Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Polos opuestos

Dean

Una semana. Ya había pasado una semana completa desde la última vez que vi a Vladimir. Regresó a su país natal, pero se sentía como si hubiese desaparecido de la faz de la tierra. Tenía mucha incertidumbre con respecto a cómo sería mi vida a partir de ahora. Me sentía desorientado, sin rumbo y sin saber qué hacer desde que ese hombre llegó, puso todo patas arriba y se marchó como si nada hubiese pasado sin siquiera ensuciarse las manos. Estaba furioso y mi odio hacia él se incrementaba con cada día que pasaba, pero aún así, cada vez que pensaba en la gran distancia geográfica que había entre nosotros me sentía extraño e incómodo, todavía no podía encontrar un nombre para ese desagradable sentimiento.

Varias veces he pensado en pedirle su número telefónico a Celine, sabía que ella era la única que no me juzgaría por querer comunicarme con él. Los demás seguían haciendo todo lo posible por ayudarme a recuperar mi carrera, pero creo que todos sabíamos que eran esfuerzos vacíos. Robert era la persona más influyente que conocía y ni siquiera él pudo arreglar este embrollo. Aunque odiase admitirlo, el que creó todo esto era el único capaz de deshacerlo.

Me sequé el sudor de la frente con una mano y miré cómo Dominik lanzaba a Cameron a la piscina. Todos estaban disfrutando al máximo lo poco que quedaba del verano. Le sonreí a Celine al verla sentarse bajo la sombra en una de las mesas de té del jardín, ella me regresó la sonrisa antes de sumergirse en el libro que llevaba en sus manos. Me hacía feliz ver que tenía un poco más de color en el rostro, pero no quería ilusionarme o llenarme de esperanzas antes de tiempo. Dejé de mirarla cuando Valentin salió de la cocina y se acercó a ella siendo seguido por un pequeño gato gris.

Bajé la mirada a mi celular y entré por décima vez en el día al perfil de Instagram de Dominik. Busqué el nombre de Vladimir entre su lista de seguidores y seguidos esperando que apareciera mágicamente después de haber verificado unas doscientas veces que no existía. El ruso no salía en ninguna de las redes sociales de mis amigos así que creo que después de todo tendré que hablar con Celine...

Cerré Instagram al notar a Valentin acercándose a mí por primera vez desde que vine aquí. Solo habíamos cruzado unas cuantas palabras por cortesía, ya que era evidente que yo no era su persona favorita en el mundo, así como él tampoco era la mía.

—Disculpa, ya no tomo alcohol —le dije cuando me pasó lo que parecía ser una mimosa al llegar junto a mí, él sonrió un poco.

—Celine me dijo que te lo trajera. Esto es solo jugo de naranja —me explicó mirando ahora hacia donde estaba su esposa, la cual nos espiaba por encima del libro que fingía estar leyendo, tomé la copa de su mano mientras murmuraba un "gracias".

Disimulé mi sorpresa cuando él se sentó en la silla de playa que había a mi lado mientras miraba hacia la piscina. Admiré su reluciente cabello rubio, era muy obvio a quién Vladimir había sacado ese cabello tan abundante y lacio, al igual que esos ojos tan únicos. Valentin ahora me estaba observando, haciéndome tensar de inmediato. Sentí como cada fibra en mi cuerpo se ponía en alerta.

A pesar de compartir el mismo color amelado en los ojos, sus miradas eran muy distintas. Vladimir era frío, vacío, indiferente y malvado... Pero lo que notaba en su padre era algo mil veces peor, se veía que era despiadado y sin escrúpulos a un nivel que iba más allá de mi imaginación. Aunque ya estuviese retirado, eso no cambiaba el hecho de que era una leyenda viva en el mundo del que todavía era parte su hijo.

Valentin sonrió logrando que se le marcaran algunas líneas de expresión bajo los ojos. Me sentía como un libro abierto delante de él, como si pudiese leer mis pensamientos, él me miraba como si supiera todos los secretos del mundo, incluyendo los míos. Por un segundo sentí que me perdía en ese profundo e hipnotizante color miel...

—Se te va a calentar —salí de mi embelesamiento en cuanto dijo eso señalando la bebida en mi mano, le di un trago al jugo mientras sentía las gotas de sudor recorrer toda mi espalda y mi frente. Tenía que admitirlo, estaba bastante intimidado, pero aun así aprovecharía la ocasión para saciar una gran duda que tenía con respecto a él.

—Desde que vi que Vladimir estaba bien me he estado preguntando algo, ¿por qué pareces odiarme? —lo interrogué dejando a un lado la copa, él se mantuvo sereno a pesar de lo inesperada que fue mi pregunta, ni siquiera un solo músculo de su rostro se movió, le sostuve la mirada aunque estaba muriendo de los nervios por dentro. Algo me decía que su desagrado hacia mí no se debía únicamente a lo que sucedió hace 18 años.

—No te odio, Dean —su respuesta me hizo arquear una ceja, el lucía honesto. Aunque no me odiara, definitivamente yo no le agradaba. —¿Cómo podría odiarte si gracias a ti todo se hizo más fácil? —fruncí el ceño al escuchar aquello, él tenía una fría sonrisa, realmente había mucho agradecimiento en su expresión. ¿De qué está hablando?

—¿A qué te refieres? —le pregunté mientras me sentaba más erguido, me dolió la garganta cuando tragué duro. Valentin soltó una suave risa mientras sus burlones y maliciosos ojos estaban fijos en los míos.

—Siempre supe que Vladimir sería mi sucesor, aunque no le gustaba el negocio él siempre fue muy... especial. Desde niño ha sido muy dedicado y minucioso... —sentí nauseas cuando comentó eso con la mirada algo absorta. Pude leer entre líneas el significado oculto tras sus palabras. Hablaba de la vida de mercenario de su hijo. Solo un maquiavélico y ser inhumano estaría orgulloso de haber convertido a su hijo en un asesino de élite desde pequeño.

—Felicidades, le enseñaste a no tener ningún tipo de respeto por la vida de los demás, ni siquiera por el esfuerzo ajeno —dije sarcásticamente con amargura al saber que yo solo fui otra víctima más de su hijo, quien a su vez, no era más que una víctima de su propio padre. Valentin se sorprendió un poco pero después negó levemente con la cabeza.

—No sabes nada de él —respondió levantándose de la silla y mirándome con tranquilidad, resoplé. Sabía lo suficiente sobre él. —Pero como te decía, nunca te di las gracias. Después de que se recuperara de lo que sucedió aquella noche, se dedicó por completo a lo que siempre fue su destino e incluso fue él mismo quien me sugirió que dejara todo a su cargo y que me retirara para estar con la mujer de mi vida... —terminó diciendo aquello mirando hacia Celine. No me sorprendí pero sí me cayó un poco mal escuchar de su propia boca que Vladimir quizás era quien era hoy en día debido a lo que pasó. —Lo que sea que le hiciste lo cambió por completo... —añadió el rubio mirándome otra vez, me mordí el labio inferior con molestia mientras apartaba la vista de él. Quizás lo de esa noche lo haya empeorado, pero Vladimir ya era un asesino implacable antes de aquello, yo mismo fui testigo de lo indiferente que era al matar personas.

—No es mi culpa que tu hijo sea un monstruo, ya lo tenías bien encaminado a eso incluso desde antes de que me conociera —dije con firmeza tratando de alejar de mí cualquier sentimiento de culpabilidad, Valentin asintió.

—Él quería retirarse, obviamente jamás lo hubiese permitido, pero esas ideas se esfumaron después de esa noche...

Por un segundo sentí lástima por el Vladimir del pasado, aun siendo el más joven en su familia debió ser el que más afectado salió. Valentin lucía muy conforme con el desenlace que tuvo su hijo. A pesar de que dice estar agradecido conmigo, eso no explica por qué siempre me mira con desprecio y molestia. Debe haber algo más que no me está contando...

—¿Todo bien por aquí? —ignoré por completo la llegada de Klaus mientras Valentin y yo seguíamos observándonos, tras unos segundos el rubio me sonrió y se giró hacia el adolescente.

—Excelente —dijo antes de palmear levemente su espalda y retirarse, en cuanto estuvo lejos de nosotros me recosté en la silla y miré al cielo mientras le daba vueltas en la cabeza a lo que había dicho. Esa noche probablemente marcó más a Vladimir que a Dylan o a mí.

—¿Hola? Estoy aquí —puse los ojos en blanco cuando Klaus se acercó metiéndose en mi vista del cielo, lo miré con seriedad.

—Te puedo ver —contesté con desinterés mientras desviaba la mirada hacia los demás, lo escuché suspirar.

—¿Todavía no me vas a perdonar? —preguntó metiéndose otra vez en mi campo visual, negué resignado. He estado evitándolo toda la semana.

—Klaus, ya me da igual que me hayas mentido, no creo que hubiese cambiado algo de haber sabido que Vladimir se iba ese día —dije restándole importancia mientras tomaba un poco del jugo, él entrecerró los ojos sin creer en mis palabras pero lo que dije era cierto. Vladimir se habría ido de todas formas aunque le hubiese reclamado o pedido que no se marchara sin arreglar antes mi vida.

—De verdad lo siento, no tenía ni idea de las cosas que él te había hecho, fui un tonto, creí que se gustaban y yo... dejé que los celos me dominaran —casi escupo el jugo al escucharlo, literalmente acaba de confirmar que siente algo por mí. Él me miraba con mucha determinación. Había dicho eso a propósito para ver mi reacción...

—Ya viste que no hay nada —dije cautelosamente para que notara que no hablaba de Vladimir y de mí. Él captó el mensaje al instante, lo noté porque me miró con un poco de decepción. ¿Realmente esperaba que yo sintiera lo mismo por él?

—Ahora lo sé —respondió usando el mismo tono que yo, asentí. No lamentaba haber destruido cualquier tipo de ilusión que tenía conmigo, era mejor dejar las cosas claras antes de que lo que sea que sintiera fuese algo más fuerte o serio. —Debí imaginar que entre ustedes no había nada, digo, como le pedí consejos para conquistarte y me dio algunos bastante buenos...

Arqueé las cejas con escepticismo cuando dijo eso con una gran sombra de malicia en la mirada, me reí un poco mientras ignoraba la pequeña opresión en mi pecho.

—¿Y cuáles consejos te dio? —le pregunté sarcásticamente mientras me terminaba de tomar el jugo. Sentía que ahora mismo necesitaba un trago de whisky o de algo más fuerte. Klaus me dedicó una sonrisa torcida que me recordó la época de playboy de Cameron en el instituto...

—Mencionó lo mucho que te gustan las montañas, me sugirió que te llevara a una que no está muy lejos de la ciudad... —forcé una sonrisa cuando sentí una gran punzada en el corazón, Klaus se sentó a mi lado mientras se pasaba una mano por el cabello. —Pero por tu cara parece que me mintió y que no te gustan las montañas... —murmuró haciéndose el sorprendido, rechiné los dientes. Klaus me daba una mala vibra en este momento, era como si estuviese disfrutando hacerme sentir incómodo.

—En realidad te dijo la verdad, me encantan —respondí manteniendo la compostura sin dejarme amedrentar por un chico de 17 años, el cual arqueó una ceja y me miró como diciendo "¿en serio?", le sonreí ocultando mi irritación. Me sorprendía en sobremanera que Vladimir le haya contado eso, y por alguna razón me hacía sentir un poco molesto...

—¿Quieres que te lleve? —preguntó acercándose aún más, me alejé con un poco de disimulo.

—No, gracias. Además, me marcho en dos días —le contesté a la vez que me ponía de pie para aumentar la distancia entre los dos, Klaus también se levantó luciendo sorprendido por lo que dije.

Regresaría a mi casa antes de lo previsto. Después de haber publicado el mensaje de ruptura, mi nombre estaba en todas partes y Jack me contó que incluso había periodistas acampando en la entrada de este residencial. No fue muy difícil para ellos dar con mi ubicación, sabían que aquí vivía Dylan así que hacer la asociación conmigo fue fácil. Roger quería que regresara, estaba moviendo cielo y tierra para ver si podíamos aprovechar de alguna forma toda la atención que tenía en este momento. Me había comentado que dos programas de televisión querían entrevistarme, no podía desperdiciar una oportunidad como esa.

—Es una lástima —miré a Klaus cuando dijo aquello observándome los labios con mucho deseo.

—Lo es... si me disculpas, tengo que hacer una llamada —me excusé mientras caminaba hacia la casa sin esperar una respuesta, ni siquiera me molesté en ver su rostro otra vez. En cuanto entré en la casa caminé hacia las escaleras.

—¡Espera!

—Estoy muy ocupado, Klaus —dije sin detenerme al escucharlo correr detrás de mí.

—Espera, Dean —me quedé sorprendido cuando de repente agarró uno de mis brazos y me hizo detener, lo miré con interrogación. Él me miraba con mucha frialdad, tiré de mi brazo para que me soltara pero él me agarró la nuca con su mano libre y juntó nuestros labios de forma violenta, lo mordí con mucha fuerza logrando así que se alejara de mí mientras maldecía. ¿Acaso hacerme eso es una especie de tradición familiar?

—¡¿Estás loco?! —exclamé con el rostro caliente por toda la rabia que sentía, miré alrededor con miedo de que alguien más hubiese presenciado aquello.

—No le interesas a Vladimir —susurró con molestia, lo miré secamente.

—Tampoco me importa interesarte a ti —contesté con dureza e ignorando su expresión algo incrédula subí rápidamente a la habitación y cerré la puerta.

Klaus no conoce límites. Creí que Cameron había exagerado cuando me dijo hace un tiempo que su hijo era un playboy descontrolado, me había reído de él diciéndole que era su karma por todas las cosas que hizo antes de conocer a Dominik, pero al menos el rubio, en sus tiempos de mujeriego, no mostró toda esa malicia que claramente Klaus acarreaba consigo.

Quería irme de aquí. Esta casa tenía algo contra mí. Muchas de las cosas malas que me habían sucedido en la vida habían pasado bajo este techo.

Podía irme un poco más tranquilo al saber que Celine tenía un buen médico con ella y sobre todo, porque Will estaba aquí haciéndole compañía a Dylan.

Le escribí un mensaje a Roger preguntándole si podía adelantar mi vuelo para mañana. Me entristecía pensar que no estaré con mis amigos, pero también tenía muchos asuntos que resolver que no me dejaban disfrutar del todo mi tiempo aquí.

Me quedé sentado en la cama leyendo y respondiendo algunos de los mensajes que me habían enviado mis fanáticos dándome ánimos. Me reí al ver que algunas chicas dijeron que nunca debía confiar en los pelirrojos y mucho menos si se llamaban David. Aunque no di explicaciones del porqué terminamos, la mayoría de la gente había asumido que él me había hecho algo malo.

"Dean, escríbeme o llámame, por favor. No he podido ver a David desde que ustedes terminaron. Apenas me contesta los mensajes y nunca está en su casa cuando he ido a verlo". Me inquietó un poco el mensaje que Frankie me había enviado ayer, no había visto sus llamadas perdidas. Miré las capturas de pantalla que me mandó, eran de su conversación con David.

—¿Estás en la ciudad? 10:34 a.m.
Te iré a ver más tarde. ¿Quieres que te lleve algo de comer? 2:54 p.m.
¿David? 10:26 p.m.
¿Holaaaaa? ¿Estás vivo? 11:50 p.m.

—Estoy bien. 3:45 a.m.

—¡Hasta que por fin apareces! 7:02 a.m.
Mamá está muy preocupada por ti 7:02 a.m.
Llamada perdida 10:29 a.m.
¿Daavid? 😟😢🥺 9:47 p.m.

Pasé la vista por todas las fotos, básicamente la única que escribía era Frankie, David ignoró todas y cada una de sus llamadas. Con algo de pesar abrí el chat que tenía con el pelirrojo y me sorprendió notar que incluso había quitado su foto de perfil, me extrañó que ni siquiera podía ver su nombre. ¿Acaso me bloqueó? Le envié tres puntos suspensivos y confirmé que me había bloqueado cuando el mensaje ni siquiera le llegó. Mentiría si dijera que no me sentía aliviado al ver que él también había aceptado la idea de que ya no era parte de mi vida.

"Lo siento, Frankie. Tu hermano y yo no terminamos de la mejor forma. Dale algo de tiempo a solas". Le contesté eso antes de escribir el nombre de David en Google. Me sorprendió ver que habían videos de paparazzis rondando su casa pero él no salía en ninguno de ellos. Sin darle más importancia dejé el celular a un lado y me quedé mirando el techo blanco. David no merece un segundo más de mi atención.

¿Qué estará haciendo Vladimir en este momento?

Me maldije a mí mismo por pensar aquello. Vladimir debía estar arruinándole la vida a alguien más ahora mismo. Tomé el celular al escuchar la llegada de un mensaje.

"Conseguí uno para mañana a las 6 de la tarde". Al leer eso le escribí a Dylan informándole que me marchaba mañana, también envié la noticia por el grupo con mis amigos a pesar de que se encontraban en la piscina. Probablemente regresaría dentro de unos meses para ver cómo seguía Celine, pero antes me aseguraría de que Klaus ya estuviera de regreso en el instituto.

Cerré los ojos escuchando el leve sonido del aire acondicionado y no los abrí cuando escuché la puerta abrirse. ¿No puedo tener un segundo de paz?

Cuando sentí un frío y suave dedo picando una de mis mejillas supe de quién se trataba. Lancé un suspiro.

—¿Qué quieres, Aiden? —le pregunté exasperado, lo escuché correr hacia la puerta para cerrarla antes de sentirlo tirarse a mi lado.

—¿Tienes algo con Klaus? —no me sorprendió la pregunta molesta. Ya se estaba tardando considerando lo directo y explosivo que suele ser.

—No, Aiden. No tengo ni tendré nada con tu primo, ¿acaso te gusta? —dije aquello haciendo un gran énfasis en la palabra primo para que recordara que Klaus era hijo de Dominik por si lo había olvidado. Abrí los ojos finalmente al escucharlo reírse. El chico de cabello azul y ojos grises me miraba como si estuviera loco.

—Claro que no, aunque sí lo admiro mucho, es muy buena persona —admitió secándose la cara con las sábanas antes de agitar la cabeza como un perro lanzando gotas de agua en todas las direcciones, lo asesiné con la mirada al ver que estaba todo mojado y solo llevaba puesto el traje de baño.

—Levántate ahora mismo —le ordené antes de que siguiera mojando toda la cama, él me hizo una mueca pero se levantó, por un segundo me imaginé ahorcándolo con las sábanas. —¿Y por qué estás tan interesado en Klaus? —pregunté ahora sin comprender lo celoso que se veía cada vez que su primo me miraba o me hablaba. Él señaló las fotos en el mural de la habitación.

—Esa es su novia, somos mejores amigos a distancia por así decirlo, siempre jugamos juntos y hablamos casi todas las noches por Skype, ahora mismo está de vacaciones en otra ciudad —comprendí todo al ver lo feliz que lucía al hablar de la rubia en las fotos, sentí pena por ella.

—Menos mal que Klaus es una buena persona —repetí sus palabras con ironía, Aiden se rascó una ceja y me miró horrorizado.

—¿Crees que no lo es? —preguntó sacando de inmediato su celular, me reí mientras miraba alrededor con incomodidad. ¿Cómo se lo digo sin que le duela? —¡Dime lo que sabes, Jilly debe enterarse! —exclamó bastante alterado escribiendo con rapidez en su celular.

—Cálmate. No conozco bien a tu primo, solo dile a tu amiga que tenga cuidado —le dije con tranquilidad, él se relajó de inmediato y me sonrió de oreja a oreja superando rápidamente la mini crisis que parecía haber tenido.

—¡Gracias, siempre es muy productivo hablar contigo! —exclamó dando saltos hacia la puerta, junté las cejas mientras lo veía comenzar a hablar consigo mismo en voz baja. Nunca había sentido la necesidad o las ganas de tener hijos, con Aiden ya tenía suficiente. —Por cierto, ¿sabes cuándo regresará el bombón ruso? —me reí cuando preguntó eso con curiosidad, él fingió una expresión de placer bastante exagerada. —Ese que es un hombre —mi estómago dolió de la risa al escucharlo decir aquello con mucha seriedad.

—No tienes remedio —murmuré cuando pude dejar de reír, él apoyó el rostro de la puerta y me sonrió con algo de ternura.

—Se verían muy bien juntos —le lancé una almohada cuando dijo eso suavemente, él la agarró en el aire. —Solo digo... saltaban chispas entre ustedes cada vez que se miraban —añadió con picardía antes de lanzarme la almohada de regreso y cerrar la puerta con prisa al salir.

Sopesé sus palabras por unos segundos y me asombró el cosquilleo que sentí en el vientre al pensar otra vez en Vladimir.

—Tengo que comer —dije con fastidio atribuyéndole al hambre lo que acababa de sentir.

Salí de la habitación y bajé a la cocina encontrándome allí con todos reunidos alrededor de la encimera, estaban tomando y comiendo de elaboradas tablas de quesos y embutidos.

—Acabo de ver tu mensaje, ¿cómo que te vas mañana? —me preguntó Dylan algo molesto mientras se cruzaba de brazos.

—Lo siento, sabes que tengo asuntos que resolver —le dije mientras tomaba un trozo de jamón con ayuda de un palillo, él pasó un brazo por mis hombros y asintió. Como era más bajo que yo no tardó más de un minuto en quitar su brazo de mis hombros con cansancio.

—¡¿Cómo que te vas a ir?! —exclamó Cameron desde el otro extremo de la cocina mientras miraba su celular, probablemente acababa de leer mi mensaje. Él levantó la vista y me miró confundido. Abigail y Harry no tardaron en unirse al coro de preguntas sobre mi repentina marcha. Les expliqué mi decisión mientras ignoraba la mirada de Klaus, quien estaba en una esquina tomándose una cerveza.

—Nos debes una pijamada así que hoy la haremos —miré a Abigail cuando dijo eso observando a Dylan y a Cameron con diversión, el rubio se rio mientras parecía recordar algo.

—No recuerdo deber nada pero está bien —le dije mientras rebuscaba en mi memoria.

—Está hablando de la noche en la que le pediste quedarte en su casa cuando te enteraste sobre lo de mi papá... —me explicó Dylan mientras me metía una aceituna en la boca, la cual abrí con sorpresa al recordarlo. Solo Abigail era capaz de tener pendiente una pijamada después de tantos años.

—¡Yo también quiero estar! —exclamó Harry emocionado.

—¿Y tú, Shelly? —le pregunté a la pelinegra, ella lanzó un suspiro y negó.

—Tengo cosas que hacer con Matt, llegó hace unos días del internado, pero te prometo que mañana temprano estaré aquí —dijo llevándome hacia un costado, asentí comprendiéndolo, ella me sonrió agradecida.

Abigail y Shelly tenían tres hijos. El mayor de ellos estudiaba en un internado en Alemania por lo que apenas lo veían durante un corto tiempo al año, sumándole a eso, el chico antes vivía con la mamá de Shelly en Estados Unidos. Sabía que la pelinegra quería aprovechar todo el tiempo posible con él. Como el trabajo de Abigail era más flexible, la rubia iba a visitarlo muy seguido, pero ese no era el caso con Shelly, la cual me estaba mirando con preocupación.

—No te lo había preguntado, ¿pero te sientes mejor ahora que Vladimir no está? —arrugué la nariz al escuchar la pregunta. Tenía varias emociones cruzadas con ese tema.

—Por un lado estoy feliz ya que no tengo que soportar su fastidiosa presencia, pero por otra parte me siento molesto. Las probabilidades de volver a mi trabajo son ahora inexistentes —me expresé mientras miraba cómo le daba un trago a su mojito. Me dije a mí mismo que no volvería a tomar alcohol al menos por unos meses, me daba pavor pensar en estar siquiera un poco mareado.

—Mierda, qué jodida está tu vida —murmuró ella con una mirada de lástima, no supe si reír o llorar al escucharla. Siempre ha tenido una gran e irritante habilidad para recalcar lo que era obvio... —¿Por qué no hablas con Ilya o Nikolai? Son dos de sus hermanos, quizás ellos puedan influir en él. Te puedo dar sus números si quieres...

—¿Ilya? —repetí confundido. —¿Vladimir tiene una hermana? —pregunté algo perdido, Shelly asintió con tranquilidad pero luego hizo una mueca. Creí que todos eran hombres.

—Ilyasviel. Sí, es una mujer... —murmuró Shelly sin lucir muy convencida de aquello.

—¿De qué hablan? —preguntó Abigail metiéndose en la conversación con mucho interés.

—Le contaba a Dean sobre Ilya —dijo Shelly mirando con sospecha a su esposa, la cual soltó un suspirito de amor al oír aquel nombre, me quedé impactado.

—Ilya es un sueño —declaró la rubia con una sonrisa boba, Shelly rodó los ojos.

—Sigo aquí, mi amor —le susurró la pelinegra fingiendo indignación, Abigail se rió con travesura y le dio un beso en la mejilla.

—Pero no hay nadie más como tú —arqueé una ceja cuando Abigail dijo aquello contra los labios de Shelly, la cual le dio un pequeño beso. Se notaba que todavía había mucho amor y confianza entre las dos.

—Yo también sigo aquí... —murmuré al verlas darse pequeños besos mientras se susurraban cosas. —Y ya me voy —dije señalando la puerta, ninguna de las dos me hizo caso.

Bufé y salí de la cocina mientras los demás seguían hablando allí. Me senté en el sofá y me quedé mirando hacia las ventanas a la vez que bostezaba. Ya casi comenzaría a oscurecer...

—Escuché que te vas a ir —miré a Evie cuando se acercó a mí con una carita triste, sonreí un poco y palmeé el lugar a mi lado para que se sentara. —Ya yo me encariñé contigo —confesó con los ojos un poco rojos, mi corazón se apretujó por la ternura que me provocó.

—Volveré en unos meses y si tus padres te dejan, puedes ir a visitarme cuando quieras —le dije con despreocupación, ella se quedó boquiabierta y me dio un gran abrazo tomándome desprevenido, le correspondí mientras sentía el perfume de Dominik impregnado en su largo cabello rubio.

Evie y Klaus eran como agua y aceite. Sentía que las dos personalidades de Dominik y Cameron se habían dividido en sus dos hijos, claramente Evie era la parte amorosa y sana...

Me reí cuando Dahlia también se acercó y me abrazó aunque me pareció que su cuerpo estaba muy caliente. Después de unos segundos nos separamos, ellas se quedaron sentadas a mi lado recostadas de mis hombros.

—Dame tu número —dijo Evie sacando su celular, intercambié mi número con ambas.

—Dean, ¡perdón! Me distraje... —Shelly salió de la cocina luciendo muy avergonzada. —¿Qué piensas de lo que te dije? —preguntó agachándose un poco frente a mí. Lo pensé por unos segundos y negué. No me sentiría cómodo pidiéndole ese tipo de ayuda a personas que no conozco y mucho menos si tienen relación consanguínea con Vladimir.

—Veré que puedo hacer cuando regrese a casa, te avisaré si cambio de opinión —le dije mientras Dahlia y Evie nos miraban con algo de curiosidad, Shelly no lució muy conforme con mi respuesta.

—Confía en mí, Dean. Nikolai o Ilya te pueden ayudar —me repitió en voz baja, fruncí los labios y negué.

—Ilya —miré a mi lado cuando Evie suspiró su nombre con una expresión bastante parecida a la que tenía Abigail hace unos minutos. Me daba curiosidad ver aunque sea una foto de la tal Ilya si hacía suspirar así a las chicas.

—Lo pensaré, Shelly —me mantuve firme, ella asintió sin ocultar su disconformidad y se alejó.

—¿Necesitas ayuda con algo?

—No, no te preocupes —le dije a Dahlia con una sonrisa tranquila, ella se quedó inspeccionándome con la mirada, cuando agarró una de mis manos me sorprendió notar lo caliente que estaba, toqué su frente. —Estás ardiendo —comenté fijándome ahora en sus mejillas un poco rojas, ella asintió.

—Siempre que voy a la playa termino enferma —mencionó con molestia.

—Quizás eres una sirena y la fiebre es una señal del mar para que regreses y nades hasta el fondo... —miramos mal a Aiden cuando dijo eso último con una tétrica sonrisa antes de darle un sonoro sorbo a la cajita de jugo en sus manos.

—¿No te queda más de eso que te fumas? Yo quiero un poco —miré mal a Harry cuando le dijo eso con disimulo, Aiden solo se rio con inocencia.

Dahlia se levantó y fue hasta donde Dominik se había sentado mientras abría una pequeña bolsa. Miré como él sacaba unas pastillas y se las pasaba a su hermana junto con un vaso de agua. Ella se las tomó y lo abrazó mientras cerraba los ojos, él la atrajo protectoramente hacia su pecho. Sonreí un poco. Dahlia lo sacaba de sus cabales, pero al final del día los dos compartían un profundo amor el uno por el otro.

Tres horas después, Cameron, Harry, Abigail, Dylan y yo nos encontrábamos levantándonos de los cómodos asientos de la sala de cine después de haber cambiado diez veces de película porque Dylan y Cameron les encontraban siempre algún problema.

Todos entramos en la habitación de Dylan justo cuando Will se estaba metiendo en la cama, él nos miró buscando alguna explicación. Pobrecito...

—Hoy te toca dormir en la habitación de Dean —dijo Abigail echando a su tío mientras señalaba la puerta, él resopló y caminó hacia allá mientras miraba a Dylan, sabía que no valía la pena discutir con la rubia, aquello era una pelea perdida. La cama de Dylan era una de las más grandes de la casa ya que siempre se mueve demasiado cuando duerme.

Solté un gran bostezo cuando Will cerró la puerta después de irse. Me gané una mirada ácida por parte de Abigail.

—Espero que ninguno tenga sueño ya que esto acaba de empezar —me contuve de bostezar otra vez cuando ella dijo eso mientras abría las puertas del closet, di un respingo cuando detuvo lo que estaba haciendo y me miró justo cuando me estaba estrujando los ojos.

—¿Sueño? ¿Qué es eso? —dije con sarcasmo, ella me sonrió complacida y se puso a buscar algo en el closet. Me tiré en la cama junto a Cameron y Dylan mientras Harry daba saltos sobre el puf de la esquina.

—¿Recuerdas aquella pijamada? —le preguntó Dylan a Cameron mientras fingía un escalofrío a la vez que abría uno de sus viejos libros, el rubio se rio y asintió.

—Esa fue mi primera y última vez de depilación con cera —confesó Cameron mirando mal a Abigail, la cual soltó una dramática risa malvada mientras sacaba cosas de una caja. Sonreí un poco imaginando a la rubia depilándolos.

—Esa no fue tu única primera vez esa noche... —todos nos quedamos boquiabiertos cuando Dylan susurró eso con burla mientras hojeaba el libro, Cameron arqueó una ceja y se rio un poco mientras le lanzaba dagas con la mirada. Todos sabíamos a qué se refería Dylan...

—Al menos yo sí conocía al chico con quien lo hice por primera vez... —soltó el rubio con inocencia recordándole que él y Will tuvieron sexo la misma noche en la que se conocieron. Inflé las mejillas con aire aguantándome la risa al ver la indignación en los ojos de Dylan mientras Abigail y Harry se reían. Ese fue un golpe bajo.

Dylan le mostró la alianza dorada en uno de sus dedos pero Cameron ni siquiera se inmutó. Al ver el anillo de Dylan recordé que debía regresarle a David el que había comprado para mí. Se lo enviaré con alguien más en cuanto tenga la oportunidad. Lo tenía guardado en algún lado, ni siquiera me había gustado llevarlo puesto...

—¡Las encontré! —todos miramos a Abigail cuando gritó eso mientras sacaba de la caja unas cuantas paletas de tenis sobre mesa.

—No sabía que tenías una mesa de tenis, Dylan —comentó Harry tomando una de las paletas, suspiré al ver que todas tenían algo escrito. Ya sabía qué era.

—No la tengo. El juego consiste en que cada uno tendrá dos paletas, una que dice "lo hice" y otra que dice "no lo he hecho". Entonces, cada vez que se haga una pregunta, debes levantar una de las paletas dependiendo de si lo has hecho o no —le explicó Dylan rápidamente, Harry sonrió encantado mientras que Cameron no lucía muy convencido, aparte de que parecía a punto de caer rendido por el sueño.

—Exactamente, es como dijo Dylan. Ahora, cada uno agarre sus dos paletas —tomé las que me estaba pasando Abigail. Todos nos sentamos formando un supuesto círculo sobre la cama, Abigail puso música de fondo y sonrió, su sonrisa me recordó al gato de Alicia en el País de las Maravillas. Sabía que buscaba sacar la mayor cantidad de información posible con este juego.

—¡Comienzo yo! —dijo Harry emocionado, asentimos. Observé a Cameron acostarse en la cama mientras miraba al castaño.

—Espera, en realidad no tienes que hacer una pregunta literalmente, sino decir, por ejemplo "yo nunca nunca he comido pulpo..." —le indicó Abigail rápidamente, él asintió.

—Yo nunca nunca he tenido sexo en la oficina de mi director cuando iba al instituto —todos nos reímos excepto Dylan, quien fulminó a Harry con la mirada, él le sonrió inocentemente. Parece que captó muy rápido el juego. Dylan fue el único que levantó la paleta de "lo hice". —Siempre tuve esa duda —aclaró Harry justificándose, me reí. Era mi turno.

—Yo nunca nunca he besado a un hombre —dije fijándome únicamente en la paleta de Abigail, todos se sorprendieron al ver que ella nunca lo había hecho.

—Pero tú... ¿no eras la reina del instituto y todo eso? —preguntó Harry sorprendido, la rubia soltó una risita.

—Todos los rumores sobre mí eran falsos —dijo ella con una mirada nostálgica, tuve un escalofrío al recordar que no todos los rumores eran mentiras.

Era cierto el rumor de que el séquito de rubias que siempre estaban con ella eran unas desquiciadas. El primer día de clases lo comprobé yo mismo cuando ellas pensaron que quería ser parte de su grupo o secta, así que me raptaron y me llevaron al baño, allí me sacaron toda la ropa contra mi voluntad para ver si tenía alguna "imperfección" en el cuerpo, en caso de tenerla no podía ser parte del séquito. Después de conocer mejor a Abigail me di cuenta de que ella no tenía ni idea de que a sus amigas les faltaban unos tornillos.

—Te toca, Cameron —dijo Harry señalándolo, el rubio se quedó pensativo por unos segundos. Sonreí un poco. Él era el único que no estaba interesado en saber los chismes y secretos de los demás.

—Yo nunca nunca he tenido sexo con un ruso...

Retiro lo dicho.

—¿Qué? Quería saber hasta donde habían llegado... —dijo Cameron mirándome con diversión, rodé los ojos y levanté la paleta de que no lo había hecho, ellos no se sorprendieron mucho hasta que Harry levantó su paleta...

Nos quedamos en completo silencio mirando la paleta de "lo hice" que tenía él arriba, tragué duro y todos empalidecieron mientras lo miraban con confusión y sorpresa. Se me hizo un nudo en la garganta...

—No me juzguen, hace unos años Valentin tenía un guardaespaldas que era... uff, diez de diez... —solté un suspiro de alivio cuando Harry dijo eso recordando aquella experiencia, todos parecieron volver a respirar al oírlo.

¿Por qué sentí un poco de preocupación al imaginar que Harry se refería a Vladimir cuando levantó su paleta?

No debería importarme nada de lo que ese hombre haga ni con quién lo haga.

—Mi turnooo —canturreó Abigail mirándome con una sonrisa. Era obvio que lo que se aproximaba iba para mí. —Yo nunca nunca... he considerado ir a Rusia.

No tuve reparos en carcajearme un poco al escuchar eso a pesar de que todos me miraban con mucha atención. Yo fui el único que levantó la paleta de "no lo he hecho" ganándome unas miradas de incredulidad por parte de Harry y Abigail. Observé a Cameron acomodar disimuladamente una almohada bajo su cabeza y posteriormente cerrar los ojos.

—Recuerden que el juego no tiene sentido si no dicen la verdad —dijo Abigail para todos aunque me estaba mirando fijamente.

—No he mentido —respondí con total honestidad. Nunca lo había considerado y algo me decía que ese "ir a Rusia" iba incluido con un "para ver a Vladimir", eso sería ir directo a la boca del lobo. Además, imaginaba que Vladimir estaba en una especie de castillo medieval con calabozos en el sótano, guillotinas, cámaras de tortura, antorchas y verdugos... —Sí... yo creo que paso... —susurré para mí mismo.

—Si tú lo dices... pero bueno, ¡hora del karaoke! —gritó la rubia encendiendo la televisión, todos miramos a Cameron cuando lo escuchamos roncar un poco. —Tengo una mejor idea... —susurró Abigail mirando al rubio con malicia, los demás nos miramos.

—Harry, trae la crema batida —dijo Dylan con una sonrisa chocando los cinco con Abigail, Harry no dudó en salir corriendo de la habitación, me quedé observándolos en silencio mientras grababa en mi memoria sus traviesas expresiones. Algunas veces seguían siendo como niños...

Cuando Harry regresó con la crema batida se acercó al rubio durmiente. Dylan le abrió lentamente una mano mientras Abigail iba por algo en el closet. Harry echó una buena cantidad de crema en una de las manos de Cameron, el cual seguía roncando. Abigail acercó una corbata a su nariz para provocarle cosquillas pero antes de que lo hiciera el rubio se acostó de lado y se llevó la mano con crema al cabello mientras se rascaba, las risas de Dylan y Abigail lo despertaron, sus ojos verdes miraron su mano sucia y luego vio a los tres niños que tenía junto a él y que todavía se burlaban, esta vez fui yo quien se rio cuando Cameron pasó la mano abierta por la cara de Dylan embarrándolo todo. Mi mejor amigo tomó una almohada para asfixiarlo pero todos comenzaron a pelear entre ellos. Los voy a extrañar mucho...

. . .

—Ya te puedes ir, solo tengo que esperar unos minutos —le dije a Dominik mientras se servía un poco de limonada, él negó haciendo una mueca, sonreí y miré a nuestro alrededor. Estábamos en una de las salas privadas del aeropuerto mientras esperaba a que llamaran a los de mi vuelo para abordar.

La sala era bastante amplia, había una extensa barra de mármol contra una de las paredes y sobre la cual habían distintas bebidas y aperitivos, alrededor estaban dispersos cómodos asientos y largos sofás de espera con delicadas y pequeñas mesas de centro. Aparte de nosotros, solo estaban cuatro personas más que leían, escuchaban música y comían. Mis ojos dolían un poco porque una hora antes había estado llorando al despedirme de mis amigos. Dominik insistió en traerme aunque le dije que cualquiera podría hacerlo.

—Vamos a sentarnos —dijo él después de pasarme un pequeño vaso de papel con limonada, lo tomé y lo seguí hacia uno de los sofás. Miré las grandes pantallas que colgaban del techo y que mostraban la información de los vuelos.

Observé al hombre a mi lado, quien lucía bastante relajado mientras se arremangaba un poco la camisa blanca que traía puesta, no pude evitar imaginarlo con una bata blanca y un estetoscopio.

—¿Por qué dejaste la carrera de medicina? —le pregunté con curiosidad. Recordaba que aquello le gustaba mucho hasta que cambió a derecho de un momento a otro. Su mirada grisácea algo triste me hizo pensar que quizás la pregunta fue muy personal.

—Creía que no merecía ser doctor —confirmé que sí fue muy personal al escuchar su respuesta. Apoyé mi rostro del espaldar del sofá y lo miré esperando que siguiera hablando pero él se mantuvo en silencio. ¿Cómo que no lo merecía? Él era uno de los hombres más atentos que conocía, sin mencionar responsable y solidario. Era un excelente abogado, pero sé que como doctor también hubiese sido un éxito. Su expresión pasó a ser un poco lúgubre y me arrepentí de haberle preguntado eso al recordar algo que Dylan me había contado hace ya más de quince años. Dominik había matado a un hombre y a diferencia de Vladimir, él sí tenía un cargo de conciencia.

—Bueno, eres un gran abogado —le dije tratando de animarlo un poco, él me miró por unos segundos y sonrió. El bufete de los Brown siempre había sido muy prestigioso, pero él, Dylan y Cameron lo habían llevado a otro nivel. —Y... ¿has hablado con Vladimir? No me mires así, es solo curiosidad —dije rápidamente al ver cómo su expresión cambiaba a una de sospecha, él arqueó una ceja y se cruzó de brazos mientras negaba.

—No, no he hablado con él —contestó sin apartar la vista, asentí mientras me echaba el cabello hacia atrás. La semana pasada había notado que Dominik trataba a Vladimir con algo de cautela, como si le preocupara que el ruso perdiera los estribos o algo así. Era extraño pero se notaba a leguas que su relación había cambiado... No...

—¿Por qué él cambió tanto? ¿De verdad fue por lo que pasó esa noche? —quise saber para ver si entendía un poco mejor el comportamiento tan vengativo y frío de su mejor amigo. Además, me negaba a aceptar del todo las cosas que Valentin me había dicho ayer. Dominik me quitó el vaso con la limonada y se la terminó mientras parecía perderse en sus pensamientos.

—Te mentiría si te dijera que lo sé. Después de lo que sucedió, estuve un año entero sin saber de él y cuando regresó... simplemente era otro —en su tono se podía apreciar una gran amargura. Me sentí un poco desanimado. No sabía qué tan cercanos seguían siendo, pero creí que si alguien tenía respuestas sobre su mejor amigo, era él. Pero lo que dijo me hace pensar que tal vez a Vladimir le sucedieron más cosas en todo ese año que desapareció.

—Ustedes son tan diferentes, como polos opuestos —mencioné reacomodándome en el sofá, él se encogió de hombros.

—Lo somos, pero las cosas que yo viví jamás se podrían comparar con la vida que ha tenido él —arrugué la nariz cuando dijo aquello tras dejar el vaso en la mesita.

—No deberías minimizar las cosas que te pasaron —respondí sabiendo muy bien que su vida no fue nada fácil durante muchos años.

—No lo hago, pasé por cosas horribles, pero mi madre era una santa comparada con Valentin —cuando él respondió eso no pude refutárselo, su mirada se quedó fija en la alfombra que cubría todo el piso. Tuve un escalofrío cuando me miró de repente, la frialdad y la tristeza cruzaron su rostro. —Yo solo estuve unos años en su academia, pero Vladimir básicamente nació y se crió ahí y en lugares peores que ese. Recuerdo que todas las noches se levantaba gritando por las pesadillas, todo el mundo sabía que algo no estaba bien dentro de su cabeza...

"Hoy dormiré como un bebé". Recordé las palabras del ruso hace unos días, o ya superó sus traumas o era un gran actor. Sentí que la tristeza de Dominik me contagió un poco, me molesté conmigo mismo por sentir un poco de empatía hacia alguien que solo me ha hecho daño. Vladimir no se merecía mi lástima.

—Obviamente nada de eso justifica sus acciones, pero solo quiero que entiendas que su mundo es completamente diferente al que quizás tenemos tú y yo —me quedé callado repitiendo sus palabras en la mente. Dominik quería mucho a Vladimir, hasta un ciego podía ver eso, pero aun así era objetivo al decir que las cosas que hizo su amigo no tenían justificación. Eso era cierto.

—Parece que tu amigo quiere arrastrarme a su mundo —murmuré con pesar, él se sorprendió un poco. —¿No lo sabías? Me ofreció trabajo cuando estaba aquí —le dije fingiendo una risa pero su seria expresión me inquietó.

—Supongo que dijiste que no —soltó con cautela y algo de preocupación, asentí algo confundido por su reacción, él dejó caer los hombros y soltó un suspiro de alivio. —Sin importar lo que suceda, jamás debes trabajar para él. Si necesitas algo, sin importar lo que sea o cuando sea, puedes llamarme —sentí algo de temor al ver que hablaba con demasiada seriedad.

—¿Ahora sí me crees que quiere vengarse por lo que le hice? —le pregunté muy convencido de eso, Dominik tenía el ceño fruncido, ambos nos levantamos cuando comenzaron a llamar mi vuelo por los parlantes.

—Sí, comienzo a creer eso —alcancé a escuchar lo que murmuró con fastidio. —Ten mucho cuidado, seguiré viendo qué puedo hacer por ti desde aquí... —lo abracé de regreso cuando me rodeó con sus brazos por unos segundos.

—Podemos demandar a Vladimir —le sugerí con una sonrisa, él se rio un poco y revolvió mi cabello con cariño.

—Puedo imaginármelo —contestó con diversión, me despedí de él con otro abrazo más largo.

—Ese es para Cameron —dije refiriéndome al abrazo. Me dio un poco de envidia ver cómo su mirada se derretía con solo escuchar el nombre de su esposo. Sonreí y caminé hacia la puerta. Miré hacia atrás, él seguía allí parado observándome, agité una mano sacándole una sonrisa y seguí mi camino.

Aunque lo había dicho bromeando, creo que sí podría demandar a Vladimir si de alguna forma probaba que él fue quien intervino en la terminación de todos mis contratos. Pero sabía que los Brown nunca aceptarían ir contra él, Vladimir era parte de su familia, así que se vería muy mal que se pusieran en su contra, eso solo desataría otro escándalo mediático. Además, Vladimir probablemente se desquitaría con todo el mundo si aquello pasaba, sin obviar el hecho de que tenía los recursos financieros suficientes como para contratar a los mejores abogados del mundo o para comprar a todo el jurado.

Quince minutos después me encontraba en mi asiento esperando a que despegara el avión, mis ojos se humedecieron al mirar por la ventanilla. Había extrañado mucho mi país, pronto regresaría para recorrer mejor la ciudad. Este viaje fue un completo desastre, lo único bueno fue el hecho de poder ver a los demás.

Le escribí un mensaje a Roger para que supiera cuándo llegaría. Saqué los pequeños audífonos de la bolsa de vuelo y busqué una película en la pantalla frente a mí evitando pensar en estas caóticas vacaciones fallidas.

A mitad del viaje me comenzó a dar un mini ataque de ansiedad. Agradecía no tener a nadie al lado, probablemente mi cara asustaría a cualquiera en este momento. Me mordí las uñas con nerviosismo mientras veía por la ventana la gran oscuridad que inundaba el cielo. Todo se veía tan negro y vacío...

Presioné el botón junto al asiento para llamar a una de las azafatas. Miré alrededor, todo el mundo tenía puesto los antifaces para dormir, solo había una que otra persona despierta.

—¿Puedes darme un poco de agua, por favor? —le pregunté a la chica castaña que se me acercó, ella asintió con una sonrisa y se retiró. Respiré hondo varias veces y miré el mapa que salía en la pantalla. Todavía quedaban unas cuatro horas de vuelo. Me quedé sin aliento y luego comencé a hiperventilar cuando moví el mapa y caí en cuenta de la enorme distancia que había desde donde estaba hasta Rusia...

—Aquí tiene, ¿necesita algo más? —tomé el pequeño vaso con agua y me la tomé de un solo trago. "Sí, necesito otra gran bofetada de realidad".

—No, gracias —respondí conteniéndome de decirle lo que pensaba, la chica me sonrió nuevamente y se marchó.

Quité el mapa y cerré los ojos luchando por dormirme para no pensar en cosas innecesarias. Debería estar agradecido de encontrarme cada vez más lejos de ese hombre...

Pero lamentablemente no me sentía así.

. . .

Desde que salí del avión sentí que volvía a recordar cómo se respiraba con tranquilidad. No dormí casi nada porque mi mente simplemente no dejaba de pensar por más que lo intentara. Y por alguna razón, el hecho de estar a más de 9,000 kilómetros de distancia de Vladimir era algo que me estaba provocando cierto nivel de estrés y ansiedad.

Tres guardias de seguridad del aeropuerto se acercaron para escoltarme, noté que incluso tenían mis maletas. Los seguí mientras llamaba a Roger.

—Ya llegué, ¿dónde estás? —le pregunté mientras caminábamos por un pasillo vacío, distinto al que habían tomado los demás pasajeros. Escuché mucho ruido al otro lado de la línea.

Tratando de sobrevivir. No sé cómo se enteraron de que llegabas hoy... le dije a los guardias que te llevaran por otro lado, nos reuniremos en tu casa si es que puedo salir de aquí... —al escuchar aquello comprendí lo que sucedía.

Roger, ¿cuándo saldrá Dean? —escuché que una chica le preguntó eso en medio del bullicio.

Él está en Japón, querida, te equivocaste de país —me pasé una mano por la cara al escuchar la respuesta de Roger, las voces de los demás se hicieron más fuertes al escuchar eso, todos le gritaban que era un mentiroso.

¿Y entonces por qué estás aquí? —le preguntó un chico con burla.

¿Acaso el aeropuerto no es libre? ¿O tú lo compraste? —me detuve y rodé los ojos por el sarcasmo de mi manager, las respuestas en desacuerdo no se hicieron esperar, poco después la llamada se colgó.

—Quiero salir por la puerta principal —le dije a los hombres que me acompañaban, ellos me miraron con confusión. Eran las 11 de la noche, si algunos de mis fanáticos habían venido a recibirme aun a esta hora, ¿cómo podría irme tranquilamente a escondidas?

—Pero...

—Pero nada —dije interrumpiendo a uno de ellos y dándome media vuelta, me miré en la cámara de mi celular y arreglé un poco mi cabello. Era un poco tarde y había sido un largo vuelo, la gente entendería por qué no estoy tan presentable.

Unos minutos después de recorrer el aeropuerto alcancé a ver el tumulto de gente más adelante, eran unas veinte personas, los de seguridad habían puesto unas vallas para contenerlos. Todos gritaron como locos al verme, mi piel se erizó al ver sus grandes sonrisas y su emoción. Los paparazzis no tardaron en comenzar a tomar fotos con los flashes encendidos sin siquiera haberme acercado.

Busqué a Roger con la mirada. El rubio estaba a un costado discutiendo con uno de los guardias de seguridad hasta que el hombre señaló en mi dirección y mi manager finalmente me notó. Le sonreí con arrepentimiento cuando sus ojos azules se encendieron algo furiosos mientras comenzaba a caminar hacia acá.

Aquí viene...

Roger era alto, su cabello rubio dorado casi siempre estaba peinado en una elegante trenza que le llegaba un poco más abajo de los hombros. Él era de complexión delgada, creo que nunca en su vida ha hecho algún tipo de ejercicio. Su rostro era un poco ovalado, sus labios rosados eran un poco finos y su nariz recta era tan perfecta que cualquiera creería que se había operado. Era un hombre bastante apuesto aunque algo mandón. Casi siempre llevaba traje y corbata como en este momento, y sus ojos eran de un hermoso azul celeste.

—Les dije que te llevaran al estacionamiento —soltó con molestia en cuanto se detuvo frente a mí.

—Yo también me alegro de verte, Roger —dije sarcásticamente mientras comenzaba a caminar hacia la salida.

—Esos monstruos casi me crucifican. Me siento ultrajado... —comentó mirando mal a los fanáticos, me reí un poco. Él odiaba que lo tocaran, creo que se pueden contar la cantidad de abrazos que me ha dado a lo largo de todos nuestros años de amistad, y casi siempre eran en mi cumpleaños.

—¡Dean, por aquí!

—¡Te amo mucho!

—¡Dean! ¡David es un puto! —tuve que hacer un gran esfuerzo por no reírme y mostrar una expresión en blanco cuando alguien gritó eso mientras me fotografiaban.

Me acerqué más a ellos y me tomé algunas fotos mientras Roger mantenía su distancia y los guardias controlaban a la gente.

—A ti también te queremos Roger, aunque seas... ... —me reí al escuchar eso y miré a Roger con burla, él también se rio un poco. Ya la gente sabía cómo era su personalidad algo arisca.

Después de varios minutos tomándome fotos y dando algunos autógrafos, me subí en una camioneta negra siendo seguido por el rubio. Estaba cegado por los flashes, tardé unos segundos en adaptar mi vista a la oscuridad dentro del vehículo, el cual se puso en marcha luego de que el chofer pusiera mis maletas en la cajuela mientras la gente seguía gritando en el exterior.

—Hola, Tristan —saludé al conductor con una sonrisa, el señor castaño me devolvió el saludo. Él ha estado trabajando con nosotros desde hace unos cinco años.

Roger se mantuvo hablando por teléfono durante todo el camino mientras yo miraba los brillantes y llamativos edificios de Miami, los enormes letreros y lo concurridas que estaban las calles como casi todo el tiempo. Aunque mis ojos observaban todo eso, mi cabeza imaginaba qué podrían estar haciendo los demás en este instante... O qué estaba haciendo él...

Lo saqué de mi mente cuando vi más adelante la torre en la que vivía, frente a la entrada estaban esperándonos varios paparazzis que le tomaron fotos al vehículo mientras la puerta eléctrica nos daba paso. En cuanto entramos al estacionamiento Roger y yo nos bajamos para dirigirnos al lobby después de tomar mis dos maletas. Envié un mensaje por el grupo de mis amigos cuando Dylan preguntó si ya había llegado.

Saludé a la recepcionista agitando una mano, ella me sonrió y se sonrojó al ver a Roger, el cual tenía la vista clavada en su celular. Me sorprendía que no se haya quedado ciego todavía.

—Por lo visto no seré el único que morirá soltero —le dije mientras entrábamos en el ascensor, él sonrió un poco.

—¿Quién dice que estoy soltero? Conseguí novia cuando te fuiste —respondió mientras introducía el código de mi apartamento en el pequeño tablero, resoplé.

—Las novias imaginarias no cuentan —le aclaré con burla, él negó varias veces y volvió a mirar su celular.

—Tienes mucho que contarme, Dean —murmuró cuando minutos después se detuvo el ascensor y salimos.

Aspiré el relajante aroma a lavanda que impregnaba mi casa después de que dejáramos las maletas a un costado. Miré alrededor con una sonrisa. La sala era lo primero que daba la bienvenida al salir del ascensor. Tenía un concepto abierto, por lo que desde aquí se podía ver la cocina. Admiré mis largos y cómodos muebles grises, me quité los zapatos y caminé hacia allá, me senté mientras enterraba los dedos de los pies en la suave y peluda alfombra negra que cubría esta zona. Una de las paredes laterales, la que daba a la calle, era completamente de cristal. Me levanté y presioné el botón de las cortinas para que se corrieran.

—Te fuiste por una semana y media, no por un año —miré a Roger con desagrado cuando dijo eso desde el sofá, él me estaba mirando con una ceja arqueada. Con todo lo que me sucedió, esa semana fuera se sintió como todo un año. —Comienza a explicarme mejor qué fue lo que hiciste para que un mafioso ruso nos arruinara en un pestañeo —lo observé quitarse el saco, arrastré los pies hacia donde estaba y me senté en uno de los extremos del sofá mientras miraba con una sonrisa el enorme cuadro de Venecia que tenía colgado en una de las paredes color crema.

—¿No se te antoja un poco de helado? —le pregunté de repente cuando sentí ganas de comerme algo frío o alguna de las galletas de Dahlia, Roger arqueó ambas cejas.

—¿Estás enfermo? —preguntó levantándose y mirándome algo preocupado, me reí y negué, aclaré mi garganta mientras miraba alrededor con incomodidad. Si supiera todo lo que comí esta última semana... Aunque la forma en que me estudiaba con la mirada me decía que sospechaba algo. —No te voy a regañar si te descontrolaste un poco con tu dieta, solo no quiero que pase lo de la última vez...

—Dios... tienes que superar eso, Roger —dije de inmediato levantando los brazos con frustración, él entrecerró los ojos mientras volvía a sentarse.

—No, Dean. Nunca superaré que ordenaras diez pasteles de chocolate y mucho menos que te los comieras en dos días... —cuando dijo eso moví una mano imitando su boca y susurré un "bla, bla, bla". Eso sucedió hace años, ya era hora de pasar la página.

—Tenía mucho estrés —me defendí recordando aquella situación, el rubio me miraba con desconfianza. Esa vez estaba un poco deprimido porque me enteré de que mi novio del momento me estaba siendo infiel.

—En fin, ¿en qué estábamos? —preguntó ahora reanudando su atención al asunto de Vladimir, abracé uno de los cojines y comencé a contarle todo. Él se masajeó las sienes con pesar cuando terminé de hablar, luego se quedó en silencio mientras parecía analizar la situación en su cabeza. —Y ese trabajo que te ofreció... ¿de qué era? —no esperaba que preguntara eso de todas las cosas que le dije, sus ojos azules lucían muy interesados. Sabía que debía estar maquinando cuáles serán nuestros próximos pasos.

—No lo sé, no quiso decirme —contesté caminando hacia la cocina, miré mis gabinetes negros y los abrí todos sabiendo que no había nada de comer al igual que en la nevera. —¿Cuándo serán las entrevistas? —le pregunté mientras regresaba con desanimo hacia la sala, Roger negó con un dedo.

—Las cancelaron.

—¡¿Qué?! —grité con molestia, él asintió mientras se acostaba en el sofá.

—Pero tenemos una oferta para una sesión de fotos por toda la atención que tienes ahora mismo —cuando dijo eso abrí mucho la boca y sonreí, él hizo una mueca —Yo no me emocionaría tanto si fuera tú, no sabemos en qué momento la pueden cancelar —resoplé al ver su negatividad. Estaba feliz.

—Debemos hacerla lo antes posible —le dije con prisa, él se quedó pensativo pero después comenzó a escribir en su celular. Vladimir estaba muy lejos de aquí, ni siquiera él podría hacer algo si la sesión se hacía pronto y de forma discreta. Para cuando se enterara ya sería tarde...

—Veré si se puede hacer todo mañana.

Mientras Roger resolvía eso subí al segundo piso del pent-house para ir a mi habitación. Arriba solo se encontraban las habitaciones y una sala de juegos. En cuanto las luces de mi habitación se prendieron sentí paz al ver las paredes blancas, la alfombra blanca que cubría el piso, las sábanas igualmente blancas y los cuadros color pastel. Este era el cielo para mí. Me cambié de ropa por una más cómoda. Me puse unos shorts anchos y una camiseta de algodón, al igual que mis pantuflas. Después de eso bajé con prisa hasta la sala.

—Aceptaron. Ya me voy, tienes que estar listo a las 6 de la mañana —miré al rubio cuando se levantó del sofá y tomó su saco negro, asentí todavía sonriendo, él me miró con interrogación. —Ven, vamos a mi apartamento, te haré algo de cenar —acepté su invitación de inmediato y lo seguí hacia el ascensor. Él vivía unos cuantos pisos más abajo.

Nos fijamos en que el ascensor ya venía subiendo. Cuando las puertas se abrieron los dos nos quedamos petrificados al ver a David en el interior. El pelirrojo se veía terrible, su rostro estaba muy pálido y lánguido, tenía unas ojeras enormes, sus labios lucían secos y partidos y se veía como si no hubiese comido en un mes, noté que llevaba un sobre amarillo en las manos.

—Llamaré a la policía —dijo Roger sin titubear mientras sacaba su teléfono.

—E-Espera —David salió del ascensor y agarró su mano con desesperación, me eché hacia atrás alejándome un poco, Roger lo miró con molestia y lo apartó de un manotazo. —Necesito... tu a-ayuda o v-voy a m-morir... —el pelirrojo dijo aquello mirándome con un terror muy auténtico, sus ojos parecían dos botellas, lucían traumados y atemorizados, como si hubiese visto al mismo diablo.

—¿Qué rayos te pasó? —le pregunté confundido todavía mirándolo de arriba abajo, parecía un muerto. Roger me miraba como si estuviera loco.

—Tenemos que llamar a la policía —dijo el rubio con determinación.

—Espera —le dije ganándome una mirada de fastidio de su parte.

—V-Vladimir... l-los r-rusos... —susurró David antes de comenzar a llorar, Roger y yo nos miramos. Sentí mi corazón acelerarse. ¿Le hicieron algo o era otra de sus mentiras?

—¿Quieres un poco de agua? —le preguntó Roger con impaciencia ya que la voz de David sonaba muy ronca y rasposa.

—¡N-No! —vociferó aterrorizado, suspiré sin entender nada de lo que pasaba. Él me miró con mucho dolor, parecía estar sufriendo por dentro. Algo me decía que este no era otro de sus numeritos...

—Habla rápido, tienes tres minutos y ya va uno —le dijo Roger cruzándose de brazos y acercándose más a mí. Agradecí que estuviese aquí, no sabía cómo habría reaccionado si me encontraba a David estando solo. —¿Qué diablos estás haciendo? —Roger y yo miramos con sorpresa como David se bajaba los pantalones, antes de que pudiésemos decir algo más también se bajó los boxers mientras lloraba. Nunca antes había visto a un hombre llorar tanto.

El rubio y yo miramos a David con molestia. Me dio tanto asco ver su diminuto miembro que tuve que apartar la vista hacia su rostro.

—A simple vista no se ve... —comenzó diciendo después de recuperar el aliento.

—Eso es cierto —mascullé por lo bajo fingiendo que tosía cuando él se calló, Roger soltó una risita pero David me ignoró.

—E-Esa n-noche cuando me e-echaste... después de que t-te escribí... —esto último lo dijo mirando a Roger, él asintió recordándolo. Sentía el corazón en la boca por los nervios, y no ayudaba que David hablara con tal lentitud, pero parecía que apenas podía mover la boca, se veía algo tieso. —L-Los g-guardaespaldas me m-metieron en una camioneta y-y... m-me... m-me... —David comenzó a llorar con fuerza otra vez mientras se removía con dolor. ¿Qué fue lo que le hicieron? —Me e-entraron m-muchas a-agujas en e-el p-pene...

Me cubrí la boca con horror cuando entendí, Roger y yo bajamos la vista a su miembro otra vez. Me dio un escalofrío y me sentí un poco incómodo al imaginarme lo que él acababa de decir.

—¿Qué pruebas tienes de eso? —le pregunté dudando de la veracidad de sus palabras, Roger le arrebató el sobre amarillo de las manos y lo abrió con prisa.

El rubio hizo una gran mueca de dolor y me pasó una radiografía, miré todas las diminutas agujas que al parecer tenía en todo el pene y yo también hice una mueca al sentir que me dolía mi propio miembro, miré a David otra vez.

—Si esto fuera cierto, no podrías ni siquiera estar de pie por el dolor —le dije lanzándole la radiografía, él me miró dolido y señaló su parte baja.

—No estoy m-mintiendo, si te a-acercas lo suficiente p-podrás ver l-las marcas —me eché a reír sin gracia y miré alrededor buscando las cámaras. David no puede estar hablando en serio...

—Según esto, es real, pero cualquiera puede falsificar un informe —le dijo Roger lanzándole unos papeles que sacó del sobre.

—Hazlo tú, R-Roger, a-acércate —la cara de asco y horror que puso Roger no tuvo comparación cuando David dijo eso.

Los tres nos quedamos en un incómodo silencio por unos minutos hasta que Roger me miró y yo le indiqué con las manos que se acercara a David mientras articulaba un "adelante" con los labios.

—Si te atreves a hacer algo raro te voy a asesinar —dijo el rubio acercándose un poco más a él y mirándolo con odio, David se quedó quieto como una estatua, parecía estar conteniendo la respiración.

—¿Necesitas una lupa? —le pregunté a Roger con inocencia ganándome una mirada molesta por parte de David.

Roger no se acercó demasiado a él pero desde donde estaba miró fijamente lo que tenía el pelirrojo ahí abajo.

—Mierda... —dijo tras unos segundos mientras se alejaba, se veía sumamente asqueado, por la perturbación en sus ojos celestes supe que David había dicho la verdad. —Es cierto, se pueden ver algunas de las agujas por debajo de la piel —me susurró el rubio fingiendo un escalofrío, hice una mueca.

—No tenía ni idea —le dije a Roger en voz baja mientras ambos mirábamos a David, el cual se estaba subiendo nuevamente los pantalones. Con razón no quiere ni hablar con su hermana, me sorprende que no se haya suicidado...

—Parece que le importas mucho a alguien... —miré a mi lado cuando Roger dijo eso con un tono misterioso, su mirada era de curiosidad, resoplé ignorando el leve aceleramiento de mi corazón.

—Él no soporta a David, sé que lo hizo por eso —dije con convicción. Roger soltó un sarcástico "ujum", suspiré y miré al pelirrojo.

—Si fuiste al hospital y te hicieron un reporte, ¿por qué todavía las tienes adentro? —le preguntó el rubio con confusión, David me miró con amargura.

—La operación es muy costosa —respondió él ahora mirándome como si todo fuese mi culpa cuando en realidad él mismo se buscó todo eso.

—¿Y fuiste con la policía o algo? —le preguntó Roger con interés ignorando lo que había dicho, David negó dejándonos sorprendidos. Él es detective así que me asombra que no haya recurrido a sus compañeros o alguno de sus jefes.

—Ellos... e-ellos me grabaron c-confesando lo que t-te hice... dijeron q-que si iba c-con la policía t-terminaría perdiéndolo t-todo... —cuando David confesó eso Roger soltó un silbido impresionado y después sonrió un poco. David lo miró mal y tomó una gran bocanada de aire. —También m-me dieron una tarjeta d-de un doctor, d-dijeron que si n-necesitaba que a-alguien me quitara las a-agujas que llamara...

—¿Y entonces? —le pregunté sin entender por qué no había llamado a ese doctor, David me miró con un poco de culpabilidad. Yo no sabía ni qué pensar...

—C-Cuando llamé m-me preguntaron q-que para cuándo quería a-agendar mi castración q-química... —después de decir eso los dos miramos a Roger cuando se comenzó a reír con mucha fuerza, incluso aplaudió mientras se descojonaba.

—Hay que admitir que el tipo tiene sentido del humor —dijo el rubio secándose las lágrimas que se le salieron. No se equivocaba. Vladimir tenía un retorcido y oscuro sentido del humor...

Miré a David sin sentir ni un poco de lástima por él. Fue muy ingenuo al creer que yo lo ayudaría dándole dinero para la operación, cuando en realidad sí debería ser castrado para que no le haga a alguien más lo mismo que me hizo a mí.

—Lo siento pero no puedo ayudarte, ni siquiera soporto verte —le dije con desprecio señalando el ascensor para que se marchara, él lució un poco incrédulo.

—Mañana haremos los trámites para una orden de alejamiento —le avisó Roger con seriedad, David negó violentamente mientras nos miraba asustado.

—¡Tienen que ayudarme! —gritó molesto.

—No, en realidad no tenemos —le respondí fríamente, Roger también lo miró con molestia.

—Pide un préstamo en un banco o roba uno, pero no vas a recibir nada de nosotros —asentí cuando el rubio dijo eso con seguridad, David miró al cielo con exasperación.

—Voy a morir del dolor —me pareció un poco dramática la forma en la que dijo eso, arqueé una ceja y me acerqué al ascensor.

—Si las drogas no te han matado, no creo que eso lo haga —contesté presionando el botón para que se abrieran las puertas, David caminó hacia él mientras nos miraba con molestia.

—Gracias —dijo con resentimiento y odio en la mirada, Roger agitó una mano despidiéndose de él. Por un segundo sentí temor al ver la amenaza en sus ojos verdes antes de que las puertas se cerraran. Tenía la leve sospecha de que hoy no sería la última vez que lo vería.

—En serio hay que pedir una orden —dije recogiendo los documentos que se habían quedado en el suelo.

—Lo haremos, por cierto, no creo que alguien se tome tantas molestias por ti si no le gustaras —negué mientras caminaba hacia la cocina para botar los papeles.

—¿Vas a seguir con eso? A Vladimir no le gusta que lo prueben y David lo retó varias veces esa noche, solo está pagando las consecuencias de haberlo hecho molestar —le expliqué mientras me sentaba en uno de los banquillos del desayunador después de botar el sobre amarillo, Roger se sentó a mi lado luciendo pensativo.

—Es una lástima, si le gustaras las cosas podrían ser más sencillas —lo miré con interrogación cuando dijo aquello vagamente.

—¿Qué quieres decir? —pregunté ahora sacando el celular para pedir algo de comer. —¿Quieres sushi o fideos? —quise saber mientras seleccionaba lo que iba a ordenar. Ya era tarde y seguro él no tenía ganas de ponerse a cocinar después de esa escenita con David.

—Si logras gustarle mucho entonces llegará un punto en el que ya no querrá tener tu odio así que arreglaría todo este embrollo en un santiamén...

Roger lucía muy orgulloso de su magnífica idea. Negué y lo miré con ternura. Qué inocente. Él dice eso porque no conoce a Vladimir, ese hombre no se ablandaría ni metiéndolo en agua caliente.

—Créeme, si yo le gustara a Vladimir Sokolov, lo único que él haría sería buscar la forma de hacerme su acostón de una noche y nada más... —afirmé mientras agregaba dos rollos de sushi al carrito eligiendo por él, de reojo lo vi sonreír.

—¿Y qué mejor forma de intentar llevarte a la cama que resolviendo todo esto? —detuve lo que estaba haciendo y chasqueé los labios mientras negaba.

—Y dime Sherlock, ¿qué crees que hará cuando "resuelva todo esto" y vea que aún así yo no quiero acostarme con él? —le pregunté con sarcasmo imaginando la posible catástrofe que desencadenaría ese escenario. Roger recostó su cabeza de la encimera luciendo derrotado.

—Es uno de los hombres más codiciados del mundo por las mujeres, quizás no sea tan terrible pasar una noche con él... —me crucé de brazos con indignación cuando escuché tal cosa, él rodó los ojos.

—Por tu propio bien imaginaré que no dijiste eso —contesté regresando mi atención al celular.

—Aunque con ese tamaño que tiene... leí por ahí que mide 1.98 metros, quizás sí sea un sacrificio demasiado grande... —ni siquiera levanté la mirada al escucharlo murmurar eso pensativo, ignoré el calor que se alojó en mis mejillas.

"No le interesas a Vladimir", las palabras de Klaus resonaron en mi cabeza. Aunque dijo todas esas cosas con la intención de lastimarme, él no estaba muy lejos de la realidad. Recordé como Vladimir se alejó de mí esa noche en la casa de la playa cuando yo estaba frente a él casi desnudo por completo, aunque era muy notorio el deseo que sentía al parecer no fue suficiente para que siquiera intentara besarme. Esa noche tuvo muchas oportunidades de intentar cualquier cosa y sin embargo no lo hizo. Irónicamente, Vladimir era el único hombre que no había intentado propasarse conmigo.

—Quizás marcas nuevas se arriesguen a trabajar con nosotros cuando salgan al público las fotos que te harán mañana —cuando Roger habló crucé los dedos deseando que así fuera y dejé de pensar en Vladimir.

—Si eso no funciona... lo entenderé si quieres buscar a alguien más a quien representar —admití con tranquilidad, él me miró muy indignado y dolido, tragué duro.

—Si terminamos en la calle sin un solo dólar en los bolsillos lo haremos juntos —me reí un poco cuando dijo eso con tanta seriedad, abrí los brazos y caminé hacia él con intenciones de darle un abrazo pero se alejó de mí mientras se reía.

Dos minutos después los dos nos encontrábamos sentados en la sala de estar mientras esperábamos la comida. Puse una película al ver que el rubio estaba ensimismado en mi laptop. Él nunca dejaba de trabajar...

Conocí a Roger en uno de mis primeros trabajos, recuerdo que se acercó a mí cuando terminó la sesión y me dijo que quería ser mi representante, él ya tenía un nombre hecho y yo no era tan famoso en ese entonces, por tal razón me pareció un sueño hecho realidad que quisiera ser mi manager. Al principio no le podía pagar lo que realmente merecía, pero a él no le importó eso, nuestra relación profesional rápidamente se convirtió en una gran amistad. Estaba muy agradecido con él, siempre lo estaría.

Media hora después, mientras yo veía Coraline, el timbre finalmente sonó. Estaba muriendo del hambre.

—Yo iré, te pedí sushi —dije para que no interrumpiera lo que estaba haciendo, él me sonrió. Me levanté y caminé hacia la sala principal.

Después de recibir la comida regresé y me sorprendió ver una foto de Vladimir en la pantalla de la laptop, la cual Roger había dejado sobre la mesa de centro mientras estiraba los brazos.

—¿Qué estás haciendo? —le pregunté con curiosidad, el ojiazul abrió un documento que mas bien parecía una especie de mini informe sobre Vladimir.

—Hay que conocer bien a tus enemigos —dijo abriendo las bolsas cuando las dejé sobre la mesa, me senté y tomé la laptop mientras leía lo que había investigado sobre el ruso.

—Solo hay un párrafo... —murmuré riéndome un poco, él me dedicó una mirada fulminante mientras abría los palillos.

—En internet no hay nada relevante —me explicó llevándose una pieza de sushi a la boca. Tomé la cajita de fideos y comencé a comer en silencio. —Hice unas cuantas llamadas en esta semana y nadie quiso decir algo sobre él. No quería decírtelo para no preocuparte pero hace dos días encontré esta tarjeta sobre mi cama... —aparté la cajita y miré con atención la pequeña tarjeta negra que sacó de su billetera, sentí mi cuerpo frío al leer lo que decía en letras blancas. "Estás haciendo muchas preguntas".

—Que la dejaran en tu cama es una clara amenaza —dije mirando el reverso de la tarjeta pero no tenía ningún sello o marca, Roger asintió con la mirada perdida. —Te juro que no soporto a ese hombre —mascullé con rabia. Al dejarla en su casa era como si le estuviese diciendo "Sé dónde vives y puedo entrar cuando quiera".

—No tengo miedo —me sorprendía ver lo tranquilo que él estaba, me sonrió de lado repentinamente. —Él no me hará nada. Tiene un límite porque le gustas aunque sea un poco...

—¡Listo! Terminé contigo, me iré a cenar a otro lado —dije levantándome y tomando mi cajita con ramen, salí de allí ignorando su risita.

Me senté en la cocina y miré los fideos mientras los movía con los palillos. Había perdido el apetito. No comprendía del todo las acciones de Vladimir. ¿Por qué le hizo eso a David? ¿Fue porque me escuchó decir que es un violador o solo porque intentó golpearlo? El pelirrojo no volvería a tener una erección jamás en su vida después de lo que le hicieron. No me sentí mal cuando me llenó de satisfacción saber eso.

Guardé el resto del ramen en la nevera y subí a mi habitación para darme un baño antes de dormir pero el agotamiento físico que tenía me ganó y acabé tirándome boca abajo en la cama.

—Me marcho, recuerda despertar temprano, estaré aquí a las 5:30 —agité una mano sin levantar mi rostro de la almohada cuando Roger me habló. —Te pondré la alarma —dos minutos después de haber dicho eso lo escuché suspirar antes de que cerrara la puerta. Bostecé con fuerza y relajé todo mi cuerpo...

. . .

Abrí los ojos cuando la estridente alarma casi hace sangrar mis oídos. Todo estaba a oscuras así que extendí una mano hacia la mesita de noche para agarrar el despertador, en cuanto lo hice apagué el sonido. Maldije a Roger al ver que los brillantes números del despertador indicaban que eran las 4:50 de la mañana. Pude haber dormido unos veinte minutos más.

Dejé el despertador a un lado y tanteé la superficie de la mesita hasta dar con el control remoto para subir las cortinas, aunque aquello no cambió el ambiente de la habitación cuando lo hice. Como estaba en un piso 40 tenía una vista plena del cielo, el cual estaba oscuro a estas horas.

Tras encender las luces caminé hacia el baño mientras recordaba que tenía que pedirle a Roger que me regresara a mi gata, la cual amablemente accedió a cuidar a pesar de que no le gustan los felinos. Miss Mitsy era muy delicada, no le gustaban mucho los hoteles para mascotas.

Me bañé con los ojos cerrados mientras luchaba por no quedarme dormido. Cuando salí del baño me vestí rápidamente y bajé al primer piso para preparar mi revividor más comúnmente conocido como café.

—Buenos días, tienes que cambiar la clave por si David decide regresar —unos diez minutos después miré a Roger cuando se acercó a mí diciendo aquello tras haber salido del ascensor.

—Lo haré en un momento —dije mientras sacaba dos tazas de la alacena, ya el café estaba listo pero me había quedado absorto pensando en la sesión de hoy. Después de llenar las dos tazas les eché un poco de azúcar. Le di un gran sorbo a una mientras Roger tomaba la otra. —Trae a Miss Mitsy hoy —le recordé antes de seguir bebiendo, él asintió luciendo muy aliviado.

—La iría a buscar ahora mismo pero llegaríamos tarde —respondió viendo la hora en su reloj y dejando su maletín sobre la encimera, al verlo tuve un pequeño flashback de cómo Vladimir me había inyectado algo cuando sentí que iba a morir.

—¿Nos vamos? —le pregunté rápidamente apartando esos pensamientos y dejando la taza en el lavaplatos.

—Vamos —repitió él caminando hacia el ascensor. Cuando entramos cambié la clave y la apunté en mi celular para no olvidarla. Roger y yo nos miramos llenos de esperanzas y no hubo necesidad de decirlo en voz alta, pero esperábamos que todo saliera bien.

Me mantuve callado todo el camino hacia el estudio donde se haría la sesión mientras que Roger no dejaba de escribir en su teléfono. Me sentía tan nervioso como la primera vez que posé profesionalmente delante de una cámara.

Llegamos al lugar en unos diez minutos. Se trataba de un pequeño pero muy bien diseñado estudio de un piso de grandes ventanas y paredes negras.

—Anoche te envié el contrato por correo, ¿lo viste? —miré a Roger esperando que dijera que no hablaba en serio, él se agarró el puente de la nariz y negó. —No digas nada, lo firmarás después de la sesión —asentí mientras bajaba del auto.

—Qué bueno que llegaste temprano, hay que darnos prisa —una mujer castaña se acercó de prisa a mí y me apresuró a entrar en el estudio mientras Roger se quedaba hablando con un señor pelinegro que le mostraba unos documentos.

Cuando entramos vi que el fotógrafo ya estaba ahí al igual que los maquillistas y estilistas. Mientras todos arreglaban la iluminación y daban los últimos detalles, la mujer me arrastró hacia el espacio de maquillaje.

—No tardes —le dijo rápidamente a una chica de cabello rosado y ojos negros que mascaba exageradamente un chicle.

Sin siquiera emitir una palabra la chica hizo que me sentara en una silla giratoria y me amarró el cabello en un pequeño chongo para apartarlo de mi rostro. La miré mal cuando explotó una burbuja de chicle bastante cerca de mí, ella me ignoró y comenzó a preparar mi piel para el maquillaje.

Me estuve mirando en el espejo todo el tiempo, aunque la chica era un poco brusca, me había hecho un maquillaje muy natural y bien elaborado. Roger se había acercado y con una sonrisa levantó ambos pulgares, le sonreí un poco antes de verlo marcharse otra vez con el hombre trajeado.

—Mmm... le falta algo más —la chica finalmente emitió palabra mientras miraba mi rostro con duda.

—Creo que así está bien —le dije intentando ser amable pero cuando intenté levantarme ella apoyó las manos en mi pecho y negó lentamente.

—Le falta algo —dijo otra vez mientras volvía a tomar una de las paletas de maquillaje, suspiré y me quedé en silencio.

Veinte minutos después todavía seguía siendo maquillado por la chica. Parecía estar haciéndome una reconstrucción facial o algo así con lo mucho que ha tardado. Como ahora estaba de espaldas al espejo no podía ver qué tal estaba quedando mi rostro aunque sí alcancé a notar que tenía demasiado rubor en la nariz.

—Es suficiente —le dije agarrando su mano al ver que planeaba seguir poniéndome la nariz más roja incluso después de que estornudé varias veces por todo el polvo, ella asintió.

—Solo falta un pequeño detalle —resoplé cuando dijo eso otra vez, giré la silla hacia el espejo cuando ella se alejó. —¡Te quedo muy bien! ¿Verdad?

Respiré hondo unas cinco veces mientras miraba mi reflejo. Mi rostro estaba completamente blanco como una hoja, la nariz la tenía roja, tenía tres pecas dibujadas en cada mejilla y alrededor de mis labios había un gran exceso de labial rojo, tal y como un...

—¡Un payaso! —exclamó la chica con una sonrisa e intentó ponerme una peluca de rizos azules hasta que Roger llegó y le agarró el brazo con violencia deteniéndola.

Sentí mis mejillas calientes debajo de los dos kilos de maquillaje que tenía, me mordí el labio para evitar que se me salieran unas lágrimas cuando escuché las carcajadas de los demás. La chica que me maquilló tomó una foto de mi rostro sin ningún tipo de disimulo.

—Publica eso y los nietos de tus nietos tendrán que seguir pagando todo lo que te sacaremos —Roger la amenazó con una calma que me sorprendió, y tuvo efecto ya que la chica lució muy intimidada. —Vámonos de aquí —me levanté y lo seguí rápidamente mientras cubría mi rostro de las miradas burlonas de todos.

En cuanto entramos en el vehículo me saqué la camiseta y me quité con rabia todo el maquillaje.

—Espero que no hayas desempacado —Roger me dijo aquello con mucha frialdad, lo miré confundido, él estaba casi echando humo por las orejas. —Esta es la guerra...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro