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PARTE ÚNICA

—De verdad, muchas gracias. Hablar contigo realmente fue útil.

Korra sonrió luego de agradecerle encarecidamente al antiguo Señor del Fuego.

—Bueno, he servido como consejero de tu vida pasada varias veces, ayudarte ha sido todo un honor —respondió Zuko de manera pausada, sus palabras sonando sinceras y calmas, acompañadas de una suave sonrisa.

La curiosidad despertó rápidamente en Korra ante la mención de su vida pasada, el Avatar Aang.

—Apuesto a que habrá sido difícil encontrar las palabras justas para ayudar al Avatar, ¿eh? —bromeó, aún así con la esperanza de que Zuko le diera algún dato. Siempre estuvo interesada en todo lo referente al Avatar Aang, sobre todo en cómo manejaba su vida y el apoyo que recibía de sus más allegados para reponer un mundo que atravesó una guerra de cien años. Era conocedora de la especial cercanía que había mantenido con Zuko, sabiendo que era la persona más indicada para revelarle cosas que nadie más podría.

Zuko rió con parsimonia, en sus ojos brillando una luz especial que no pasó desapercibida por la atenta Korra.

—Tenía mis métodos para tranquilizar al Avatar.

Korra elevó una ceja con sus palabras y el tono en que las dijo, casi percibiendo cierta insinuación, acentuada por los rumores que existían entre la población. Rumores que decían que el Avatar Aang y el Señor del Fuego Zuko habían compartido una amistad muy particular. Y con particular se refiere a que quizás habían sobrepasado los límites que normalmente existen entre amigos. ¿Zuko había dejado salir accidentalmente una confirmación indirecta de los rumores?

—¿Ah, sí? ¿Cómo cuáles? —indagó Korra, creyendo que quizás había imaginado el tono insinuante pero cruzándose de brazos sin mostrar dubitación.

La sonrisa del anciano pareció atascarse mientras la observaba a los ojos, repentinamente callado, como si se hubiera percatado de la dirección que había tomado la conversación. Un segundo después, Korra sintió que iba a desmayarse al notar un ligero rubor apareciendo en las mejillas del hombre. ¡Se había sonrojado!

—Métodos, ya sabes —se apresuró a responder escuetamente, su actitud haciendo un gran contraste con su anterior amabilidad.

Korra de verdad se estaba divirtiendo muchísimo al observar las señales de nerviosismo del anciano, a pesar de que ella no había tenido intenciones de incomodarlo y su pregunta no había sido en absoluto invasiva. ¡Ni siquiera había dicho nada fuera de lugar! Simplemente había preguntado, y Zuko se había avergonzado con sus propios recuerdos.

—Entiendo —dijo Korra, regocijándose internamente cuando al guiñar un ojo, Zuko se encogió en sí mismo y el rubor aumentó notablemente—. De nuevo, gracias —saludó, sintiéndose satisfecha con lo que había logrado, y con una enorme sonrisa, se dio la vuelta y se retiró.

Esperaba conocer cosas increíbles de su antecesor, pero esto...

—No, no es de mi incumbencia.

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