(RYD) 40. (+18)
Brooklyn, Nueva York, EEUU.
Domingo, 29 de diciembre.
Tomo una gran bocanada de aire y antes de que mi razón decida jugar con su doble carta deslizo el top fuera de mi cuerpo. El frío de la noche golpea mis pechos desnudos ante la calidez que habían mantenido encerrados bajo la tela y como respuesta a la exhibición mis pezones se endurecen. Paso la lengua por mis labios cuando los nervios me los secan, me dejan sin saliva, sin respiración y altera al pobre de mi corazón que me incita a perderme en mi propia decisión.
Mi mente seguía con la idea de que diera marcha atrás, pero ya me había sentido insuficiente como para creer que no podía hacer esto. Quería demostrarme que debajo de la mujer temperamental existía esa diosa que moría por demandar sobre mi cuerpo, que estaba desesperaba por probar hasta donde era capaz de llegar. Ese fuego inquilino fue apropiándose con derechos de mi estado, haciendo callar lo que mi lado razonable insistía.
Guie mis manos detrás de la falda y baje el cierre liberando la presión que mantenía en mi cintura, haciéndola deslizar por mis piernas sin problemas. La ropa en el suelo fue un reflejo de mi postura en este momento, fue la prueba suficiente de lo que estaba haciendo era real y lo quería. Saque un pie fuera del círculo que me rodeaba y la alfombra suave me volvió a recibir. Alce la mirada hacia mi costado y mi figura en el espejo me hizo sonreír, me acobijo y me lleno de seguridad porque me gustaba.
Alce el mentón como cada vez lo hacía para hacerme saber que era suficiente e inflando mi pecho proseguí a caminar hasta la puerta donde se escuchaba la lluvia. No me importo el desnudo de mis pechos, ni cada extremo de mi cuerpo caliente, apoye la mano en el pomo y lo hice girar deseando que estuviera abierto para no quedar como una tonta.
Tal vez él pensó que había seguridad si no lo hacía y eso me hizo pensar en si él quería lo mismo. Quise detenerme, estaba entregándome como cual bandeja, ¿Pero si los hombres podían dar los primeros pasos por qué nosotras no? Jamás espere que él lo hiciera, tampoco iba a molestarme, pero creía que lo nuestro era mutuo. De eso estaba segura.
Así que no me detuve e intente ser lo más cuidadosa posible. El vapor de adentro de recibió apenas entre y cerré la puerta. No veía nada, solo un rastro de ropa en el suelo que daba señal de su presencia ahí. Las piernas me temblaron cuando todo comenzó a estar más cerca, cuando el rechazo y el recibiendo se puso en duda, pero peor era quedarse con él "que hubiese sido" y me anime solo porque sabía que Ryd sentía una atracción por mí.
Di tres pasos más buscándolo con la mirada y al estar en el centro del baño conseguí encontrarlo debajo de la ducha con sus ojos cerrados mientras el agua seguía bajando de apoco por su cuerpo empapándolo. Mi corazón se acelero cuando comprendí el grado de la situación, pero en ningún momento quise irme hacia atrás, ya estaba ahí y lo tenía que asumir.
Aprovechando que no me vio recorrí con mi mirada su cuerpo desnudo por primera vez. Su piel pálida resaltaba más, las venas en sus brazos también, tenía el cabello oscuro esparcido por su cara hasta que se lo tiro hacia atrás para lavárselo. Ante aquel movimiento sus pocos músculos se contrajeron dejándome una escena exquisita digna de admirar. Seguí por su abdomen despejado de tatuajes, su pelvis marcada y su miembro colgando entre sus piernas esperando un movimiento por mi parte.
Me mordí el labio inferior observándolo, porque aunque jamás había visto uno me era imposible no decir que era perfecto. Tenía el grosor exacto, no tan exagero ni tan diminuto, su largor era un poco más impresionante, tampoco se iba de este planeta.
Trague saliva concentrada en su masculinidad hasta que tuve que volver a pisar tierra para apartar mi mirada. Suspire relajando los músculos de mi cuerpo y con más animo volví a acercarme lo suficiente para hacer notar mi presencia. La sorpresa en su rostro no paso de desapercibido para mí cuando me encontró, parpadeo y entrecerró sus ojos como si en cuestión de segundos mi presencia comenzaría a esfumarse con el vapor.
Seguía siendo la misma persona sexy, aunque mojado y desnudo le sumaba muchísimos puntos.
—¿Qué haces aquí? —inquirió con confusión, pero aportando su posición lo ignore como muchas veces él hizo conmigo.
Relaje mis hombros tensos acabando la distancia entre los dos y me metí en la ducha haciéndolo retroceder hasta tocar la pared. La lluvia me recibió empapándome y ante tal acto cerré los ojos aprovechando lo caliente que estaba Cuando los volví a abrir nuevamente encontré su mirada en mis pechos mojados, elevo la mirada cuando sintió la mía y tal vez fue producto de mi imaginación pero entre el vapor conseguí presenciar sus mejillas sonrojadas.
—Quería ducharme. —Me encogí de hombros indiferente—. ¿Hay algún problema?
Carraspeo su garganta.
—No, puedo esperar afuera.
—Como quieras.
Se aparto de la pared esquivando mi cuerpo y yo decidí no girar para verlo marcharse. Tome mi cabello sacudiéndolo y dejando que la lluvia lo mojara por completo. Cerré mis ojos para dejar de sentir mi corazón acelerado y entre tanta serenidad sonreí cuando las manos de Ryd se apoyaron a la altura de mi cintura. Me empujo contra la pared restregándome todo su miembro a la altura del principio de mi trasero, se inclino un poco para llegarme al oído y me respiro justo en la zona de mi mejilla impaciente.
—¿Estás segura de lo que estás haciendo? —pregunto en un tono grave y afectado—. Estas cruzando un límite, Arizona.
No Kansas, ni nada por el estilo, fue Arizona y eso siempre lo decía cuando estaba enojado. La sonrisa se borro de mis labios y la inseguridad volvió a perforar mi cuerpo. Gire con lentitud sobre mi posición y alce la vista para verlo. Ryd tenía una expresión que no decía nada, pero entre ese nada no se hallaba ninguna pizca de felicidad.
—Sí.
Él negó.
—¿Por qué no puedes comprenderlo? ¿Por qué te cuesta aceptar lo que es evidente, Kansas? —Ahí estaba, su parte más liberada, esa que tenia la decencia de llamarme como nadie nunca y como jamás nadie.
—¿Aceptar qué? —me atreví a decir mirándolo a los ojos, porque sabía que cualquier palabra salida de su boca iba a ser completamente sincera.
—Que lo nuestro no tiene un futuro y jamás lo tendrá —murmuro—. No quiero que teniendo esto pienses que podremos llegar a algo más, aunque lo niegues yo sé que lo quieres y no puedo dártelo.
Como si fueran dos grandes y dolorosos golpes físicos parpadee adolorida.
—¿Yo no...no...?
—¡Claro que sí! —me corto elevando la voz. Se escucho hasta ofendido y eso me confundió. ¿Entonces? —. Quiero esto en este momento aún más que tú, pero no voy a jugar con la daga para destruirte, así no funciono y eso no quiero.
Me apoye contra la pared rendida cuando se aparto de mi cuerpo y salió por completo de la ducha dejándome muda y quieta en el mismo lugar. Ese sí fue un gran golpe. Viéndolo cubrirse con una toalla la inseguridad dentro de mí incremento, me comenzó a destrozar tortuosamente lento, quise llorar de lo lejos que me sentía conmigo misma y gritar por lo desconocida que me encontraba, pero no conseguí hacer nada.
Cerré mi boca empuñando mis manos y arrugue mi nariz como cual niña caprichosa cuando no obtenía lo que quería. Y lo odie, porque por primera vez quería algo por más malo que resultará y por cual herida que me dejará, pero había una gran diferencia entre mis limites y someter a alguien que no me quería no me identificaba, no era lo mío.
Entonces hice algo que entre el odio no pensé que resultaría, lo asumí. Asumí que él tenía razón y que no me merecía. Que nada bueno iba a salir de esto aunque lo intentará, entonces mi mente gritándome un "te lo dije" comenzó con la cuenta regresiva para hacerme olvidar lo bien que su presencia me hacía sentir. Mi vida no terminaba con su rechazo, terminaba cuando yo quería.
Relaje mis hombros tensos nuevamente, esta vez con más presión y me aparte de la pared para terminar de ducharme. Cerré mis ojos pasando ambas manos por mi cabello y cuando intente volver a abrirlos para buscar el shampoo, los labios de Ryd se fundieron con los míos. Apenas sentí el contacto los míos se entreabrieron como si todos estos segundos tortuosos estuvieran esperando esto, supieran que ocurriría.
Aferre mis manos en sus brazos desnudos empujándolo contra mi cuerpo para volver a sentir mi piel contra la suya, porque lo que más anhelaba y odiaba era querer sentirlo todo de él por todos lados. Volví a impactar contra la pared y esta vez solo por su culpa, por sus movimientos bruscos que estaban volviéndome loca. Deslice mis manos hasta sus hombros soltando un jadeo cuando bajo sus labios hasta mi cuello y estiro su mano hacia mi cintura para elevarme. Lo rodee con mis piernas presionándolo contra mí y deje que sus manos toquetearan cada extremo infinito de mi cuerpo.
Me mordí el labio inferior sonriendo al sentir una mordida sobre la piel sensible de mi cuello mientras chupaba con urgencia debajo de indefensos besos. Estaba convulsionando entre sensaciones nuevas, me había tirado esta vez yo sola del edificio en busca de su toque, en busca de su compañía, en busca de él.
Subí las manos hasta su cuello, siguiendo el recorrido por su mentón hasta llegar a sus mejillas y volver a buscar sus labios ansiosamente. Deje que su lengua comenzara a jugar con la mía a las batallas para encontrar el trono perfecto de quien obtendría el mando, aunque ahora mismo estaba demasiado peleado entre los dos.
—Tu vas me détruire —susurro escondiendo su cabeza en mi cuello. Me sujeto de ambos brazos sosteniéndome con el peso de su cuerpo y se alejo a verme—. Quiero creer en nuestra conexión.
Mi mano se entrelazo con la suya.
—Yo también.
Volvió a acercar su boca a la mía, deshizo su agarre en mis manos y me bajo al suelo nuevamente. Esta vez sostuvo una de mis muñecas impulsándome a ponerme delante de él, apago la lluvia de la ducha y empujo mi cuerpo con el suyo fuera. Salimos del baño acercándonos cada vez a la cama y en la orilla me hizo girar antes de caer de espaldas.
Desde su altura me observa con un cierto brillo lujurioso, sus pupilas se encuentran dilatadas y lo sexy que se ve mojado no tiene modo de descripción. Las gotas siguen cayéndole por el cuerpo, su cabello esta revuelvo, sus labios hinchados y su mirada oscura sigue debatiéndose la posibilidad de tirarse junto a mí a lo que queda del vacío.
Toma su decisión definitiva cuando abre mis piernas de un solo movimiento y se interpone entre ellas buscando encajar conmigo. Sostiene con firmeza ambas muñecas a la altura de mi cabeza observándome con perversidad y diversión, antes de ir bajando lentamente por mi cuello. Jamás había visto esa combinación en su mirada y esta noche me encantaba como no pensé que realmente lo haría.
Flexione ambas piernas apoyando mis pies en las sabanas cuando subió a torturar la piel de mi cuello buscando aquellas sensaciones que ahora mismo su sola presencia me sabia dar. Estaba entre un limbo de éxtasis que en cada segundo iba emporando y en ningún momento me arrepentía. Me creía capaz de irme sola al infierno si así él lo deseaba, me encontraba tan desbordada por su presencia imponente que lo único que me salía hacer aparte de retorcerme por la locura que provocaban sus labios contra mi piel, era jadear.
No conocía esta parte de mí, este sonido entre lastimero y placentero que salía de mis labios cada vez que la húmeda boca de Ryd iba explorándome. Solo me estaba besando y yo ya había caído rendida, así de estúpida me encontraba. Bajó por la altura de mi gargantilla, por las dos caras de mis clavículas, vacilo entre medio de mis pechos y se deslizo hasta uno de ellos buscándolo. Recibiéndolo mi pezón se endureció al sentir su aliento caliente contra la sensibilidad, estaba atento y preparado para que él hiciera lo que quisiera cuando quisiera.
Rodeo con su lengua mi pezón apoyando sus labios sobre mi piel y comenzó a chuparlo elevando la mirada tenebrosa con cierto brillo lascivo. Me mordí el labio inferior sin aparta la conexión que manteníamos entre el delirio que estaba haciéndome pasar, quise e intente no apartarme de su exigente mirada, pero era tanto el cosquilleo fascinante que involuntariamente lleve mis ojos hacia atrás reposando mi cabeza nuevamente.
Empuñe mis manos sobre la sabana lisa debajo de mí cuando lo sentí cruzarse y esquive su mirada hacia un costado. Ahí, en aquel espejo que había visto cuando ingrese, se reflejaba la excitante escena de Ryd sobre mí mordiendo y chupando uno de mis pechos.
Aún seguía con la toalla que consiguió ponerse al pensar que se iría, yo también conservaba la tanga que Dade me aconsejo poner y ahora dudaba de si en realidad la chica presentía el futuro o lo sabía. De todas formas supuse que aquella tela fina no duraría mucho sobre mi cuerpo cuando los labios carnosos de la copia comenzaron a bajar mordiendo mi piel en el proceso. Sostuvo con fuerza mis muslos abriéndolos mientras se deslizaba fuera de la cama hasta ponerse de rodillas en el borde. A todo esto mi vista seguía en el reflejo del espejo, como si estuviera observando una película que no era mía, pero que sentía con desespero.
Me arrastro hacia el borde desde su agarre sorprendiéndome, haciéndome elevar la mirada hasta la suya. Desde que lo conocía hasta el momento no había visto esa mirada, ese brillo, esa sensualidad, ese toque de ser Ryd en todo su nombre, en todo su honor. Parecía otra persona distinta y me cuestione el hecho de que no sea él, pero lo era, esa sonrisa diabólica era difícil de imitar.
Tenía una de sus comisuras elevadas como si en su cabeza supiera algo que hasta el momento yo no, como si escondiera algo que iba a divertirle. Por un segundo temí de verlo seguro de lo desconocido, temí que al final no fuera lo suficiente para lo que él estaba acostumbrado, pero vamos, ¿Qué importaba eso en estos momentos?
No, no tenía experiencia sexual. Sí, Ryd fue el primer hombre que vi desnudo y dejé que explorará mi cuerpo. Tal vez al final ni siquiera terminaría de parecer sexy, pero la sensación que estaba haciéndome pasar y su sonrisa condenadamente perfecta nadie me la iba a quitar.
Así que decidí alejar todas aquellas pequeñas inseguridades que mi razón me seguía enviando, porque a pesar de ser mi razonamiento esta noche estaba siendo de lo más perra, estaba jugando con fuego y yo no iba a someterme a eso. Sonreí con la misma perversidad que él tenía a la hora de verme o lo intente, pero supe que lo conseguí cuando se mordió el labio inferior inclinándose hacia mí.
—Estoy dándote los dos minutos más eternos de mi vida para que decidas dar marcha atrás. —Me reí ante su ocurrencia escondiendo e ignorando todos mis miedos al sentirme cómoda con él en una situación como esta.
—¿Terminaste de contar? Sigue, por favor —pedí con fingida inocencia.
—Je déteste quand tu as le pouvoir de me gouverner —mascullo frunciendo su entrecejo. Sin saber ni siquiera la mitad de lo que había dicho deje pasarlo por alto solo por lo atractivo que se escuchaba hablar en ese idioma. Lo admitía, era exquisita la forma en la que lo pronunciaba.
Volví a apoyar mi cabeza en el colchón cuando dejo un beso en la cara derecha de mi muslo entreabriéndolos para dejar un recorrido de humedad hasta la zona más palpitante en estos momentos de mi cuerpo. Quise no verlo porque el reflejo del espejo me mostraba todo de él, desde sus rodillas en el suelo, su cintura cubierta por la toalla mojada, su torso desnudo y largo, sus brazos sosteniéndome y su rostro entre mis piernas.
Gire a verlo cuando lo vi buscándome y solo basto una conexión de risas cómplices para elevar mi pelvis y que él saque mi tanga fuera de mi cuerpo. La dejo en un costado sin ver el lugar, su mirada seguía el hilo, hasta que mi parte más descarada decidió robarse su atención mientras abría las piernas con plena lentitud.
Me sentía tan expuesta y cómoda a su vez, no había indicios de querer privarme, de esconderme o de dar marcha atrás, Ryd me hacía sentir en casa, me hacía sentir suya con una sola tibia mirada brillante de su parte.
—No sé cómo decir esto sin que suene posesivo, pero no sabes lo orgulloso que me siento de ser yo quien este arrodillado ante ti —confeso. Solté un jadeo imprevisto por la sinceridad que emanaba al decirlo, porque ni en mil años hubiese esperado esa confesión de su parte. Ryd no se caracterizaba por ser el hombre más abierto con sus sentimientos y haberlo presenciado me hacía sentir la mujer más increíble del planeta.
Quise decirle algo parecido sin sonar tan acaramelada, no quería que esto se convierta en un consultorio de confesiones amorosas cuando sabíamos que después de esto lo nuestro no continuaría, así que me lo guarde y dije lo primero que se me vino a la cabeza.
—¿Puedes meterte entre mis piernas y hacerlo de una vez?
« ¡Oh, claro, eso te pareció lo más considerado!»
Ryd soltó una pequeña risa.
—¿A dónde tan apurada?
Cerré mis ojos frustrada.
—¿Nunca te han dicho que la comida fría es un asc...? ¡Mmm! —Apreté mis labio al sentir su aliento acercándose cada vez a mi centro.
—¿Me decías? —inquirió, deslizando uno de sus dedos por mis pliegues. Me removí ante el contacto repentino y él me sujeto con más fuerza.
Subió hasta mi clítoris tratándolo con sumo cuidado, masajeándolo en círculos tomándose su tiempo mientras esperaba mi respuesta. Relamí mis labios sin ser capaz de abrir los ojos y estire una mano hasta la suya buscando que su toque sea más profundo.
—No sabes lo que te odio en estos momentos —admití al sentir la presión de mi mano junto a uno de mis muslos. Él volvió a reírse.
—¿La comida fría es un asco, me decías? —insistió, con un sonido desde el fondo de mi garganta se lo confirme queriendo que termine con su patético juego—. Probemos.
Sin poner esfuerzo los ojos se me abrieron al sentir su intrusa lengua paseándose por el recorrido que su dedo había tenido con anterioridad. Ahogue un gemido al sentir su boca completa contra mi piel sensible mientras chupaba con fuerza y precisión, justo como quería y deseaba. Aferre mi mano atrapada en su muñeca con fuerza para no cerrar las piernas aunque el impulso se me hacía imposible.
—¡Dios! ¡S-sí! —gemí. Ryd desengancho su mano de la mía y la subió hasta uno de mis pechos tomándolo con fuerza.
Tenía su cabeza enterrada entre mis piernas, sus ojos observando cada uno de mis gestos mientras su lengua se deslizaba con liberación entre mis pliegues, subía hasta mi clítoris dedicándole mordidas agresivas y bajaba hasta mi entrada que exigía atención por parte.
Estire mi cabeza hacia atrás cuando al ritmo de su lengua suelta se le sumo uno de sus dedos posicionándose principalmente en la altura alta de mi vagina. Lo presiono en mi clítoris mientras él bajaba y cuando llego a su destino lo unió tanteando su próximo objetivo.
Ryd no se detuvo, aprovecho el momento de caricias insanas que estaba teniendo mi cuerpo y hundió su dedo en mi apretada entrada que lo pedía a gritos. Fue lento, pero cuando lo recorrió por dentro y tuvo su exploración la salida para el reencuentro fue un poco más brusco. Unió a su lengua que navegaba por ahí, introduciéndola, haciéndome experimentar una nueva sensación que hasta el momento competía por ser la mejor junto a las demás.
Volví a girar la cabeza hacía la derecha donde estaba el espejo y desde esta posición lo que vi seguía excitándome a grados inimaginables. Sumo otro de sus dedos, este se quedo a la altura de mi clítoris mientras su total atención seguía abajo. Se las ingenio para que los movimientos sean duros y acompañados, todos en el mismo tiempo. El estomago se me contrajo ante el ritmo que dispuso, sintiendo una sensación intensa en las zonas donde el practicaba su trabajo. Aferre mis manos cuando me sentí contraer por primera vez, me circulo un cosquilleo por todo el cuerpo que me dejo inquieta y que al parecer él conocía porque bajo su mano de mi pecho para sostenerme con fuerza.
No se movió de donde estaba, me acompaño con su mirada que aseguraba un bien, algo que desconocía pero a lo que él me orillaba con cada lengüetada de su parte.
—Ryd —susurre casi sin voz, pidiéndole algo que no sabía. Me llene de incertidumbre ante lo que estaba sintiendo, odiaba cuando lo desconocido me abordaba, cuando estaba sola controlando lo que me ocurría. Ryd comprendiendo mi duda y aquellos pensamientos hizo algo que no espere, estiro la mano que mantenía agarrado uno de mis muslos y la entrelazo con la mía dándome un apretón.
Y ahí, recién ahí, comprendí que era aquello desconocido. Mi cuerpo se libero completamente sin darme tregua, haciéndome expulsar todo aquello que me tenía atormentada y la incertidumbre se volvió una sensación placentera que me dejo recostada, con las piernas temblando y con una sonrisa enorme sobre mis labios.
—Bienvenida, acabas de tener tu primer orgasmo —comento risueño, relamiéndose sus labios mojados. Sonreí mordiéndome los míos y suspire—. ¿Cómo se siente comenzar con tu vida sexual?
—¿No sé dice "perder la virginidad?
—Todavía no llegamos a esas instancias y aún así esa palabra no existe. Se llama comienzo de tu actividad sexual, ni más, ni menos. —Maravillada con él y nuestro momento trague saliva asintiendo—. ¿Quieres...?
—Si dices que esto termino aquí realmente me enojare contigo. —Él frunció su entrecejo.
—¡Vaya, señorita! —ironizo—. Solo iba a preguntarte si quieres beber algo o...
Cruce una mano por su cuello antes de que siguiera y uní mis labios sobre los suyos. Apoyo una mano en el colchón para tener más resistencia, pero yo tire más de él recostándolo a mi lado. Me moví rápido sobre su cuerpo montándome arriba suyo y gire hasta el espejo nuevamente.
—Quiero probar algo.
Quite mi pierna de su lado bajándome de la cama y con un ademán le pedí que se sentara en la orilla. Confundido me siguió, tal vez pensando que estaba loca, pero desde que lo vi reflejado en el espejo una idea no se fue de mi cabeza.
—¿No se supone que deberíamos tener sexo en la cama por ser tu primera vez y esas cosas? —Apoye ambas manos sus muslos y me incline hacia él.
—Deja de ser tan clásico, Ryd —murmure. La copia aparto la mirada detrás de mí, donde sabia que el espejo estaba reflejándome y la idea comenzó a tener más apoyo cuando vi su reacción—. No necesito hacerlo en una cama, ni que seas romántico o me regales flores. Tú lo has dicho, no existe perder la virginidad, solo quiero comenzar con mi actividad sexual como se debe.
—¡Uhhg! Esto me da a que el virgen aquí soy yo —bromeo. Gesticule una media sonrisa.
—Puede ser.
Deslice mis manos hasta el nudo en la toalla húmeda y lo desate bajo su atención impaciente. Aún debajo de la gruesa tela podía sentir lo preparado y afectado que estaba por el encuentro que habíamos tenido en la cama. Jamás quise que mi primera vez fuera tan clásica, tan monótona y Ryd tenía razón, así que comenzaría con mi vida sexual como me lo merecía, como tendría que ser.
La gruesa tela húmeda se abrió al desatarla y cayó en sus costados. Divertido por ver mis ocurrencias y cómodo con mi presencia se estiro hacia atrás apoyándose sobre sus manos mientras me dejaba a disposición su miembro por completo. Comencé a acariciarlo desde abajo por su cuerpo medianamente grueso cruzando los límites de su largura hasta la punta brillante decorada por un líquido. Desde mi distancia y sin abandonar la oscuridad atormentada de su mirada junte saliva en mi boca, entreabrí mis labios y deje que cayera con lentitud.
Cuando mi mano recibió la ayuda volvió a subir y bajar por su cuerpo masajeándolo con lentitud y presión. A medida que iba facilitándome con la saliva el ritmo de la masturbación comenzó a subir y afectarle, lo supe por la contracción de su rostro. Apretó su mandíbula conteniéndose a no gemir, su orgullo le impedía demostrarme lo que estaba sintiendo y eso me divertía.
Sus venas se hicieron más notorias, algunas por su cuello cuando contenía sus ganas de maldecir o gemir, por sus brazos mientras ejercía fuerza en las sabanas y en su miembro palpitando sobre mis manos. Relamí mis labios divertida y sonreí con inocencia cuando me fulmino completamente. ¿Qué? Yo no tenía la culpa de su orgullo.
—Kansas...—gruño—. Deja de jugar.
Asentí estando de acuerdo y solté su miembro moviendo mi cabeza hacia un costado para que mi cabello quedara del lado izquierdo. Me di la vuelta buscándolo por el reflejo y cuando lo encontré él comprendió el mensaje. Volvió a incorporarse justo cuando di pasos en reversa y me sostuvo desde la cintura ubicándome donde quería.
Metí una de mis manos entre mis piernas cerradas buscando su miembro y al encontrarlo lo deslice por mis pliegues mojados. Sintiéndolo duro contra mi sensibilidad eleve la mirada hasta sus ojos y apoye mis manos en sus muslos. Mi cintura bailo sobre su pelvis buscando la fricción entre los dos que se conecto en el primero movimiento. Incline mi cuerpo hacia adelante dejándome llevar por aquel roce entre los dos y Ryd apoyo una mano sobre mi hombro para ejercer presión en nuestros encuentros.
No quise quitar la mirada del reflejo aún cuando mi mirada estaba camuflada entre mi cabello y en el descuido, observe la perdida de cordura que estaba teniendo él. Su rostro estaba desfigurado, ya nada quedaba de su seriedad, era irreconocible e increíblemente atractivo. Con su agarre en mi hombro me tiro hacia atrás sosteniéndome esta vez del cuello y jadeo por primera vez en aquella altura escondido.
—Tengo que hacerlo —aviso mientras seguía moviéndome arriba de él—. No discutas, tengo que ser cuidadoso en las primeras embestidas, pero después daré honor a tu bienvenida.
Quise responder, pero la verdad es que estaba loca con nuestra imagen en el espejo. Él noto donde estaba mi mirada y sumo a nuestra fricción sus besos por mi cuello mientras me sostenía desde ahí sin ejercer demasiada presión. En todo el momento no aparto su mirada de la mía y nada fue tan caliente como su sonrisa mientras su miembro seguía rozándome sin detenimiento.
—¿Estás lista, Kansas? —mascullo. Asentí sin voz—. Quiero oírlo.
—Sí, imbécil.
—Cuida esa boquita, no quisiera corromperla esta noche.
—Hazlo, Ryd —pedí.
—¿Hmm? ¿Hacer el qué?
Suspire ladeando mi cabeza.
—Hazlo porque lo haré yo y no te va a gustar cómo. —Con su mano en mi cuello me hizo girar a verlo.
—Deja jugar al acto suicida, así no funciona la primera vez. —Juguetona busque su dedo para meterlo en mi boca. Dejo que lo chupe con presión terminando en una sonrisa.
—Vete acostumbrando a la idea que por ser mi primera vez no dejare de ser quien soy, así que deja de compararme y métemela, hazlo como jamás se lo has hecho a nadie, lo demás ya no importa.
Tiro de mi mentón en busca de mis labios y abordo los suyos atrapándolos en su totalidad completa. Metió su lengua queriendo callar cualquier cosa que tuviera para decirle mientras me besaba con ferocidad, frustración y deseo. Sin romper nuestro beso me eleve un poco para que pueda sostener su miembro y con la otra sostuvo mi cintura con fuerza, queriendo tener el control porque ya sabía cuál era mi idea.
Me reí sobre sus labios pero así mismo decidí dejarle el poder esta vez. No me acostumbraba a que alguien quisiera cuidarme que hasta tener sexo lo quería hacer a mi manera, aun así sus planes eran distintos. Busco con su punta mi entrada acariciándola, la posición no era de las más cómodas pero no quería ir a lo clásico, me negaba.
Roso su punta en mi entrada tres veces seguís y en la última comenzó a hundirla de apoco. Con su agarre fuerte en mi cintura para que no lo haga de golpe me deslizo con demasiada lentitud que me pareció fastidioso, hasta que llego el dolor que no espere encontrar. Apreté mis labios con fuerza gimiendo con dolor sobre sus labios y él, como hizo anteriormente, entrelazo una de sus manos con la mía.
Ryd se rio sobre mis labios.
—Ahora no se te escucha tan valiente.
Abrí mis ojos cuando sentí su mitad dentro de mí, el dolor era soportable, lo malo había pasado en la entrada. Tome una bocanada de aire y apreté su mano para que siguiera empujándome hacia abajo. De nuestras bocas solo salían bromas, la verdadera comunicación estaba en nuestros cuerpos que sin emitir ni una sola palabra nuestras manos entrelazadas indicaban los límites.
Volví a tocar la piel de sus muslos cuando lo tuve completamente dentro de mí. La sensación era demasiado diferente a las de sus dedos, ahora me sentía más completa. Sin querer me contraje alrededor de él, descubriendo una de sus debilidades al oírlo gemir.
—¿Ahora?
—Te prometí algunas embestidas, disfrútalas.
Sentí su mano impulsándome hacia arriba desde mi cintura y cuando me hizo bajar volví a sentir aquella incomodidad de dolor que iba de apoco acostumbrándose a su longitud y grosor dentro de mí. La segunda fue más soportable y la tercera la maniobre mejor para sentir el placer de la fricción arrasando a la incomodidad fuera del tablero.
Busque su mirada sabiendo lo que se venía y preparada le sonreí encontrándolo paciente controlando su ritmo. Se inclino un poco dejando un beso en mi hombro desnudo, deslizo una mano por la altura de mis pechos y con la otra abrió mis piernas.
—Adelante.
Como si fuera una niña obteniendo la aprobación para hacer maldades sonreí y deje descansar ambas manos en mis muslos para impulsarme sobre él. La incomodidad seguía ahí, detrás de una pared intentando controlarme, pero la llamarada era más intensa como para prestarle atención. Comencé moviéndome de arriba hacia abajo con torpeza, tanteando el terreno y mejorando en cada embestida. Ryd con su agarre a la altura de mi pecho cada vez que bajaba me ayudaba a hacerlo con más presión, con más rudeza, me empujaba encontrándome con su cintura que se movía en busca de mi encuentro.
Escondió su cabeza en mi cuello y esta vez dejo de contenerse a gemir, esta vez me dejo oírlo desde muy cerca, solo para mí. Y ningún sonido en este mundo me pareció tan sexy, tan perfecto, tan increíble como sus gemidos que entre una mezcla de timidez, dureza y lujuria me animaban a seguir montándolo con más fuerza.
No vi venir sus movimientos porque estaba tan concentrada en complacerme moviéndome sobre él, que no pude impedirlo cuando me tiro a la cama posicionándome encima de mí con rapidez. Abrí mi boca para reprochar, pero él me ataco con sus labios acomodándose en mi entrada para meterse sin perder tiempo. Desde esta postura su ritmo cambio, ahora era más violento y eso me gustó, así que no me queje y decidí quedarme en silencio.
Sentía una mezcla de dolor y placer que me incentivaba a querer más, a buscar más de los dos. Arañe uno de sus brazos entre mi inconsciencia de éxtasis e incline mi cabeza hacia atrás mordiéndome el labio inferior. Ryd aprovecho mi espalda arqueada para meter uno de mis pechos en su boca mientras seguía balanceándose sobre mí y deslizo una de sus manos hasta la mía rendida sobre el colchón. Su contacto hizo que rápido se cierre sobre la suya y nuestros dedos se entrelazaron conociéndose.
—Sigue así, más fuerte, por favor —suplique casi llorisqueando. Me tenía tan pérdida que ni siquiera me importo pasar vergüenza.
Apretó mi mano con fuerza obedeciéndome y mordió uno de mis pezones como respuesta a mi suplica. Gemí intentando mantener la boca cerrada, pero cada embestida suya me hacia buscar oxigeno desesperadamente, la boca se me secaba y me era imposible no seguir suplicándole ante la locura que fuera aún peor.
—Ryd...—volví a susurrar cuando sentí aquella sensación nuevamente. Ahora sabía de lo que se trataba y ahora quería correr para buscarlo—. Ryd...
—Lo sé, Kansas —respondió jadeante. Abrí mis ojos encontrando al segundo.
—Por favor.
—Deja de suplicarme, me estas volviendo loco —gruño. Dejo descansar su frente sobre la mía mientras nos compartíamos gemidos cómplices—. Tu es tellement parfait.
—Quiero saberlo —exigí esta vez. Su estocada fue con torpeza.
No espere su respuesta porque sabía que no iba a decírmela, así que me concentre en mi orgasmo que estaba tocando la puerta de la gloria. Se movió consecutivamente sin dejarme procesar la sensación, sin darme tiempo a explorar el vértigo de mi cuerpo y me empujo nuevamente a la liberación increíble que comenzaba a fascinarme.
Salió de mí después de hacerme arrasar y con su ceño fruncido comenzó a masturbarse con su brazo tensado. Consiguió hacerlo dos veces antes de que se venga sobre mi abdomen totalmente. El gruñido ahogado que salió de sus labios me atrajo al instante.
—Lo siento —murmuro observando su liquido—. Lo olvide.
Sonreí y para aflojar el asunto deslice mi dedo índice por mi abdomen antes de llevarlo a mi boca.
—Nada mal —mentí encogiéndome de hombros.
El sonrío observándome desde arriba.
—Te dije que eres tan malditamente perfecta —confesó aquello que dijo minutos atrás—. Y seguir viéndote en todas tus etapas me hacen confirmarlo.
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