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Parte 3

Jungkook

Joa era lo más grande que tenía, había logrado romper esa coraza que decían que tenía, era como algo que me mantenía a la defensiva, queriendo ser mejor que todos en lo que hacia, siempre ser el mejor, sin embargo, Joa me hacía reír, ella me hacia sentir todo aquello que nunca había hecho sentido con una chica. Sentía incluso a veces que me mostraba débil ante ella, porque a ella no podía decirle que no, no podía negarme a nada que ella pidiera, era así siempre, estaba enamorado de Joa hasta la médula.

Sin embargo, todo se fue a pique, sabía de sobra que los padres de Joa no querían que estuviese con ella, su familia era tradicional, siempre le decidieron cada paso que diera ella, desde pequeña ya sabía que lo que iba a estudiar era medicina, porque su padre era médico y su madre también y tenía que seguir la sucesión. No era un muerto de hambre, pero no era médico, ni venía de una familia que lo eran, y por esa mierda Joa y yo no podíamos vernos si no era a escondidas.

No me importaba escaparme o escabullirme para verla porque era algo que no podía contener, cada vez que me llegaba un mensaje de su parte diciendo que me estaba esperando simplemente no podía decirle que no, y siempre terminaba cruzando los portones de su casa sin que la seguridad se diese cuenta y subiendo por el árbol que quedaba junto a su balcón. Joa se había convertido en mi necesidad máxima, era como si ella fuera un oasis y yo un puto sediento en medio de un desierto, todo de ella me atraía de sobremanera.

Y me había mentido.

¿Por qué simplemente no me dijo que no podía casarse conmigo porque sus padres ya tenían planes para casarse con otro hombre? En parte la entendía, era algo que ella no podía escoger, porque ellos eran su familia, y yo solo un simple militar del ejército. Pero más allá de eso, prefirió alejarse, supongo que para no lastimarme, o para no sentir la vergüenza que le suponía no ser tan fuerte como ella quería. Lo entendía, pero me había destrozado, y también me había asegurado a mi mismo de olvidarla, de no pensar un solo puto segundo más en ella.

Claro, era mucho más fácil decirlo que cumplirlo, porque se me era imposible, cada que cerraba los ojos la veía, veía su rostro, sus labios pronunciando el "Jungkook-ah" que tanto me gustaba, su manera tan dulce de ser, su piel tan suave como la seda, su cuerpo y cada una de las curvas que lo componían... Y nuevamente me volvía a torturar y a repetirme que debía de sacármela de la cabeza de una buena vez, además, no es como si pudiera hacer mucho sabiendo que ya estaba casada con otro hombre.

En el cuartel me encontraba distraído, el comandante Kang y mi superior ya me lo habían dicho, me habían regañado varias veces haciendo los ejercicios rutinarios del ejército por estar distraído, pero realmente pensaba en ella, en qué estaría haciendo ahora con su esposo, ¿estarán durmiendo abrazados, teniendo intimidad, diciéndose cosas bonitas? Y aquello me comía el cerebro.

—¡Joder! —mi brazo impactó en el espejo del baño logrando romperlo, pero no dolía, tenía un dolor mucho más insoportable en la región izquierda del pecho, un corte no era nada.

Mi respiración era acelerada, con rabia hacia mi mismo por no poder olvidarla, era algo que me estaba torturando, necesitaba por mi salud mental desvanecer cada rastro de ella en mi, incluso cada vez que me masturbaba pensaba en ella, era algo que involuntariamente hacía, la imagen de Joa venía a mi cabeza como si estuviese haciendo el amor conmigo como antes.

Ya habían pasado cuatro putos meses y los mensajes que nos habíamos enviado, no servían de nada.

Sentado frente a mi laptop, mi atención fue llamada cuando un email llegó al instante. Me tomé el tiempo de abrirlo y leerlo.

Hola, Jungkook, soy Jung Woosuk, el esposo de Joa, quería decirte que necesito que termines con ella, que le digas algo para que ella deje de estar pensando tanto en ti. Joa a estado sufriendo porque no le escribes, piensa que te olvidaste de ella, por eso, te pido de favor que cortes esto de raíz, por su bien, por el tuyo, y por el de todos. Gracias de antemano.

Bufé, frustrado. Joa estaba sufriendo.

Al cabo de unos segundos, me llegó otro.

Hola Jungkook, soy Jung Gisok, mejor amiga de Joa y hermana de su esposo. Joa ha sufrido un ataque de ansiedad hace algunas horas, todo indica que ha sido por lo que está pasando entre tu y ella, siente que es culpable, a lo mejor lo es, pero te pido que la ayudes, si realmente la quieres ayudala, todos estamos preocupados por su salud, ha bajado de peso y... Se ve muy mal. No te conozco, pero conozco lo que ambos tenían, y si en algún momento se quisieron, estoy segura de que ninguno quiere ver sufrir al otro. Te agradecería que nos ayudaras. Gracias.

Ante aquella noticia me desesperé.

La salud de Joa era más importante para mi que esta puta mierda que nos estaba pasando a ambos. A lo mejor era lo más correcto, lo ideal era terminarlo todo de una vez, a lo mejor así lograse olvidarme de ella.

Cogí mi teléfono y no perdí tiempo en marcar su número. Lo pensé unos instantes, porque escucharía su voz después de mucho tiempo, y a lo mejor no era tan fácil como pensarlo. Aún así, lo hice, y no llegó ni al segundo timbre cuando la llamada fue descolgada. Y oí su voz.

—¿Jungkook? —mordí mi labio inferior, conteniendome.

—Joa, nena. Necesito que no seas terca, necesito que me entiendas. Por el bien de ambos tenemos que terminar esto. Yo me convertiré en la máxima comandancia aquí en el ejército y tú comenzarás a trabajar en el hospital de tu padre. Bebé, terminemos esto y no me lleves la contraria, por favor.

—Jungkook...

—Joa, te amo, pero lo mejor es acabar con esto aquí. Adiós —y colgué.

Tragué duró, había sido difícil. Y no sabía si Joa se lo tomaría bien o no, pero ya estaba hecho.

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