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Cᴜᴀᴛʀᴏ

-¿Verde y amarillo?

-Rojo y negro...y puede que blanco. Ahora tú...Como eres una chica supongo que tus colores están entre el rosa y el morado.

-¡Pff! Ya quisieras. Mis colores favoritos son el negro y el azul.

-Uhhh. Ya me agradas un cinco porciento más.

Reí antes sus boberías y abrí la puerta de mi departamento.

Luego del parque de atracciones simplemente surgió la idea de cenar juntos en mi apartamento en lo que nos íbamos conociendo mejor, razón por la cual nos estábamos haciendo preguntas al azar.

En cualquier caso ese tipos de cosas se harían con mayor profesionalidad, pero entre JungKook y yo había un interés natural mutuo de conocer verdaderamente al otro, por lo que el ambiente era sumamente cómodo y agradable.

-¡Uy!-silbó-. Me gusta mucho tu departamento. Si realmente fuera tu prometido, sin dudas me mudaría contigo.

Otra vez reí y quité las cajas de las pizzas y la bolsa con las cervezas de sus manos para ponerlas en la encimera de la cocina.

-Puedes quitarte los zapatos-sugerí, ejecutando dicha acción que él con gusto imitó-. Iré a por unas chanclas. Espera.

Una vez calzados con las cómodas chanclas con las que usualmente ando en casa, nos sentamos en el sofá de la sala, comiendo y bebiendo lo que habíamos llevado para cenar.

Y por supuesto, la plática no faltó.

-Hum...suena interesante tu adolescencia-comenté, dándole una mordida a un trozo de mi pizza de prosciutto y cebolla-. Chicas por aquí y por allá en la escuela. El playboy te dicen.

-Lo peor de todo es que con ninguna de ellas perdí mi virginidad-bufó risueño-. Mi inicio en el sexo fue a los diecisiete con amigas de mis amigos. Una que otra de ellas se quedaron siendo mis novias, pero no duraron mucho...quizás cinco meses máximo.

-¿Eres de los que se aburre rápido de las relaciones serias?-enarqué mi ceja.

-Para nada-sonrió-. Me encantaría tener una relación duradera, con una persona que de verdad me ame, me acepte y comparta mis gustos. Esas chicas sólo estaban conmigo por mi cara bonita y el sexo. Incluso me sucedió estando aquí en China.

-¿Desde cuándo vives aquí?-ciertamente tenía esa duda desde hacía buen tiempo.

-Desde los dieciocho. El negocio familiar había pasado y sigue pasando por problemas económicos y un socio de mi madre de aquí le sugirió mudar el restaurante y si bien es cierto que la clientela ha aumentado, muchas veces debemos cerrar por falta de recursos. Suelo ayudar en la cocina junto a mi hermano y mi padre para que así sea un gasto menos, pero igual casi no damos abasto. El local de tatuajes fue un regalo de un amigo; le pertenecía a él antes y cuando se mudó a Japón me lo dejó, así que pude empezar a trabajar allí, pero como sabes, tampoco hay mucha clientela.

-Y supongo que a eso se deba el que trabajes como novio de renta.

-En efecto-chasqueó la lengua-. Me pagan diariamente, aunque sea una mínima cosa, y con eso alcanza para ayudar a mi familia y sustentarme-me quedé asombrada ante la enorme mordida que le dió a aquella rebanada de su pizza de champiñones-. ¿Y tú?-parecía un niño con sus mejillas llenas-¿Cómo fue tu adolescencia?

-Si hubiese seguido al pie de la letra las enseñanzas de mi madre, créeme que mi vida sería muy aburrida. Pero no, gracias a mí misma. De pequeña, cuando mi papá no venía a visitarme, siempre lograba escaparme de las cenas y mierdas tradicionales que en mi familia insisten en tener y me iba a jugar con varias de mis amigas, entre ellas está YuQi que hemos estado juntas desde los pañales. También me fugaba a la biblioteca o simplemente me iba a la azotea a mirar la Luna. La adrenalina de intentar no ser atrapada me encantaba y por eso siempre lo hacía...y nunca me descubrieron que es lo más gracioso-su risilla me contagió-. A los quince me fugaba a bares o fiestas y seduje al que se suponía era mi chofer personal y con él perdí mi virginidad-la manera en que casi se atraganta con su cerveza me hizo largar varias carcajadas-. Digamos que estuvimos en una relación meramente sexual hasta que apareció mi primer novio, que era más estúpido de lo que creí y lo dejé porque a parte de carecer de sentido común, era pésimo en la cama-de tan sólo recordarlo me reía-. Luego vinieron un par de novios más, que tampoco duraban mucho, pero desde hace como dos años que no tengo nada oficial. Sólo aventuras.

-¿Y tu papá?¿No ha vuelto a venir?

-Suele venir dos meses cada dos años. Es inversionista en varias empresas de diferentes tipos, así que aprovecha sus vacaciones para estar conmigo, aunque el año pasado vino junto a su nueva esposa...que ya era hora de que se consiguiera una, la verdad.

-Bueno...sinceramente me alegra que al menos con él tengas una buena relación ya que tengo entendido que tu madre es un caso perdido.

-Pues sí-asentí sonriente-. Mi papá y yo somos casi que uno solo. Todo lo hablamos y nos llamamos casi todos los días a cualquier hora. Él se enorgullece de quién soy y yo me siento orgullosa de tenerlo a él.

-¡Aww!¡Pero qué lindo!-con aires de burla, apretó mi mejilla con sus dedos y no dudé en darle un manotazo que ni cosquillas le hizo-. Bueno ya, está bien. No te pongas bravita-pero claro que sólo lo miré con mi mejor cara de póker-. Cuéntame ¿dónde trabajas?

-Si tomamos en cuenta el dinero que mensualmente mi padre me envía, más la parte que me corresponde de la fortuna de mi familia materna, no tengo necesidad de trabajar, pero dado que no soy una vaga y me encantan las matemáticas, estoy trabajando de contadora en la empresa de telas de mi madre-expliqué-. Trabajaré allí hasta que pueda conseguir otro empleo decente y así finalmente saldré de las garras de esa mujer tan pesada-alcé mis manos al techo y él me imitó, cosa que, por ser tan ridícula, nos hizo reír a ambos.

Seguimos platicando y platicando hasta que ya casi daban las doce de la noche, por lo que JungKook ya debía irse.

Se estaba colocando los zapatos, de hecho.

-¿Qué itinerario tenemos para mañana?-preguntó, manteniéndose encorvado ajustando sus botas.

-Pues debemos ir bien temprano al centro comercial para comprar la ropa que usaremos en la fiesta, los anillos de compromiso que debemos usar, el regalo de los novios...y ya luego venimos a cambiarnos y partimos a las tres a la fiesta. Te sugiero traer una bolsa con una pijama y un cambio de ropa porque la tradición marca que todos los invitados a la boda deben dormir en la misma casa que los recién casados como muestra de agradecimiento o una cosa así...aunque en este caso será un hotel.

-Está bien-reincorporándose, me sonrió y peinó un poco su cabello-. Pasaré por tí a las ocho.

Mi camino a la puerta se detuvo cuando lo escuché decir eso.

-Hombre, vives algo lejos de aquí por lo que tengo entendido ¿No sería mejor...?

-Shh. Déjame a mí-con una triunfal sonrisita, él mismo abrió la puerta y se quedó en el umbral, esperando que me le acercara, y una vez lo hice, sus manos se posaron a cada lado de mi cadera. Estaba a punto de preguntarle el por qué de dicho acercamiento, pero él mismo se explicó en susurros-. Hay una mujer viéndonos muy indiscretamente a dos puertas de aquí. No sé si la conozcas o no, pero igual debo meterme en mi papel-finalizó con un guiño.

Mis ojos viajaron discretamente hacia donde me había dicho que estaba la mujer, y una vez la identifiqué, rodé los ojos a la par que mis brazos se juntaron sobre sus hombros. Él es apenas unos centímetros más alto que yo, por lo que estar en esa posición no era incómoda.

-Esa es la señora Xhua. Casi nunca sale de su casa por estar viendo novelas-susurré. Nuestros rostros estaban cerca, así que me entendía-. Mi madre y ella se llevan bien y por eso la mantiene informada de todo lo que ve que hago cuando le da el extraño deseo de salir de su departamento.

-Entonces nos conviene que nos vea-rió-. Así tu madre tendrá un motivo más para no sospechar que la engañas.

-Bueno, tienes un punto-admití y él asintió.

-Ya me debo ir, Lu, así que despídete como se debe de tu prometido.

En un principio no entendí el por qué de su sorna, pero cuando sus labios volvieron a chocar con los míos, lo entendí todo.

¡Vaya que sí!

Que aproveche, dice.

¡Y claro que me aproveché de la situación! (por muy mal que suene) ¡Pero nadie me puede juzgar por eso! Los labios de este hombre son tan suaves y sus movimientos son tan adictivos que...bueno...me tenía en la Luna.

Mi conciencia martillándome diciéndome que "no era bueno" sentir y desear tantas cosas por y con un chico que apenas había conocido ese mismo día, y mi cuerpo ignorándola olímpicamente, dejándose caer en el deseo de comerle a boca a ese lindo muchacho.

Y luego estaba la falta de oxígeno, que nos separó y cesó el debate en mi interior.

Pero empezó de nuevo cuando me perdí en sus ojos y sonrisa...

Se alejó de mí dando pasos en reversa y sacudiendo la mano, y luego...

-Nos vemos mañana, mi amor. Ten dulces sueños.

Sonriendo como boba, y dejando a la chismosa señora con la intriga, entré de vuelta a mi departamento y me recosté contra la puerta recién cerrada.

-Este hombre me va a volver loca. Si esto es lo que causa el primer día, ya me imagino los demás.

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