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32.2. "La mirada de los enamorados."

Brooklyn, Nueva York, EEUU.

Domingo, 22 de diciembre.

—Conozco la mirada de los enamorados —habla después de unos segundos cuando se da cuenta que no sé qué decir al respecto—. Me refiero a que he visto esa mirada en los demás muchas veces. Los sentimientos son el punto de vista propio, revelan nuestro modo de estar en el mundo y cuando nos damos cuenta de eso, podemos entrar al núcleo de las cosas importantes de una persona, como por ejemplo; su forma de ser, sentir, pensar y actuar.

No sabía qué era lo que quería decir, a donde pretendía querer llegar con sus palabras. Estaba claro que yo lo escogería a él por sobre todas las cosas, pero estaba muy lejos de ser algo por amor. Podía ser despistada en muchas cosas, pero cualquier persona se daría cuenta que me beneficiaba estar más de su lado que en ningun otro.

Estar del lado de Ryd me garantizaba que a las de ganar, yo podía huir. ¿Por qué? Porque a él no le interesaba como a Chad sí. Él no tenía planes conmigo como su hermano sí y si lográbamos conseguir sus objetivos dejaría de ser necesaria.

Ahora de donde había sacado Ryd que me quedaría con el por amor, no tenía la menor idea. Tal vez solamente lo decía para jugar con mi cabeza, de todas formas si ese era su objetivo esta vez le había salido muy mal.

—Así que...con esta pequeña clase, ¿me quieres dar a entender que puedes conocer los sentimientos de las persona mediante sus ojos? —pregunto.

—Algo así, es mucho más complejo. —Menea su cabeza hasta que siento su mirada sobre mí—. Te faltaría mucho para poder comprenderlo, así que mejor dejémoslo como que conozco más de ti de lo que te puedes llegar a imaginar.

—No puedo llegar a imaginarme cuanto puedes conocerme porque no sabría descifrar como lo haces. —Giro a verlo—. No tuvimos mucho contacto para que sepas sobre mí.

Supe, cuando su media sonrisa coqueta apareció, que aquellas últimas palabras habían salido mal expresadas a lo que realmente me quería referir. Era eso o Ryd estaba atento a cada caída mía para estar ahí aprovechándose.

—No me hace falta tener contacto contigo para conocerte —responde en un murmuro—. Y como se que no es a lo que te refieres, tampoco necesito mucho de ti. Se me da bien para conocer a las personas, es algo así como un don.

—Yo creo que lo único que sabes hacer es solamente hablar.

Él suelta una pequeña risa, negando lentamente con su cabeza antes de volver a verme. Estábamos tan cerca que hasta podía sentir su colonia, una masculina y adictiva. También tenía el lujo de oler la menta que salía de sus labios cada vez que emitía una palabra, de observar lo profundo que eran sus ojos y de perderme inconscientemente en el jugo que tenía con su aro en el labio inferior.

Ryd era mucho más grande que yo, pero tenía mi estatura porque estaba recostado en el sofá con sus piernas largas estiradas. Aún tiene la misma vestimenta, va todo vestido de negro. Hasta el momento no lo había visto con un color más llamativo, pero no iba a negar que el oscuro le quedara bien. No era lo misterioso que lo dejaba, ni si quería agrandar su ego por el color, era por cómo le resaltaba a su tono de piel.

Como hacia contraste con su cabello, con sus ojos, con la mirada directa y siniestra que tenia. Era porque Ryd tenía cualidades no tan únicas, no tan vistas, pero mejor resaltadas tal vez sí.

—Kansas, se hacer más cosas de la que te imaginas. —El tono ronco de su voz hizo que mis vellos se erizaran. Baja la mirada por mi cuello, mi camiseta y con su sonrisa coqueta vuelve a verme a los ojos—. Muchas más cosas.

Acalorada y avergonzada, me levanto del sofá huyendo de su cercanía. Estar al lado de Ryd era como estar cerca de una hoguera, de algo demasiado caliente. Relamo mis labios secos aprovechando que estoy de espaldas a él e inspecciono todo lo que puedo.

En la mesa metálica hay un archivo abierto, uno que apenas logro ver. Enfoco más mi vista y al reconocer las palabras escritas en otro idioma dejo de pelear.

—¿Entonces que se supone que tengo que hacer? —Giro sobre mis talones. Ryd aparta la mirada de su móvil y se inclina hacia adelante entrelazando sus manos a la altura de sus rodillas.

—¿Eso es un sí?

—Pensé que con lo seguro que estabas no tendría opciones para escoger.

Él se encoje de hombros.

—¿Por qué no? Es bueno tener opciones. —Se levanta del sofá cruzándose de brazos—. Seguiremos con este juego que Chad piensa que tenemos. Ese del gato y el ratón.

—¿El gato y el ratón?

—Sí, yo te coqueteo y tú te haces la difícil. —Frunzo mi entrecejo—. Podemos subirle niveles si quieres. Dejaré la puerta de mi habitación abierta por las noches si eso te sirve.

—No, pues, gracias —ironizo—. Espero que se me escapen las ganas de dormir contigo y no un tiro en la cabeza.

—¿Dormir conmigo? —Sonríe a medias burlonamente—. Hablaba de dejarte la puerta abierta por si tienes algo importante que decirme. Ahora, si querías dormir conmigo eso se hablaba desde un principio y acababamos con esta agonía que debes sufrir todas las noches lejos de mí.

Abro mi boca para reprochar al respecto, pero el sonido brusco detrás de la puerta llama la atención por completo de Ryd. Se aparta y comienza a caminar con pasos seguro hasta ella sacándose el arma de la cintura. Apoya su mano en el pomo y cuando la abre apunta el lugar de donde proviene el sonido.

Me acerco al verificar que baja la guardia y colocándome a su lado observo el ratón casi muerto en la trampa que hay en un rincón. Ryd le saca el seguro y sin dudar aprieta el gatillo acabando con su vida.

—¡¿Qué sucedió?! —el grito de su guardia nos hace elevar la mirada a los dos. Al vernos en el marco de la puerta baja el arma y sigue caminando hacia nosotros recorriendo el recorrido de la sangre en el suelo—. ¡Ugh! ¡Qué asco!

Ryd pone sus ojos en blanco.

—¿Qué? Es un pobre e indefenso ratón. —De apoco se va poniendo a acuchillas—. ¿Tú también Kansas lo ofenderás aún estando muerto?

Me encojo de hombros restándole importancia cruzada de brazos y me recuesto en el umbral apoyando uno de mis pies.

—Eran amigos míos en el internado —bromeo—. Hasta diría que parte de la familia.

—¡Doble ugh!

—Que pena que no te pregunte.

Ryd sonríe.

—Agárralo, Barbie —pide, volviéndose a enderezar. La chica rubia de posible nombre Barbie abre sus ojos incrédula y da un paso hacia atrás.

—¿Te has vuelto loco o qué?

—Alguien lo tiene que hacer.

Laisse ta chienne le sortir —masculla, meneando su cabeza en mi dirección.

—Si vas a hablar de mí hazlo en mi idioma, ten un poco más de ovarios—le respondo.

Barbie no lo diré otra vez, tómalo. —Ryd se vuelve a apoyar, esta vez en la pared del pasillo.

La chica rubia aprieta sus labios, seguramente tragándose sus propias palabras, se endereza y comienza a caminar en mi dirección. Entra a la habitación, no sin empujarme, y cuando sale se coloca unos guantes blancos de látex. Se pone acuchillas aguantando la respiración y se toma su tiempo para tomarlo.

—¿Qué quieres que haga con él?

Ryd aparta su mirada hasta mí.

—¿Qué hace con él?

Relamo mi labio inferior, ansiosa por decirle que duerma con él. A compasión de eso me tomo la situación con calma y aunque se haya comportado como una perra conmigo decido ser bondadosa.

—Haz lo que tú quieras.

—Vamos, nena...

—No me llames nena, idiota. —Frunzo mi entrecejo. Ryd pone sus ojos en blanco.

—Dáselo a ella —le dice. La chica rubia ensancha una sonrisa y lo arroja hasta mis pies—. Tómalo como un regalo de mi parte.

Observo el ratón muerto en la punta de mi pie y luego a él. Me encojo de hombros y entro a la habitación en busca de algo para poder tomarlo. Rompo la hoja del archivo abierto que estaba en la mesa metálica y me acerco para tomarlo de la cola.

—Gracias por la generosidad.

Me aparto del umbral y sin mirar hacia atrás comienzo a caminar hasta la salida del lugar con el ratón muerto colgando de mi mano.

(...)

Le tiro un golpe a la mano izquierda y seguido de eso una patada que queda en el aire. Me felicita esta vez que sale mejor y aplaudiendo me pide que lo haga una vez más.

Cuento hasta cinco al igual que él y cuando veo que va a tirar su golpe me inclino hacia abajo rápidamente. Me levanto, repito los movimientos y elevo mi pierna nuevamente.

—Necesito que seas más rápida —pide.

—¿Más?

—Sí, más.

Suelto un suspiro cansador y con un dolor insoportable en la parte de mi costilla asiento volviendo a ponerme en posición. Ya habían comenzado nuevamente los entrenamientos y como los encargados eran nuestros superiores me había tocado pelear con Richard ya que Catriel no estaba.

A comparación de todos nuestros encuentros, esta vez se veía mucho más relajado, aunque eso no quería decir que no me haya llevado golpes "no intencionales" de su parte.

Entrenar con él era un sacrificio grande porque golpeaba como el infierno, ¿Pero qué le podía decir? ¿Qué no me golpeara? ¿Y eso en que cambiaría? En mi mundo, en el mundo que me rodeaba, era tan normal que los hombres se aprovecharan de las mujeres que sus golpes no me dolían como otras cosas sí.

No era secreto saber que no le caía bien, el porqué era desconocido, pero desde la primera vez no hubo una buena impresión. O tal vez él era así, aunque no era justificable. Apartando el hecho de que era una persona que se abusaba de su cargo, no iba a negar que era un buen profesor y ahora que estaba de buen humor lo podía comprender.

—Muy bien, sigue así —anima por primera vez. Emito un jadeo de sorpresa y cansancio, dando un paso hacia atrás—. Creo que ya es mucho por hoy, ¿Te crees capaz de correr con los demás?

—Posiblemente ese sea mi fin.

—Entonces corre, me harías un favor. —Sonrío al ver su mal humor asomándose y decido no responder.

Richard se saca las cosas que tiene en la mano que amortiguaban los golpes y se va alejando de donde estoy hacia el grupo de chicos que están haciendo abdominales. Me tomo de la costilla donde había recibido su primer golpe sorpresa y aprieto mis dientes para no gritar del dolor.

Hasta estas alturas del tiempo solo me sorprendería que no estuvieran rotas.

—¿Y qué tal el entrenamiento? —la voz de Dade me hace elevar la mirada.

La primera vez que la había visto, recuerdo que tenía el cabello corto y cuando llego ya lo tenía largo. Dade gozaba en ponerse mechones falsos y a simple vista ni siquiera se notaban. Tenía el cabello negro igual que sus primos hasta su cintura en una coleta alta y perfecta.

No podría comprender como con unas prendas tan simples como un pantalón pegado al cuerpo negro y un top rosado podía seguir viéndose tan bien, pero ahí estaba. Diosa como siempre. Aparta la botella de sus labios y con la mirada en los chicos ejercitando espero mi respuesta en silencio.

—Bien, cansador, pero bien —opino, enderezándome. Tomo una bocana de aire y meneo mi cuello adolorido.

—¿Quieres entrenar conmigo? —ofrece.

—Si lo hago seguramente moriré.

—No seas tan dramática, en una verdadera pelea de cuerpo a cuerpo no vas a tener otra opción más que resistir. —Se cruza de brazos, analizándome con la mirada—. Pero tienes razón, no he sido participe de los entrenamientos de Richard pero con su fama de aquí no querría toparme con él.

—Haces bien.

—Dime...—Se lleva la botella a la boca—. ¿Ya has hecho el curso sobre conocer tu cuerpo y esas cosas?

Frunzo mi entrecejo y niego, lo había olvidado completamente.

—No, no tuve la oportunidad.

No era algo que llamara mi atención, pero por lo que Catriel me había dicho se que serviría de algo.

—¿Quieres que te ayude con eso?

—¿Realmente vale la pena? —pregunto con sinceridad. Dade eleva la mirada detrás de mí unos segundos hasta que vuelve a verme.

—Arizona...estar aquí, en este mundo, no te garantiza que tengas algo digno de una telenovela. Las mujeres que nos involucramos en este mundo no creemos en los cuentos de princesas, no esperamos que nadie venga a querer adorar nuestro cuerpo cuando por si solas podemos hacerlo valer. —Menea con su cabeza detrás de mí. Giro y entrecerrando mis ojos debido al sol encuentro a Ryd con Barbie detrás de él hablándole de algo que él no le presta atención—. ¿De qué crees que se enamoran las mujeres? ¿De los buenos que son? Chad y Ryd saben manejar su cuerpo porque saben que no van a poder obtener nada con su forma de ser.

—Tienen otras cosas...

—¿Qué otras cosas?

—Chad es inteligente. —Vuelvo a verla. Dade se ríe sin contenerse.

—Como se nota que no conoces más personas. —Niega con la cabeza—. Con decirte que Cobain es más inteligente que Chad te lo estoy diciendo todo. A ti te compraron con su cuerpo porque su forma de manejarlo te dieron la seguridad que necesitabas. —Apunta con su dedo detrás de mí—. De eso se trata saber poder controlar tus dotes, de poder tener todo con solo saber manejarte. Puedo asegurarte que no hay nada más rico y hermoso en esta vida que una persona ame su cuerpo y sepa usarlo como un arma mortal.

—¿Qué lograré con eso al final?

Aparta la mirada detrás de mí y esta vez la sigo nuevamente. Ryd aún sigue sentado en una de las mesas del jardín leyendo un libro mientras Barbie habla sola.

—Ser su reina...o si tienes suerte su ruina. —La observo—. Tú decides.

Holaaa, ¿Cómo están? Aparecí después de estar muchos días en las sombras, jsjsjs.

Seré breve, como siempre. Para los que leían Ryd sabían que estaba con algunos problemas que no me dejaba dedicar al cien por cien. POR SUERTE he solucionado un poco de todos esos problemas y decidí tomarme unos días (las fiestas) para estarlo en familia.

No sucedió nada malo, por suerte, así que ahora que tengo más tiempo me volveré a reunir con los personajes para darles más capítulos merecidos. Disculpas por los días desolados, aquí volví.

Les dije que sería breve, cuídense :)

Les dejo aquí unos memes para que no se enfaden jsjsjs


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