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iii.❝recuerdos❞

𝑜𝑐ℎ𝑜 𝑚𝑒𝑠𝑒𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑓𝑎𝑠𝑒 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙...

          "¡Alice!".

      Gritó una voz en su mente.

      "Alice, por favor no me olvides." continuaba diciendo incansablemente, incluso aunque sonara como un lejano eco entre la oscuridad, podía reconocer que la persona estaba llorando o se sentía muy afligido por algo. "... Tienes que saber que te quiero". Sintió un pequeño tirón en el pecho y la sensación de tristeza la embargó repentinamente como una gran ola que lo arrasa todo a su paso.

      «También te quiero...» Quiso decir, a punto de soltar un nombre pero lo olvidó antes de siquiera poder pensarlo.

—¡Mierda! —Soltó entre dientes y lanzó unas tijeras lejos de ella con tal de descargar un poco de rabia.

      Por dos incansables semanas sus días habían sido de ese estilo: primero despertaba con un profundo dolor de cabeza, luego sobrevenían los recuerdos confusos, en los que sentía que se ahogaba y alguien no dejaba de gritar su nombre. Con el pasar de las horas esos mismos recuerdos, si es que lo eran en algún punto, se volvían a perder dentro de su mente, apenas quedaban fragmentos nítidos, y la secuencia se repetía al día siguiente.

      Era como si su cerebro intentara hacerle entender algo y luego se retractara de la decisión.

—Ally, ¿cómo estás? —saludó Newt, apoyaba su peso sobre dos muletas de madera tratando de no perder el equilibrio. Llevaba un mes en ese estado yendo de un lado al otro por el Área ya que lo habían excluido de los corredores debido a su condición, pues el tobillo roto no lo dejaría volver a correr con comodidad nunca más. Aunque la rubia sospechaba que evitaban dejarlo ir al laberinto para que no volviera a saltar de un muro.

      Alice volteó la mirada hacia el pequeño botiquín que había estado armando y desarmando con tal de no prestarle atención. Las palabras de Newt revoloteaban por su mente cada vez que lo veía acercarse. "No debiste dejarme vivir". La hacía sentir terrible y muy culpable, pero no se arrepentía de haberlo salvado, si tenía que hacerlo otra vez entonces volvería a tomar la misma decisión.

—Bien, estoy bien —respondió por lo bajo, revolvía el botiquín como una maniática mientras reponía los vendajes—. Amm, lo siento Newt, tengo que hablar con Jeff para armar la lista de los suministros que necesitamos. Hablaremos luego, adiós.

      Y hablando de la rutina, esa misma excusa pertenecía a lo habitual de todos los días; él la buscaba y ella lo evitaba.

      La mano de Newt atrapó a Alice antes de que la rubia escapara una vez más y la atrajo en un fuerte abrazo, dejando caer las muletas en el proceso para aferrarse a su amiga en caso de que quisiera salir huyendo.

—Lo siento —sollozó contra su hombro—. Alice, perdóname. —Sentía cada temblor que desprendía el cuerpo del castaño y cómo las lágrimas le empapaban el hombro izquierdo. 

      Alice encerró con fuerza el cuerpo de Newt entre sus brazos y le dio pequeñas palmadas en la espalda a modo de consuelo, aunque sabía que era en vano, pues ambos estaban igual de rotos como para que un simple abrazo colocara cada pieza en su sitio.

—Está bien. —Depositó un suave beso en su mejilla para luego volver a abrazarlo—. Está bien —repitió en voz baja.

—No, no lo está, nada de esto está bien. —Su voz quebrada sólo lo volvía todo más doloroso—. Fui un maldito garlopo egoísta, lo que hice...

—Te entiendo —interrumpió Alice y ayudó a su amigo a tomar asiento sobre una de las camillas—. Soy una estúpida por no haber podido ver tu dolor a tiempo, por no entenderte como debía, y por dejar que vivas cuando lo que siempre has querido es morir —argumentó, sintiéndose peor por lo que estaba diciendo. Claro que no se arrepentía por dejarlo vivir, y era por eso que todos los días despertaba sintiéndose miserable y egoísta.

—Alice, no. —Newt encerró su mano sobre la de ella—. Sé que no te arrepientes por haberme salvado, es tu trabajo después de todo, y te agradezco el hecho de que no te hayas dado por vencida conmigo. Todo ese tiempo solo encerrado en la Finca, me hizo darme cuenta de lo miertero que he sido. Por favor, te pido que me perdones. —Sus ojos castaño claro volvieron a brillar a causa de las lágrimas que se esforzaba por retener.

      La rubia volvió a abrazarlo con fuerza.

—Eres un idiota —susurró—, pero eres mi amigo, Newt. Jamás voy a dejarte solo otra vez, ¿me oíste?

      Él se aferró a Alice con la misma intensidad, asintiendo suavemente con la cabeza y evitando dejarse llevar por las lágrimas.

      Y claro que Newt tampoco estaba diciendo la verdad.








• • •










       La mañana avanzó considerablemente rápido a favor de Alice, quien deseaba descansar por largas horas antes de tener que volver a la rutina. Odiaba el simple hecho de saber que al despertar siempre la atacaría un profundo pesar en el pecho acompañado de las puntadas en su cabeza, que constantemente le hacían doler por largos minutos hasta que todo volvía a ir normal en la mañana, con Alice de malhumor y las docenas de preguntas atascadas en su cerebro. Volver a entablar una amistad con Newt parecía aliviar todo lo demás, pero no por mucho tiempo.

      La destartalada puerta de la finca se abrió para darle paso a la figura desaliñada de Gally, quien con su habitual seño fruncido observó a la rubia en gesto de enfado. Encerraba su mano derecha con la otra mientras que unas gotas de sangre descendían por el brazo hasta la altura del codo y luego caían al suelo. A simple vista no se veía bien, pero Alice sospechó que volvía a tratarse de un corte superficial en un área de circulación importante, por esa razón era que sangraba mucho.

—Déjame ver eso. —Pidió ella mientras hacía que Gally tomara asiento sobre la improvisada camilla de madera y paja.

      De muy mala gana el castaño le tendió la mano dañada, tratando no hacer muecas en cuanto Alice empezó a limpiar la herida.

—¿Con qué fue esta vez? —inquirió curiosa, examinaba la amplitud del corte que recorría casi toda la palma de Gally.

—Con el cuchillo —contestó entre dientes—, estábamos cortando madera cuando el miertero de Stephen se distrajo y cortó mi mano.

—Ya no sé qué más hacer con ustedes, entre los carniceros y tus colegas no sé quién es más torpe en su trabajo. —Se abstuvo de decir “idiota” o “garlopo” pero Gally lo entendió igual sin necesidad de decirlo.

      O eso demostraba su expresión furibunda.

—¿Crees que todo es gracioso? —espetó a la defensiva—. ¿Que nos gusta cortarnos a propósito como si fuéramos cabezas de plopus? —Su tono filoso y por la manera en la que fruncía el ceño, como si este quisiera saltar de encima del ojo, estaba más que claro que estaba aguantando las ganas de golpear algo del enojo.

—Creo que deberían ser más prudentes al momento de trabajar —indicó, poniéndose en el rol de Encargada que tanto insistieron en darle—, los suministros escasean semana a semana solo porque no pueden usar una sierra de manera correcta o darle al animal un golpe certero para que Sartén prepare la comida. Y no, no pienso que sea gracioso.

      Gally levantó la mano sana y presionó el dedo índice con el pulgar, listo para discutir y despotricar insultos contra la rubia, pero se abstuvo en cuanto Alice se dobló hacia adelante con una mueca de dolor mientras se llevaba las manos a la cabeza. De inmediato se puso alerta para atrapar a la chica si esta caía redonda al suelo, ignorando el hecho de que seguía saliendo un poco de sangre de su mano y que aún dolía, de igual forma no le gustaría ver a la doc con un golpe en la cabeza.

—Oye tu... —Trató de buscar alguna respuesta pero Alice ya había caído presa de la inconsciencia—. ¡Shuck!









• • •










      El dolor había aparecido de pronto a la velocidad de un parpadeo y, sin esperarlo, Alice comenzó a sentirse mareada y perdida, como si no reconociera el lugar en el que se encontraba hasta que todo se convirtió en oscuridad pura. Sin saber a qué venía todo eso, algunas imágenes empezaron a llenar el vacío en su mente como flashes; a veces vislumbraba las luces blancas de lo que parecía una sala de hospital y otras veces agua, como si volviera a sentirse que se ahogaba, lo que ocurría casi en todos los inicios de sus días. Luego una docenas de rostros querían abrirse paso entre la oscuridad, desesperados porque Alice pudiera verlos o recordarlos, pero cada uno de ellos era igual de desconocido que el otro. Rápidamente vinieron las voces, un centenar de frases que encendían la curiosidad de la rubia como una hoguera en su interior.

Por favor, no me olvides. Te quiero. Aunque luego no recuerde nada, tienes que saberlo... —la voz de aquel chico castaño y hermosos ojos miel hacía que la ansiedad de Alice disminuyera.

       «¿Saber qué?» Se cuestionó.

Tu nombre es Alice, no lo olvides.

—Cruel es bueno.

—Tenemos que hacer esto, el mundo ya no es lo que era.

—Cruel no es bueno.

—Alice, despierta.

—Área A.

—La única mujer...

      Las frases se repetían una y otra vez queriendo grabarse en su cerebro con insistencia para que no volviera a olvidarlas, pero tarde o temprano acabaría olvidando la mitad de las palabras y con el tiempo se perderían las restantes, lo que no era justo en absoluto.

No confíes en mí, prométemelo. —Oía dentro de su mente sin conseguir ver a nadie, aunque se hacía una idea de quién podía ser el propietario de aquella voz—. Promete que no te acercarás a mí.

      ¿Cómo Alice podría hacerlo? ¿De qué hablaba aquel chico? Mil y un preguntas la atacaron de repente. ¿Por qué veía esas imágenes?, ¿quién era ese joven?, ¿qué significaba Cruel es bueno?, ¿o no era bueno? La palabra Cruel siempre adornaba los suministros que subían por la Caja, así que debía de tratarse de los Creadores del área, como habían nombrado a las personas que los enviaron allí sin memorias. ¿Pero qué sentido tenía todo eso? ¿De qué le servía a Alice llenarse de preguntas que nunca tendrían respuestas? Estaba cansada de repetir lo mismo una y otra vez.

      Sentía que su cuerpo daba pequeños espasmos para despertar, podía oír a sus amigos llamándola y que alguien la tomaba de la mano. La rubia insistía en querer despertar, de esa forma ya no iba a recordar otra vez lo que su mente trataba de advertirle. A veces creía que así era mejor; sin preguntas y curiosidades, sólo ella siendo doc y cuidando de sus compañeros. ¿Qué más podía pedir? De todas formas no había una salida, ¿por qué molestarse por algo más?

      «Lo siento chicos, pero no los recordaré al despertar». Pensó mientras la imagen de una joven de ojos azules y pelinegra se desintegraba en su mente.

      ¡Alice, no!

—¿Alice? —La tranquila y profunda voz de Newt llegó a sus oídos en cuanto empezó a abrir los ojos—. ¿Cómo te sientes?

—¿Qué pasa? —inquirió somnolienta.

—Te caíste al suelo y tu cabeza se llevó un buen golpe —informó Gally, se encontraba de brazos cruzados en una de las esquinas del pequeño cuarto; su mueca demostraba preocupación y enojo. Alice notó que otro doc ya se había encargado de su mano, pues estaba envuelta en una venda y ya no caía sangre de la herida.

—Eso explica mucho. —La rubia se llevó una mano a la altura de la sien donde sentía un gran pinchazo y su cabeza latía de dolor.

—Estabas con éste shank cuando pasó, agradece que no estuviste sola o sino quién sabe qué pudo haber ocurrido —decía Alby mientras se acercaba a la cama y le dedicaba una corta mirada a Gally—. ¿Recuerdas qué ocurrió?

—No realmente, sólo que me dolía la cabeza mientras discutía con Gally sobre alguna cosa. —¿Qué era lo que Alice había visto?

      La mirada en Newt se oscureció.

—De ahora en más no estarás sola ni un segundo, ¿oíste garlopa? —anunció el rubio—. Podemos formar un grupo de guardia sólo en los que confíes para cuidar de ti.

      Alice se sentía agobiada de solo pensar que tenía que ser vigilada todo el día.

—¿Olvidaste quién es la encargada de los docs? Puedo cuidarme muy bien sola. —objetó.

—Newt tiene razón —intervino Gally para sopresa de todos—, no puedes estar sola otra vez si vas a desmayarte de nuevo. Puedo tomar la primera guardia.

      Silencio.

      Newt y Alby intercambiaron una corta mirada y luego observaron a la rubia.

—Hablo en serio —volvió a decir el otro chico—. Tú tienes que volver a la huerta para ayudar a Zart —le dijo a Newt—. Y tú tienes que poner en orden las cosas aquí. —Señaló a Alby—. Minho y Ben están en el laberinto, Jeff atiende a los carniceros y Sartén debe de hacer la comida, ¿qué otra opción hay? De todas formas no me dejan estar en la construcción con mi mano cortada. —Se encogió de hombros.

      Alice no veía qué podía salir mal, de todas formas Gally odiaba conversar con ella así que le pediría que "vigile" del otro lado de la puerta en lo que ella escapaba por al ventana de la Finca.

—Alice, ¿qué dices? —inquirió Newt.

—Bien, pero no quiero que me fastidien. —acordó.

      Llegado el atardecer tanto Newt como Alby se vieron obligados a irse de la habitación y dejar a su amiga a solas con el malhumorado de Gally. Alice ni siquiera le dirigió la mirada esperando que tome su silencio como invitación a irse, pero el muchacho arrastró una de las sillas junto a la ventana y tomó asiento de cara a Alice, clavando su intensa e incómoda mirada celeste sobre ella.

—¿Qué haces, shank? —espetó molesta.

—Vigilo.

—Sí, te lo tomaste muy literal, ¿no? —soltó, irónica y de nuevo otro extraño silencio llenó la habitación.

      Alice trató de recordar qué era lo que había estado viendo durante todo ese tiempo inconsciente, porque algo tuvo que haber visto, ¿no? Sentía como si un recuerdo quisiera salir a flote pero le era imposible llegar a la luz, haciendo que la rubia se frustrara más y más conforme se esforzaba por hacer memoria. Claro que había algo importante para recordar, la cuestión era qué.

—¿Y bien? —dijo Gally, cruzándose de brazos otra vez. Ella frunció el seño.

—¿Qué?

—Te ves rara, ¿qué pasó?

—¿Es un chiste? No me causan tus comentarios, cara de plopus.Ya dejaba mucho qué pensar que Gally se hubiera ofrecido a vigilarla en lo que ella evitaba otro colapso, y que ahora se sintiera preocupado por su bienestar le hacía querer preguntarle si no había sido infectado.

—¿Piensas que me encanta hacer bromas? Creí que eso ya había sido aclarado.

—Dicelo a tu cara —susurró—. ¡Deja de mirarme! —exclamó ante la persistente mirada sobre ella.

—Te oí murmurar toda la mañana desde que te desmayaste —informó ignorando las protestas de Alice—. ¿Quién es Thomas y por qué no dejabas de decir “Cruel es bueno”?

      La piel de Alice se erizó ante la mención de Thomas, así que eso había estado recordando después de todo. Lo único que faltaba ahora era confesar sus incomodidades a Gally sobre un chico que no conocía pero que tenía en claro que no debía confiar en él, estaba segura de que acabaría en el pozo o desterrada de sólo imaginar qué reacción tendrían ante la noticia, de todas formas ¿por qué confiar en Gally?

—No lo sé —admitió—, sólo son cosas que van y vienen en mi mente. A lo mejor las inventé.

—Si hacen que te desmayes o tengas pesadillas tal vez no. —Analizó. No podía estar de broma ese muchacho.

—¿Has tenido pesadillas también? —Quiso cambiar el tema de conversación.

—No. —escupió y luego se inclinó hacía adelante—. ¿Sabes que cada suministro que sube por esa caja tiene el nombre de Cruel? Y ahora tal parece que murmuras ese nombre cuando te desmayas.

      Le sorprendió ver lo rápido que las neuronas de Gally estaban funcionando.

—Sólo pasó una vez y sí, sé que todo lo que los creadores nos dan llevan grabados esa palabra, habrá sido una coincidencia por haber discutido sobre los suministros.

      El castaño apoyó la espalda en la silla una vez más y no dejó de observar a Alice como si la acusara de algo, hasta que soltó un resoplido sonoro y luego ablandó su postura.

—Mira, sé que no te agrado. —La rubia puso los ojos en blanco, ¿era chiste?, claro que Gally nunca le había agradado desde el momento en que la lanzó al suelo en su primer día—. Y tú tampoco me caes bien, ¿si? Pero es extraño lo que te está pasando, ¿no lo ves? ¿Y si estás recordando?

—Créeme cuando te digo que estoy lejos de recordar otra cosa que no sea mi nombre.

—¿Y si ellos quieren que sepas algo? Tal vez quieren cambiar las cosas para todos aquí y así es cómo empieza.

—¿Empezar qué? —Gally se encogió de hombros.

—El caos.

      Alice no pudo evitar pensarlo detalladamente. ¿Podría ser cierto? Tal vez sí, los creadores quizá estarían enviando un mensaje o esperando algún cambio, no por nada después de un año entero habían enviado a una mujer sin razón aparente al Área, o porqué Alice había sido la única en tener una pequeña porción de su vida anterior al olvido guardada en el bolsillo de su pantalón. La verdadera pregunta que se hacía era: ¿por qué ella? ¿Qué tenía Alice que hacer en el Área? Ser doc era un buen trabajo para ella, ¿pero por qué tenía esos momentos en los que recordaba cosas y luego se las arrebataban con tanta crueldad y rapidez?

      O sólo estaban jugando con ella y con todos los demás.

—¿Crees que soy un problema o que lo seré en el futuro? —cuestionó seriamente, ya sin importarle si confiaba o no en Gally, al menos sabía que tendría una respuesta sincera de su parte.

—No, pero por ti tal vez estemos por conocerlo.




































      Hola! Después de un laaaargo tiempo traigo una nueva actualización, aviso que este va a ser el último capítulo de "introducción" por así decirlo, quería explicar cómo había sido la llegada de Alice al Área, su ascenso como Encargada y su grupo de amigos y aliados dentro del Área. La próxima actualización ya tenemos a Thomas :).

—Rose Carstairs 🌹

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