar es frecuentado por parejas que se hacen tatuajes a juego, o jóvenes rebeldes...ya sabes-continuó, ansioso por ver mi reacción. Cualquier persona que lo escuchase, podría llevarlo a la cárcel por tatuar.
-No tengas miedo-dije, al ver como agachaba su cabeza y se encogía en su lugar-. No tengo nada en contra de los tatuajes, al contrario. De hecho-me acerqué un poco al centro de la mesa, y le hice un ademán para que él hiciera lo mismo, y al tener su oído cerca de mi boca, volví a hablar-, yo tengo uno-confesé y volví a mi lugar.
-¿En serio?-se mostraba emocionado.
Asentí sonriente, y cuando me disponía a seguir hablando, el mesero nos interrumpió.
-Disculpen la interrupción, pero ¿Desean ordenar ahora?
-¡Yo quiero un batido de helado de chocolate!-pedí emocionada. Ese batido me hacía volver a mi infancia, cuando mi padre me llevaba a tomar helado a escondidas de mi madre.
Pero, en ese momento caí en cuenta de que JungKook era menor que yo.
-Para mí uno de leche de plátano, por favor-el susodicho estaba riendo, a la par del mesero, por mi aniñada actitud.
-Enseguida les traigo su pedido-dió media vuelta, y se fue hacia el mostrador.
-Creo que es tu turno de presentarte.
También caía en cuenta de que habíamos tomado confianza muy rápidamente, pues ya estábamos tuteándonos.
-Mi nombre de nacimiento es Yeh ShuHua, pero prefiero el internacional, que es Parker Lucy-comencé-. Mi madre es china, pero mi padre es inglés, de ahí mis dos nombres. Nací en Inglaterra y, honestamente, prefiero ser una chica normal y no seguir las costumbres de mi familia materna-rodé los ojos.
-Supongo que a eso se deba que tengas un tatuaje-murmuró.
-Exacto-sonreí-. No tengo nada que ver con la cultura de las mujeres de mi familia materna. Tengo veinticinco años. Soy económica, y trabajo en una de las empresas de mi madre.
-Espera...¿Tienes veinticinco?-preguntó, pestañeando rápidamente.
-Sí ¿Por?-ladeé la cabeza, confundida por su reacción.
-¿Sabes que parezco mayor que tú?-se burló, mientras alzaba una ceja.
-¡No es cierto!-exclamé, no tan alto, haciendo puchero.
-¿Quieres ver que sí?-sonrió, aún más que antes, y yo sólo asentí-. Señorita-llamó a una de las meseras que se encontraba, justamente, pasando cerca de nuestra mesa.
-Dígame ¿Desea ordenar?-dijo, muy amable ella, una vez estuvo frente a nosotros.
-No, no se preocupe, ya hemos ordenado-sonrió-. Pero me gustaría saber, sin que se avergüence, qué edad usted piensa que tengo.
-¿Disculpe?-preguntó la chica, lógicamente sorprendida.
-Dígame ¿Qué edad usted cree que tenga?-se señaló. La mesera iba a hablar, pero se mostraba nerviosa-. No tenga pena. Sólo dígame.
-V-veintitrés-respondió nerviosa, y yo le sonreía burlona a JungKook. La chica le había dicho, exactamente la edad que tenía, pero él me hizo un ademán con la mano, pidiéndome que me esperara.
-Eso está bien. Esa es la edad que tengo-la chica suspiró al saber que no se había equivocado-. Ahora dígame ¿Qué edad cree que tiene ella?-me señaló y la chica se puso aún más nerviosa.
Las mujeres chinas no son de decir mucho la edad que tienen, y si alguien osa pensar, y decir que una mujer china es mayor de lo que en realidad es, puede meterse en graves problemas...al menos así sucede con las mujeres con las que me crié.
-No tenga miedo-le sonreí-. No soy igual que el resto de las mujeres que ves a menudo. Digas la edad que digas, no me molestaré contigo.
La chica, luego de unos segundos habló.
-V-veinte-volvió a decir nerviosa.
-¡Ja! Te dije que aparentaba ser mayor que tú-dijo JungKook, señalándome burlón.
-¡Hey! Que el que parece viejo aquí eres tú-reproché.
La pelea iba en aumento.
Sólo eran pequeñas protestas sobre que JungKook aparentaba ser un viejo, y yo una joven diosa, y él...él sólo sabía decir que aparentar ser mayor tenía sus ventajas.
La chica, quien no había dejado de observarnos, no pudo evitar reír.
Es que... ¿Quién no reiría al ver una escena tan ridícula como aquella?
JungKook y yo la miramos mientas ella cubría su boca con una de sus manos, y mantenía sus ojos cerrados; luego nos miramos entre nosotros, y empezamos a reír también.
-Está bien, señorita. Muchas gracias-dijo él-. Puede retirarse si quiere.
-¡Oh! Gracias también por quitarme cinco años de encima-la muchacha se me quedó viendo con los ojos bien abiertos-. Tengo veinticinco-reí al ver como ella se sonrojaba y se marchaba-. Ahora sí-volteé a verlo-, dejemos nuestra estupidez de lado, y centrémonos en el objetivo de nuestro encuentro.
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