5._ Seres humanos
-Es un monstruo-sentencia el oficial al cerrar la puerta de la celda.
En el interior de ese humedo y sombrio especio,quedo aquel sujeto de cabello alborotado,mirada oscura y tranquila,con ese atuendo sucio por el intento de huida a través del pantano.
Nos mira de reojo y vuelve su vista a la pared.
-No es un monstruo-decimos al unisono,ese sujeto y yo.
Lo llaman Daishinkan. Es un obispo enviado por el vaticano. Uno de los perros de guardia de ese lugar que alberga sujetos tan ruines como el prisionero. Un asesino y violador de niñas vestido de sacerdote. Daishinkan me mira y me sonríe,yo chasqueo la lengua de disgusto. Que compartamos opinión me hace la misma gracia que tener que investigar este caso con él;que es ninguna.
-¿Qué no lo es? Pero si ultrajo y desmembro a...
-Eso no lo hace un monstruo-decimos al mismo tiempo, otra vez.
Nos miramos de nuevo,pero esta vez se gira por completo hacia mi e ignorando al oficial,me pregunta los motivos de mi afirmación.
-Monstruo,Animal...Son las categorías que damos a los individuos que sueltan su oscuridad nada más-le digo mirándolo a los ojos-Los actos que sujetos como estos hacen responden a que son,simplemente,humanos. Los humanos somos capaces de actos atroces por motivaciones de toda índole,pero la vida en sociedad nos a molda a una conducta reprimida. Para eso esta la moral y las leyes ¿no? Para contener ese lado de la naturaleza humana. Para eso están los adjetivos de monstruo o animal que damos a estos seres humanos. Para...
-Estoy de acuerdo. Ponemos abjetivos sobre los seres humanos que nos recuerdan nuestro lado peor,como una forma de alejarnos de nosotros-me dijo y esa sonrisa tomo un nuevo matiz-Los deshumanisamos para aplacar nuestras propias...-no dijo más y su semblante se torno un poco oscuro.
-Curioso que no este culpando a demonios,siendo usted un obispo-le dijo.
-Curioso que no este buscando un trastorno mental,siendo usted una psicologa-me dice.
Nos miramos un instante y luego vemos al prisionero.
-Creo que sabe muy bien lo que ha hecho-comenta Daishinkan,viéndolo con gravedad.
-Completamente de acuerdo-le digo- Pero siendo quien es ¿cuantas posibilidades hay de que pague por sus crímenes?
-Muy pocas, me temo-me dice con calma y se despide del oficial para echarse a andar por el pasillo.
Lo sigo a paso lento y salimos de ese lugar. A fuera el sol de invierno resplandecia y nos da en el rostro. Nos miramos de pie en la escalinata de concreto, que baja a la calle. No nos decimos algo hasta que él,abre ese libro negro con letras doradas,que llevaba bajo el brazo,y me pregunta si llevo un lápiz. Siempre llevo uno y se lo di para recibir una hoja arrancada de ese libro, con una dirección.
-Me hospedo en ese hotel.Llegue con discreción-me dice y baja unos peldaños.
-Pero usted es un obispo-le digo irónicamente,aunque no me ha escandalizado el gesto.
Se voltea a mi y sonriendo me dice:
-Somos seres humanos,Mary...
Le sonrió también y guardo la hoja en mi bolsillo antes de bajar a la acera.
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