Capítulo 34 - Las actitudes son más importantes que las aptitudes
Blaime
Lo sigo como un perro obediente a través de un pasillo más oscuro que mis propios pensamientos mientras va soltándome una charla que no me molesto en atender. Mi cabeza está en Montreal ahora mismo, no aquí, en le medio del puto África. Hasta que el aire frío de la noche me da en la cara y entonces aterrizo. Estamos en el parking trasero del cuartel, donde la bombilla de la pared apenas alcanza a iluminar la chapa blanca del blindado que me han asignado, un Cougar en el que han pintado bajo las letras negras de UN la palabra Democracy. Frente a él forman tres hombres que Diaye procede a presentar.
—Bueno Sanders, este es tu vehículo y esta tu tripulación. Ellos son, Hubert Duval, conductor— Señala al primero de ellos, un tipo que me supera en todo, en tamaño, en altura y en edad. Podría ser mi padre de no ser porque este lleva la mitad de mi vida jugando al escondite. Y por ahora va ganando... Su semblante es recio, yo diría incluso que parece desafiante. He de admitir que el tipo impone. No sé cómo se las apaña para entrar en el puesto de conductor con ese tamaño, pero seguro que el espacio no le sobra. Eso sí, apuesto que en un cuerpo a cuerpo debe de ser letal, porque con las manos de leñador estepario que tiene podría arrancar una cabeza de un solo golpe. Mientras nos analizamos mutuamente, Diaye continúa con el protocolo —Tiene a sus espaldas unas cuantas misiones de asistencia, la mayoría de ellas en África. Conoce bien el terreno, es un conductor experimentado— Pero antes de que Diaye pueda acabar con la explicación, el tal Duval se le adelanta para interrogar con un escepticismo que no me gusta nada.
—¿Este va a ser nuestro comandante?— Una oleada de rabia que trato de contener se desata dentro de mí, viendo como este individuo pone en duda mis capacidades. Tengo que recordarme que no puedo responder a la defensiva a la primera de cambio, y menos estando al mando, o perderé su respeto ya el primer día. A mi lado Diaye se cruza de brazos para replicarle con la autoridad que le confieren sus galones.
—¿Tiene algún problema Duval?— Duval suspira y se encoge de hombros antes de responder.
—Hombre, no me malinterprete, pero que un— Hace una pausa buscando el término correcto con el que definirme. Para cuando lo encuentra yo ya estoy tenso como las cuerdas de una guitarra, deseoso de saltarle encima. Hoy no estoy para bromas —"crío", de cuantos, ¿25 años? Nos comande, no me parece lo más acertado— Pero esta vez sí que no me callo.
—No se preocupe Duval, las órdenes se las daré desde la posición que me otorga mi rango, no desde mi partida de nacimiento— Duval arruga la cara como si acabara de oler mierda, y a juzgar por su expresión hastiada, mi alegato no le convence. Pero su opinión me importa un carajo en este momento. Solo pienso en que no me dé problemas a la hora de acatar órdenes. No conforme con mi intervención, Diaye hace la suya.
—Cabo Duval, el sargento Sanders está aquí por méritos propios, que el ejército no regala nada. Si tiene algún problema con su nuevo comandante, hable usted con el alto mando, aquí no estamos para perder el tiempo— Ante la tajante respuesta de Diaye, se me pasa por la cabeza la absurda idea de que hoy debe de ser mi día de suerte, es la segunda vez que mi capitán falla a mi favor en menos de 24 horas. Supongo que tendré que apuntar este día en el calendario, porque esto no pasa a menudo.
Dando por zanjadas las diferencias con Duval, Diaye procede a presentar al siguiente, el hombre que está a su derecha, un tipo más joven, espigado, y con una expresión más agradable que la del conductor.
<<— A su derecha, Levi Fontaine, "el gorrión". Ocupa el puesto de artillero— El susodicho da un par de pasos al frente para tenderme la mano en un gesto de cordialidad.
—Buenas noches mi comandante— Estrechando su mano, no pierdo ocasión de preguntar por qué tal apodo.
—¿Y eso de gorrión?— El tipo me sonríe con humildad fingida antes de contarme la historia.
—Porque tengo vista de pájaro, no se me escapa una— El que está a su derecha interviene para apostillar.
—Y porque es pequeño como un gorrión— Ambos se ríen por el comentario del tercero, que por descarte tiene que ser el radio cargador. Se nota que entre ellos hay buena sintonía, al menos estos dos han servido juntos el tiempo suficiente como para entablar una amistad. En cambio Duval sigue firme en su posición sin entrar en el juego, por lo que no me queda claro si es que se conocen de antes o también lo acaban de asignar a esta unidad.
Reconduciendo la conversación, Diaye procede a presentar al último de los tripulantes.
—El gracioso del grupo es Nathan Lambert, radio cargador— Siendo la parte intermedia entre Duval y Fontaine, Lambert me hace un gesto con la cabeza desde su posición saludando con una sonrisa.
—Buenas noches, comandante Sanders.
—Buenas noches— Girándose hacia mí, Diaye da por finalizadas las presentaciones.
—Bueno, pues estos son tus hombres— Deja caer su pesada mano sobre mi hombro para sentenciar —A ver lo que haces con ellos— Y dejando el desafío sobre la mesa, emprende el camino de vuelta al cuartel, no sin antes soltar una última arenga que suena más a reto que a frase motivacional —Espero que dejen el pabellón de las Naciones Unidas a la altura que le corresponde— Dicho esto, desaparece para dejarme solo ante los dos amigos bromistas y el tipo con pinta de oso siberiano sediento de sangre. Ahora me toca a mí soltar algo digno del puesto. Plantando los pies en la tierra y adoptando una posición firme con los brazos cruzados a la espalda y sacando pecho, comienzo con mi discurso.
—Señores, todos sabemos por qué estamos aquí. Es nuestro deber hacer cumplir el mandato bajo las normas de las Naciones Unidas. Supongo que ya lo sabrán, pero por si acaso, yo se lo recuerdo. No hay lugar aquí para el temor ni la derrota, por difícil que sea la misión, no vamos a flaquear. Y si en algún momento esa idea surca por sus cabezas, quiero que miren al compañero que tienen al lado, o que recuerden las caras de los inocentes a los que juramos proteger, porque sus vidas dependen de nosotros y no nos podemos permitir fallar. Somos abnegados y cumpliremos nuestro deber con ejemplaridad y honor— Hago una pausa para evaluar sus reacciones. Los tres me miran formando frente a mí sin abrir la boca ni mostrar expresión alguna. Bien. Vamos bien así —Mañana, después del entrenamiento, revisaremos y aprovisionaremos el vehículo, y haremos una ronda de reconocimiento por el perímetro. Es importante que nos adaptemos los unos a los otros lo antes posible. Por hoy nada más. Rompan filas.
El primero en emprender la huida es Duval, rumiando algo por lo bajo. Pero en cuanto pasa por mi lado no desperdicio la oportunidad de interceptarlo para plantarle cara.
<<—Disculpe Duval, ¿Tiene algún problema...?— El tipo me mira de arriba abajo, analizándome, antes de responder.
—No se ofenda sargento, pero no lo veo yo a usted preparado para este puesto. Y un mal comandante puede llevar a toda una unidad a la perdición— Genial, yo no le gusto a él, y él a mi tampoco. Esto empieza bien...
Haciendo un ejercicio de diplomacia, me atrevo a responder.
—No va a ser el caso— Ni contesta. Hace una mueca con la mandíbula torcida atravesándome el cráneo con la mirada, y se larga.
El radio cargador se marcha inmediatamente después, no sé si detrás de él o qué, pero al final me quedo solo con el gorrión, que se acerca a mí para tratar de darme ánimos a su manera.
—Que no le intimide "Crash"— Con que el nombre de guerra de Duval es "Crash"... ¿Por qué será? —No es mal tipo, pero ya lleva mucho en esto y se pone nervioso con los cambios de mando, no es nada personal— Con su respuesta acaba de disipar la duda que me rondaba por la cabeza hace un momento: ya se conocen y llevan tiempo sirviendo juntos. El nuevo soy yo...
—Ya...— Lo único que alcanzo a decir. Pero antes de irse, Fontaine me suelta una frase que se me queda grabada a fuego.
—Espero que nos llevemos bien, porque usted va a ser mis ojos— Y después de dedicarme una sonrisa amistosa, toma el camino que previamente emprendieron sus otros dos compañeros para dejarme solo ante las imponentes 10 toneladas del Democracy, sin lugar a dudas, el reto más grande al que me haya enfrentado en lo que llevo de vida militar, comandar una unidad blindada, con esos tres...
⭐⭐⭐
__HOLA COOPERANTES__
He de confesar que he estado a punto de dejar fuera esta escena porque no me encajaba en la línea de tiempo, y no la consideraba lo suficientemente relevante como para dedicarle un capítulo como tal, pero creo que presentar brevemente al equipo que en adelante va a acompañar a Blaime en los próximos capítulos era un tanto necesario, ya solo por mostrar el estrecho vínculo que se forma entre compañeros dentro de un AVGP ( vehículo blindado de propósito general) o por simplificar, una especie de tanque. En este caso y dado que son canadienses, el vehículo en cuestión vendría siendo un Cougar, el que adjunto a continuación.
Ya empezamos a meternos en el conflicto bélico, de lleno. Y esto no ha hecho más que empezar, por lo que se viene mucha aventura en los próximos capítulos. Una vez más, quiero agradecer a todos los que capítulo tras capítulo seguís en este apasionante viaje. Nos leemos en el próximo capítulo. Gracias por estar ahí ❤️
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