12
Momo cerró la puerta de su apartamento compartido con la mirada agachada.
Jirou tenía el ceño fruncido y sus pasos eran firmes.
Estaba claro que estaba enfadada.
—Kyouka, por favor ¿Podemos hablarlo?—preguntó con preocupación—Me has ignorado durante todo el camino de vuelta.
—¿Hablar?—preguntó sarcástica—¿Hablar de qué? ¿De cómo me has dejado en ridículo y has roto nuestra promesa?
La pelinegra desvió la mirada.
—No pude hacerlo...—tragó saliva—Sé que te prometí que esta noche le diría a mis padres lo nuestro, pero tuve miedo.
Momo la miró, aguantando las lágrimas.
—Sí, miedo a perder tu dinero ¿No?—dijo enfadada—Miedo a perder todas las facilidades que tus padres te han proporcionado.
—Kyouka, sabes que eso no es verdad.
La pelinegra intentó mantener la calma.
—¿Ah, no?—preguntó—Han pasado años ¿Acaso te avergüenzas de mí y por eso no quieres decírselo?
—¡Claro que no!—gritó—Nunca me avergonzaría de ti.
La pelimorada la miró fijamente.
—¿No? ¡Entonces no lo entiendo!
—Mis padres son muy conservadores, tuve miedo ¿De acuerdo? Miedo a...
Kyouka no la dejó terminar.
—Me lo prometiste.
—¿Por qué no me escuchas?—preguntó la más alta exasperada—Te estoy intentando dar una explicación.
—No necesito una explicación, me has demostrado que nuestra relación no es importante.
—Kyouka, estás siendo muy injusta.
Momo intentó acercarse a ella, pero la más baja se apartó.
—Tal vez tu madre tenía razón—estaba enfadada—Tal vez somos demasiado diferentes, estaba claro...
—¿Qué estás diciendo?
—Deberíamos cortar. Las dos seremos más felices, ya no tendrás que avergonzarte de mí.
El corazón de la pelinegra dejó de latir durante unos segundos.
—No estás pensando en lo que dices—dijo con la voz rota—Deberíamos hablarlo y deberías relajarte.
—¡No pienso relajarme!
—¡Escúchame de una maldita vez!—exclamó la más alta.
La pelimorada calló de golpe al ver el rostro de su novia.
No solía verla con aquella expresión de enfado y tristeza, y mucho menos oírla decir malas palabras.
— ¿Tú sabes lo que es que tus padres te miren con desprecio y rechazo?—preguntó con una sonrisa amarga—¿No, verdad? Porque tus padres siempre te han apoyado y han estado orgullosos de ti.
—¿Me estás echando la culpa?
—¡No, no te estoy echando la culpa! Solo quiero que entiendas la situación ¡Solo piensas en ti!—gritó exasperada.
—¿Qué solo pienso en mí?—preguntó con los labios entreabiertos—Llevo años dándote tiempo.
—¿No entiendes que el tiempo no lo soluciona todo?
—Entonces me ha quedado claro—dijo yéndose en dirección a la habitación—Siempre vas a esconderte como una cobarde.
La pelimorada empezó a recoger sus cosas.
Momo cogió sus manos impidiéndoselo.
—Por favor Kyouka, escúchame.
—No pienso escucharte, me dices lo mismo de siempre.
—¡Y nunca me escuchas!
—Eso no es verdad.
La más baja frunció el ceño.
—Estás siendo muy orgullosa...¿Por qué no te pones en mi lugar?—preguntó Momo.
—¿En tu lugar? Lo siento, no creo que pueda ser tan perfecta como tú para estar en tu lugar.
Jirou no pensó en lo que dijo, pero sus palabras estaban doliendo demasiado.
—Sabes perfectamente que no soy perfecta.
—¿Ah no? Tus padres seguro que es lo que piensan—la miró—Su hija perfecta.
Momo soltó sus manos y la miró con dolor.
—Está bien—la pelimorada la miró—Si quieres irte lo respetaré. Cuando estés mejor lo hablaremos.
—No quiero hablar de nada, es más...¡No quiero volver a verte!—masculló cogiendo sus cosas y dirigiéndose al recibidor.
Ojalá aquellas palabras hubieran dolido menos.
—¡Kyouka...!
Sus palabras fueron interrumpidas por el sonido de la puerta cerrándose con fuerzas dejándola con la palabra en la boca.
Aquella vez fue la última vez que hablaron y la primera vez en la que el corazón de ambas se rompió.
Bueno, hasta más de un año más tarde, donde sus miradas volvieron a encontrarse.
¡Hola! Como siempre espero que os haya gustado. Quería hacer un capítulo explicando cómo ocurrió todo ¿Qué opináis de la situación?
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