56._Prohibición
Black me llevo a un bar subterraneo. Sé que por las nuevas leyes,estos lugares son clausurados con cualquier excusa,pero creo que exageraron al poner este bar en un sitio como este. Para llegar a la puerta de entrada tuvimos que bajar una escalera bastante extensa,hasta llegar a lo que parecia la entrada a una cueva, custodiada por dos sujetos extraños y parecidos, que vestían elegantes trajes negro por lo que los gafetes de metal, en sus solapas,se destacaban bastante. El tipo de la derecha,se llamaba Bills y
fue ese el que nos pidió el "pasaporte",
algo así como un boleto de entrada,
luego ambos se hicieron aun lado para dejarnos pasar.
No fue mucho lo que interactuamos, pero tuve tiempo suficiente de apreciar a ese sujeto con el que hablamos y, con cierta discreción,él hizo lo mismo. No fue algo más que una ojeada recíproca,pero a Black no le gusto nada y tomando mi mano,me llevo al interior de ese lugar.
-No vuelvas a hacer eso-me advirtió apretando,un poco,mis dedos.
-Lo que digas...-murmure y baje los ojos al descanso de la escalera.
Allí y allá,habían parejas besándose como si quisieran comerse al otro. Una banda tributo tocaba una canción que me encantaba,de un grupo que amo y dejo de existir. El escenario estaba justo en medio de la pista,en la que muchos bailaban presos de sus propios mundos,a los que llegaban en aras de drogas y alcohol,aun asi el ambiente no era desagradable,pues a todos les valía lo que hicieran los demás.Era una libertad sucia,en cierta forma.
Las luces eran escasas y los aromas fuertes. De no ser por Black,no hubiera podido llegar a la barra. Para mi esos lugares no eran muy frecuentes,pero no me disgustaban. Solía ir a ellos,antes de todo esto,cuando entraba en modo "hija de puta" que si soy honesta,era mi faceta mejor. Entre patanes,inadaptados y mujeres fatales me sentia más a gusto,segura incluso. Había allí una sinceridad cruda que me permitía soltar los hollines de la maquina, en que la nueva sociedad me había convertido.
La verdad es que todos eramos simples maquinas. A fuera todo estaba prohibido y era castigado.
Pocos espacios de libertad quedaban ya y la mayoría se habían vuelto mecas de vicio,como ese lugar, que te cargaba de un extasis muy especial, sólo por el hecho de estar ahí.
-¿Bailamos?-le pregunto a Black,
aunque conozco su respuesta.
Me toma por la cintura, mientras seca su vaso, para después descargar un beso sobre mi. Es un beso violento, brusco y sin estética porque asi es la pasión que nos coartan allá fuera, donde sentir esta mal y entregarse a lo que sientes es un crimen. No nos amamos,sólo tenemos una pasión que es un grito de guerra amortiguado.Un ultimo estandarte a la masiva prohibición.
La prohibición tiene agentes en todas partes,listos y dispuestos a acabar con todo lo que vaya contra las normas y ,súbitamente,estos agentes
irrumpieron con violencia en el lugar; para llevarse a todos por la fuerza.
Los gritos aturdian y en un intento de huida,entre palos y brazos,solte la mano de Black. Lo ví siendo arrastrado por la muchedumbre,mas era inútil tratar de alcanzarlo. Alguien me empujó contra el suelo y por poco soy aplastada por el gentío sino es porque,por el pie,me arrastran bajo la tarima. Como estaba oscuro,no logre ver quien estaba ahi,sólo escuche una voz grave decirme:
-Guarda silencio.
Después me envolvió en sus brazos,
como para impedir que escapara. Largos fueron los minutos en que permanecimos ahi,escondos. Cuando ya no quedaba nadie,esperamos un poco más y entonces escuche una voz llamando a:
-¡Bills! ¡Bills! ¿Dónde demonios te metiste?
-Aguarda aquí-me susurro en el oído y a gatas salio del refugio.
-¿Qué demonios hacias ahi? ¿Escondiendote para no trabajar?
-Revisaba a ver si se había quedado alguno de esos mocosos-le respondió secamente.
Por lo que oía,el otro tipo se llamaba Champa y ambos eran hermanos, además de ser oficiales encubiertos. El tipo obeso se fue al rato,Bills le dijo que los alcanzaba después.
-Sal de ahi-me dijo una vez estuvo seguro quedamos solos.
-¿Me vas a arrestar?-le pregunte cuando salí de debajo de la tarima.
Se sonrió avisado.
-Todo depende de tí-me dijo mientras se acercaba a mí.
La prohibición acorrala los deseos y estos se vuelven una pasión que enarbolada,es la lanza oscura que derriba,desde abajo,los faros que nos arrastran a la muerte. Yo no quería morir y supongo que él tampoco,por eso corrupto desato sus pasiones en mi.
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