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50.1. "Ordonat"

París, Francia.

Jueves 2 de enero.

Último capítulo. (primera parte)


—Quiero que me prometas algo —murmuró contra su pecho elevando la cabeza. Ryd había decidido posponer nuestra sesión de besos cuando me sintió maldecir debajo de él en un intento de movimiento que provocó un fuerte dolor en mi cintura y dio por zanjado el tema cuando insistí en que me encontraba bien.

—No soy bueno cumpliendo promesas —confiesa soltando una pequeña risa inocente. Me quedo en silencio al ver cómo sus ojos se entrecierran y curiosa detalló a la perfección todas sus facciones—. No seas acosadora y habla.

—A veces me irritas. —Pongo mis ojos en blanco. Intento volver a apoyar mi cabeza en su pecho pero Ryd me detiene sosteniéndome el mentón. Una vez más entrecierra sus ojos, esta vez no riéndose, sino viéndome de una manera interrogante.

—¿Qué escondes, pequeña Kansas? —No deja que le responda, mueve su mano desde mi mentón hasta cubrirme la mejilla completa. Cierro mis ojos disfrutando de sus caricias, capaz de confesarle mis peores pecados, pero me quedo en silencio disfrutando de su presencia a mi lado.

Desde que había decidido detener la sesión de besos y tomar como prioridad mis dolores, ninguno de los dos había querido decir nada más al respecto y no porque no hubieran cosas que decir, simplemente porque el ambiente de tranquilidad que estábamos viviendo después de toda la catástrofe era lo que ambos necesitábamos.

Permanecí entre sus brazos algunos minutos, tal vez una hora, mientras dejaba que mi cabeza navegara entre recuerdos viejos y recientes, trayendo cosas que había decidido apartar de mi mente para centrarme en todo lo que estaba ocurriendo. Ryd solo se dedicó a cerrar los ojos, a tranquilizar su corazón debajo de mí y a acariciar mi brazo con demasiada delicadeza. No hizo falta saciar la tensión sexual, fue más placentero compartir ese momento que verme desnuda debajo de él.

No había querido tocar el tema recientemente porque había decidido no preguntárselo hasta que él estuviera seguro de contármelo. Entre el silencio que nos rodeaba no me costó ponerme en su lugar, darme una pequeña idea de lo que me gustaría si estuviera en sus zapatos y determine que si yo fuera él, hablaría cuando estuviera segura. No iba a someterlo a un interrogatorio, no iba a obligarlo a contarme nada que él no quisiera, no iba a hostigarlo, no iba a juzgarlo o subestimarlo, quería hacer algo que hasta ahora nadie le brindó; respetar su silencio.

—Quiero que me prometas que sanaremos juntos —susurre cuando las yemas de sus dedos recorrieron las curvas de mis labios. Detuvo su recorrido haciéndome abrir los ojos y encontré en su oscuridad algo más profundo—. No voy a pedirte que me cuentes nada porque no lo necesito, pero estaré para cuando tú necesites contármelo. Lo único que te pido, es que me busques a mí para sanar porque en este momento no deseo a otra persona que no seas tú para sanar lo que tengo aquí dentro.

Ryd se quedó en silencio, con la mirada en mis ojos pero en realidad sin observar nada detalladamente. Estaba ahí y no. Sentía su respiración demasiado relajada, pero su corazón nuevamente se había descontrolado. Ryd jugaba con su apariencia demasiado bien, la ponía de su parte para hacerte creer lo que él quería, pero cuando tenías la suerte de estar piel a piel con él te robabas hasta sus oscuros secretos y aquellas apariencias se iban desmoronando.

Cada minuto que pasaba con él me iba dando cuenta que Ryd no era ese Ryd que conocí desde un principio. Que Ryd era el que se escondía detrás de un cubo rubik, que Ryd era el que lloraba en los brazos de las personas donde se sentía seguro, que Ryd era su sonrisa más sincera, que él era aquel pequeño brillo que existía en su oscura mirada.

En definitiva, me había enamorado de Ryd, de ese Ryd...mi Ryd.

Relamí mis labios cuando sus ojos se movieron, subiendo con demasiada lentitud por mi rostro hasta encontrarse con los míos. Apartó su mano de mis labios y la volvió a la zona de mi mejilla envolviéndola, adueñándose de ella bajo caricias. Recorrió, esta vez, con su mirada todas y cada una de mis facciones, como si quisiera grabarse cada una de ellas. Se detuvo nuevamente en mi mirada azulada y relamiendo sus labios me dedicó una de sus más sinceras medias sonrisas nostálgicas y rotas.

Se inclinó un poco y apoyando su frente contra la mía cerró sus ojos. Yo lo imite.

—Te lo prometo, Kansas...—me devolvió el susurro—. Te prometo que sanaremos juntos.

(...)

París, Francia.

Miércoles 8 de enero.

Termino de atar los cordones de mis botas y elevo la mirada hasta Adelphos recargando su arma. Todavía estábamos en la vieja clínica escondida en París, nos habíamos tardado unos días más ya que los dolores que tenía no se habían marchado tan fáciles como creí y todos insistieron en que era necesario posponer el viaje de regreso.

Los primeros en marcharse habían sido Cobain y Analey, aunque no quisieron. Su madre había insistido mucho en que se fueran ya que luego de la masacre en la mansión de los Kovhs habíamos pasado a ser un franco directo del FBI y no íbamos a arriesgarlos a quedarse cuando solo se trataban de simples dolores. Aparte de eso, había cosas que atender y ellos eran perfectos para ocupar el lugar de Chad mientras él se quedaba aquí.

Cuando supimos que debería quedarme unos días más haciendo reposo, Ryd le dijo que no era necesario que él se quedara, pero Chad se negó a irse. Sobre todo cuando el FBI estaba trabajando duro para capturarlos. Aquella noticia no nos tomó desprevenidos ya que algo me había comentado Ryd al respecto, pero la madre de Cobain terminó de confirmar toda teoría y afirmó que estábamos bajo la mira.

Richard también se quedó, Catriel al contrario se había marchado junto a Dade ya que estaba bajo su cuidado y Chad pidió explícitamente que fueran a Los Ángeles ya que una amiga suya se encargaría de ella. Con respecto a Dade, cuando despertó fue el verdadero problema. Tuvo otro ataque de crisis y esta vez intentó atentar contra la vida de Ryd, claramente Chad no se lo permitió y le dio a elegir entre si quería obtener ayuda o ser su enemiga. Supongo que ella sabía las razones de Ryd, sobre todo contra su padre, así que después de dos días decidió marcharse con Catriel.

—El vuelo sale en aproximadamente cinco horas —comunica Adelphos cuando su móvil comienza a sonar. Aparta la mirada del aparato y eleva una de sus cejas esperando mi respuesta—. ¿Eso te sirve?

—Supongo que sí, quedé con Chad de ver algunos papeles solamente. —Bajo mi pierna de la camilla y de un salto me bajo. Tomó el arma del colchón y verificando que estuviera en condiciones la acomodo en mi cintura—. No creo que nos tome mucho tiempo, pedí adelantar un poco el trabajo para pensar en algún plan durante el vuelo.

—¿Ryd cómo se lo tomó?

Suspiro.

—Pensé que el del problema sería Cobain, pero cuando acepté el trabajo me lleve una gran sorpresa. Aparentemente no estoy en la mirada del FBI y la DEA, pero él insiste en que si me involucro mucho en este trabajo terminare siendo un punto franco para ellos. —Me encojo de hombros llevándome ambas manos a la cintura—. Aneley ha dicho que puede esquivar al FBI entre lo que averiguamos bien sobre los robos, pero que tiene que ser muy rápido porque no puede contra la tecnología de ellos.

—¿Ya está confirmado que están detrás de ustedes?

—Es lo que ha dicho la madre de Cobain. —Adelphos no dice o hace nada cuando me escucha nombrarla, solo me presta atención—. Tienen la mayor parte controlada y justo es la mitad que necesito para averiguar sobre los robos, sin eso no puedo hacer mucho.

—¿Entonces intentarán moverse por ahí?

—Intentaremos obtener lo que es nuestro sin que se dé cuenta en el menor tiempo posible, pero no sé qué tan bueno saldrá eso. Aún me falta pulir algunos detalles, no me quiero precipitar.

Adelphos asiente y cuando su móvil vuelve a sonar me indica con la cabeza que es hora de irnos. Tomó la mochila con mis pertenencias y después de colgarla en mi espalda lo sigo por detrás. Luego de que los demás se marcharan, los gemelos decidieron reforzar la seguridad aunque era una desventaja para nosotros. Según Chad, no podíamos simplemente entregarnos a las autoridades tan fácilmente y aunque tener a muchas personas rodeándonos llamaría la atención, él prefería enfrentarse a ellos que acabar en prisión.

Se notaba mucho el titubeo que tenía Chad a la hora de tomar decisiones, en cómo el miedo lo sometía en muchas ocasiones y aunque intentábamos ignorar el hecho de que él no servía para ser la cabecilla de una mafia, simplemente no podíamos pasar por alto el hecho de que dependíamos de él también. Ryd insistió en que abandonara el puesto y se dedicara simplemente a cuidarse la espalda él solo, pero Chad alegó que después de lo que sucedió en la mansión teníamos que cuidarnos mejor y entre todos.

Saludo con un ademán de mano al hombre que me había atendido todos estos días y él me devuelve el saludo con una sonrisa llamando la atención de la copia, quien estaba junto a Chad terminando de hablar con él. Frunció su entrecejo viéndolo y apretando sus labios decide bajar la mirada hasta el cubo en sus manos. Adelphos carraspeó su garganta a mi lado, negando con su cabeza.

—Tiene dos años.

—¿A qué te refieres?

Adelphos niega con su cabeza riéndose y con su mano en la parte alta de mi espalda me indica nuevamente el camino. Esquivamos la puerta principal de la clínica y nos escabullimos hasta la parte de atrás donde está el búnker secreto. El dueño de la clínica y amigo de los gemelos, al parecer solo atendía a personas ilegales que huían de las autoridades, así que tenía un búnker escondido por si llegase la ocasión de una redada.

En este caso nos había prestado el espacio para que pudiera ver los papeles con tranquilidad mientras los gemelos terminaban de cerrar algunas cosas con él. Adelphos se posiciona delante de mí y abre una puerta subterránea camuflada entre las baldosas de un baño. Deja que baje primero aprovechando la claridad de arriba y al bajar me quedo quieta mientras él busca el interruptor.

Cuando las luces iluminan lo que está a nuestro alrededor lo primero que encuentro es un pequeño pasillo en color gris que tiene varios caminos, como si fuera un laberinto. Adelphos me había dicho que la parte de abajo estaba hecha para eso, para qué si fuera la ocasión—aunque sería muy difícil— de que encontraran el búnker, no pudieran dar con el verdadero camino.

En sí lo único que había era una habitación y dentro de ella se encontraba otro camino que tenía una única salida libre hacia las alcantarillas cerca de la clínica. Adel enciende la linterna cuando apaga nuevamente la luz y nos vamos guiando por el pequeño mapa que el dueño de la clínica nos había entregado.

—¿Seguro no me asesinaras? —bromeó nuevamente, siguiéndolo por detrás.

—Si sigues hablando lo consideraré —responde. Se detiene en una de las puertas y me apunta con la linterna—. Pero aprecio mucho mi vida como para querer que Ryd me saque cada órgano que me pertenece y los venda al mercado negro.

—Eres un dramático.

—No, tú subestimas mucho a tu novio.

Abro mi boca dispuesta a corregirle y decirle que no es mi novio, pero Adelphos abre la puerta y me deja sola en el pasillo. No pierdo tiempo y lo sigo hasta que la iluminación de la habitación nos encandila a ambos dejándonos ver lo que hay dentro de la habitación. El búnker es mucho más grande de lo que llegué a pensar, contiene una cama pequeña en la parte derecha junto a un estante con demasiadas latas de comida y agua. En el medio hay una gran mesa, sin sillas y con varias carpetas, que supongo, son las que Chad dejó esta mañana.

En la parte izquierda hay un gran sector de computadoras, pantallas y panel que crea un gran espacio de vigilancia. Adelphos no tarda en acercarse y cuando las encienden varias imágenes comienzan a aparecer. Hay vista desde afuera, la parte delantera de la clínica donde están los chicos y algunas habitaciones; incluso donde hace poco me encontraba yo.

—Turbio —murmura. Asiento con mi cabeza dándole la razón y giro sobre mis talones.

—Intenta comunicarte con Aneley como ella te indico —pido acercándome a la mesa. Me detengo delante de todas las carpetas y sonrió—. Manos a la obra.

(...)

Observó nuevamente la hora en el reloj que llevo en mi muñeca y suspiro girándome en la silla. Detrás de la pantalla Aneley se pone de pie cuando alguien llama a la puerta y después de abrirla deja ingresar a Cobain con dos tazas. Apartó la mirada cuando ella silencia su micrófono y les dedicó una mirada a los demás en la habitación. Adelphos está recostado en la pequeña cama profundamente dormido con su boca abierta y a su lado, Ryd le hace cosquillas con una pluma. Chad y Richard están en la mesa observando el contenido de las carpetas y Barbie, quien había llegado con los demás, se había dedicado a descifrar el cubo rubik de Ryd.

—Mi cabeza me dice basta —habla nuevamente Aneley. Le dedico una mirada desde el rabillo de mi ojo y echo mi cabeza hacia atrás.

—¿Qué tenemos hasta ahora? —Cierro mis ojos intentando controlar las punzadas de mi cabeza. Solo faltaba una hora para que el vuelo saliera y no habíamos conseguido absolutamente nada.

—Sinceramente, nada que nos ayude. Avanzamos mucho sobre los robos en migajas, pero no es que sea una entrada directa para que podamos dar con alguien importante —responde. Acomodo los auriculares en mi cabeza y tomó uno de los lápices observando las fotocopias que había imprimido—. Hace unos días di con dos de los ladrones en uno de los búnker de Houston, pero al día siguiente los encontramos muertos. ¿Quieres imagen?

Gesticule una mueca de disgusto. No era una morbosa que gozará de ver cadáveres, pero en este momento todo nos servía. Asentí con la cabeza y después de teclear algo sentí como la impresora hacia su trabajo. Me puse de pie antes de que alguien se me adelantara y tomando entre mis manos las imágenes volví a mi lugar con la mirada de los demás sobre mí. Aunque había pedido privacidad, sobre todo porque me gustaba trabajar sola y un ambiente relajado, las cosas arriba no estaban bien como para que alguno de ellos se arriesgara.

No había prometido absolutamente nada con respecto a este trabajo, pero aún así sentía la presión de todos sobre nosotras dos. Me llevé la punta del lápiz a la boca y girando sobre la silla comencé a ver con atención las imágenes. Eran dos hombres, uno con rasgos asiáticos y el otro era un hombre moreno. A simple vista no parecían haber sido torturados, ni mucho menos asesinados directamente, se trataba de un asesinato demasiado delicado.

—¿Qué hicieron con los cuerpos? —consulte sin elevar la mirada de las imágenes. No me daban ninguna pista, ni siquiera eran sangrientos o se hallaban con un solo disparo en la cabeza, a simple vista y si no fuera por sus tonos pálidos, diría que estaban tomando la siesta.

—Supuse que si tomabas el trabajo ibas a querer tenerlos. Yo no tuve la oportunidad de inspeccionarlos, pero siguen en Houston en una morgue de confianza.

—¿Alguna idea?

Aneley suspira.

—Hemos visto esto muchas veces, Arizona. —Elevo la mirada hasta la pantalla. Su voz cansina me daba indicios de que su cuerpo no resistía mucha presión, no del calibre que estábamos manejando. Teníamos al FBI sobre nosotras, sobre todos nosotros en realidad y aunque hacíamos como si nada sucediera buscando a un ladrón, por dentro cada uno tenía sus motivos para entrar en pánico—. Los robos, las muertes, la manera de sembrar las cosas...es muy cuidadoso, la persona que está detrás de esto es demasiado meticuloso.

—¿Meticuloso?

—Los robos de migajas se siembran por detalles. Es como un sinónimo de "pasito a pasito". No es abrupto, no es directo, no da golpes fuertes, es un goce prolijo y sin fallas. —A su lado Cobain abre su boca gesticulando un profundo "wow", fascinado en su mujer. Aprieto mis labios no queriendo reír para desconcentrar a Aneley y asiento—. Hasta las muertes son prolijas, no hay nada brusco. Como si fueras tú.

Frunzo mi entrecejo al igual que Cobain.

—¿Cómo si fuera yo? —No giro, pero puedo sentir la mirada de todos sobre mí—. ¿A qué te refieres?

Aneley tomó el vaso con agua y llevándose el sorbete a los labios le dio un largo sorbo, tomándose su tiempo con la atención de nosotros sobre ella. Quienes me rodeaban no podían oírla, pero Cobain que estaba a su lado la oía atento. No escuché a nadie acercándose hasta que la presencia de la copia se posicionó a mi lado y desconecto los auriculares cruzándose de brazos. No dijo nada, fue el motivo suficiente para que los demás se acercaran, acorralándome sin ser directos.

—Clase de biología en el internado. —No aparto la mirada de mí, desinteresada de los demás, como si a través de ella quisiera revivir recuerdos que tenía bloqueados—. Tuvimos una "urgencia de operación" a un pobre sapito, en realidad eran actividades que incentivaban a la mutilación. Nos había tocado juntas y el profesor nos había dado como consigna una idea original, entonces tú propusiste el Ordonat, que significa prolijo en rumano.

—¿Ordonat?

—Te centraste en los pequeños detalles, en aquellos que pasaran de desapercibido pero que fueran importantes para una persona; dijiste que la mutilación era una buena idea de tortura, pero que atacar los puntos débiles e importantes provocaría un estrago original y doloroso. —Aneley ignoró la pregunta de Ryd—. Le llamaste Ordonat a la pérdida de sentidos. La idea se centró en arrancarles los cinco sentidos a las personas. 

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