Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4


—El entrenador está furioso Taichi —fue lo primero que dijo su compañero de equipo apenas estar fuera de la cafetería y sin soltar la muñeca de Yagami, aun peor, tirando de él con mayor apremio pues la tarde completa de entrenamiento se había visto aplazada en pos de hallar al fugitivo capitán. —Mando a todo el equipo a buscarte. ¿Como se te ocurre salir a dos días del primer partido? —reprendió con la voz casi convertida en un gruñido. —¿En qué demonios estabas pensando? Y ¿Quién era ese sujeto?

Taichi negó con la cabeza, en realidad no había ni preguntado su nombre.

—No había mesas disponibles así que... —se explicó a regañadientes, arrepintiéndose de no saber quién era el tan agradable chico que le hizo olvidar todo.

—Eres un confiado. —reclamó mirándolo con desaprobación. —Pudo tratarse de algún porro o fanático del otro equipo. ¿Qué hubieras hecho si se ponía agresivo? —cuestionó imprimiendo más fuerza a su agarre. En ese momento deseaba poder encerrar a Yagami para que no pusiera en riesgo su integridad.

—No creo...

—Ese es el problema Tai —increpó frustrado con la inocencia de su capitán al tiempo en que aflojaba el agarre sobre la mano que durante todo ese tiempo sostuvo y que ahora presentaba marcas rojas debido a la fuerza que huso. —Tú crees que todo el mundo es bueno, que puedes ser amigo de cualquiera. Pero, y me gustaría no tener que ser yo quien te recordara que, ya una vez te traicionaron de la peor manera; deberías haber escarmentado.

Apenas escupir esas venenosas palabras se arrepintió. Cerró la boca y se mordió la lengua con fuerza. Había sido inapropiado de su parte el comentario, pero estaba furioso que Tai no pudiera ver la maldad de la gente que le rodeaba.

Taichi se mordió el labio inferior con tanta fuerza que lo hizo sangrar mientras le arrebataba su mano al otro, luego por acto reflejo sujetó el dedo meñique que una vez estuvo adornado con un hermoso moño rojo.

Bien, odiaba con todas las fuerzas al destino que decidido darle un alma gemela, sólo para que este lo despreciara sin haberse visto o cruzar palabra una sola vez. No le había ofrecido una oportunidad de demostrar lo bueno que podía ser, lo mucho que pensaba dar para que fueran felices; pero eso no quería decir que se paseara por ahí desquitándose con cualquier persona sólo por si de casualidad se trataba de quien le hizo sufrir, mucho menos que terminara tan amargado que evitara entablar amistades.

El dolor en ese entonces había sido tan grande.

Ese día...

Ese día...

Taichi se dirigía rumbo a la sala de computo, en sus manos llevaba el manual para instalación de una de las computadoras más recientes. Koushiro la había olvidado la tarde anterior en su casa y él iba a regresársela.

Durante toda su vida había vivido en Odaiba y llevaba de conocer a la mayoría de sus compañeros el mismo tiempo, por cual estaba seguro de que aquel al otro lado de su hilo rojo no vivía en esa ciudad.

Desde que despertó en su decimo cumpleaños con aquel hermoso moño atado a su dedo meñique decidió que era afortunado. Tenia un alma gemela, alguien que le comprendería, lo complementaria, alguien quien le haría feliz y en correspondencia a quien Tai deseaba con todo su corazón hacer feliz. A partir de ese momento todo fue para esa persona, sus pensamientos, sueños y alegrías.

Cuando lograba sacar una buena calificación pensaba, si mi alma gemela no tiene trabajo, yo trabajare para los dos. Si lograba corres más rápido que los demás se decía, si mi alma gemela por algún motivo no puede correr, lo llevare en mi espalda y correré por los dos. Cuando veía a su hermana enferma y con cariño la prodigaba de cariños también se recordaba, cuando mi alma gemela este tan enferma que no quiera mirar a nadie, le prepare sopa y soportare su mal humor.

Taichi ya amaba a su alma gemela, soñaba con paseos por el parque tomados de la mano, con noches abrazados y días soleados de diversión y cariño.

Sueños e ilusiones destrozadas al chocar con la realidad, igual a una hermosa botella de vidrio que espera ser llenada de hermosos recuerdos y amor infinito, pero que al final no resiste la brusquedad cruda de la vida.

Taichi sintió una enorme emoción al ver la flama azul adherida a su dedo meñique, su color le hizo pensar que su alma gemela era la persona más especial del mundo, una flama tan particular no podía sino pertenecérsele al ser más perfecto del mundo.

Y como si se tratara de un escurridos ratón, brinco de su mano al suelo, correteando a unirse con su igual, con su destino.

Taichi no dudo en seguirla sintiendo en cada paso como le martillaba el corazón anhelante. Todo el vibraba de deseo. Sus manos cosquillaban al pensar que pronto podría sujetarse a esa persona que sin conocerla se volvió su vida.

Y entonces....

Se detuvo al doblar el pasillo, mirando con desconcierto como su hermosa flama azul se estrellaba y bailaba coquetamente con otra de color naranja, sin embargo, al otro lado no había nadie.

—Tal vez se trata de una persona que no puede correr... —se dijo Tai justificando la situación. —Es como llegue a imaginar. Esa persona tal vez sufre alguna enfermedad y no puede correr o... o esta en silla de ruedas y...

Pero entre más tiempo pasaba las razones no lograban justificar el silencio y la soledad que sentía su corazón. Al final por más que espero y espero, nadie llegó.

Había llorado en medio del pasillo que solo él ocupo. Su alma gemela lo había abandonado y todo su ser dolía de manera tan desgarradora que sin apenas darse cuenta estaba gritando de dolor y tristeza.

Recuerda a medias como el entrenador del equipo de ese entonces lo había encontrado hecho una bolita recargada contra la pared e intento consolarlo. Hacerle ver que no era el fin, que podía encontrar a alguien más.

Pero él no quería a alguien más, quería a esa persona que era su complemento perfecto, la persona que complementaria su ser y que el destino determino eran el uno para el otro.

No hubo forma de reconfortarlo, porque cual el entrenador se vio en la necesidad de llevarlo personalmente a casa.

Dejó la escuela por un año pues de solo pensar que podría toparse con esa persona que, aunque atados por el destino lo despreció, se atormentaba. Y estaba seguro que lo reconocería, pues como dijo, llevaba años en la misma ciudad y escuela, cualquier rostro nuevo resaltaría como una rosa en medio de un pastizal.

¿Y entonces qué?

A pesar de querer con todas sus fuerzas correr y reclamar la razón de su rechazo, era consciente que imponerse y ser despreciado directamente sería aun más doloroso. Tal vez incluso era muy poca cosa, que tenía él de especial para ofrecer. ¿Qué argumentos podría usar para disuadirlo de estar a su lado?

No era un prodigio como Koushiro Izumi, tampoco era tan responsable y confiable como Joe, no era lindo ni tierno como Hikari. Entonces qué, él solo era el común y nada sobresaliente Taichi. Y si esa persona era tan maravillosa como pensaba ¿qué podría darle que nadie más pueda?

Sus padres pronto se dieron cuenta de lo que pasaba, de lo angustioso y estresante que sería para él volver a ese lugar por lo que decidieron mudarse para darle la oportunidad de olvidar. No comprendían la razón, ni deseaban odiar a quien le causo tanto mal a su hijo, pero sería imposible que Taichi se recuperar de un golpe emocional tan fuerte ahí.

Con las maletas preparadas y sin mirar atrás tres días después de aquel doloroso incidente la familia Yagami se fue de Odaiba.

Pero Taichi nunca lo olvido o, mejor dicho, la vida y la gente que lo rodeaba no le permitieron olvidarlo. Justo como ahora. Fue un hecho, un recuerdo que perseguía constantemente a pesar de sus esfuerzos por dejarlo atrás. Y el eco de un dolor que aun sentía de vez en cuando.

Había continuado con su vida y aunque no era de la mejor manera, aprendió a ignorar la tristeza y la amargura que surgía cada vez que mencionaban el tema.

—Vamos, el entrenador debe estar esperando —fue lo único que dijo para emprender de nuevo su camino.

Taichi se había prometido que fuera quien fuera no le desearía mal, pero tampoco intentaría encontrarlo o relacionarse con esa persona de alguna manera. Sí en el futuro llegaban a toparse simplemente le regresaría el favor, daría media vuelta y se iría lo más lejos posible porque era un hecho que si bien odiaba lo que le hizo sentir; el dolor, el miedo, la tristeza, la angustia, el autodesprecio y la soledad que experimento, lo poca cosa que se sintió, o que simplemente ya lo habían remplazado, eso no significaba que lo perdonaría, no podría.

Además, había muy pocas probabilidades de que eso sucediera, después de todo entre millones y millones como volverían a encontrarse sin el hilo para guiarlos.

No. Nunca más.

Y ese mismo hecho le daba la libertad para estar con quien él deseara, así que si su corazón dio un suave cascabeleo de alegría mientras hablaba con el chico rubio, no podía tomarse como traición ¿verdad? 

Continuará... 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro