Run For Your Life, if you can little boy
Quisiera decirle a los lectores que espero con ansias que este pequeño one-shot les guste tanto como el anterior (Si es que llegaron a leer I Want you), y que su gusto y amor por este shipp crezca.
Y de igual manera, esto quiero dedicarlo (como siempre) a todas las fieles fans del perfecto Starrison, ojalá les guste un montón.
"El problema del vigor sexual resulta especialmente interesante porque representa la confluencia de voluntad y amor"
El sonido de la música de aquella fiesta era más que relajante para aquel chico de ojos azules quien se encontraba acurrucado en el regazo de su chico escuchando tranquilamente las bellas melodías.
Era satisfactorio y facinante la tranquila música mezclada con el bello aroma del pecho en el que se encontraba recargado, sobre el pecho de su "Daddy". Aquel que decidió acomodarlo de mejor manera en el momento en que se dió cuenta de que su pequeño "Baby" comenzaba a caer en un sueño.
-Ritchie, bebé- llamó de manera meliflua, a aquel pequeño que portaba un traje negro y se había deshecho de su saco para así quedar con solo su chaleco y su camisa totalmente blanca.
-Es hora del pastel precioso- habló entusiasmado, pues sabía lo mucho que le gustaba a su bebé ese tipo de fiestas, así que no esperó más y lo despertó en el momento más esperado de la noche, bueno, al menos para el pequeño Ringo quien había estado esperando toda la semana a que se llegara el viernes para poder asistir al cumpleaños del fiel amigo de ambos, aquel chico llamado Paul.
Y es que John había trabajado tanto en esa fiesta para su pequeño Paulie, que le pareció más que perfecto invitar a George y a Richard al cumpleaños número veintiuno de su novio.
Por otro lado, Ringo se emocionó de una manera que hizo estremecer a George de ternura por ver aquellos hermosos ojitos brillar al momento de ver como Paul se acercaba al pastel para soplar con emoción las
veintiún velitas.
Tres soplones y aquellas pequeñas velitas que antes estuvieron prendidas fueron apagadas por el feliz cumpleañero, mientras en los ojos del pequeño azulino se reflejaba una emoción por ver a su amigo contento e irradiando felicidad. Sin embargo, su emoción aumentó cuando se dió cuenta de que la hora de dar pastel a los invitados había llegado y eso significaba, para aquel chico de baja estatura, que podría devorarse tranquilamente uno de sus manjares más preferidos de toda su vida. Pastel de vainilla, o algunos ricos mochis.
Pero había un problema, el pobre pequeño había olvidado que su cuerpo no recibía tan bien lo azucarado y que ponía en riesgo su salud.
A Daddy no le gustaba que Baby se enfermara y menos por comer tanto dulce, y si su Daddy no quería que comiera esas cosas, él no lo haría, y si lo obedecía y lo hacía bien, talvez este le entregaría un premio.
Ambos chicos se levantaron de su asiento, tomados de la mano dirigiendose hacia aquella mesa donde, era de esperarse, Daddy elegiría los dulces que su bebé consumiría y que no fueran tan malos para su salud.
-Daddy, quiero unas gomitas- exclamó aquel ojiazul en forma de un puchero dirigido hacia George para que cumpliera con su capricho y poder darle la comida que él quisiera. Sin embargo esto fue negado por el guitarrista quien no dijo nada, más que un No.
Después de varios manjares rechazados, el pequeño Richard ya no podía más, y no le quedaba de otra mas que tragarse su orgullo. Pero a pesar de eso, el ojiazul se las ingenió para intentar alcanzar un pequeño Cup cake con crema color azul y con chispas de arcoiris sin ser descubierto por su Daddy, pero fallando su cometido al ser detenido por aquel colmilludo que lo observaba con amenaza.
-No lo tomes- agregó tomando la mano de su pequeño que ya estaba a escasos centímetros de tomar aquel pequeño pastelito en sus manos
-Pe..pero Daddy- interrumpió el pequeño
-Nada Ritchie, dejalo en su lugar-
Y como si se tratase de un niño, Ringo apartó su mano de aquella montaña de pastelitos y con los ojos acuosos por ser impedido por su Daddy.
Pero no, ¿Acaso Ritchie se iba a quedar con ganas de un dulce cuando esperó esta fiesta toda la semana? y lo peor, ¿Ver a su Daddy tomar todo lo que él quisiera a su antojo? Pues no, él no se quedaría con los brazos cruzados.
Así que sin más preámbulos, tomó de la manera más rápida que pudo aquel pastelito que desde que llegó a esa fiesta planeó devorarlo, y despistadamente lo escondió tras de él para no ser descubierto por su Daddy, lo comería luego, talvez cuando George no lo vea o cuando el delgado chico esté distraído.
Con nerviosismo se acercó a sentarse en el mismo sofá que él y su Daddy ocupaban anteriormente y, acompañado por George, ambos se sentaron de nuevo.
-Daddy- llamó el azulino a aquel chico que llevaba en sus manos más de cinco manjares
diferentes.
-Dime bebé - respondió propinandole una mordida a aquella gomita de Jelly Beans.
-¿No tragiste nada para mí Daddy?- preguntó en un inocente puchero que George se vio obligado a besar para complacer con algo a su pequeño enamorado.
-Te traje un Mochi de fresa- y ante aquella respuesta de su Daddy, Ringo se emocionó por haber escuchado el nombre de su postre japones favorito.
Tomó aquel Mochi entre sus manos para poder saborearlo a su gusto. Pero el pobre Ritchie no recordó aquel pastelito que había tomado sin su permiso, y este calló al suelo en el momento en que retiró sus manos de su espalda dejando a la luz aquel postre "robado" por así decirlo.
El pequeño vio como todo pasó en cámara lenta y sólo se cubrió la boca de asombro por ver aquel pastelito arruinado en el suelo, para minutos después observar a George quien lo miraba confuso y con el semblante enojado.
-Bebé ¿Tomaste el pastelito que te dije que no tocaras?- preguntó aquel colmilludo, viendo cómo el pequeño realizaba una carita de perrito que era más que tierna para sus ojos.
-Da-Daddy, yo no...- intentó acomodarlo y explicarlo todo, pero conocía a su Daddy y sabía que eran pocas veces donde lo convencía, y rogaba al cielo porque esta fuera una de esas.
-Amor, ¿Recuerdas lo que te había dicho sobre desobedecerme?- acarició su mejilla, siendo testigo de como su pequeño bebé asentía con la cabeza
-Es que tenía hambre de un pastelito- se justificó el azulino de la manera más tierna que el guitarrista pudo imaginarse.
-Pero te dije que no- lo miró seriamente
-Lo siento- habló con lágrimas en los ojos
-No bebé, ese "Lo siento" no me convence-
Y sin más que poder decir el colmilludo se levantó de su asiento y se dirigió hacia Paul mientras tomaba a Richard de la mano, quien forcejeaba para escaparse de su agarre, pues sabía lo que venía.
-Paul, Ritchie necesita una habitación para cambiarse la camisa, el pobre derramó jugo encima de esta, por suerte tenemos una de repuesto ¿Nos prestas una habitación?- preguntó George hacia el cumpleañero, a quien no le pareció molestia y les indicó una habitación para poder arreglar ese pequeño "Problema" del que Ringo sufría. Pero sin darse cuenta de que más bien era un fetiche de George.
Ambos se aproximaron hasta las escaleras de madera, donde el miedo de Ritchie iba desapareciendo por tener qué resignarse a lo que lo esperaba, y en silencio, ambos subieron las escaleras. Siguiendo los pasos de su Daddy, llegaron a parar a una habitación con paredes blancas y una cama con sábanas Beige, esa donde entraron antes de que George cerrara la puerta con seguro.
-Bebé, acuestate porfavor - indicó el colmilludo hacia su pareja, quien al escuchar eso, se tensó por aquello que le dijo.
-No Daddy, por favor, hoy no no- suplicó con lagrimas en los ojos
-Bebé, no llores ya sabes cómo se siente, no te dolerá vamos -
-No Daddy, te lo suplico, no- Agregó el azulino tratando de convencer a su chico.
-bebé, ya habíamos hablado sobre no rogarle a tu Daddy, ¿Recuerdas lo que te dije? Si te portas mal...- no pudo continuar su frase, pues aquel pequeño la terminó por él después de haberla escuchado ya varias veces a lo largo de su relación.
-Se te aparecerá el Pato Donald en la noche- exclamó con temor
-Ajá- asintió el guitarrista seriamente
-¡No!- agregó frustrado el ojiazul, para aproximarse a abrazar a su Daddy asustado, quien le devolvió el abrazo y lo acomodó en su regazo.
-Ahora, haz lo que Daddy dice y talvez te de tu recompensa- susurró en su oido mientras acariciaba tiernamente el cabello del chico que dirigió su mirada hacia él, y con temor asintió a la propuesta que le ponía su Daddy.
Y sin más preámbulos, el pequeño dejó caer su cuerpo entero en aquella blanca cama y sentir cómo George bajaba sus pantalones para seguido, y con los suyos ya bajados, comenzar a entrar en él sin previo aviso.
-Aaaah... Daddy... Más lento- exclamó el pequeño baterista, con la voz entrecortada
-No hables - respondió en modo autoritario.
Así era siempre, a Daddy no le gustaba que Rings lo desobedezca, y si lo hace, el pequeñito ya sabe su castigo.
Claro, siempre y cuando se tratara de sólo un juego.
....
Un día como hoy, aquel pequeño de ojos azules se encontraba perdido en sus pensamientos en los que yacía una duda que con el paso del tiempo y la frustración iba creciendo hasta hacerce enorme.
¿Qué le regalaría a su Daddy?, sabía que no era nada fácil la respuesta y, aunque sabía y conocía bien que su Daddy le agradecería con todo el amor posible lo que fuera que le diera, nuestro pequeño Ritchie quería lucirse, y más porque hoy era su aniversario número tres y su Daddy se merecía lo mejor.
¡Merecía que Ringo se esforzara con un regalo! tal y como lo hace George cuando es Navidad envolviendo el regalo de Ritchie en un papel rojo porque claro, el pequeño aún creía en Santa Claus.
Estaba frustrado, su cabeza no formulaba una solución, y sus ojitos comenzaban a llenarse de inocentes lágrimas por no saber la respuesta. Y lo peor era que ese día celebrarían su aniversario con una cena en aquel bello departamento que compartía la feliz pareja, y él aún no tenía el obsequio.
El azulino se levantó de aquella silla de su cocina, porque claro, estaba solo, pues Daddy había salido a comprar las cosas para la romántica cena. Se aproximó al refrigerador y de ahí sacó un pequeño frasco con chocolates dentro, pero estaba bastante frio, y para no sentirlo así, el ojiazul escondió su mano en la. manga larga de aquel sueter color azul que llevaba puesto, quedando así su mano, refugiada como en un guante
Ahora que lo pensaba, comprarle un sueter a Daddy no sería mala idea, y menos si lo elije color mora como el color favorito de aquel chico, o prepararle una caja enorme repleta de sandwiches tampoco sonaba mal. Pero de alguna manera, ninguno lo convencía, creía que era poco para todo lo que Geo había dado por él.
¿Qué iba a hacer?
No pasaron ni cinco segundos cuando su frustración desapareció y se le ocurrió una idea algo descabellada, no lo era para George, porque él distrutaba de hacer eso, pero sin duda alguna sabía que a George le iba a encantar y no podría decirle que no.
Sin más preámbulos, el baterista se levantó de nuevo, y con una sonrisa en el rostro, se apresuró a colocarse sus zapatos para seguido salir de su hogar y comprar el regalo de su Geo.
pov's George
No podía pensar Nada, la concentración en mi no se posaba por más que yo quisiera, y el estruendoso sonido de los autos pasar me aturdia los oídos.
Había pasado una semana desde que recordé aquel tercer aniversario que cumpliria con mi pequeño Ritchie, y ni una sola idea de lo que le daría se me pasaba por la mente. Me encontraba comprando las cosas para la cena que tendríamos en la noche, y no se me ocurría que podía regalarle yo.
Es tan tierno, quiero darle algo que cuando lo abra se emocione y sus preciosos ojitos brillen de la emoción y me abrace muy fuerte.
Podría darle unos girasoles, pero esos se los regalo todo el año, o un perfume, ¡Ya tiene demasiados! Quizás un sueter de esos de los que usa que lo hacen ver tan jodidamente hermoso, pero no, igual tiene muchos.
¡Ay basta! No lo sé, y si no logro saberlo de aquí a unas horas estaré totalmente Jodido.
Mi vista comenzaba a nublarse debido a que una gota que cayó del cielo aterrizó en mi ojo, haciendo que se mojara y me ardiera un poco, lo estruje, y literalmente de un parpadeo a otro la lluvia había subido de intensidad, por mi parte, comencé a correr hasta aquella tienda que tenía un pequeño techito fuera de esta, pero sin darme cuenta me topé con la salvación al problema que minutos antes me atormentaba.
Entré a esta emocionado, sabía que le encantaría y podría ver su emoción gracias a eso.
Pero para mi mala suerte, en la puerta de aquella tienda se podía ver un letrero que anulaba el servicio de aquel lugar, ya eran las siete y yo aún aquí con el cerebro seco y decepcionado. Sentí un golpe tan bajo, ¡Dios! Ya tenía la solución.
Tenía que pedir que me abrieran, solo era una simple compra les convenía muchísimo, si no lo hago Ritchie se entristecerá y no puedo verlo así.
me apresuré a tocar la puerta de vidrio, viendo como aquel hombre de unos sesenta años de edad guardaba la poca mercancía que quedaba fuera.
-¿Puedo comprar aún?- pregunté algo tímido
El viejo se acercó, acomodó aquel limpio saco que tenía puesto y se acercó a la puerta para seguido subir sus lentes con un enorme aumento con su dedo índice.
-Lo siento hijo, acabo de cerrar. Pero con gusto puedes venir mañana- una sonrisa inundó su cara para después colocar ambas manos en aquella palanca que hacía bajar la cortina
-¡No! Por favor, sólo tengo el día de hoy vamos es para... Para alguien muy especial- hablé tratando de convencerlo,
pero no podía, no era nada que a él le importara
-Es más, le compraré lo más caro que tenga si acepta mi compra ahora-
El hombre se quedó pensativo, miró el reloj y me devolvió una sonrisa para después abrir aquella puerta de vidrio que pronto perdí de mi vista para ser bienvenido a la tienda.
-Gracias, de verdad- agradecí
-y ¿Qué se te ofrece jóven?- habló amablemente
-Lo más caro y hermoso que tenga- hablé desesperado
-Creo que esa persona es muy especial- carcajeó para después subir sus lentes por segunda vez y comenzar a buscar entre sus artículos
-¿Algo en específico?- preguntó
-Sí- aseguré.
....
La noche había caído por fin, luego de haber estado por diez minutos en aquella tienda, la noche había caído tan rápido como cae un rayo.
Subí al auto y comencé a andar por las solitarias calles, había pocos autos y la gente caminaba tranquila por las calles, porque claro, la lluvia ya había cesado.
Me pregunto si Ringo ya habría llegado a casa, me tenía preocupado, no quería que saliera y se lo decía reiteradas veces, tenía miedo de que algo le sucediera, o de que se perdiera o alguien le hiciera algo, me tenía preocupado. Por lo cual, aceleré la velocidad para llegar lo más rápido posible a aquel departamento, ese que logré divisar por el vidrio mojado de aquel automóvil.
Me estacioné y salí de inmediato del auto, abrí la puerta trasera y procedí a tomar las compras que había hecho en todo este largo tiempo.
Rápido, y con cinco bolsas en mis manos, entré y subí las escaleras para llamar al pequeño para que me ayudara con las miles de compras.
-Ritch- lo llamé -¡Richard! Bebé ya llegó Geo- sin embargo no respondía
-¡Henry!- grité furioso, a veces hacía cosas que lo hacían ignorarme, como cuando ve la televisión o cuando tiene miedo de abrir la puerta o bajar por el temor a que entre un ladrón.
Así que subí de inmediato y para mi suerte pude visualizar como su pequeña silueta se asomaba tímida y desesperada, creo que se había acabado de duchar y la camisa y el pantalón estaban puestos de manera torpe.
-Lo siento Amor, acabo de salir de la ducha- estrujó sus ojos de manera tierna y con estos su nariz roja también
Por mi parte le regalé una sonrisa y me acerqué a él para regalarle un beso en la mejilla, estaba fría, y con este toque pude sentir que su nariz estaba igual y algo roja.
-Ay amor, te he dicho que no te duches en la noche podrías enfermarte- sorbió la nariz para después aproximarme a besar su frente.
-Lo siento- se disculpó, mientras llevaba una de sus pequeñas manos repletas de anillos hasta mi pecho y se acurrucaba en este de manera tímida. Por mi parte, lo abracé tiernamente y deposite muchos besitos en su cabeza que se encontraba húmeda debido al pasado baño, y peine su cabello para atrás para después regalarle un beso en la mejilla
-¿Estás listo para la cena, ojitos?- lo miré a los ojos después de que devolvió su mirada hasta la mía.
-¿Trajiste Mochis?- preguntó en un puchero, el cual me hizo soltar un risilla aguda
-Muchos- besé su nariz.
Nos sonreímos de manera tierna, y observé sus ojos, esos que tenían un brillo propio en ese hermoso azul, luego baje a sus labios estaban rositas y gruesos resaltando ese color rojo debido a su blanca piel, se veía tan hermoso, aún no estaba listo y ya estaba más que perfecto para mi vista.
-¿Qué hizo mi Ritchie en todo el día?- pregunté en forma de piropo frotando ambas narices haciéndolo soltar una risilla
-Comí chocolate- sonrió mostrando su blanca dentadura formando una hermosa sonrisa -y ¿Qué más?- hablé para después apresurarme a propinarle unos cuantos besitos en sus labios
-Mmjajaja y... Vi mucho Disney- agregó tímido
-No me digas- argumenté abriendo los ojos de manera sarcástica, pues no me sorprendía que hiciera eso muy seguido
-Sí- respondió
-El mago Merlín otra vez- aseguré rodando los ojos
-¡Es que me encanta!- habló desesperado y con una sonrisa juguetona, se veía tan lindo
-Bueno, ahora ve y termina de vestirte para yo hacerlo también, hay algo que quiero darte Ojitos - le dije en el transcurso que veía algunos de los botones de su camisa abiertos y comencé a abotonarlos. Él asintió regalándome un beso en los labios que correspondí sin miedo acercándolo hasta mí tomandolo de la cintura.
Pronto y en cuanto nos separamos, aquel pequeño se dirigió a la habitación donde anteriormente, y antes de ser interrumpido, se encontraba vistiéndose, y se aproximó a continuar con aquel sencillo proceso. Por mi parte, emprendí una caminata hasta una habitación de huéspedes para poder vestirme lo más rápido posible y comenzar a preparar la cena. Entré, y enseguida busqué el traje que portaría, aquel que coloqué en la cama para proceder a tomar una rápida ducha en el baño de aquella habitación.
Coloqué mi mano sobre el grifo del agua, y noté como al momento de girarlo, el humo comenzaba a inundar aquella habitación, me miré al espejo, e inmediatamente noté unas ligeras ojeras que comenzaban a crecer con el paso de los días, aún así, y sin tener el ego alto, seguía siendo totalmente apuesto, yo lo sabía.
Comencé a quitarme las prendas, quedando así totalmente desnudo, y pronto ya me encontraba sintiendo las gotas de agua caer por mi espalda, tomé aquellos aceites de diferentes aromas que solía colocarme en el cabello, y apliqué un poco del de coco, Paul me lo había recomendado.
Cuando la ducha se dió por terminada, me miré al espejo y sequé mi cabello con ambas manos, frotándolo y despeinandolo para quitar los excesos de agua. Cepille mis dientes y me apresure a salir de aquel caliente lugar con una toalla envuelta en mi cintura y poder vestirme próximamente.
Tomé la camisa entre mis manos y me la puse, luego procedí a colocarme el pantalón de vestir, el cual abroche rápidamente, me coloqué el saco, el moño en el pecho, los zapatos y para concluir un poco de fragancia.
Estaba listo, peiné mi cabello y todo perfecto.
Pronto salí en dirección a la cocina, y comencé a preparar la tan "Dificil" cena que me tenía más que preocupado, ¡No sabía hacer esto! Normalmente Ritchie siempre prepara estas cosas por lo mismo de que este chico no sabe ni cuanta sal debe agregar, coño, lo echaré a perder.
-¿Te ayudo?- escuché una linda voz a mis espaldas que se dirigía a mis oídos de manera sorpresiva.
-Bah, que puedo hacerlo solo- rodé los ojos y solte un bufido respondiendole a quel ojiazul que se encontraba parado a centímetros de mí.
-Ajá, sólo no vayas a confundir hoy las papas con los chiles y vayas a quemar los chiles en vez de las papas- habló cruzándose de brazos
-Son algo parecidos- hablé sin más, recordando aquel suceso donde confundí una papa con un chile y lo herví, el caso es que la casa quedó fumigada de aquel humo que el chile sacaba, por lo cual siempre tosiamos.
Tuvimos que dormir fuera, y al recordarlo una sonrisa se dibujó en mi rostro.
-Déjame ayudarte- rogó acercándose a mí, tomando una cuchara que estaba al lado suyo y comenzando a tomar ingredientes que no sé qué carajos eran, pero los agregó todos.
Yo sólo sonreí, él me tenía tan enamorado, cualquier prenda y de cualquier manera él lucía perfecto, así que tomé sus manos con una sonrisa, haciendo que él dejara el objeto a un lado y procediera a juntar las suyas con las mías.
Me sonrió, luego se apresuró a besar mi nariz de forma linda, yo lo tomé de la cintura, y lo levanté haciendo que quedara sentado en aquella mesa, quedando así a mi altura.
Ni siquiera cinco centímetros más hacían que llegara a arrebasarme, es tan lindo.
-Déjame, ve a hacerle esto a Pattie- habló sarcasticamente, y me hizo sacar una pequeña carcajada.
-¿Porqué te molesta tanto la relación que tuve con Pattie? Teníamos trece años y sólo duramos dos meses- hablé entre una carcajada
-Pattie, es una zorra-
-Como tú lo eres cuando lo hacemos- solté una carcajada y él imitó mi acción, luego me abrazó y estrelló nuestros labios en una ligera presión, jugaba con mi lengua, se movían a un mismo compaz y era perfecto.
Pronto comenzó a oler de manera extraña
-¡Henry, la comida!- exclame y me separé lo más rápido que pude, él se aproximó al fuego e intentó arreglarlo, la verdad no sé que hizo pero si hubiera sido sólo yo habría quemado la casa.
-No sé como haces eso, siempre salvas todo- hablé extrañado
-Es un don- besó mi nariz.
Le sonreí y sin nada más qué hacer, me dirigí a la mesa, estaba claro que yo no servía para eso, que él se las ingenie y haga arte en esa cocina, yo soy un asco en eso.
Las bonitas volutas de humo que salían de mi nariz me parecían satisfactorias, el ambiente en aquel hogar se había hecho tranquilo, o al menos a mí me parecía así, el sonido que hacía el fuego de aquella fogata me encantaba, y además el olor exquisito de la comida que preparaba Ringo encajaba excelente.
Pronto sentí unos brazos rodear mi cuello y unos cálidos labios posarse sobre los míos, Rings había acabado y después de separarnos se sentó al lado mío después de haber servido la comida en ambos platos.
-Geo hoy hace tres años me pediste que fuéramos novios después de haberme tocado una canción en aquel salón de clases- habló el azulino, y me hizo recordar aquel lindo momento.
-Estabas llorando, te abalanzaste sobre mí y me besaste- le susurré acariciando su mejilla
Él sonrió de manera emocionada, pero yo me encontraba hundido en el recuerdo, aquel suceso llegó de nuevo a mi mente después de mucho tiempo de no haberlo recordado
No me arrepiento de nada:
Flashback
Eran sólo las ocho y media de la mañana cuando salí de mi departamento que compartía con Paul hace unos meses. De algún modo me quedaría solo en unos días, pues el pelinegro había decidido irse a vivir con John desde hace un largo tiempo.
Pero no importaba, hoy tenía planeada una cosa que definitivamente cambiaria mi vida.
Aceleré mi paso hasta la calle, y mirando mis zapatos rojos, crucé la calle con aquella guitarra en la espalda, me acababa de bañar, justo en la mañana, así que el frío me calaba hasta los huesos.
Por lo cual, me aproximé a tomar la alternativa de coger un taxi que me llevará hasta aquel instituto, quería ver a Rings, no nos hemos visto desde aquella cita en la cafetería.
Pronto en la esquina se logró divisar un auto de sitio que se encontraba libre, apresuré el paso y sí, definitivamente estaba disponible.
-Al instituto de Artes, porfavor- el sujeto asintió después de darme los buenos días y poner el auto en marcha.
Tenía la vista clavada en la ventana, los pájaros volaban y la suave brisa acariciaba las hojas de los árboles, me preguntaba hace cuanto tiempo me había enamorado completamente de Richard, desde aquella vez que se inscribió al instituto y chocamos ambos, recuerdo que él no sabía donde estaba la oficina del director, y desde ahí empezó todo.
Di un largo suspiro, cada día contaba cada segundo para verlo, no podía vivir sin él.
Pero mis pensamientos fueron frenados cuando aquel hombre me indicó que habiamos llegado a mi destino, rápido pagué el taxi y salí disparado a las escaleras de aquel instituto. Tomé el ascensor y llegué justo a tiempo al aula, donde sólo estaban Stu y Pete, Ringo no había llegado.
-Buen día- saludé
-Miren quién llegó, el enamorado- aclaró Pete afinando su guitarra
-¿Y dónde quedó tu sombra Geo?- aclaró John quien salió de aquella habitación de instrumentos, ni siquiera me había dado cuenta de que estaba ahí.
-Sí, y mi sombra no ha llegado- hablé mientras tomaba aciento a un lado de Stuart.
En eso, aquel pequeño se asomó por la puerta de manera tímida, traía un suéter coló beige y un pantalón negro que combinaba con sus zapatos del mismo tono, su cabello estaba perfectamente bien peinado y llevaba en sus manos un bolso que dejaba ver sus baquetas a simple vista.
-Vaya, hablando del rey de Roma- soltó Stuart en una carcajada
Me levanté rápido y me aproximé a abrazarlo, él devolvió mi muestra de afecto dándome un beso en la mejilla, me encantaba como se veía con ese suéter, además de que tenía un olor que me volvía loco.
-¿Cómo amaneció mi pequeña estrella?- argumenté tomando sus delicadas caderas y juntándolas más a mí, pero no me había dado cuenta de que los chicos de aquel salón murmuraban cosas que nos incomodaban a ambos
-Bien, ¿Y tú Geo?- preguntó tímido
-Yo sólo me levanto para verte cada día -
Me estremeció tanto su sonrojo, tanto que no me resistí a regalarle unos cuantos besitos en sus lindas y rosadas mejillas.
....
La clase ya había comenzado, Brian había llegado y ahora nos encontrábamos ensayando algunas notas musicales y creando algunas melodías con acordes mientras Rings hacía unas leves percusiónes.
No quería interrumpir la clase pero, ya no podía esperar más este momento.
Sin preámbulos, alcé mi mano para poder pedir la palabra, Brian se asombró, pues nunca solíamos interrumpir sus clases pero, tal vez esta vez aceptaría.
-Ahora que estamos sólo los amigos en plena privacidad, me gustaría hacer algo especial- hablé tímidamente
-Claro Harold, ¿Qué sucede?-
-Es algo para Richard- fui testigo de como al pronunciar cierta persona, los chicos comenzaron a hacer sonidos extraños que nos hacían sonrojar.
Lo miré, se quedó plasmado, no sabía lo que estaba planeando, y aunque sabría que le encantaría, estaba asustado. Me acomodé en una silla enfrente de él, y pude ver como abandonó su instrumento para posarse en frente mío con las mangas de su suéter cubriendo su boca, tan lindo como siempre.
Y sin más, comencé a cantar aquella linda melodía:
Something in the way he moves
Attracts me like no other lover
Something in the way he woos me
I don't want to leave his now
You know I believe and how
Somewhere in his smile, he knows
That I don't need no other lover
Something in his style that shows me
I don't want to leave he now
You know I believe and how
Pude visualizar como en los ojos de aquel azulino se comenzaban a asomar unas tímidas lágrimas, y una sonrisa de amor se formaba en sus bellos labios
You're asking me will my love grow
I don't know, I don't know
You stick around now it may show
I don't know, I don't know
Something in the way he knows
And all I have to do is think of he
Something in the things she shows me
I don't want to leave he now
You know I believe and how
Acaricié el último acorde en aquella guitarra, y para finalizar Stu y John bajaron aquel cartel que había esperado todo este tiempo para ser bajado por aquellos chicos, en el cual decía
¿Podemos ser novios?
Y sus ojos se iluminaron, limpió sus lágrimas de manera torpe con las mangas y se abalanzó hacia mí para darme un enorme abrazo. Los aplausos comenzaron a sonar, y pude ver con claridad como la gente se acercaba a la puerta de aquel salón para ver de qué se trataba todo ese alboroto.
-¿T...todo esto fu...fue para mí Geo?- sus lágrimas no cesaban
-Sí, pequeño ¿Acaso no te das cuenta de que tú eres mi vida entera?- acaricié su mejilla
El pequeño sonrió y me aproximé a regalarle un lindo beso en sus rosados labios, su lengua jugaba con la mía y sus lágrimas de felicidad mojaban ambos rostros.
-Sí podemos ser novios- dijo que sí. ¡Dijo que sí carajo!
-¿Lo dices enserio?- formulé una sonrisa de alegría en mi rostro
-Ya sabías la maldita respuesta, sólo quisiste lucirte- habló estallando en una risa.
Lo besé una vez más, sintiendo su amor nuevamente.
Y desde ahí ambos somos uno solo.
Fin del Flashback
Me quedé pensativo, sin embargo, las pequeñas caricias que aquel azulino comenzó a regalarme en las manos me hicieron posar mi vista en él.
-Sé que esto no encaja, pero dos meses antes de eso tú me dijiste que te gustaban mis colmillos- lo miré divertido, a causa de recordar aquel suceso
-¡Ese día me miraste extraño! ¡Y tenía vergüenza!... Y aún me gustan mucho- habló en carcajada dibujando un leve sonrojo en sus mejillas, se veía tan jodidamente bien
-Entonces le dije que los hamsters no bebían agua
-Es un tonto, debió de haber pensado eso antes, pobre ratita
-Jajaja, eso es poco, cuando era niño duchaba a mis peces
-Sonríe
-¿Qué?
-Es que... Me gustan... Tus colmillos
-Jajaja vaya, pues gracias, son muy grandes, todo el mundo me lo dice
-Son lindos
-Si te gustan tanto puedo morderte ahora- argumenté después de haber recordado aquella escena, y con lentitud, acerqué mi boca a su cuello causándole unas cuantas cosquillas
-Jajaja ¡No! Todavía no- se alejó, causándole una risilla, era tierno que sus pies no llegaran hasta el suelo.
-Me gusta que seas bajito, eres mi bebé - le propiné varios besitos en la mejilla
-Déjame ya- se carcajeó
....
Tomé una pequeña porción de salsa, era increíble el saber que ya había probado todos los ingredientes que se hayaban en aquella mesa, cuando Ringo sólo había probado las bolitas de lechuga y pollo bañado en caramelo.
-Debí de haber cocinado más Spaggeti- habló el pequeño observándome, sin embargo yo ya llevaba mi tercer plato que iba por la mitad de todo un poco, no entiendo como la gente a veces sólo se comía un plato, anoréxicos.
-George, luego vas a soñar feo por tener el estómago tan lleno- habló el ojiazul
-¿Acaso crees que estoy lleno?, estoy guardando espacio para el postre- agregué mientras veía con detenimiento como Richard observaba aquel plato de postre que se encontraba en la mesa, y suspiró profundo.
Pronto y como imaginamos, terminamos de cenar y nos apresuramos a recoger la mesa, para acto seguido comer aquel rico pastel de vainilla de postre.
-Rings, ¿Cómo sabes hacer todas estas cosas?- hablé maravillado por probar todos aquellos postres
-No es que esté rica la comida George, a ti te gusta de toda- afirmó llevandose una cucharada a la boca, mientras yo me dediqué a tomar el vino tinto y llevar nuestras copas hasta la mitad.
-Por ti, por tu amor y por todo lo que me haz aguantado- exclamé alzando aquella copa que se iluminaba gracias a la tenue luz que había en aquella sala
-Por ti también, por que te amo y por que nunca te dejará de gustar mi comida- ambos soltamos una risa, y pronto y sin saberlo, me quedé plasmado viendo sus ojos, sus pupilas se agrandaban cuando sonreía, y eso los hacían lucir más lindos, su cabello estaba algo despeinado, pues la humedad se había apoderado de esponjarlo, y por último su nariz se encontraba roja, tal y como estaba cuando acabó de ducharse, me encantaba, tenía una vista estupenda que no cambiaría por nada.
-Geo- me llamó
-¿Ah?-
-¿Porqué te enamoraste de mí?- preguntó curioso, mientras se levantaba de su lugar para proceder a sentarse en mis piernas con aquella copa de vino en su mano derecha y la otra en mi cuello.
Por mi parte, me bebí el vino de un solo trago y procedí a lamerme los labios y formular la respuesta a aquella pregunta.
-Ni si quiera sé cómo explicarlo- acaricié su cabello
-Mmm bueno, si te sirve de algo, me enamoré de ti por que derrochas ternura entera, eres una cosa preciosa cariño.- Aquel pequeño se sonrojó.
Me quedé pensativo, mirando sus facciones y cuando miré sus ojos supe lo que debía decir
-Cuando te conocí, todo cambió Ritch, yo era el chico cliché de todas las películas, estaba solo, con tres amigos solamente, no salía a fiestas, le dedicaba mi vida al estudio y me la vivía dormido. Pero cuando tú entraste a aquel instituto, vi algo más en esos ojos que todas las mañanas llegaban con más brillo. Esos ojos tenían una ternura que me derretía - me estremecí, y en ese momento tomé un mechón de su cabello y lo acomodé detrás de su oreja, él rió
-Entonces comencé a llamarte yo mismo y sólo para mi, "Mis ojitos" Y cuando te vi de cerca, en aquel pasillo, supe que había resuelto mi duda existencial que tenía desde pequeño. Fue ahí donde descubrí que las estrellas del universo se encontraban en tus ojos, y extrañamente, brillaban cada vez que yo las veía ¿Porqué será?- Sonreí sarcásticamente
-Pues no lo sé, tú las encendías, los tuyos eran como la luna, las atraes hasta ti- habló en un susurro
-No era yo, era el conejo de la luna- nos soltamos a carcajadas.
-¿Tú porqué te enamoraste de mí, Ojitos?-
Aquél pequeño rió nuevamente
-Geo, yo tenía una vida muy sola, lamentablemente estaba atenido a que Deann volviera conmigo ¿Sabes?, él me había dejado dolido y en pleno enamoramiento. Fue ahí cuando me reservé, me di cuenta de que no le pertenecía a nadie que no fuera él y que tenía que vivir en su recuerdo, comprendí que nadie querría a un enano idiota que se hizo tímido hasta para ir a comprar pan- soltó una carcajada
-Ese Dean es un maldito, no sabe de lo que se pierde- hablé prepotente, para regalarle un beso en la mejilla
-Pero después tú me comenzaste a hablar, y ya que estabas en la misma situación que yo, igual de jodido...-
-¡Oye!-
-Jajajaja me lo acabas de decir. Bueno el punto es que me ponía nervioso cuando te me acercabas, tal vez era por que me hablabas muy lindo, a mí no me hablabas como a Pete,o a John, ni siquiera como a Paul, y eso me sonrojaba. Luego me enamoré, y ahí nos dimos nuestro primer beso, un mes y medio después de habernos conocido.-
-No olvidaré eso jamás, te acurrucarse en mi pecho aquél día- formulé una sonrisa enamorada en aquel instante.
Y algo que tampoco olvidaré, será el regalo que le había comprado a aquel pequeño.
-Tengo un regalo para ti, ojitos- argumenté, procediendo a tomar la pequeña cajita del bolso de aquel saco.
-Ay Geo, lo que sea que vaya a ser, sabes que no es necesario- Argumentó
En ese momento, saqué de aquella cajita el hermoso anillo de oro que le extendí lentamente.
-Sé que te gustan un montón así que ...- no me dejó terminar, pues pronto sentí su boca estrellarse con la mía para proceder a danzar dulcemente. Yo me aproximé a seguir el beso, tomándolo de la cintura y atrayéndolo más a mí, mientras que con la otra mano sostenía la suya que portaba el lindo anillo en su dedo anular.
-Me gusta mucho Geo, me fascina- exclamó al separarnos y acarició mi cabello de manera linda.
-Te amo mucho Ritch- agregué acercándome a él, con la intención de volver a realizar un beso, pero él colocó su dedo indice en mis labios y procedió a decir:
-Hoy no soy Ringo, ni Rings ni Richard- habló seductoramente
-¿A no?-
-No-
-¿Entonces quién?-Pregunté extrañado, esto no encajaba pero su tono de voz me emocionaba y excitaba.
-Baby Boy- me miró pícaro.
No alcancé a pronunciar una palabra, mi cerebro no formulaba alguna respuesta, nunca me había dicho eso, y por ende, llegué a pensar unas veces que ese estúpido juego le parecía molesto, es por eso que dejé de obligarlo hace tiempo.
Debía decirle que no, sé que no le gusta. Pero por otro lado, por dios, cuando se convierte en esa faceta me excita tanto, es todo mío, por completo, simplemente me encanta.
-Bebé- lo llamé
-Shh, es una sorpresa- pronunció en seguida, para después levantarse de mis piernas y dirigirse corriendo hasta el cuarto.
Fue obvio que lo seguí, aquella sorpresa me llamaba a gritos que la descubriera yo mismo, pero encontré la puerta de aquella habitación cerrada sin ninguna pista de aquel pequeño.
Pronto y sin previo aviso unos minutos después, escuché aquella puerta abrirse lentamente, las ansias me comían, así que no dudé un segundo en llevar mi vista hasta esta y levantarme de aquella silla donde esperé horriblemente tres largos minutos comiéndome las uñas.
Me levanté, me dirigí a ésta y observé la entrada con detenimiento.
En aquella no había nada más y nada menos que mi Ritchie, el pequeño estaba de pie, portaba un grande suéter color lila que le llegaba por debajo del trasero, y las mangas no dejaban ver sus lindos dedos, por otra parte, sus piernas estaban cubiertas de unas lindas y delgadas medias blancas que le llegaban hasta el muslo, en estas, estaba rodeado un bonito listón color lila que terminaba su medida en un lindo moño, y para finalizar, portaba una bonita gargantilla con un pequeño dije de estrella colgando.
Estaba perdido en él, ¿Cómo iba a despedirme de este maldito juego si él se me pone en frente tan sumiso suplicándome con la mirada que lo haga mío?
¿Porqué te gusta hacerme sufrir Ojitos?
-Daddy- murmuró tranquilamente, mientras dejaba caer su cabeza de lado.
-Bebé- de verdad que ya no podía más
-Tes ves tan lindo pequeño- hablé, acariciando uno de sus mechones de cabello. Me quité el saco, y procedí a acercarme a él y abrazarlo de una manera tan dulce, aspiré su aroma, se había colocado un poco de perfume de rosas, me encantaba.
Comencé a regalarle unos besitos en las mejillas, bajando hasta su suave cuello, donde deposité algunas mordidas.
-¿Esta es tu sorpresa?- susurré cuando nuestras frentes se encontraron juntas y nuestras narices rosaban delicadamente.
Ojitos no dijo nada, sólo asintió y se apresuró a besarme delicadamente, por mi parte lo seguí, era bonito ser tiernos antes de comenzar con lo que se avecinaba.
-Debes usar estas medias más seguido para Daddy- argumenté cerca de su oído antes de comenzar a caminar hasta el fondo de la habitación con su cuerpo atado al mío.
-¿Recuerdas las reglas que puso Daddy?- pregunté
-Sí- Respondió inocentemente
-No hablar...
-Si no lo ha indicado Daddy
-Hacer todo lo que Daddy...
-Me diga
-Muy bien- sonreí picaramente
Pronto me apresuré a llevarlo hasta la cama, donde lo besé apasionadamente, me posicioné encima suyo, y con cuidado acaricié su pierna izquierda mientras que con la otra mano mantenía sus brazos presos encima de su cabeza.
-Aah...mm- gimió leve
Yo seguí con mi trabajo, me encantaba cómo le lucían esas lindas medias que resaltaban la piel de sus piernas, tomé el resorte de una y lo estiré hasta que volvió a caer en su piel en un golpe bajo.
Pronto me dediqué a besar su pecho entero por encima del suéter de algodón, luego me dirigí hasta su ombligo y levanté el suéter para así posicionar mi cabeza debajo de éste y poder tomar poder de su ahora pecho desnudo.
-Mmm... D..damm!- no pudo pronunciar palabra alguna, pues mi mano se posicionó en su boca para que no emitiera ruido alguno.
Pero por el placer, comencé a sentir como mordía la piel de la palma de mi mano, me encantaba. Pero me concentré en las mordidas que le regalaba en su pecho, Lamí sus pezones de manera lenta y pasé mi lengua por todo este. Cuando sentí que la temperatura en aquel suéter de lana estaba subiendo, saqué mi cabeza apresuradamente y con la respiración entrecortada para rápido acercarme a los labios contrarios y besarlos como si no existiera el cielo.
Mordí el labio de aquel ojiazul y tan pronto como pude le quité aquel bonito suéter lila que aventé al suelo junto con mi camisa y corbata.
Se veía mucho más hermoso sin él y con sólo sus medias que se quedarían toda la noche en sus piernas.
Me levanté un momento de aquella posición y me dirigí hasta los cajones de la habitación para sacar de uno una linda Mordaza roja con la correa negra de piel, y junto con ésta unas esposas. Pronto me acerqué al azulino, quien me miraba asustado y con una mirada inocente.
-No va a dolerte- susurré en su oído, pero él me miró asustado. Sin pensarlo dos veces me incliné de la posición y procedí a despejar mi pantalón de mis piernas para luego volver a colocarme encima del ojiazul.
Coloqué la mordaza en su boca, abrichandola por atrás dejando caer la linda correa que colgaba detrás.
Y pronto me apresuré a atar sus manos con las esposas para que no pudiera hacer algún movimiento.
Pronto, y cuando estuvo todo listo, lo observé, sus brazos se encontraban detrás atados a las esposas, sus piernas estaban ligeramente abiertas resaltando sus lindas medias y su gargantilla encajaba perfectamente con el atuendo.
Tenía un cuerpo sólo para mí, para disfrutar de él como yo quisiera. Así que no esperé momento alguno y me abalancé a su pecho de manera violenta, mientras me deshacía de su ropa interior que cayó minutos antes de comenzarme a apoderar de su entrepierna.
-...¡Mmm!...-
Besé todo su cuerpo, desde el pequeño hueso de su tobillo hasta su oreja, dejando mordidas y marcas que se quedarían para siempre. Finalmente aquél pequeño dejó caer su cabeza hacia atrás cuando escabullí un dedo por su entrada que lo recibió deliciosamente. Sólo podía escuchar los gemidos ahogados del castaño, y su desesperación por quitarse esa mordaza lo atormentaba y a mi me excitaba enormemente.
Parecía que aquella bolita iba a explotar, sus dientes la sostenían como si de un caramelo duro de morder se tratara, y gemía de vez en cuando.
Por mi parte, sumé un segundo dedo a su entrada y para el tercero ya se encontraba retorciendose de placer.
Ay, mi bebé.
Pronto y cuando retiré mis dedos, me apresuré a dirigir mi miembro hasta su entrada levantando sus piernas con ambos brazos hasta que quedaran a los costados de mis caderas. Entré en él, y un sinfín de emociones vinieron a mí. Parecía que estábamos hechos a la medida, entrar en él era la mejor sensación que había sentido.
-¡Mmm! ¡Dmm! ¡Agh!... Aah- unas pequeñas lágrimas se asomaron por aquellos lindos ojos, aquellas que limpié cuando me acerqué a su rostro para proceder a morder sus mejillas y parte de su cuello.
-Bebé, tu cuerpo es tan bello, pequeño, me fascina tu figura Aah- hablé excitado
me concentré en darle más placer a aquel azulino, y las embestidas en su interior aumentaron, las que hicieron que sus gritos se ahogaran más y su voz comenzara a desgastarse.
Tiempo antes de dejar salir los fluidos viscosos en su interior, salí de él para luego ordenarle que se colocara en cuatro, cosa que siguió obedientemente y levantó su lindo y bonito trasero hacia mí quedando con la cabeza levantada debido a la correa que la mordaza poseía.
Volví a entrar en él, y luego de propinerle un golpe en las costillas y parte de su glúteo me concentré en la velocidad, sé que le gusta más esta posición.
-...Aaah ¡Mmmh! ¡mDadmmdy!-
Sus gemidos me volvían loco, su gruesa voz convertida en gemidos se reproducía en mi cabeza como una linda y sensual melodía.
Jalé la correa de la mordaza, levantando su cabeza, y me acerqué a su oído, para proceder a morderlo seguido de su cuello, dejando en este más y más infinitas marcas.
Finalmente, retiré aquel artefacto de su boca y pareció gustarle, pues se lanzó a gemir desesperadamente.
-Bebé ¿Quién es tu Daddy?- pregunté inocentemente, pero no contestó
-¡Contesta!-
-¡George, G...Geo, tú eres mi Da...Daddy¡ ¡Aah! Mmm-
Las envestidas se hicieron más duras, y sobre todo sus gemidos aumentaban de placer, obligándolo a retorcerse de manera alocada mientras lanzaba gritos desesperados en aquella caliente habitación.
-¡Aaah, Daddy m...más!- gritaba toscamente, me encantaba escucharlo así, suplicándome que le dé más.
Y sin aviso, dejé que mis fluidos lo llenaran completamente de mí, dando como resultado uno de los mejores orgasmos que tuve en la vida.
-Aaah... Mmm- gimió
Giré su cuerpo bruscamente, y sin avisarle me posicioné encima suyo y volví a entrar en él de manera desesperada, haciendo que el contrario se sorprendiera pero al mismo tiempo se retorciera de placer.
-Daddy, ¡Más...Aaahh!- gritó, para después ser testigo de cómo me apoderaba de su boca y navegaba en aquella húmeda lengua que reproducía mi nombre una y otra vez en mi boca, dando como resultado un beso sucio pero excitante por parte de los dos.
-¡Aaah...Aaaaaah Daddy Aaah!-
Lo penetré mucho más fuerte, aquella cama ya no podía emitir un sonido más fuerte que el que estaba emitiendo, y el placer y ganas de más en ambos crecía conforme a la velocidad de las embestidas. Pronto pude presenciar como él dejó escapar sus fluidos, llenandonos a ambos de una manera excitante. Sin pensarlo, llevé uno de mis dedos a mi liquido blanco, y tomé una porción que él recibió rápido en su boca hambrienta, la que luego buscó mi miembro para poder lamerlo como se le antojara.
Y sin preámbulos aquel pequeño se levantó y poniéndome de rodillas se acercó a mi entrepierna que contempló de manera lujuriosa para luego introducirla delicadamente en su boca.
-Mmm bebé... Aaah-
Gemí, mientras apretaba los cabellos del contrario quien ahora realizaba movimientos con su lengua como si de un caramelo se tratase, dando estocadas y lamidas de vez en cuando, su lengua se movía de una manera exquisita, y cuando menos los esperé, lo hice introducir todo mi miembro en su boca jalando su cabello hacia este.
Miré sus ojos, y en estos se asomaban unas pequeñas lágrimas y sus cejas se juntaron debido al placer, podía sentir su garganta en mi punta.
Finalmente retiré su boca de mi miembro haciéndolo toser un poco, pero le encantó.
-¡Ah!...mmm- Tosió leve, y me aproxime a esparcir mi poco semen por todo su rostro y pude ver su sonrisa pícara y maliciosa, sin embargo volvió a su trabajo. Esta vez él tenía el control, pues lo sacaba y lo metía de su boca, mientras yo seguía jalando sus suaves cabellos.
-Oh Dios, sigue...Aaah- gemí
aquel líquido salió de nuevo disparado a su boca y rostro de manera desesperada, y sin habérselo pedido, lo devoró con su lengua.
Observé su cuerpo después del acto, era difícil hacerlo con las manos atadas pero le encantaba. Su cabello estaba sudado y se pegaba a su frente, mientras que algunas gotas de semen escurrían de su boca que no dejaba caer por atraparlas con su lengua.
Y sin más lo besé, colocando mis manos encima de las esposas para desabrocharlas y poder sentir sus caricias temblorosas y desesperadas en mi cabello. Ambos caímos en la cama, yo encima de él y besándonos interminablemente con las respiraciones entre cortadas y los corazones latiendo como motores.
Su boca estaba salada, y me encantaba su sabor.
-Te amo Ojitos- susurré en su oído
-También te amo cariño- argumentó desesperado
-Tú y tu faceta de niño bonito me matan de amor - hablé, mientras me dedicaba a propinarle besitos por todo su lindo rostro.
-De alguna manera, disfruto más esto cuando actuamos así, amor - argumentó con una linda sonrisa.
-A mí me gusta estar y hacerlo contigo de todas las maneras posibles- le Sonreí, para aproximarme a acercarme a sus labios y besarlos tiernamente una vez más. Eran tan suaves y rosados, una combinación exquisita.
-¿Quiéres volver a la cocina? Puedo cocinar más spaggeti o Sandwiches- preguntó besando mi nariz, mientras acariciaba mi cabello suavemente
-Pero con Queso, ¿sí Ojitos?- argumenté con la respiración algo más calmada
-Con queso será- sonrió tiernamente
La cama se quedó vacía más rápido de lo que pensamos, y rápido me abrazó en cuanto ambos nos encontramos de pié después de aquel acto tan placentero.
-Pero llevame cargado, aún soy tu bebé - me llamó en un puchero, después de habernos colocado ambos la ropa interior.
Por mi parte, sólo Sonreí y me apresuré a besarlo rápidamente para después, y en medio del beso, cargarlo rápidamente dejando sus piernas que portaban aún sus lindas medias en mis costados, su cuerpo era tan pequeño que hacía que su peso fuera poco.
-Te amo Leoncito Starkey
-Y yo te amo a ti mi Lunita Harrison
....
Hello! Espero les haya gustado, besos, abrazos y muchos corazones gays y hippies de mi parte.
Ojalá volvamos a leernos pronto, por ahora espero lo hayan disfrutado muchoo
Peace and Love.
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