7. Esgrima.
E D I T A D O
Rusia, Moscú.
Viernes, 8 de noviembre.
Había ganado y aunque este era mi primer gran triunfo, no podía dejar de suspirar al sentir el alivio de saber que no me asesinaría. Es que, ¿a quién se le ocurre negociar su vida sin tener la certeza de que va a ganar? La respuesta es clara y precisa: a mí.
Sorprendentemente la copia de Chad no se opuso a mi idea, primero pensé que no había abierto su boca porque seguramente no tendría otra opción ya que todos accedieron, pero luego supe que Ryd era demasiado orgulloso como para admitir su derrota.
Eric, el chico de tic, había quedado encantado con la idea que le había propuesto y él especialmente se había comprometido a crear el panel de control que estaría situado en Brooklyn, porque supuestamente él ahí eran menos buscados por la policía. Todos estuvieron de acuerdo, no solamente porque ahí estaba la única bodega de cocaína, si no porque Eric tenía razón y así se nos facilitaría las cosas.
Aparte, de que mi persona de confianza no estaría en peligro y eso me gustaba.
El hombre de cabello largo y cicatrices iba a encargarse de las bodegas subterráneas. Chad de los aviones y a Cobain le había tocado el único sector que quedaba a compañía de Ryd: las amenazas para que nos dejaran transportar las drogas.
Por las expresiones que ambos pusieron supe que no sería un problema para ellos y realmente no me gustaría estar ahí para ver su método de amenazas. Después de todo yo solamente había aportado mi idea y mi puesto seguía siendo la seguridad Élite, aunque el acuerdo con Ryd había quedado en otra cosa.
No supe mucho acerca de los entrenamientos y Catriel no me ayudaba demasiado en sacar información ya que había desaparecido después de aquella reunión. Estaba perdiendo mi esperanza y hasta llegué a sentirme totalmente estúpida por creer en sus palabras cuando a las seis de la mañana del tercer día después de aquella reunión, un toque sobre mi puerta me hizo sobresaltar de la cama.
—¿Qué haces así? Te estoy esperando hace media hora en el campo de entrenamiento.
Parpadeo varias veces para ver si realmente él estaba aquí o era una nueva pesadilla. ¿Había quedado con Ryd o me perdí algún capítulo de esta novela?
Sobo mis ojos conteniéndome a no bostezar y vuelvo a elevar mi vista ahora con mi ceño fruncido.
—Solamente para sacarme la duda, ¿por esa increíble cabeza no se te pasó la idea de avisarme? Porque hasta donde yo sé las personas no pueden adivinar, ni nadie me regaló una bola mágica para ver el futuro.
Ryd parece pensarlo varios segundos quedándose en silencio. Chasquea su lengua despegándose del umbral y aún cruzado de brazos da un paso hacia atrás.
—Como digas. —Le resta importancia—. Apúrate y baja, te espero en el campo de entrenamiento.
Sin esperar una respuesta por mi parte gira sobre sus talones y comienza a alejarse de mi habitación. Bufo poniendo mis ojos en blanco y dándole una mirada a mi reloj verificando la hora, me acerco al baño para lavar mi rostro.
Cuando terminó salgo de mi habitación ajustándome la coleta y bajó las escaleras dirigiéndome hacia el campo de entrenamiento donde había estado con Richard aquella vez. Con respecto a él, nuestra relación no había mejorado o bueno nunca fue eso, una relación. Ni de amistad, ni de conocidos cómo era la de Catriel.
Realmente había pensado que podríamos llevarnos bien, después de todo trabajaríamos para el mismo hombre, pero Richard parecía ignorar y menospreciarme cada vez que tenía la oportunidad. Catriel, por otro lado, había estado demasiado ocupado después de la reunión y casi no lo veía.
Algo que me tranquilizaba con respecto a lo que sucedió la última vez que estuvimos solos, pero no iba a negar que me sentía sola y aburrida sin su presencia. Después de todo él era el único que notaba mi existencia en este sitio.
Me detengo cuando veo que el campo está solo y en la oscuridad de la madrugada busco la presencia de la copia. Al no verlo bufo dándome la vuelta y decido volver a mi habitación, dando una parada primero en la cocina para beber un poco de agua.
Me detengo antes de entrar cuando escucho como algo se cae dentro de la cocina y provoca un gran ruido alarmante. Con nerviosismo busco algo para poder protegerme y tomando lo primero que alcanzo a ver doy un paso hacia adelante. Abro la puerta precavida y cuando esta logra abrirse del todo, dejándome ver lo que sucede adentro, doy un paso hacia atrás por inercia.
Reconocería ese cabello oscuro y de quien pertenece por más que esté dado vuelta. Un disgusto me recorre entera al ver porqué había decidido abandonar el entrenamiento y dándome la vuelta decido abandonar la cocina dejando que la pareja siga besándose arriba del mesón.
Vuelvo a dejar el adorno donde pertenece y suspirando, pasó una mano por mi cabello antes de ir hacia las escaleras dispuesta a recuperar mi sueño.
—Odio que me hagan perder el tiempo, ¿dónde crees que vas? Me estoy arrepintiendo de esto. —Escucho su voz detrás de mí y sorprendida giro para verificar que fuera él.
A unos pasos de mi Ryd está de pie vestido completamente de blanco. Tiene algo bajo su brazo, lo cual rápido identificó como una careta.
¿Ryd me enseñaría esgrima?
—Pensé que estabas ocupado —respondo, recordando lo de hace segundos atrás. Ryd hunde sus cejas sin comprender lo que estoy diciendo y cuando abre su boca dispuesto a responderme, esta vez él también escucha un ruido detrás de la puerta de la cocina.
Con la atención sobre aquel ruido la copia comienza a acercarse con pasos lentos y a comparación, yo bajo los escalones sin molestarme a ser silenciosa. Se de sobra lo que ocurre detrás de esa puerta y para mi mala suerte, no era quien quería que fuera.
Ryd abre un poco la puerta para ver la escena de adentro y cuando obtiene lo suficiente la cierra sin tomarse el atrevimiento de ser cuidadoso. Gira con sus cejas hundidas y acomoda su cabello despeinado.
—¿Pensaste que era yo?
¿Qué debía responderle? ¿No era tan obvio? De los dos, sinceramente, a él me lo imaginaba haciendo estas cosas, pero al parecer como siempre me confundía a la hora de juzgar a alguien.
Cuando vi aquella escena la primera persona que se me vino a la cabeza de ellos dos, fue Ryd. Chad me había dado una imagen muy seria en lo que respecta a su vida en sí y Ryd desbordaba coquetería con tan solo respirar.
—Sinceramente sí.
Mi respuesta le divierte. Una sonrisa exagerada ensancha sus labios mostrando toda la hilera de dientes blancos que tiene. Por momentos envidio su sonrisa perfecta y me olvido de que se está divirtiendo con mi respuesta como si acabara de decir un chiste.
«¿Qué tanto le causa gracia?»
—Solamente para enseñarte a no ser tan inocente, te aclaro que yo me reservo en lo que a mi vida personal respecta. Así que, todo lo que aborda chicas y sexo en público descarta la idea de que pueda ser yo porque esa asquerosidad que Chad está haciendo en el lugar donde todos cenamos, no es gusto mío —aclara y como no, su lado coqueto no le permite irse sin antes guiñarme uno de sus ojos.
No iba a disculparme, no con él y no se porque, pero presentía que la palabra ofendido no estaba en su diccionario habitual. Suspiro quitándome estos últimos momentos de mi mente y lo sigo hasta el campo de entrenamiento.
Al parecer no me había confundido, Ryd me enseñaría esgrima. Para suerte mía la esgrima era un deporte que practicábamos de vez en cuando en el internado. No era experta o me iba demasiado bien como el arco y flecha, pero sabía defenderme.
Decido no darle esa información y cuando Ryd me tira el traje equipado lo tomo para colocarlo encima de la ropa que tengo puesta. El sol recién está saliendo, pero el frío de Rusia no nos abandona en ningún momento.
—Se que en el internado practicaban esgrima, así que me ahorrare el paso de explicarte como es —avisa, colocándose la careta antes de tomar nuevamente su sable.
Veo como se pone en posición de en guardia, colocándose de costado con la mano que sostiene el sable adelante, el pie de ese lado apuntando hacia mí y el de atrás en un ángulo de noventa aproximadamente hacia afuera. Lo imito, me coloco la careta sonriendo e imitando su posición llevó una mano hacia mi espalda.
Ambos comenzamos a movernos, desplazándonos hacia adelante con facilidad y hacia atrás con nuestro otro pie. Puedo ver sus intenciones reflejadas en cada paso que da, él sabe que yo sé de esto y por alguna extraña razón eso me inquieta un poco.
Ryd da un salto hacia adelante y cuando veo que quiere dar un ataque de fondo, logró desplazarme hacia atrás antes de que él estire su brazo por completo. Sorprendida al ver su ataque directo me olvido de las reglas de la esgrima y me abalanzo hacia él, tirándole un golpe que logra esquivar con rapidez.
Está detrás de mí, siento cómo se prepara para atacarme y antes de que lo logre, logro protegerme con mi sable. Veo una sonrisa maliciosa detrás de la rejilla de su careta antes de que nos separemos y tome nuevamente la posición de en guardia.
—¿Para qué quieres enseñarme esgrima? —pregunto curiosa, imitando su posición.
—¿Cansada, novata? —La burla detrás de cada palabra no pasa desapercibido para mí.
—¿Ya empezamos? Pensé que esto era un calentamiento. —Me muevo cuando lo veo acercarse y logró esquivar su ataque.
—La esgrima te ayudará con la visión en una pelea de cuerpo a cuerpo. —Se desplaza hacia atrás—. Agilidad, rapidez, tampoco puedes esquivar balas pero la esgrima está catalogada, para nosotros, como un deporte de visión.
—¿Entonces con esto aprenderé a moverme mejor? —Hundo mis cejas, aunque no me pueda ver.
—Exacto —añade—. Esta noche tengo una pelea, nada importante, pero si quieres aprender a pelear como yo tendrías que venir para ver de qué te hablo con respecto a la esgrima.
—¿Estás invitándome? —Logró tirarle un golpe, estirando todo mi brazo. Ryd se hace hacia atrás al ver la cercanía y mira el lugar donde casi le doy.
Recupero mi postura cuando veo que se saca la careta y pasa una mano por su cabello sudado.
—Tómalo como quieras, eres tú la que quiere aprender, no yo. —Se encoge de hombros—. Tienes dos minutos para descansar mientras voy a buscar algo, aprovéchalos.
Suspiró sentándome en el césped cuando su cuerpo se pierde por el jardín y me tiró hacia atrás.
«Mierda, realmente estaba cansada.»
(...)
Luego del entrenamiento que había tenido con la copia fui directamente a ducharme y a recuperar minutos de mi sueño perdido. Desperté justo para el almuerzo y hasta ese momento no había conocido otra situación más incómoda como ese momento cuando todos nos sentamos sobre el mesón donde Chad había compartido esta mañana con una chica de limpieza.
Me había negado a comer ahí aunque mi estómago me lo pedía a gritos, excusándome que me dolía el estómago y no tenía apetito. Nadie de la mesa se había opuesto y mientras veía como todos comían con tranquilidad, Ryd también se excusó de la misma manera dándole una mirada siniestra a su hermano quien parecía no importarle el hecho de que horas atrás había usado el mismo mesón de cama.
Por la tarde nuevamente había tenido las prácticas de puntería, solo que esta vez me había tocado con un hombre que no conocía y formaba parte de la seguridad Elite también. No quería preguntar por Catriel, pero no iba a negar que me moría de intriga saber porque no aparecía por la mansión.
Terminé deduciendo que su desaparición se debía a la idea que le había propuesto a los socios de los gemelos y que él, al igual que Richard, se estarían ocupando de eso aunque el castaño aparecía de vez en cuando por la mansión.
Quería que fuera eso porque aunque fuera loco no quería que a ninguno de los dos, en especial a Catriel, le sucediera algo.
Ryd no me había dicho mucho con respecto a su pelea. Sabía que sería por la noche en una de las calles de Rusia, pero no más que eso. Tampoco me había atrevido a preguntarle y él a decírmelo, ya que después del almuerzo él también había formado parte del folleto de personas desaparecidas en la mansión.
Cuando llegó la noche y el frío de Rusia me atacó, decidí darme una ducha caliente antes de bajar a cenar. Me abrigué colocándome un gorro de lana en el cabello húmedo y bajé para ir en busca de Chad. En unos días tendríamos que buscar a mi persona de confianza para el panel de control que se estaba creando en Brooklyn, así que debía hablar con él al respecto.
A lo lejos visualizo la puerta de su despacho y decidida a ir no logro dar un paso cuando siento la puerta principal abrirse. Con curiosidad me asomo para ver de quién se trata y cuando escucho una voz conocida salgo de mi escondite para corroborar que fuera él.
Catriel le agradece con una sonrisa amigable a la chica que toma su equipaje y cuando sus ojos celestes detectan mi presencia en el medio del salón eleva una ceja curioso ante mi mirada reprochadora.
No me malinterpreten, estoy feliz de saber que está aquí y bien, ¡pero me esperaba otra entrada para los días que llevaba desaparecido!
—Hey, California, ¿todo bien? —Saluda casualmente, como si nos hubiésemos visto por la tarde.
Hundo mis cejas enojada y empuñando mis manos siento como voy avanzando hacia su dirección. Catriel sonríe cuando estoy delante suyo y esperando un saludo por mi parte, solo recibe una bofetada que logra romper el silencio de la sala.
Me arrepiento cuando él vuelve a verme por mi atrevimiento. No lo conocía, no más que su nombre y me había atrevido a golpearlo solo porque estaba haciendo su deber. Lo sé, él me hacía sentir menos sola en este lugar repleto de personas que parecían no existir, pero nada me daba la confianza para golpearlo de aquella manera.
Aunque se la merece, por casi besarme aquella vez.
—¡Hijo! —el grito de Azucena me hace apartarme de la presencia del chico que me observa sorprendido—. ¿Cómo estás? ¿No te falta ningún mechón de cabello? ¡No quiero que vuelvas a desaparecer así!
Al parecer no era la única que exageraba tanto, su madre o lo que fuera de él también había notado la ausencia del rubio todos estos días aunque hayan sido pocos.
—Estoy bien, mamá. —Catriel le sonríe, tratando de tranquilizarla pero solo logra que Azucena me imite y lo abofetea—. ¡Vaya! ¿Qué tienen con las bofetadas hoy? —Se soba el lugar afectado.
—Lo siento, es que te extrañé. —Azucena sonríe.
—Vaya forma de demostrarlo. —Catriel me da una mirada de soslayo—. Tengo que acomodar mis cosas y quiero darme un baño, ¿te molesta si después hablamos?
Azucena niega con su cabeza.
—Ve a hacer lo que tengas que hacer, solcito. —Catriel me lanza una mirada de advertencia cuando me rio de su apodo—. Después hablamos, tienes cosas que contarme.
—Sí, mamá. —Se inclina un poco hacia abajo y deja que Azucena le dé un beso en la frente antes de irse, regalándome una sonrisa de camino.
La sala vuelve a quedarse en silencio, al principio pienso que sería bueno disculparme por la bofetada, pero después decido que no, recordando lo que iba a hacer la otra noche en mi habitación.
Los ojos celestes de Catriel me observan divertidos, mientras él se cruza de brazos esperando algo de mí. Algo que no llega y le hace poner los ojos en blanco.
—¿Tú también me extrañaste o a que se debe esa bofetada? —rompe el silencio, provocando que me remueva sobre mi lugar incomoda—. Porque yo sí te extrañé a ti.
(N/A) Hellow, estaré dedicando los capítulos a las personas que más comente. No se olviden de votar los capítulos para que pueda subir más seguido y seguirme en mi única red social que se encuentra arriba para saber más sobre Ryd, su contenido y sus personajes.
Gracias por leer, hasta la próxima.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro