Capítulo 2
Una vez que la flama naranja estuvo fuera de su alcance Yamato comenzó a notar la tención en todo su cuerpo, cada músculo endurecido como si sobre ellos se les hubiera colocado el peso del mundo. Incluso sus dientes se apretaban con fuerza, si no tenía cuidado terminaría por estrellarlos. Respiró profundamente con la intención de darle un respiro a su cuerpo.
Tras lo ocurrido decidió que era mucho mejor descansar, porque los interminables minutos que duró su angustia lo dejaron completamente agotado. Con movimientos pesados se dirigió a base de indicaciones a la enfermería de la escuela, en donde la encargada, después de escuchar sus síntomas (entre los cuales omitió la pérdida de su hilo rojo) decidido dejar que se recostara por un rato antes de decidir si firmaría un pase de salida o lo mandaba a su salón.
Recostado de decúbito y mientras admiraba el techo blanco Matt no podía evitar pensar que al fin era libre. Ese horrendo hilo jamás volvería a intimidarlo. Su destino estaba ahora en sus manos como siempre lo deseo. Si llega o no a ser feliz con la pareja que eligiera sería por su propio esfuerzo y decisiones.
Y con eso en la cabeza y una sonrisa disimulada después de una hora y tantos fue enviado de regreso a clases al verse y sentirse mucho mejor.
Yamato toco la puerta a la tercera hora. Según la tira de materia que llevaba en la mano, estaban dando historia. La puerta no tardo en abrirse y la maestra le sonrió con calidez al tiempo en que lo llevaba al frente para permitirle presentarse ante la clase.
Los murmullos se alzaron, las chicas obviamente impresionadas por el atractivo chico que desde ese día seria su compañero y los hombres haciendo bromas o intentando adivinar a que club deportivo pensaría apuntarse.
Las clases fueron rutinarias, todo bastante normal, al menos hasta la última hora: la de los clubs.
Yamato a pesar de haber elegido desde el principio que se uniría al de música, pensó que no haría daño mirarlos demás por curiosidad.
Ese día se le permitió visitar varios, entre ellos los de basquetbol, ajedrez, artes, cocina, voleibol, apreciación literaria y futbol. Este último llamo su atención debido a que el equipo entero parecía estar en descanso indeterminado. Uno que otro miembro jugaba aisladamente con el balón, algunos otros corrían o al parecer hacían calentamiento, pero ninguno en un orden, estaban más pendientes de ver llegar al entrenador que del ejercicio. E lugar de un equipo parecían simplemente un grupo de chicos pasando el tiempo.
—Hola, te interesaría unirte al equipo —ofreció un niño un par de años menor que él, quizás de la edad de Tk aproximadamente, lo cual se le hizo extraño. Y Matt supuso que su gesto debió reflejarlo porque el niño con las mejillas ruborizadas se apresuro a aclarar. —Soy Motomiya Daisuke, y estudio en la escuela del frente, pero el capitán pensó que sería un buen elemento para el equipo así que a pesar de que aun me falta un año para ingresar aquí, me permiten... jugar con ellos.
—¡Ah! —fue el sonido que emitió como respuesta.
—El capitán se ha retirado debido a un problema y el entrenador lo ha llevado a casa, por eso no estamos entrenando, pero si te interesa el club de futbol cualquiera de los presentes puede...
—No, así está bien, gracias.
Y dio media vuelta pensando en el hecho de que el entrenador se había tomado la molestia de llevar al capitán a casa, así que deducía que el chico o era muy bueno al grado de ser más relevante que el entrenamiento de un día, o eran parientes. Y como en ninguno de los dos casos iba a ser de su incumbencia porque no pensaba incribirse, mejor dejar de pensar en ello.
Como había previsto termino inscribiéndose al club de música y su vida pronto tomó un ritmo tranquilo y agradable. Iba a la escuela, ponía atención, pasaba exámenes, practicaba con la banda, su guitarra cada día se escuchaba mejor y luego volvía a casa. Sí, todo estaba en orden y era feliz.
Los años pronto se fueron apilando uno tras otro, de la infancia paso a la adolescencia y de ahí la juventud lo atrapo al principio de la universidad. Y en todo ese tiempo fue feliz. Era libre.
Conoció a muchas personas, muy pocas lograron impresionarle, cuanto menos emocionarlo, pero de todos modos con más de una entablo relaciones románticas con la esperanza de experimentar las llamadas mariposas en el estómago.
Era extraño, esas personas que lo miraban con ojos brillantes, mejillas ruborizadas y sonrisas soñadoras, que temblaban bajo sus caricias y morían por un cumplido no lograban hacerlo sentir... sentir amor o tan siquiera cariño o apego.
Duraba con ellos al menos una o dos semanas y luego el fastidio o la monotonía lo obligaban a terminar esa relación que en primer lugar nunca debió suceder. Pero como un tonto dejaba pasar un tiempo, luego volvía a encontrar alguien que parecía prometedor y el circulo volvía a repetirse.
—Entonces... ¿oficialmente eres un universitario? —preguntó en broma Tk mientras observa a su hermano preparar su atuendo para el primer día de clases.
La habitación de Yamato estaba casi desnuda porque estaba a nada de mudarse a un pequeño departamento cerca de la universidad. Y aunque extrañaría mucho a su familia, la verdad era que las ansias por su independencia le quemaban en las venas.
—Pues, aunque lo dudes —respondió Matt regalándole una sonrisa de suficiencia mientras con la mirada escaneaba la estancia en busca de no olvidar nada. Estaba contando con que a más tardar esa primera semana estaría completamente instalado en su nuevo hogar.
—Sabes, papá me dijo que... —titubeo Tk, no sabía si estaba bien hacer su pregunta. —Nada...
—Tk, vamos, sea lo que sea que te este molestando si puedo ayudar... —ofreció con total sinceridad.
—¿Prometes no molestarte?
—¿Por qué habría de...? —y entonces lo comprendió. El único tema que podría cambiar su humor sería ESE. Pero estaba hablando con Tk y su hermano era un chico muy dulce y considerado que jamás preguntaría con la intención de herirlo. —¡Oh! Prometo no molestarme.
—Tu... ¿es cierto que rompiste tu hilo rojo?
—No lo rompí, solo... lo dejé ir —respondió con calma. Al ver que Tk esperaba más, dio un suspiro cansado antes de sentarse en la cama junto a su hermano y comenzar a relatarle lo que había pasado tantos años atrás.
A pesar de todo Yamato se encontraba satisfecho y ni una sola vez en todo ese tiempo le dedico un pensamiento a la persona que una vez estuvo al otro lado del hilo rojo hasta ese día. Una aseguración que Tk no comprendía, pues si él tuviera la maravillosa fortuna de estar atado a su pareja ideal no pasaría ni un solo momento en que no estaría esperando por conocerla y pasar el resto de su vida juntos.
—Somos muy diferentes —afirmó al fin Matt con desgana dejando que su cuerpo se derrumbara sobre la cama. —Lo que tu vez como suerte, en ese momento yo lo vi como cadenas que me ataban a una sola persona. —y elevó sus manos para mirar los meñiques desnudos. —Como si mi futuro romántico estuviera decidido sin que hubiera tenido la oportunidad de opinar.
—Supongo que comprendo esa parte —agregó Tk sonriéndole dulcemente. —Espero que al final encuentres ese amor por ti mismo.
—Gracias.
No encontró nada relevante el primer día, ni siquiera la primera semana, el primer mes, no el primer año.
Una vez más todo iba sobre ruedas. Las aulas, las clases, los profesores e incluso los alumnos, todo era normal. Tan falto de emoción, tan simple. La vida de Yamato transcurría igual a una película en blanco y negro, sin color, olor o sabor. Tan acartonada que comenzaba a pensar que en realidad todas esas fantasías sobre las emociones no eran otra cosa que precisamente eso, sueños utópicos de poetas y novelistas exagerados que solo buscaban vender la idea de emociones desbordantes, porque no era algo que pudiera sentirse en la realidad.
Y entonces como un rayo que cae sin previo aviso y en un lugar al azar conoció a Taichi Yagami, por su puesto en ese entonces no sabía su nombre y no lo sabría hasta mucho tiempo después.
Ese desastroso día en que se cruzó con la estrella del equipo de futbol o el delantero dragón como lo conocían en los torneos, fue el punto que marcaba un principio y un final en su vida. El término de su tranquila vida y el inicio de una desbordante corriente de emociones para las que no estaba preparado.
Ese día había comenzado como cualquier otro, se levantó temprano alistó su mochila y sólo después de asegurarse de tener una imagen impecable se apresuro a salir.
Las primeras clases pasaron rápidas y sin relevancia. No hubo advertencia simplemente pasó.
Era la cuarta hora, aproximadamente las once y tantos de la mañana cuando la alarma sísmica comenzó a sonar, un segundo después la tierra se estremeció bajos sus pies.
El caos no tardo en hacerse presente en toda la universidad. Los gritos y el movimiento atropellado de la gente buscando salir a un lugar seguro.
Yamato avanzaba con rapidez en la dirección que la multitud lo llevaba, sus pies casi corrían correspondiendo al instinto apremiante de supervivencia que hasta ese momento nunca había sentido con tanta fuerza.
Alumnos, profesores, trabajadores, todos ellos se movían con velocidad, murmurando con miedo, pero intentando mantenerse calmados dentro de lo posible. Una ilusión de control que se esfumo cuando a un par de minutos de haber comenzado, el movimiento telúrico en lugar de disminuir tomó fuerza y con él, el pánico.
Lo primero fueron los gritos y luego la tropellada carrera de todos buscando salir. No tardo más de dos segundos cuando la estructura comenzó a desgranarse, el polvo cubrió la ropa y cabezas como un tipo de anticipo a lo que vendría.
Yamato igual a muchos otros intento cubrirse con los brazos de los escombros que se desprendían del techo. Y luego se escuchó un crujido tan espeluznante que paralizo a todos por escasos milisegundos. La grieta de la pared inicio como una inofensiva cuarteadura para ir tomando altura y anchura.
Frente a ellos el pasillo por el que corrían se partió por la mitad. Matt jadeó al ver el concreto abriéndose como en las películas de acción que tantas veces tacho de exageradas.
La histeria hizo a muchos de los alumnos, en su desesperación por escapar, saltar por las ventanas. Una cosa era segura, la caída no iba a matarlos pues estaban en el segundo piso, pero no era ni por asomo una solución cuando abajo había un millar de personas corriendo y bien podrían aterrizar sobre alguna trayendo más problemas que soluciones.
—Bajen por aquí —se escuchó gritar a alguien al otro extremo de pasillo, donde una rampa de emergencia fue desplegada a las carreras. —Vamos dense prisa, —apremio el chico que con aspavientos intentaba atraer a todas las personas posibles.
No hubo que esperar demasiado para que corrieran a esa inesperada, pero muy necesitada salida.
Y sucedió, en un instante todo se fue en su contra.
El sujeto parado junto a él, como tantos otros, empujo a todos los que le rodeaban con la determinación de ser de los primeros en salir de esa horrible pesadilla. Matt sintió la enorme mano del sujeto posarse en su hombro y tirar de él hacia atrás con tal fuerza que lo obligo a retroceder. Su pie izquierdo se elevó perdiendo apoyo y bajo con fuerza buscando equilibrarlo, sin embargo, lo que encontró no fue el suelo sino la punta de una varilla que sobresalía del piso y que se encajó con saña en la planta de su pie.
Un gemido ahogado se escapó de su boca mientras sus manos bajaban a la parte herida apretando con fuerza en un reflejo por mitigar el dolor.
Una nueva sacudida arrancó un grito generalizado de terror. Yamato arrodillado solo apretó los dientes reprimiendo las lágrimas de impotencia que estaban a nada de asomarse. Tal vez ese iba a ser el último de sus días.
—Dame la mamo —le ordenaron. Matt que hasta entonces apretaba los parpados evitando ver a su derredor como todos lo dejaban atrás, los abrió con sorpresa para encontrarse con el par de ojos marrones más hermosos de todo el mundo. —Rápido, tenemos que salir de aquí —apremio el chico halando de su brazo para ayudarlo a levantarse.
—Mi pie —gimió Matt al sentir el tirón.
—Joder —se quejó el joven. —Voy a desprender tu pie en un sólo movimiento. Sera la forma más fácil y rápida.
Matt asintió con la cabeza porque hablar estaba más allá de su capacidad. Su pie fue arrancado prácticamente y lo subsecuente fue una seria de cosas que Matt apenas recordaría en la neblina de dolor que lo embargo o tal vez debido a la pérdida de sangre. Como su cuerpo siendo arrastrado hasta el tobogán por el cual fue lanzado sin miramientos para aterrizar con dureza sobre el pasto del patio. Apenas tocar el suelo fue nuevamente obligado a ponerse en pie y correr varios metros. Podía escuchar al su salvador o al menos creía que se trataba de él, dándole ánimos para poner en pie y avanzar, era penas un murmullo, una eco distante apenas audible y comprensible para él. Y cuando al fin le permitieron estrellarse contra una superficie sin pena ni gloria simplemente se desvaneció en la inconciencia.
Cuando despertó estaba en una sala atestada de personas que necesitaban atención médica.
El sismo no había sido tan fuerte y en realidad no había cobrado casi ninguna estructura aparte de dos facultades pertenecientes a la parte más vieja de la Universidad, las cuales se encontraba en condiciones lamentables por la falta de presupuesto y negligencia, dando como resultado esta lamentable situación.
Incluso debía estar agradecido pues de entre los presentes era uno de los pocos que parecía estar en mejor condición. Y todo gracias...
—Veo que al fin despiertas —dijo un médico mirando la tablilla de diagnostico de su cama. —Tuviste suerte, el metal atravesó por un pequeño escollo entre los huesos del tarso, el calcáneo y el astrágalo. Obviamente astillo todos ellos, pero al menos no toco ningún nervio o tendón que pudiera provocarte algún tipo de secuela permanente.
Matt asintió, aunque entendía muy poco de lo que le estaban explicando.
—La férula la retiraremos según veamos tu progreso, o si lo prefieres puedes acudir con tu médico de cabecera para que lleve el control. Tu familia ya fue informada, en cuento lleguen puedes irte. ¿Alguna pregunta?
—Sí —exclamó Matt un segundo antes de negar. Después de todo lo dicho solo había algo que deseaba saber. —El chico... el que me ayudo.
El doctor negó con la cabeza.
—Todos los heridos fueron traídos en diferentes ambulancias según la gravedad de sus heridas, nosotros al igual que muchos de los hospitales cercanos al saber de la tragedia nos preparamos para recibirlos, así que no sabría infórmate de nada de lo que ocurrió directamente en la universidad. Tendrás que buscarlo por tu cuenta. Ve el lado bueno, al menos sabes que estudian en la misma área.
Matt ladeo la cabeza sin comprender.
—Yo estudie en esa universidad, por eso sé que está dividida por áreas de estudio, si él pudo ayudarte fue porque estaban en el mismo edificio.
Tal como dijo el medico sus padres y hermano llegaron una hora después para recogerlo. Fue llevado a casa entre comentarios de alivio y alegría por que sus heridas fueran leves, porque de ninguna forma pensaban dejarlo en ese cuartucho al que Matt gustaba de nombrar como departamento mientras estuviera herido.
Ya estando más tranquilo pudo pensar, ciertamente tenía sentido la deducción del galeno, sin embargo, con el edificio colapsado, dudaba que las clases fueran reanudadas en un futuro próximo.
Así que debía encontrar otra forma de dar con su héroe. ¡Rayos! La palabra se oía tan cursi aún dicha sólo en su mente.
Continuará...
N.A.
A NaiMidou: Respondiendo a su muy amable comentario. Me temo que tendre que desepcionarle pues a mi consideración ya existe muchos, demaciados Fanfics en donde Taichi es el Seme(top) de la relacion, dejando a un Yamato demaciado afeminado que considero no calza del todo con la visición que tengo de ellos. Tal vez considere la versatilidad, pero en definitiva Matt en mis historias nunca sera Uke (Bottom).
Un saludo y mis mejores deseos, así como un sentido agradecimiento por leer mi trabajo.
Atentamente: su servidor.
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