Después de visitar a sus hermanos, usaba el tiempo que le permitían para caminar por el universo de Reapertale, no podía estar todo el día con el Dios aunque quisiera.

Observaba cada rincón, cada flor, disfrutaba del tiempo pasar sin verse afectado, y trataba pasar disimulado de los humanos que se topaba, no quería para nada contactar con ellos, más que nada por las confusiones de su semejanza a Reaper y los problemas que podría traer.

Su caminata se detuvo al ver un templo que de alguna manera había visto en sus pesadillas.

El templo de la vida. Las ruinas.

Se sentó en el pasto alto, respirando sosiego, o eso era lo que quería intentar. No odiaba a la Diosa de la vida, no tenía motivos si ahora estaba esparcida por el viento, pero existía cierta presión en su pecho, ojalá la hubiera conocido, alguien cercana a Reaper podría darle consejos, una mujer con talento sin duda.

-- Espero... Que aceptes mi relación con él... Gracias por cuidarnos.