Capítulo 2
Eran las 2 de la mañana del sábado, hora en la que por fin se habia dado un baño, pero no se iba a dormir todavía, aún tenía cosas que hacer, así que con su pijama puesto y el cabello mojado, se dirigió hacia su oficina en casa, antes de ingresar hizo una mueca al mirar su labio roto, lo desinfecto, pero aún le dolía, aparte sabía que el pómulo se le iba a poner morado, suspiro, tendría que faltar por lo menos dos días al trabajo hasta que pudiera arreglar aquello con maquillaje, no sería la primera vez que lo hiciera, sin embargo, le molestaba porque tendría que interrumpir su rutina.
Se sentó detrás de su escritorio y miro los materiales que habia comprado, encendió su computadora, reviso las fotografías que habia tomado y les dio imprimir, así sería más fácil captar cada uno de los detalles de la cafetería que habia visitado, las coloco ordenadamente sobre la mesa de dibujo a su costado y comenzó hacer los planos que le ayudarían a la fabricación de cada una de las piezas de su maqueta, comenzaría cuidadosamente desde el exterior al interior, divisiones, paredes y puertas, luego se ocuparía de los pequeños detalles, se distrajo un poco al ver unas fotografías que no tenían nada que ver con su proyecto, le gustaba la manera en la que habían quedado, no estaba completamente concentrado para hacer ese trabajo.
Así que se dio por vencido, se levantó de su lugar, apago la luz de su oficina y en vez de irse directo a su habitación, decidió seguir de largo hacia el sótano que aun tenía la luz encendida desde que llego a casa, allí dejo remojando el yeso que iba a usar para realizar las piezas de su maqueta, pero esta vez no estaría destinado a eso, coloco en una pizarra de corcho las fotos que tomo de Gulf cuando estaba distraído hablando con los clientes o haciendo parte de su trabajo, tenía muchas tomas de él, de espalda, sonriendo, revisando pedidos, dando órdenes.
La verdad es que no era la primera vez que lo veía y tampoco escogió aquella cafetería de la nada, lo habia visto antes, la primera vez fue paseando por el centro comercial mirando algunas tiendas, luego lo volvió a ver cerca de su oficina, la tercera en un restaurante al aire libre comiendo con unos amigos, allí supo que tenía que saber todo de él, se le habia aparecido muchas veces como para ignorarlo, se convirtió en parte de su rutina, tenía tres meses siguiendo sus pasos los fines de semana, esos días se habían vueltos exclusivos de Gulf.
Sabía de cada movimiento que hacía, las personas que lo rodeaban, con quien hablaba, a qué hora se iba a dormir cada noche, hasta que llego el momento del acercamiento, estaba eufórico, por fin empezaría su nuevo proyecto, no podía esperar.
El pasatiempo de hacer maquetas, surgió en una noche en la que no podía dormir, no encontraba algo que le ayudara a calmarse, precisamente ese día habia roto su rutina y eso lo estaba desesperando, era una manera de mantenerse quieto y concentrado en un trabajo, las piezas que iban a formar parte de su proyecto debían ser cuidadosamente preparadas para que el resultado fuera perfecto.
Al principio, solo hacia modelos a escalas de estructuras existente y de las cuales podía encontrar los planos y dimensiones en internet, luego eso no fue suficiente, quería que fueran más detalladas, así que comenzó a recorrer la ciudad tomando fotografías de los lugares de su interés, tenía un mapa de Bangkok que coloco en una cartelera de corcho en el sótano de la casa, el cual se convirtió en su taller, allí iba marcando cada nuevo sitio que reproducía con su trabajo, las fotos eran de una gran ayuda a la hora de hacer los bocetos de las piezas y decidir el tipo de decoración que debía darle.
Su principal material de construcción era el yeso, tenía moldes de todos tamaños y formas, además de una impresora 3D que solo usaba para ciertas piezas que sabia no podía hacer por sí mismo, adecuo el sótano de su casa equipándolo con todo lo necesario para su pasatiempo, no tenía que salir de allí para nada, lo más gracioso de todo es que la idea de hacer modelos a escala de ciertas partes de la ciudad habia venido de su madre, la muy correcta señora Noppakao le encantaba encerrarse en su taller y hacer figuras en barro, decía que aquello la calmaba, ahora entendía porque, era igual a ella, cuando miraba hacia atrás en su niñez se dio cuenta que era una mujer de rutinas también.
Tenía un horario para todo, cuando algo no salía de la manera que quería, terminaba en el sótano de su casa haciendo sus figuras de barro, que algunas veces también ayudo a fabricar, era su momento madre e hijo, uno en el que no tenía que preocuparse por complacerla o ser el hijo perfecto, solo eran dos personas compartiendo un pasatiempo que le dejo muchos conocimientos, porque durante sus horas en aquel sótano aprovechaba para hacerle preguntas acerca de los materiales que podía usar para trabajar, el yeso siempre le pareció el más idóneo para moldear sus proyectos, ese ella lo usaba muy pocas veces por el proceso que debía someterlo.
La señora Noppakao no usaba el yeso por sí solo, le gustaba mezclarlo con polvillo de huesos de animales triturados, tenía una maquina en aquel sótano que hacia ese trabajo, además de un cubeta llena de pequeños huesos ordenadamente apilados y limpios, decía que la mezcla del yeso con ellos la hacía más fuerte y resistente con pasar del tiempo, el cual era un secreto que habia guardado por muchos años, nadie en la familia estaba enterado de lo que su madre solía hacer en aquel sótano y mucho menos llego a enterarse como conseguía aquellos huesos de animales.
Ahora esa información habia sido muy valiosa para él y sus proyectos, solo que su receta cambiaba un poco de la usada por su madre, la fuente de sus huesos era muy diferente a la que ella solía usar, algunas veces era difícil poder conseguirlos, otras simplemente venían a él, la desventaja es que hacía que el trabajo fuera más pesado y cansado, pero valía completamente la pena, su mezcla de yeso era mucho más resistente para poder mover las piezas de un lugar a otro, sin temor a que se rompieran, definitivamente algo bueno le habia dejado crecer en la familia en que lo hacía hecho.
A eso de las diez de la mañana del sábado, ya estaba de pie haciendo sus labores diarias, era el momento de la segunda fase de su rutina cuando conseguía el material para mezclar con el yeso, no sabe cómo habia sucedido, pero al cambiar de hogar, no habia vivido directamente en la casa que se encontraba ahora, sino que termino en una linda pensión, donde conoció a una amable anciana que se hizo su amiga y que lo ayudo con algunas labores del hogar mientras él se acomodaba a su nueva vida y con ella vinieron sus nietos, tres jóvenes casi de su misma edad, que no invadían su espacio como Up y con quienes pudo tener interesantes conversaciones.
—No espere que me llamaras tan pronto—, dijo aquel hombre parado en su cocina, la verdad es que él tampoco espero hacerlo, pero así se dieron las cosas.
—Yo tampoco lo esperaba, pero recibí más de esto antes de tiempo, mi familia piensa que debería comer más carne, aunque ya les dije más de mil veces que soy vegetariano—, respondió sacando dos bolsas negras de su congelador, estaba repitiendo el discurso que siempre le daba cuando lo convocaba a su casa.
—La verdad es que no entiendo porque después de tanto tiempo aun no respetan tu elección de vida—. Ellos nunca llegaron a saber que Kao habia cortado todos los lazos con su familia y no se hablaban, de cara al público en general, los Noppakao seguían siendo unidos, solo que el hijo menor decidió labrar su camino por sí mismo —Nunca me has dicho en donde compran esta deliciosa carne, ni siquiera me has dejado contactarlos para preguntarle yo mismo.
—Y yo ya te he repetido un millón de veces que es un secreto familiar, ni siquiera debería estar compartiéndola con ustedes, viene de unas granjas en donde el ganado tiene un cuidado especial que solo los trabajadores saben, ni siquiera yo que formo parte de la familia estoy enterado, solo un selecto grupo conoce el secreto y esos son los que se ocupan del negocio y como ya sabes yo decidí no formar parte.
—Lo sé, pero aún me causa curiosidad—. Rio el hombre sabiendo que la batalla estaba perdida cuando ni siquiera el pelinegro lo sabía —Le daré su parte a mis hermanos como siempre, por cierto, es un feo golpe el que tienes allí, ¿cómo te lo hiciste?
—Un hombre intento asaltarme ayer por la noche, pero no es nada que no se cure en un día o dos, solo tengo que colocarme crema para que desinflame.
—La delincuencia cada vez esta más desatada en las calles, ten más cuidado la próxima vez.
Kao vio como el hombre se montó en su auto y espero hasta que arrancara, perdiéndose por las calles de Bangkok, una de sus tareas del día ya estaba cumplida, así que ingreso nuevamente a la casa directo a su oficina, tenía trabajo que hacer.
Sin darse cuenta, dos semanas habían pasado rápido, era otro viernes en la oficina, uno que habia esperado con ansias, después de haber tenido que hacer unas cuantas horas extras la semana anterior, se habia reincorporado al trabajo el miércoles, dando como excusa que estaba enfermo, incluso algunos de sus compañeros se acercaron para preguntarle como estaba, todos habían aceptado la excusa de una repentina gripe sin mucho problema, el casi nunca faltaba al trabajo, siempre eran motivos de fuerza mayor los que lo alejaban de aquel lugar, también el maquillaje habia jugado un papel importante, gracias a eso el morado que tenía en su pómulo no era visible para nadie.
Esas mismas personas también se sorprendieron, al notar el extraño buen humor que cargaba ese día, por lo que no se salvó de las preguntas indiscretas y las bromas de oficina, cosa que se le hizo molesta, no se metía en sus vidas, ¿porque se metían en la de él?, pero nada le iba a quitar la sonrisa de su rostro, era un día especial, así que a la hora de salida se fue directo a su auto y lo encendió, en el asiento de copiloto iba la réplica sin pintar de la cafetería en donde trabajaba Gulf, estaba todavía en proyecto, apenas y se estaba terminando de secar el yeso, solo era la estructura de las paredes y las divisiones, no obstante, quería enseñársela para que viera los progresos.
Sabia la hora exacta en la cual lo encontraría solo, cuando hizo su tarea de investigación aprendió que a los viernes su primo no iba al local, era atendido en su totalidad por Gulf, el cual se quedaba más tarde de lo habitual para hacer inventario de insumos y ver que tenían que comprar para la semana siguiente, siempre lo hacía solo, no le pedía a ninguno de los empleados que le hicieran compañía, muchas veces observo desde la comodidad de su auto como llegaban clientes después de la hora y él salía a decirles que estaba cerrado, momento en el cual cerraba la puerta con seguro, cosa que le parecía un despiste total porque le podía pasar cualquier cosa en ese lugar.
También habia medido el tiempo que le tomaba hacer su tarea de inventario, en promedio tardaba entre una o dos horas, dependiendo de cómo les hubiera ido en la semana, los sábados solo iba por la tarde, o según lo requiriera su primo en el transcurso del día, el domingo era libre, momento que aprovechaba para irse de tiendas o reunirse con los amigos, tenía su horario grabado al completo en su cerebro.
Habia llegado una hora antes del cierre, así que se estaciono en su lugar de observación a la espera de que los empleados dieran por terminada su jornada laboral, una vez que vio al último de ellos salir, fue el momento de actuar, encendió el auto y lo dirigió al estacionamiento de la cafetería, lo apago y procedió a bajar llevando consigo la maqueta, tal y como lo esperaba la puerta estaba abierta, sin señal de nadie cerca, así que ingreso y llamo anunciando su presencia, pronto se escuchó el sonido de pasos viniendo en su dirección.
—Disculpe, pero ya estamos cerrados... —No termino la frase, solo se quedó allí parado inspeccionando su cara —Eres Kao Noppakao, ¿verdad? —, pregunto arrugando un poco su nariz.
—Así es—. Le contesto con una sonrisa en sus labios, estaba feliz de que hubiera recordado su nombre.
—Qué bueno que acerté, es que veo mucha gente a diario y puedo llegar a confundirme a veces con las caras y los nombres—. Se paso la mano por el cabello algo apenando —¿Querías algo?, ya estamos cerrados—. Lo miro dubitativo.
—¡Oh!, por eso es que esta tan solitario, siento haber entrado así, pero la puerta estaba abierta, la realidad es que no vine por nada, solo quería mostrarte el progreso de la maqueta—. Mostro el modelo a escala que llevaba en las manos.
—¡Has avanzado mucho! — Gulf estaba sorprendido con lo que sus ojos estaban viendo, se acercó y acaricio cada una de las piezas con delicadeza, le parecía maravilloso aquel trabajo, estaba dividido exactamente como el café, aún faltaban detalles, pero iba por buen camino.
—Así es, desde el día que vine he estado trabajando en este modelo, no estoy conforme todavía con el resultado, pero ira mejorando a medida que se agreguen los detalles—. Se encogió de hombros, como si lo que hubiera hecho no tuviera tanta importancia y dedicación.
—¡Esto es impresionante!, me gusta, todos los ventanales, lo cuadros, los espacios, cada cosa en su sitio, ya quiero verla terminada por completo—. Estaba contento con los resultados.
—Gracias, me alegra que te haya gustado.
—¿Gustado?, ¡me encanto!, muchas gracias por hacer algo así—. Le extendió la maqueta para que su dueño la sujetara, momento que aprovecho Kao para dejarla caer casualmente —¡Oh perdón!, debí sujetarla mejor— Gulf estaba completamente apenado al ver que la pieza se habia roto en algunas partes, así que se agacho rápidamente para recogerla.
Gesto que también hizo Kao, pero en vez de ir directo a los fragmentos de yeso en el suelo, lo tomo de las manos —Tranquilo, esas cosas pasan, solo fue un accidente—. Le regalo su mejor sonrisa para tratar de calmarlo.
—Pero estoy tan avergonzado, debiste pasar mucho tiempo construyéndola y yo la deje caer, así como si nada—. Hizo un puchero avergonzado por lo que habia hecho.
—De verdad, no es nada—. Apretó sus manos —Yo también tengo culpa, no la sostuve a tiempo y termino en el suelo, no tienes nada de que disculparte, si—. Lo miro a los ojos de manera intensa, cosa que puso nervioso al encargado de aquella cafetería —Solo tengo que volver arreglar las piezas rotas, no llevara mucho tiempo, si quieres cuando la termine te invito a mi casa para que la veas, ¿aceptas la invitación?
—¿En serio? —, pregunto algo sorprendido Gulf, aquel guapo hombre que acababa de conocer lo estaba invitando a su casa —No es necesario...
—Quiero hacerlo, además si la vez en mi casa será más seguro porque será directo sobre la mesa de trabajo, ¿qué dices?, ¿aceptas la invitación?
Se quedaron en silencio, solo mirándose a los ojos con una sonrisa en sus labios, hasta que Gulf por fin dio un asentimiento con su cabeza, con ello confirmaba su asistencia, Kao le regalo una nueva sonrisa, saco su celular e intercambiaron números, luego se agacho y recogió las piezas de la maqueta que habia llevado, habia sido muy fácil concretar su plan, siempre tuvo previsto ese desenlace, ahora el chico que siguió durante tanto tiempo estaría yendo directo hacia él.
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