Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO SEGUNDO

Por una fracción de segundo, Dragos permaneció clavado al piso, anonadado ante la belleza de esa joven mujer. No alcanzó a reaccionar debidamente y, cuando lo hizo, ella ya no estaba delante de sus ojos.

-¡Carajo! – Bufó el muchacho buscándola entre la multitud - ¿En dónde se habrá metido? – Se preguntó mientras buscaba entre la gente.

Era fin de semana y las familias aprovechaban el descanso para asistir a la feria, divertirse en los juegos mecánicos, de destreza y comer todo lo que les alcanzara el estómago. Pero lo que más llamaba la atención de los lugareños era el circo de fenómenos que aún exhibían en ese lugar. Había filas enteras de personas esperando mirar por morbo las rarezas que se mostraban ahí. El dueño de la feria y del circo era un hombre llamado James Swinton, poco se le veía por el lugar y la gente lo admiraba y respetaba, sin embargo, los niños le tenían miedo, pues el hombre, poco agraciado y de expresión cruel causaba verdadero pánico en los infantes.

Dragos se movió entre la apretada fila de personas que asistían de nuevo a mirar las nuevas curiosidades del circo. Se detuvo un momento para pararse de puntillas y mirar a todas partes. Pudo distinguir el cabello platinado de la joven al dar la vuelta en una esquina y abandonar la feria. Dragos corrió hasta allá, pidiéndole que se detuviera, pero ella no lo hizo, sólo se dio la vuelta y le dedicó una hermosa sonrisa, mientras se echaba a correr rumbo al bosque.

El chico la siguió, corriendo a mayor velocidad. Ella giraba la cabeza y reía con una risa suave y cantarina. No se burlaba de él, simplemente le divertía esa persecución y, cuando Dragos estaba a punto de alcanzarla, ella, ligera cual pluma, se escapaba entre los árboles, desapareciendo momentáneamente de su vista.

-¡Eres una chiquilla muy traviesa! – Suspiró Dragos - ¡Espera, por favor! – Rogó – No pretendo hacerte daño, ¡sólo quiero hablar contigo! – Sonrió - ¡Me muero por saber quién eres!

La risa se escuchó con claridad en los oídos de Dragos, esa risa suave y cantarina que lo tenía completamente hechizado y él también rió junto con ella. Sin embargo, el juego lo estaba cansando, ¿acaso no pensaba detenerse?

-¡Detente, por favor! – Pidió Dragos buscando apoyo en el tronco de un pino, pues estaba casi sin aliento.

La silueta se detuvo a escasos metros de Dragos y lo observó atentamente. La luz de la luna llena caía directamente sobre la joven, como una especie de reflector, acrecentando su belleza mística.

-¡Realmente eres escurridiza! – Sonrió Dragos echándose a andar - ¿Por fin vas a detenerte?

Rusalka sonrió y extendió sus brazos, haciéndole una seña para que este la siguiera. Dragos apretó el paso y en ese instante, Rusalka lanzó otra carcajada, echándose a correr rumbo al lago. Dragos suspiró, siguiéndola, para él hubiera sido fácil darse la vuelta y volver a su casa, pero tenía curiosidad en saber quién era esa joven.

Él caminó por un buen trecho, hasta que se dio cuenta que la había perdido de vista, pues se encontró a orillas del lago. Suspiró y buscó por todos lados, pero ella ya no estaba ahí. Con aire derrotado, se dejó caer en el piso y miró atentamente las quietas aguas... ¡pero las aguas no estaban quietas! Dragos escuchó un chapoteo, como si alguien hubiese lanzado una piedra al agua. Las ondas concéntricas aún eran visibles bajo la luz de la luna. Quizá la chica estaba escondida y quería llamar su atención.

El hombre se echó a andar hasta el sitio donde creyó habían tirado la piedra, sin embargo, nadie estaba ahí, sólo un vestido de lino azul colgaba grácilmente de las ramas de un árbol. Dragos lo tomó y miró para todos lados, ¡estaba solo! Ella se había marchado y sólo dejó su vestido, como una especie de señal. Quizá para decirle que ella no era parte de un sueño, sino que formaba parte de su realidad.

Dragos lanzó un suspiró y aspiró el delicado perfume que emanaba del vestido. Era un aroma parecido al que despiden los claveles, un aroma fresco, juvenil y atractivo. Miró el reloj, ¡ya era tarde! Debía volver a su casa y descansar, pues tendría un día muy ajetreado. Indudablemente volvería al lago, pues tenía la esperanza de encontrarse de nuevo con esa mujer.

Al siguiente día, antes del ocaso, Dragos visitó la orilla del lago. Esperaba poder encontrarse con esa rubia que se estaba apoderando de su mente y su corazón. ¡No había podido sacarla de su cabeza! Durante toda la noche había estado pensando en ella sin poder pegar los ojos y cuando pudo dormir, sus sueños estuvieron invadidos con la imagen de esa preciosa mujer de largos cabellos plateados.

Dragos se sentó cerca de la orilla y posó su mirada en la puesta del sol. Recordó que cuando era niño, solía sentarse en ese mismo lugar para escuchar el canto del viento y lo que intentaba decirle. Creyó escuchar esa melodía que de pequeño invadía sus oídos y comenzó a tararearla.

Rusalka nadaba muy cerca de la orilla y sintió la presencia del joven. La náyade se acercó lentamente y lo escuchó murmurar su canción. La chica sonrió y unió su canto al de Dragos mientras su corazón latía acelerado.

"Luna en el cielo profundo, tu luz lejana miro, y vagas por la superficie de la Tierra, bañando con tu mirada el hogar de los hombres. Detente un momento, dime, ¿dónde está mi amor? Dile, Luna plateada, que es mi brazo quien lo abraza, para que se acuerde de mí al menos un instante. Y dile que yo espero, ilumínalo todo, desde lejos. Y si aparece en un sueño para el alma humana, ¡oren para que se despierte con este recuerdo! Luna, no te escondas, no te escondas... ¡Luna, no te escondas más!"

Dragos guardó silencio un momento y aguzó el oído. Alguien se había unido a su canto, una voz femenina, melodiosa y muy dulce. El hombre se relajó y dejó que la voz siguiera cantando la canción, cerró los ojos y se quedó profundamente dormido.

Rusalka salió a la superficie, su cola de pez la empujaba suavemente hasta la orilla del lago, cerca de donde Dragos dormía. La ninfa suspiró y lo contempló extasiada, ¡jamás había estado tan cerca de él! Extendió su mano y lo tocó con suavidad, esbozando una enorme sonrisa. ¡La piel de Dragos era tan cálida! Y para la ninfa fue cómo si los rayos del sol primaveral cayeran sobre su piel. Rozó con sus dedos la nariz y los labios del joven, dibujó su mentón fuerte y rió cuando la barba del hombre entró en contacto con su piel.

Dragos regresó de su sopor al sentir unas manos frías sobre su rostro e hizo un intento por despertar. Rusalka se asustó por un instante y decidió regresar al agua, no sin antes dejar un suave y delicado beso sobre los labios de Dragos quién inmediatamente abrió los ojos y parpadeó varias veces.

El hombre se incorporó de golpe, creyó ver la silueta de una mujer sentada a medias junto a él. Pero realmente no estaba seguro, quizá todo era un sueño. Soñó que la hermosa joven que vio en la feria lo acariciaba, pero esta vez no llevaba puesto un vestido de lino. Su pecho estaba desnudo, cubierto por sus cabellos rubios. En su cabeza llevaba una hermosa corona hecha de piedras y perlas del río. ¡Parecía una sirena!... pero las sirenas no existen. ¡Esos eran sólo cuentos para niños! Ya que él recordaba que los viejos del pueblo decían que el lago Tyrifjorden estaba encantado y que en las profundidades habitaban creaturas fantásticas, como ninfas y duendes del agua. Y que el espíritu del agua custodiaba un gran tesoro, pero nunca nadie había podido llegar con vida al fondo.

Dragos se incorporó y estiró los brazos. Regresaría a su casa y comería una opípara cena, pues moría de hambre. Le gustaban los cuentos de seres fantásticos y de sirenas. Le gustaba soñar despierto y contemplar por largas horas la maravillosa vista de las quietas aguas del lago. Con sirenas o sin ellas, el Tyrifjorden era majestuoso, rodeado de colinas y vastos bosques.

Durante los días siguientes, las visitas de Dragos al bosque y sus paseos en este fueron cada vez más frecuentes. El joven permanecía largo rato, con la mirada fija en el agua, esperando que de las calmadas aguas surgiera la imagen de la mujer de sus sueños. ¡Era un tonto por pensar en esas cosas! Ya no era un niño, era un hombre adulto con responsabilidades y una vida ajetreada. No podía ponerse a soñar despierto e imaginar cosas que no existían.

Pero Dragos simplemente no podía dejar de visitar la orilla del lago. Durante su jornada laboral, él cantaba las canciones que evocaba de su niñez, esas que Rusalka cantaba para él, escondida en las aguas del Tyrifjorden. Los cantos que el viento le llevaba cuando se encontraba sumido en la tristeza y que tanto lo reconfortaban. Por las tardes, cerca del ocaso, se sentaba cerca del agua y mantenía largas charlas con la nada, recibiendo siempre una respuesta a sus pensamientos.

Cuando no estaba en el bosque, Dragos visitaba el pueblo y la feria local, con la esperanza de encontrarse de nuevo con esa muchacha, pero durante ese mes, ella jamás apareció, dejándolo consternado y un poco triste. ¿Acaso lo habría imaginado? ¿Sería que se estaba volviendo loco a causa de la soledad?

La Luna llena volvió a brillar con fuerza en el cielo y Rusalka salió de las profundidades del lago para tomar la forma de esa dulce joven que tenía de cabeza a Dragos Balan. La chica lucía un vestido estilo rockabilly, ceñido en su breve cintura, a la espinilla, de vuelo amplio, escote en forma oval y en un color rojo encendido. Sonrió feliz y miró sus pies que calzaban unas delicadas zapatillas a juego con su vestido. Su cabello rubio estaba peinado en una coleta muy alta que se agitaba con sus movimientos cadenciosos.

Rusalka caminó lentamente por el lindero del bosque, dispuesta a llegar al pueblo y encontrarse con Dragos. La náyade tenía un plan y esperaba que tuviera un buen resultado. Suspiró feliz y continuó con su camino.

Pero, hete aquí que la chica chocó con algo o alguien. De sus labios brotó un agudo grito y por poco cae al piso. Unos brazos fuertes y firmes le rodearon la cintura, impidiéndole que cayera. Rusalka cerró los ojos y escuchó un hondo suspiro melancólico que brotaba desde lo profundo de un corazón enamorado. La mujer volvió a abrir los ojos y fue entonces que pudo verlo con claridad.

El cuerpo de Dragos chocó con una frágil y etérea figura enfundada en un vestido rojo. Sus brazos la aprisionaron con firmeza, impidiéndole caer al piso. ¡Se trataba de la joven de la feria! La hermosa rubia que lo tenía enloquecido desde la primera vez que la vio y la que se había esfumado como por arte de magia, llevándose consigo su cordura y su corazón.

Rusalka abrió la boca, pero no pudo emitir sonido alguno. Dragos la observaba, sus ojos azules brillaban con picardía y en sus labios se dibujó una sonrisa que dejó al descubierto sus dientes, mientras que la punta de su lengua recorría sus labios. La chica trató desesperadamente de soltarse, ¡eso no estaba en sus planes! No esperaba verlo ahí, ella suspiró y trató de calmarse. Pero era imposible, su corazón latía a una velocidad increíble y sentía que estaba a punto de salirse de su pecho.

-¡Hola! – Saludó Dragos sin dejar de sonreír - ¡Por fin te dejas ver! – Exclamó – Estuve buscándote por varios días seguidos y llegué a creer que eras un hada o...

-Soy una mortal, como tú – Respondió Rusalka levantando le cabeza – Ahora, ¿puedes dejarme ir? Necesito ir al pueblo.

Rusalka hizo un intento por caminar y alejarse de Dragos, quién estaba embobado al escucharla hablar. Su voz le parecía conocida, tenía un timbre dulce y melodioso. Sin embargo, reaccionó rápidamente y la tomó de la mano.

-¿Vives cerca? – Preguntó Dragos con curiosidad - ¿Qué haces sola a mitad de la noche y en el bosque?

-Soy Caperucita Roja y me perdí – Murmuró la joven y le dedicó una mirada desdeñosa.

-¡Y yo soy el lobo feroz! – Gruñó Dragos y después se echó a reír - ¿Cómo te llamas?

-Me llamo Rusalka – Exclamó la joven con seriedad - ¡Y tú te llamas Dragos Balan!

-¿Y cómo es que tú conoces mi nombre? – Preguntó con curiosidad – Pero yo no conocía el tuyo.

-A veces te espío – Sonrió Rusalka – Sé muchas cosas de ti. Perdiste a tu madre cuando eras un niño...

Dragos la observó con curiosidad. Ella era demasiado joven como para saber esos detalles. No era un secreto el que su madre hubiera muerto y mucha gente lo sabía. Pero le parecía un poco sospechoso que ella supiera su nombre y ciertas cosas de él, mientras que él desconocía todo respecto a ella.

-Bien – Dijo Dragos con cautela – Dado que dices conoces muchas cosas sobre mí, me gustaría saber algunos detalles sobre ti – Dijo y esbozó una gran sonrisa - ¿Me acompañas a la Riviera? Ahí podemos hablar con calma.

-Te gusta mucho ese sitio, ¿no es así? – Preguntó Rusalka tomándolo de la mano y caminando junto a él.

-Es mi sitio favorito – Dijo el hombre - ¿A ti no te gusta?

-¡Me encanta! –Sonrió la joven – Me encanta sentarme a orillas del lago y cantar... ¡cantar con todas mis fuerzas! – Suspiró mientras la letra de una hermosa melodía brotaba de su garganta.

https://youtu.be/HegdQXC_vxk

"Did you see the night sky and the ray lights of sun? Did you see the mountains and the wild wolves all run? Did you hear the bird's song? Did you feel the cold wind? I saw nothing up there i had only a glimpse, I saw nothing up there I saw nothing but him! I so much desire to have feet of my own..."

Dragos escuchó con atención esa canción. ¡La recordaba! Por supuesto, ¿cómo podía olvidarla? Si esa era una de las tantas melodías que el viento llevaba consigo, sobre todo cuando estaba triste y melancólico... ¡necesitado de un consuelo! Ese canto le daba el consuelo anhelado, lo confortaba haciéndolo sentir mejor.

-¿Cómo es que la conoces? – La interrumpió Dragos tomándola con fuerza de la mano y mirándola fijamente a los ojos - ¡Pregunté tantas veces en el pueblo! Y nunca nadie pudo darme razón de...

-¡Es un canción secreta! – Susurró la chica y esbozó una sonrisa traviesa – Sólo los nobles de corazón puro sabrán escucharlas – Dijo mientras le acariciaba el rostro – Porque ¿sabes? ¡Hay muchas de ellas! ¡Miles de cantos! Todos vienen desde lo profundo del lago y son llevadas por el viento.

-No lo entiendo... - Gimió Dragos – Yo...

-¡No lo entiendas! – Gritó Rusalka llena de felicidad - ¡Solo canta! Disfruta y vive – Murmuró echándose a correr - ¡La la la di dei! ¡La la la di dei!

-¡Espera, Rusalka! – Gritó Dragos corriendo detrás de la muchacha - ¿A dónde vas?

-¡A casa! – Sonrió ella deteniéndose – Es tarde y debo volver.

-¿A dónde?

-¡Al lago!

-La isla, dirás.

-¡El lago! – Gritó y se echó a correr de regreso hasta los brazos del hombre.

Dragos la recibió y comenzó a reír. Él estaba feliz de estar junto a esa chica. La sujetó con firmeza por la cintura, levantándola un palmo del piso, mientras comenzaba a dar vueltas y vueltas. Dragos sabía que algo lo unía a esa mujer, no sabía qué era, ni cómo, ni porqué. Quizá se trataba de eso que llaman el hilo rojo del destino. Rusalka era la mujer que él había buscado, ¡su otra mitad!

Se detuvieron después de varias vueltas. Rusalka tenía las mejillas sonrosadas y respiraba de manera agitada. El corazón de Dragos se agitó lleno de amor. ¡Amaba a esa mujer! Había sido amor a primera vista. Se enamoró de su belleza, su candor, de su risa cantarina, su andar cadencioso y delicado, sus ojos azules y brillantes. Pero lo que más amaba de esa joven era su voz, su canto que lo tenía hechizado y lo consolaba, diciéndole que no estuviera triste porque jamás volvería a estar solo.

Rusalka levantó la mirada y le sonrió con timidez. Él dejó escapar un largo suspiro, observándola también, perdiéndose en sus ojos azules y brillantes, repasando la delicada silueta de sus labios delgados y rojos. Dragos pasó la lengua por sus labios y sostuvo a la chica por la cintura, acortando la breve distancia que los separaba. Sintió cómo ella se estremecía ante esa cercanía cuando él pegó su frente a la de la joven. Rusalka le echó los brazos al cuello, atrayéndolo hacia sí y uniendo su boca con la de él, en un beso lento y suave.

Dragos la apretó aún más a su cuerpo, queriéndose fundir en Rusalka y jamás separarse. Ella le acarició el cabello castaño y presionó aún más sus labios contra los de Dragos. El beso aumentó de intensidad. Ya no era un simple beso casto, pues comenzaba a exudar pasión. La lengua traviesa del hombre penetró en la boca de la joven, quién la recibió, entrelazando su lengua con la de él. Las manos del hombre le acariciaron la espalda, descendiendo hasta quedar sobre el trasero de la chica.

Rusalka se sintió transportada a un mundo paradisiaco y maravilloso. Estaba descubriendo nuevas emociones y sentimientos. Ya no era más una ninfa de las profundidades del lago, ahora era una mujer capaz de sentir amor, deseo y pasión por un hombre que la amaba. La chica gimió cuando los dientes de Dragos presionaron con delicadeza su labio inferior, dando fin a ese beso extraordinario.

-¡Es tarde, Dragos! – Gimió Rusalka apretándose contra el pecho del hombre.

-¿Volveré a verte otra vez? – Preguntó él besándole el cabello mientras era invadido por una profunda tristeza.

-En la próxima Luna llena – Murmuró la muchacha – Te estaré esperando en este mismo sitio... ¡por favor, no vayas a faltar!

Dragos asintió y la tomó de nuevo entre sus brazos, besándola lenta y profundamente, desbordando amor y pasión. Rusalka suspiró al separarse y corrió por la orilla del lago, hasta perderse de la vista del hombre.

* * *

¡Por fin la conoció! Y volverán a verse muy pronto, ella lo ha citado, ya no piensa huir de él y quizá tengan un acercamiento aún más íntimo e intenso. Por desgracia, no todo va a ser felicidad, aparecerá el malvado de la historia que pueda echar abajo los momentos hermosos de ambos.
¿Qué les ha parecido este segundo capítulo? Déjenme sus comentarios y gracias por leer.
Maria Decapitated

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro