☆Epílogo de amor☆
Uno... dos... tres...
Con tres patadas la puerta de KyungSoo se abrió y el moreno pudo apreciar a su Hyung escritor en medio de un desastre de cereal, vidrios rotos y humo.
Los llantos que salía de la garganta de su Hyung le rompieron el corazón. Sintió los lamentos ajenos como suyos. Se arrodilló tratando de no cortarse y trató de sentarlo para llevarlo a su habitación, pero solo logró que el berrinche incrementara y que sus gritos se hicieran más escandalosos, así que lo dejó donde estaba y fue a cerrar la puerta, ya que ésta había quedado abierta. Luego fue por una escoba, claro que primero se aseguró que el escritor se mantuviera en la posición que había adoptado, ya se estaba calmando, así que corrió hasta la cocina y sacó lo que necesitaba.
Ya despejado el espacio, como para poder tirar de él sin que se cortase o ensuaciase, hizo empleo de toda su fuerza y logró sentarlo en el sofá. Al ser peso muerto tuvo que luchar para sentarlo correctamente. De los labios del escritor se escapaban suspiros y de rato en rato se resbalaban unas cuantas lágrimas mientras veía como el bailarín trataba de ordenar su sala y el desastre que había hecho.
Sus ojos observaron como JongIn iba y venía de la sala a la cocina, llevando y trayendo cosas, hasta que en una de esas se encontró con una taza de café frente a él. Los mareos habían cesado, ya que tampoco había bebido demasiado, pero la rapidez lo había noqueado anticipadamente. Mientras que JongIn se servía su propio café, KyungSoo repara en el ordenador aún encendido y sin enviar el mail a la editorial.
Prometió hacerlo esta vez, pero en vez de eso, está ahí, sentado y lloriqueando.
Volvió a suspirar y bebió de su café. Nuevamente las imágenes de esos besos que jamás esperó ver desfilaron por su mente y su corazón se estrujó. Cuando vio al moreno volver, su corazón se encogió sin miramientos, como si quisiera que le doliera por su cobardía. Porque sí, el escritor era un cobarde, no pudo decir lo que sentía porque se negaba a poner en orden sus ideas cuando su vecino andaba cerca.
Y es que sí, KyungSoo sentía algo, pero como un inexperto en la materia del amor y la coquetería, no supo como demostrar lo que sentía, así que hizo que sus personajes vivieran la historia de amor que debió acontecer entre aquel que lo mira desde la chimenea y él.
Entonces la solución se volvió clara, tan clara como creyó que debió ser la situación.
— JongIn... — dice con su voz rasposa por haber estado chillando como un niño pequeño.
JongIn está en el limbo, no sabía qué pensar con todo lo acontecido en el transcurso de las dos últimas horas de ese día. Solo sabía que el escritor estaba triste por un motivo que rogaba que lo incluyera o tenga que ver con él, pero a la vez, siente que es ajeno a todo lo que habita en la mente de ese hombre de lentes consumidor obsesivo de cereales.
Para cuando escuchó que el escritor lo llamaba, sus ojos hicieron enfoque en la figura de su Hyung de las letras, que se encontraba mirándolo a los ojos directamente, sin los lentes de pasta de por medio y justo ahí, es cuando deseó más que nada lanzarse a besar esos labios hinchados por el llanto que regresaba de rato en rato, pero también reparó en la intensidad de esos ojos café oscuro que lo observaban y gritaban mil cosas, pero que sus labios no soltaban palabra alguna.
- D-Dime, Hyung — respondió sin poder siquiera disimular la necesidad que tenía de abrazarlo y no soltarlo.
KyungSoo suspiró y JongIn rogó con todas sus fuerzas que no rompiera en llanto nuevamente, justo como llevaba haciéndolo desde que volvió en sí.
— Quiero que leas lo... — se detuvo para sorber los mocos. Rápidamente JongIn le alcanzó un poco de papel higiénico sin dejar de prestar atención a lo que iba a decirle — lo de la computadora, léelo, al fin y al cabo es sobre ti.
JongIn parpadeó un par de veces, no podía creer lo que acababa de escuchar. ¿Por fin vería los escritos?
Con sumo cuidado se acercó a la pantalla, los nervios lo devoraron sin compasión alguna y ni se atrevieron a darle tregua cuando leyó el nombre de la carpeta del archivo adjunto al mail. Tomó el mouse con la mano temblándole como una gelatina y su corazón retumbando contra su pecho sin piedad. Si bien el ensayo lo había hecho sudar por el calor, ahora se estaba deshaciendo en sudores fríos.
Miles de preguntas volvieron a conglomerarse en su mente: "¿Dirá algo lindo? ¿Algo feo? ¿Quería leerlo? ¿Por qué la historia se llamaba "Los pasos de baile de mi amor"? ¿Hablaría de su danza concrétamente? ¿Siquiera había un sentimiento plasmado es esas lineas?
Quería abrir el archivo, de hecho estuvo a punto de hacerlo, pero se limitó a darle al botón de "enviar" y una vez confirmada la acción apagó el ordenador. Se alejó de la máquina, giró sobre sus talones y fue hacia KyungSoo, se arrodilló, quitó la taza de café casi vacía de los dedos temblorosos que la sujetaban y se acomodó entre las piernas de escritor que lo observaba preso del pánico.
Su historia había sido enviada, por primera vez el mundo conocería sus letras, pero la sensación de insatisfacción amenazaba con romper su seguridad que a estas alturas, había desfallecido como la estructura de las botellas que había roto. Por otro lado estaba el hecho de que tenía a su vecino demasiado cerca de su rostro y no sabía cómo reaccionar ante tan corta distancia.
El menor acunó el rostro del escritor que tenía pegado un signo de interrogación o quizá de exclamación, que importaba, JongIn era de danzar al ritmo de las melodías, pero su Hyung era un Hyung de las letras del cual quería oír lo que tenía en esa mente más que leerlo, porque la lectura era algo común, algo rutinario para su mundo, podía leer una nota escrita por sus manos, podía tomar cualquiera de las hojas acumuladas en pilas ordenadas al lado del sofá, pero ¿Cómo sabría el sentimiento o la emoción que embargaban esas cadenas de palabras si no salían de sus labios? Había una respuesta y esa era que hablara más que escribiera, que se expresara con esa voz profunda y masculina que tenía.
JongIn quería eso, lo deseaba, lo anhelaba y mirándolo a los ojos, juntando su nariz pequeña y respingada a la blancuzca tez del escritor susurró un "Quiero que me lo digas, dime que decía esa historia, por favor". Sus ojos se cerraron en la espera de una respuesta. Por otro lado, KyungSoo sentía que vomitaría su corazón en cualquier momento, que derretiría las manos del moreno por el calor que estaban tomando sus mejillas y que explotaría si se atrevía siquiera soltaba un suspiro.
El pobre escritor era un torbellino de emociones encontradas, porque hablar no era algo común en él, podía mantener una conversación y ocasionalmente decir como se encontraba para encajar con los demás, sobre todo con JongIn, pero de ahí a repetir lo que decían sus escritos era un tema aparte. KyungSoo no sabía expresarse más que por letras, frases y oraciones conjuntas, donde podía explayar todo lo que sentía y deseaba gritar a los cuatro vientos, porque de esa forma se liberaba, de esa forma perdía el miedo al rechazo. Sin embargo, teniendo al moreno entre sus piernas, con los ojos cerrados y expectante de una señal, ¿Había siquiera lugar a recibir un rechazo? ¿Y qué había con el otro bailarín? ¿Qué había sido aquel beso?
Al igual que la mente de JongIn, las preguntas iban y venían como si quisieran arruinar el momento, como siempre es lo planeado, como dictaba la rutina del destino cuando quería separar a los amantes, cuando las explicaciones destruían más de lo que componían.
En un impulso de valor y contra todo pronóstico, rompió los esquemas impuestos. Giró el rostro y acercó sus labios a los del moreno. Primero fue un roce suave que dejó anonadado a JongIn, porque no se lo esperaba, pero ¿Acaso él no había quebrantado lo dictaminado?
El beso mutó en un movimiento más demostrativo, porque eso era lo que buscaba KyungSoo, demostrar, mientras que JongIn respondió aquel beso que sintió que lo mataría en cualquier instante, porque eso era lo que el moreno buscaba, saber.
¿Razones diferentes? Sí. ¿Fin similar? Sí.
Las manos de JongIn se deslizaron por el cuello de KyungSoo y atrajo más esos labios con los cuales había pasado noches enteras imaginando algún día poder besar, por fin se le había cumplido.
KyungSoo jamás se había sentido tan seguro con respecto a algo, jamás había dejado que alguien traspasara los límites de su espacio personal. Era su primer beso. A sus veintitantos años estaba dando su primer beso, entonces se dio cuenta que de toda esa rutina horrorosa y restrictiva que habían construido, algo bueno había salido. Había obtenido espontaneidad, de esas imparables y digo imparables porque se sentía poderoso. El escritor había roto un marco que lo había estado apresando entre hojas, tapas duras y lápices, fue entonces cuando decidió que iría por más.
Separó los labios de los del moreno, quien abrió los ojos y volvió a inclinarse para buscar más de esa fuente de éxtasis tan anhelada como un errante buscaba agua en el desierto. El mayor de los también quería más y para su buena suerte, le daría más, incluso más de lo que esperaba, porque todo se estaba desmoronando a su alrededor, todo había dejado de seguir el curso impuesto, era como si un reloj girara en dirección contraria y le encantaba.
KyungSoo, contra todo pronóstico, también deslizó sus manos con la suave piel del cuello de JongIn y acercó sus labios rojos e hinchados a la oreja de su vecino y justo en esa posición, tomó aire para que sus pulmones funcionaran correctamente, porque estaba más cerca a un ataque de asma que a una confesión. Entonces lo dijo y sonó como el más suave y tierno de los suspiros, pero tuvo tal colisión sobre JongIn como la fuerza de un tornado, ya que un "Te quiero" de parte de aquel hombre reacio a las demostraciones amorosas habladas era más impotente y más impactante que el descubrimiento de vida en otro planeta.
<<Por fin>> Gritaron sus corazones. Todo había acabado.
**
Los brazos de JongIn envolvieron la cintura de KyungSoo por debajo de la camiseta que tenía puesta, pero que se encontraba algo desarreglada a esas alturas. Por la ventana se colaba la luz del alba y bañaba sus cuerpos sutilmente, como si no quisiera perturbar a la pareja. Estaban vestidos y abrazados, con estar juntos era suficiente.
El resto de la noche que quedaba atrás con el paso de los minutos y los pasos contantes del minutero se llevó el miedo, no todo, pero sí gran parte. KyungSoo había sido comunicativo entre besos, JongIn había descubierto que KyungSoo gustaba de él desde hace algunos meses, solo que no sabía cómo calificar ese sentimiento y a la vez, KyungSoo se enteró de algunas partes de la historia de los acontecido entre Yixing y JongIn, pero solo de las partes que el moreno modificó y quiso que supiera, porque recién estaban iniciando y mortificar a alguien tan cerrado como el escritor era algo con lo que quería lidiar cuando pelearan por el control de la tv, no por el sentimiento de traición, eso era algo que no deseaba sentir ni hacer sentir a su ahora novio.
La cama fue testigo de caricias suaves, besos llenos de ternura y abrazos que buscaban impregnar al otro cuerpo de seguridad que a su vez deseaban obtener.
Todo iba tranquilo y perfecto, hasta que el sonido del teléfono irrumpió la paz de la estancia. Tratando de que su Hyung de las letras, o mas bien ahora de las palabras, no se despertara, salió de la habitación y contestó al quinto tono.
La voz que le respondió rozaba la excitación y la euforia total, en ese mismo instante JongIn se desperezó ante los gritos que exigía hablar con el "Señor Do", por lo que tuvo que responder que estaba descansando, claro que a cambio fue él el que interrogó al de la llamada para saber quien osaba llamar a las seis de la mañana a pedir razones de su amado. Grande fue su sorpresa cuando el del otro lado de la linea se presentó como el director de la editorial más reconocida del país, alegando que la historia del "Señor Do" era fuera de este mundo, lo que buscaba y lo que las narrativas de hoy en día necesitaban, porque el personaje "Kai" era todo lo que los muchachos de hoy buscaban de un amante literario.
Sin siquiera recibir una aceptación, el director comenzó a parlotear sobre la trama, remarcando una y otra vez que ese tal "Kai" debía ser alguien muy afortunado si todos los sentimientos impregnados en la obra eran reales, porque ahí describía cada uno de los sentimientos que podía sentir alguien enamorado de verdad por el amor, posiblemente, de su vida.
Al finalizar la llamada, JongIn recordó la vez en la que KyungSoo le preguntó qué apodo le gustaba, a lo que le respondió con un "Cuando estaba en el colegio, obligaba a mis amigos a que me llamaran Kai". Una sonrisa floja se instaló en sus labios y regresó a la habitación alucinado, casi tan extasiado como el director que prometió llamar al escritor durmiente en un horario más decente y aceptable para esa mente maestra.
Al llegar a la habitación de su Hyung de los sentimientos que faltaban confesar y se empeñaría en profundizar día tras día, se prometió que esa sería la única rutina que se permitiría, hacer que KyungSoo se enamorara todos los días de él, tal como seguramente estaba escrito y él se encargaría de cumplir diligentemente.
Claro que no esperó recordar algo que seguramente le costaría un dolor de cabeza.
<<Mi maletín>> se recriminó mientras se golpeaba la cara con la palma de la mano.
Fin.
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Hemos llegado al final de esta corta historia, espero que les haya gustado.
Se lo dedico a IcePrincess_93 por el review final, gracias <3
No olviden pasarse por mis otras historias, que no son nada similares a este mini fic que me salió lo más normal que mi mente me permite xD
Gracias a los que llegaron hasta acá, besos y abrazos,
Rives22S :3
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