54._En el puerto
Piccolo en un universo alterno.
Los puertos son lugares donde encuentras gente de todas las calañas y en donde a nadie le importa cual es la tuya. Quizá por eso,él se sentía a gusto allí. Era un tipo muy alto,de cuerpo fornido,cuya cabeza iba envuelta en pañuelo blanco,que rara vez se quitaba y destacaba sobre su piel,como en su atuendo color berenjena. Tenia una pequeña barca en la que se iba a la mar a pescar, siempre en solitario. No hablaba mucho y cuando lo hacia daba la impresión de estar molesto,pero era sólo eso;una impresión.
Vivía en su barca,en un camarote sencillo,pero muy cómodo,que él mismo acondiciono para,con mucha frecuencias quedarse en altamar, disfrutando de la paz que le daba el cielo y el océano.De hecho rara vez se le veia en el puerto. Dos veces a la semana iba a la caleta de pescadores para vender los pescados y mariscos que sacaba de ese mar,muchas veces mezquino hasta con los pescadores más experimentados. Parecía que ser que ese gigante de piel verdosa,usaba algún sortilegio extraño para llenar sus redes.
-Es sólo trabajo duro,yo no soy un holgazán que pierde su tiempo en ofrendas a patrones del mar-decia cada vez que algún valiente le hacia un comentario al respecto o lo invitaba a ser parte de las ofrendas al santo patrono del puerto.
No,muy amigable no era;pero tampoco era alguien con quien fuera imposible sociabilizar. Si no lo fastidiabas y no eras un bruto,podías extraerle unos diálogos.Si estaba de buen humor hasta soltaba alguna observación aguda y media cómica que arrancaba carcajadas,mas nunca hablaba de su pasado.
Nadie sabia quien era o de donde provenía,si tenia familia,amigos o una mujer y cuando alguien trataba de indagar,cerraba su ser con una puerta blindada. Era reacio al contacto femenino,por lo que algunos especularon ciertas cosas,pero también sostenía esa actitud con los hombres,por esto se le tejió la historia de que buscaba alejarse del mundo por una pena de amor. Cada vez que, por casualidad,él oía esas habladurías se sonreía con desdén.
-Ustedes son unos romanticones, vaya hombres de mar que resultaron ser-les decía y dejaba el asunto por la paz.
Pero fuera de eso,no negaba o confirmaba el asunto.
Una tarde de abril,una mujer apareció en el puerto y pregunto por un sujeto que describió,sin dar su nombre. Un viejo pescador le señalo el lugar donde se compraban redes,al sur por la playa y ella,sin prisa,se encamino hacia allá.
Aquel sujeto estaba sentado en la arena,esperando su pedido cuando la sombra de aquella mujer le cayo encima.
-¿Pensaste que no te iba a encontrar en este lugar,Piccolo?
-No me estaba escondiendo-le respondio él,sin mirarla y sonriendo.
Esa tarde la barca zarpó a altamar y las redes quedaron en la playa,
cubiertas de arena,de sal y coral.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro