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28. "Coma."

Georgia, Estados Unidos.
Miércoles, 18 de diciembre.

Aprieto mis labios cuando mi mente me jode reviviéndome lo ocurrido hace unas horas y cierro mis ojos soltando un suspiro exasperante. Catriel deja de hacer ruido cuando me escucha, pero como se lo había pedido no se acerca para interrogarme como siempre hace.  

Le había dicho que mi temperamento se debía a que próximamente mi periodo estaba por llegar y aunque no era una mentira, él no se la creyó. No quise hablar, de hecho hasta aproveche el momento para pedirle las cosas necesarias de higiene que necesitaba y me sorprendí al no verme avergonzada.

¿Por qué debería? Es normal que nos venga el periodo y eso no tiene que ser una vergüenza en lo absoluto. Lo mismo ocurrió cuando me pregunto si necesitaba algo más y sin pelos en la lengua insinúe que necesitaba cosas para consentirme; entre ellas depilarme.

Por suerte el rubio no se trataba de un idiota y me comprendió, porque al igual que yo pensaba que consentirme, higienizarse o simplemente tener la menstruación no era algo relativamente raro.

Cuando vivía en el internado de eso no tenía que preocuparme porque a la semana nos daban un neceser equipado. Desde que éramos pequeñas había una mujer que se encargaba de enseñarnos la función que tenia nuestro cuerpo a medida que íbamos creciendo y entro todo eso a cómo cuidarlo.

Si era sincera, de todas las personas —obviamente con más poder que nosotras— aquí, ella era la única que me caía bien. Supe sobre mi menstruación, educación sexual e inclusive como depilarme con ella y se lo agradezco, porque si no fuera por ella hubiera empeorado todo.

Abro mis ojos cuando escucho el motor de un coche acercándose y minutos después ingresa a la propiedad por la entrada principal. Se de quien se trata sin que antes se atreviera a bajar, aparte de cómo se movilizan los guardias, el coche lo reconozco y ya sabía sobre su presencia aquí.

Observo todo desde la biblioteca en la segunda planta. Me había mantenido en el sofá del ventanal todo el día mientras esperaba noticias de Carrie e intentaba relajar la mente después de todo lo ocurrido.

Las puertas se abren antes de que algún guardia lo haga y del coche salen tres personas. La primera presencia potente y firme es la de Chad, quien se acomoda la chaqueta observando la puerta principal del internado.

Su rostro no refleja ninguna expresión, pero sé que por dentro no está muy a gusto con venir a ver un trabajo que nos había encargado y no pudimos obtener buenos resultados.

Yo no era una experta, de hecho solamente me ofrecí para cuidar a Carrie —que por lo visto me había salido fatal— y de los demás no sé realmente que decir. El misterio de la incógnita es muy grande y aunque aprendí algunas cosas en los tiempos que estuve con Adelphos, no es que sea una experta.

Me dejaba llevar en base a conclusiones que hacia mi mente, muchas veces funcionaba y otras veces, da de admitir, que apestaba. Por eso mismo me gustaba reservarme las cosas y no decirlas hasta tenerlas confirmadas, porque muchas veces me equivocaba y en estas ocasiones no había marcha atrás.

Catriel, por otro lado, se había mantenido muy ocupado observando las cámaras. Él si le ponía todo su empeño y aunque su idea era querer encontrar algo, la verdad es que nadie encontraría ningún mínimo detalle si no eres experto.

Por eso mismo, la segunda persona que baja del coche se trata de Aneley. Mi mejor amiga y la que por cierto, bese en un arrebato.

No estaba preparada para tenerla cerca, desde hace minutos me había prometido mantenerme ocupada en el trabajo porque si no las cosas saldrían mal y hasta ahora que la tenia lejos pensaba que lo iba a poder lograr con éxito.

¿Para qué decirles quien es la tercera persona si todos sabemos que donde esta Aneley, Cobain tiene que estar? Es...exasperante.

—Ya llegaron. —Catriel suspira, apoyando una mano en la pared para sostener su cuerpo mientras mira por la ventana—. California, las cosas a partir de ahora se pondrán bravas por eso voy a pedirte que te mantengas al margen, en silencio y a mi lado.

—¿Por qué lo dices?

Él chasquea su lengua.

—Chad es exigente, lo ves tranquilo pero cuando no obtiene algo es...mejor ni decirlo.

—¿Peor que Ryd? —me atrevo a preguntar aunque por dentro se que no hay nadie más jodido que él.

—No, amor mío —murmura regalándome una sonrisa—. Chad es inteligente, autoritario y serio, Ryd solo desborda rebeldía, caos y tormentos multiplicados por millones de veces.

—¿Nos va a castigar? —susurro y carraspeo mi garganta cuando me doy cuenta el tono de mi voz.

Catriel me extiende su mano, me levanta del sofá y apoya sus manos en mis mejillas. Masajea la zona con las yemas de sus dedos sin perder la conexión de nuestras miradas y sin borrar su sonrisa se acerca hasta posar sus labios en mi frente.

—No dejare que nadie te haga daño. —«Muy tarde.» —. ¿Oíste?

Asiento y cierro mis ojos ante la sensación increíble que me generan sus caricias.

—Sí, lo oí.

—Perfecto. —Deja otro beso en mi frente antes de separarse—. Tenemos que ir a recibirlos, por favor obedéceme.

—Lo haré, no te preocupes.

Puedo ver el temor palpable en sus ojos claros antes de tomar mi mano y hacerme caminar hasta la puerta de la biblioteca. Su mano esta sudando y tiene el cuerpo tenso, eso solamente genera que me ponga nerviosa al saber que lo que viene probablemente es jodido.

En las escaleras nos vemos obligados a apartar las manos y cruzándome de brazos bajo los escalones dando trotes. En la última curva y lo poco que queda de escalones, nuestros pasos llaman la atención de los recién llegados en la sala principal del internado.

Hago un esfuerzo casi inhumano para no sonreír cuando la mirada de Aneley me encuentra y cuando veo que estoy por perder la batalla la bajo hasta las puntas de mis botines oscuros.

—Los estaba buscando. —No elevo la mirada al oírlo, pero empuño mis manos de solo tener que fingir obediencia delante de todos—. Síganme.

Con la cabeza agachada y la mirada elevada para ver sus pasos lo sigo por detrás igual que el rubio. Reconozco el camino al despacho de inmediato y la soledad de adentro me alivia al saber que Ryd no estará presente.

—Ryd estuvo comentándome un poco de los últimos movimientos dentro del internado —comienza a hablar de camino hasta el escritorio. Se apoya en el y se cruza de brazos. Recién cuando estamos lejos de todo elevo la mirada sin importar la mirada de soslayo que el rubio me da—. ¿Encontraron alguno nuevo?

Le doy una mirada rápida a Catriel.

¿Ryd no le comento nada?

—A raíz del último crimen tuvimos unas imágenes de las cámaras de vigilancia —habla Catriel intentando ocultar la sorpresa. Esta vez eleva la cabeza para dirigirse a él—. No muestra mucho, solamente un cuerpo que por estructura deducimos que es masculino. Las cámaras donde tendrían que verse el rostro estaban apagadas, pero de todas formas pensamos que hay detalles que no estamos viendo.

—Eso solo lo encontraría un especializado —digo esta vez yo, ganándome su atención—. Creemos que Aneley podría encontrar algo.

—Perfecto, si es así se lo comunicare. —Se cruza de brazos—. Por cierto, lamento lo que le sucedió a tu amiga.

—Gracias, señor. —Asiento aún con mi ceño fruncido—. También tenemos algunas teorías que podrían interesarles.

—Por favor...—pide interesado.

—Yo fui la encargada de examinar los cuerpos muertos y aparte de encontrar múltiples cortes de torturacion, también nos dimos cuenta de algo que podría servir mucho. —Paso disimuladamente la lengua por mi labio inferior al sentirlo seco—. En todos los cuerpos faltaban partes, lo que nos llevo a deducir que la persona podría practicar canibalismo.

—Si la persona practica canibalismo es imposible que sea una de las chicas —agrega el rubio—. No tiene acceso a la cocina y por pura lógica la carne, pues...se cocina.

—Es una buena teoría. —Asiente arrugando su entrecejo.

—También creemos que no es una sola persona. —Eso llama nuevamente su atención—. Podría tratarse de un dúo.

—Mmmm, lo había pensado pero no pensé que podría ser una idea factible sinceramente —opina—. Es sospechoso que se dejara ver en cámara si lo que hizo desde un principio fue ser sigiloso.

—Podría tratarse de una estrategia. —Me encojo de hombros—. Tal vez pensó que nuestras ideas se irían contra él y simplemente decidió echarle los muertos a otra persona.

—Eso. —Sonríe—. Tiene que ser eso —murmura pensativo—. Entonces la persona está más cerca de lo que pensamos.

—Entonces el asesino podría ser uno de nosotros —confieso, solo para ver su reacción. Él eleva su mirada y sonriendo asiente.

—Exacto, podría ser uno de nosotros. —Ladea la comisura izquierda de su labio—. ¿Quién será?

La inocencia en sus palabras solo me hacen enojar el doble de lo que ya estoy gracias a su patético hermano quien puede mantener su lado psicópata reservado para las cosas importantes y no para unos tontos juegos.

Eran tan iguales y los odiaba tanto, que de solo oírlo me provocaban muchísimas ganas de ahorcarlos hasta verlos morados y sin aliento.

«Cálmate, amiga.»

¡Qué me calme los putos ovarios!

«Definitivamente el periodo está a dos puertas de tocar la tuya.»

Me muerdo la lengua cuando recuerdo las palabras de Catriel y bajo la mirada dándole la victoria solamente porque no pretendo ser partícipe de otra tortura por una idiotez. El silencio en el que habíamos estado sumergidos algunos segundos se rompe cuando la puerta del despacho se abre.

Chad eleva la mirada, a comparación nosotros dos nos quedamos viendo el suelo como dos cachorros arrepentidos cuando tenemos unas inmensas ganas de irnos de aquí.

—Estaba por ir a buscarte —dice Chad, cuando los pasos se acercan. El sofá de al lado hace ruido cuando alguien se tira en el y un sonido de garganta le responde—. Pueden irse.

No corro la mirada para ver quién es porque hasta estas alturas sería estúpido, así que solamente giro sobre mis talones y salgo con Catriel detrás.

(...)

Me recargo en la silla cruzándome de brazos y desde la distancia en donde estoy observo a la pareja feliz dar uno de sus estúpidos espectáculos. Cobain sabe que estoy observándolos, lo que me hace preguntar si lo hace apropósito o si Aneley le conto sobre el beso que le había dado.

¿Había alguna posibilidad? No lo sé, no había pasado tanto tiempo a su lado desde que volví pero ya me había dado cuenta lo estúpida que se puso con él.

Cierro mis ojos dando por finalizado aquel martirio y soltando un suspiro me relajo completamente los únicos minutos de paz que tengo en todo el día.

El rubio había tenido que darle algunas órdenes a los guardias —dichas por Chad—, los gemelos aún se encontraban juntos, la pareja feliz no se habían despegado y hasta ahora no tuve otras noticias sobre Carrie. Mi corazón estaba dividido entre la pequeña y todo lo que estaba sucediendo, pero así mismo encontré un momento de relajación.

Que irónico, ¿No? Cuando todo se está derrumbando logro encontrar un momento de paz, jodida mierda me cargo.

—¿Puedo sentarme aquí? —murmura en una pregunta, tal vez no queriendo romper la aura tranquila en la que estaba.

—¿Esta tu estúpido novio? Porque si es así, paso de presenciar escenas de besuqueos —respondo sin pelos en la lengua. No eran celos, pero no quería presenciarlo.

—No, no está Cobain —dice Aneley, haciéndome abrir los ojos para verificarlo. Al ver que está diciendo la verdad bajo mis pies dejándole el asiento vacío antes de volver a cerrar los ojos—. ¿Podemos hablar?

—¿No lo estamos haciendo?

—¿Por qué me tratas tan mal? ¿Qué te he hecho? Lo sé, cometí un error y tú también, pero nada va a cambiar la amistad que tenemos. —«Auhg, que feo se siente el rechazo.» Asiento con la cabeza—. Si me vas a aplicar la ley del hielo entonces yo también me sumare a este juego, solo te diré que suelo ser peor que tú.

—No estoy aplicando nada, Aneley. —Bufo, reincorporándome en el asiento. Abro los ojos y los mantengo en la pared—. Lo jodi todo, ¿Sí? Y estoy muerta de la vergüenza.

—¿Por qué? —Elevo la mirada y la fulmino.

—No hace falta que lo diga.

—De hecho sí. —Se encoje de hombros—. Fue un beso, nada más.

—Eso fue para ti.

—¿Te gusto? —pregunta directamente, sin tomarme por sorpresa. La conozco y aunque no estaba preparada sabía que vendría esa estúpida pregunta. Me encojo de hombros.

—No lo sé.

Si muy bien al principio sentía que me gustaba, ahora era complicado. Tal vez toda la mierda que tenía en la mente me hacia confundir y joder las cosas, porque para eso tenía un doctorado profesional.

—¿Entonces?

—Al principio pensé que sí, pero ahora es distinto. —Frunzo mi entrecejo—. No siento lo que sentí aquella vez y solo han pasado días.

Aneley niega con su cabeza sonriendo.

—Eso es confusión, Arizona —explica con paciencia—. Es una confusión amorosa que a la mayoría nos pasa, del mismo sexo o distinto pero nos sucede y es completamente normal. Tú lo experimentaste por primera vez y pensaste que realmente te gustaba, pero lo que tienes solamente son celos de amiga.

—¿Por qué estas tan segura?

Aneley gesticula una mueca de disgusto.

—Digamos que me lo explicaron primero a mí antes de decírtelo. —Suelta una risita nerviosa acomodándose un mechón de cabello detrás de la oreja—. Tuve que contárselo a Cobain porque...él nos vio y me explico que solamente era una confusión pasajera. A veces es sexual, física, se manifiestan de los celos y que a las personas le suceden cuando se sienten abandonadas.

—No creo que sea una confusión. —Me muero el labio inferior—. O sí...

—No quiero perderte Arizona y sonare cruel, pero no quiero mentirte; yo no siento nada más que un amor familiar por ti. —Puedo ver pena en sus ojos y eso no me gusta, me pone incomoda y tensa—. Si realmente no se trata de una confusión, te daré el espacio que necesites para que lo superes, pero mientras no lo tengas aclarado te ayudare a trabajar en eso demostrándote que Cobain tiene razón.

Aprieto mis labios, ¿Por qué tiene que meter a su estúpido novio en nuestra conversación? Empuño ambas manos y aparto la mirada inmediatamente.

¿Así es como se siente cuando una amiga consigue un novio? ¿Es esta la famosa sensación de abandono por un amor que te hace la persona más importante?

Ya no me entiendo ni yo misma, creo que en cada segundo que paso cerca de ellos me estoy convirtiendo en alguien completamente distinta y con la mente envuelta en problemas sin soluciones.

Lo grandioso de todo esto, es que la culpa de todos mis jodidos tomentos la tienen los grandiosos amigos de Cobain y mi mejor amiga, una de las personas más importantes, estaba involucrada con ellos.

¿Debería decirle que la vi en aquella habitación?

—Señorita...—la voz del doctor me saca de mis pensamientos. Me levanto inmediatamente y me coloco delante de él.

—¿Cómo esta? —Él suspira y el estomago se me revuelve al saber que son malas noticias.

—Carrie entro en coma —expresa apenado, dejándome en un completo shock—. Cuando la niña ingreso con aquellas grandes heridas quisimos ser lo suficientemente rápido para poder salvarla debido a toda la sangre que estaba perdiendo y cuando lo logramos, nos dimos cuenta que su cuerpo seguía expulsando sangre.

—¿De dónde? No vi otra herida que fueran esas.

—No, porque no era tan vista —explica—. Carrie estaba completamente manchada de sangre, así que fue difícil encontrar esa herida. Tenía una grieta en la cabeza y aunque no fue lo suficiente grave para acabar con su vida, hubo complicaciones en proceso de cerrarla y los resultados del tiempo perdido fueron esos.

—¿El coma es...?

—Todavía no sabemos si se trata de un coma profundo, aunque creemos que sí. —Aprieta sus labios disgustado—. Lo lamento, en unas horas pediré el traslado a una de mis clínicas fuera de aquí para tratarla.

Cierro mis ojos y aunque quiero llorar, un odio profundo se cuela en mi pecho. Siento un calor eufórico que jamás había presenciado, pero sabía que estaba ahí esperando y atento para cuando sucediera algo grave contra las dos únicas personas en este mundo que realmente me importaban.

No tenía reacción, solo un gran odio hacia la persona que lo había cometido.

Se había metido con uno de mis puntos débiles y la cordura estaba a un hilo de ser perdida.

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