𝒟𝒾́𝒶 𝒰𝓃𝑜
𝒯𝓇𝒶𝒹𝒾𝒸𝒾𝑜́𝓃 𝒥𝒶𝓅𝑜𝓃𝑒𝓈𝒶
Era 7 de Julio, día importante para la comunidad japonesa, tal vez no tanto para Kagami porque ya había olvidado partes de sus raíces al vivir tanto tiempo en Francia pero lo que sí siempre le había encantado ese día desde pequeña.
Aquella fecha significaba que el Festival de las Estrellas había llegado, y tras enterarse que en el parque Japonés cerca del consulado del país del Sol Naciente lo festejarían pues habló con su novio para poder ir; hacía años que no asistía y le encantaba la idea de poder compartirlo con él. Y Adrien claro que no le quería decir que no, además tal vez era el momento indicado para algo que quería hacer hace tiempo.
Al llegar estaba realmente fascinada con todos los colores y la alegría que se emanaba por allí, el rubio solo podía sonreí al verla tan contenta.
Lo arrastró hacia una pequeña mesita donde había diversos papeles de colores y lápices allí y le explicó que debía un deseo personal en aquel papelito, diciéndole que se llama Tanzaku, y luego debía colgarlo en una de las ramas de bambú que había ahí; en cambio él lo escribió pero se guardó su pequeño escrito porque quería que ella lo leyera.
Ya comenzaba a anochecer entonces decidieron sentarse, ya que pronto iniciaría un espectáculo de fuegos artificiales, ahí fue cuando Adrien decidió hablar.
— Tengo una duda.— Inquirió llamando su atención.— ¿Por qué se llama el Festival de las Estrellas?
— En Japón se llama Tanabata en realidad.— Comenzó a explicar.— Parte de una vieja leyenda, una de amor de hecho.— Se giró un poco para mirarlo con una sonrisa.
— Por esa carita supongo que te la sabes de memoria...
— Llegó un momento que mi mamá se hartó de que pidiera que me la cuente.— Confesó haciéndolo reír y que la contagie.
— ¿Me la puedes contar?— Le pidió observando como los ojos de su novia brillaban.
— Es una historia triste.— Inició ella abrazándose a sus piernas.— Cuenta la leyenda que Orihime, una princesa tejedora, realizaba unos trabajos increíblemente bonitos a orillas del río Amanogawa, el cual representa a la vía láctea. A su padre, el rey, les encantaban, pero a causa del agotador trabajo que le suponía hacerlas, se sentía privada y triste por no poder conocer a una persona de la que enamorarse.— Creó una pequeña sonrisa antes de continuar.— El rey, preocupado por su hija, le concertó un encuentro entre ella y un joven pastor llamado Hikoboshi que vivía al otro lado del río. En el momento de conocerse, se enamoraron perdidamente y al poco tiempo se casaron. Todo se torció cuando los enamorados empezaron a descuidar sus tareas. Ella dejó de tejer y él abandonaba su rebaño de vez en cuando desperdigados por el cielo (metáfora). Enfadado el rey, mandó separar a los enamorados cada uno a un lado del río por siempre. La princesa, desesperada y triste, le rogó a su padre que dejara ver a su marido una vez más. El rey aceptó, pero sería sólo una vez al año, siempre y cuando, Orihime hubiera completado su trabajo.— Suspiró.— Sería el séptimo día del séptimo mes del año, el día de Tanabata; el problema surgió cuando cayeron en cuenta de que no existe puente alguno para cruzar el río y poder verse. La princesa envuelta en lágrimas llamó la atención de un grupo de grullas que acudieron a ayudarla. Extendiendo sus alas, crearon un puente por el que finalmente los amantes pudieron verse. A partir de entonces, las grullas prometieron volver todos los años para ayudarles todos los siete de julio, siempre y cuando no lloviera. En este caso tendrían que esperar al siguiente año para verse. Es por este motivo que si llueve esta noche también se le llama la noche de las lágrimas.
Adrien quedó realmente sorprendido ante aquella historia; le pareció muy bonita aunque triste también, aún así eso le dió valor para lo que pensaba.
— Es... Wow...— Fue lo único que pudo exclamar al principio.— Entiendo porque te gusta esa historia.
— De niña me parecía admirable, quería un amor así de fuerte pero ahora, a mi edad, me parece un amor un tanto trágico.— Dijo soltando un suspiro.— Lindo, fuerte pero trágico.
— Tienes un amor lindo y fuerte, Kag.— Adrien posó su mano en su barbilla y la hizo mirarlo.— Y yo no permitiré que sea trágica, lo prometo, claro si tú me permites estar siempre a tu lado y juro que no habrá necesidad de verte solo una vez al año; deseo pasar todos mis días junto a ti, ser lo primero que veo a la mañana y también lo último, formar una familia, envejecer juntos, venir todos los años este día y festejar ese amor imposible de esa leyenda y honrarlos con nuestro eterno amor.— Sacó ese papelito y lo miró antes de tendérselo.— Dijiste que escriba un deseo, y tú eres la única que puede cumplirlo.
Kagami un tanto desorientada lo tomó y leyó:
"¿Desearías casarte conmigo, mi hermosa gatita?"
De la sorpresa, la fémina se llevó una mano a la boca y con algunas lágrimas de felicidad levantó su vista para encontrarse con aquellas hermosas esmeraldas acompañadas de una gran sonrisa; luego bajó un poco su mirada a las manos de él que tenían una pequeña cajita negra de terciopelo con un precioso anillo dentro. Nuevamente miró a su novio, no podía más de la felicidad que no se percató que habían llamado la atención de varias personas que esperaban por su respuesta, entonces finalmente susurró...
— Sí...— Dijo más que feliz.— ¡Dios sí!
Se abalanzó hacia él, escuchando de fondo los aplausos que los envolvían. Luego se alejó un poco así podía ponerle el anillo en su dedo anular izquierdo y sin más lo besó.
— Te amo con mi vida, Adrien.
— Y yo con toda mi existencia, Kag...
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