48._apocalíptico
Una historia con todos los dioses y ángeles donde se hable del fin de los universos. Esto se me ocurrió.
Era una reunión como tantas,entre los dioses y ángeles. Frecuentes no eran, pero cada tanto Daishinkan las efectuaba. Después de discutir los temas y disfrutar de un delicioso banquete,todos se dieron un momento para descansa y,en lo posible,compartir. Claro esta que esa competencia implícita entre los dioses hacia de la convivencia entre ellos,un tema bastante complicado. Podían permanecer todos juntos en un salón, mas esas miradas de recelo,
superioridad y envidia,entre tantas otras cosas,siempre estaban ahí.
Después de unas horas,todos tuvieron la misma idea:retirarse,mas algo muy extraño paso;ninguno de los dioses o ángeles pudieron acercarse a la puerta. Todos hicieron una media luna frente a la salida,para quedarsele viendo inmóviles.
-no podemos salir de aquí-dijo Heles.
-no,no podemos-afirmo Champa.
-¿qué esta pasando?-pregunto Ogma.
-oye Whiss,porque no miras que pasa detrás de esa puerta-le hablo Bills a su ángel.
El mencionado se quedo viendo a su señor y luego miro su cetro.
-no...no,no,no puedo-dijo y su rostro estaba descompuesto.
Los otros ángeles se veían en un estado semejante y los dioses estaban más que desconcertados. Retrocedieron temerosos de esa puerta y se resignaron a la idea de que sólo debían esperar para salir de allí. Las horas pasaron;nada cambiaba y la tensión comenzó a aumentar llevándolos a hacer cosas nunca antes consideradas,como hablar entre ellos.
Al principio se genero un ambiente de camaradería entre todos. Hasta Bills parecía menos huraño riendo y contando alguna anécdota a los demás dioses que,joviales,sonreian. Por algún tiempo no fueron más que un grupo de seres compartiendo con buen animo. Todos tenían algo bueno y divertido que dar a los demás,los recelos fueron cayendo y ciertos afectos fueron surgiendo. Se sentían más ellos,menos dioses,menos ángeles ¡no había fiderencia! Aun tenían comida y ninguno la peleaba con otro. Pero con el paso de las horas,las historias divertidas se fueron acabando dando paso a unas menos agradables y que fueron apagando los ánimos de todos hasta sumirlos en un silencio extraño.
Una atmósfera pesada los abrazo a todos y aunque querían recobrar los ánimos de antes no sabían como. Aquel salon se volvió un tanto asfixiante y obligo a algunos a romper el silencio,mas ya no era posible recuperar el dinamismo anterior y volvian a callar. Las horas se hacían más lentas,la comida escaseaba,los rostros se oscurecían,las espaldas se doblaban y las miradas eran hostiles; pero tenían que seguir encerrados en ese salón mientras sus miserias comenzaban a asomarse. La envidia, la superioridad,el desprecio y todas esas cosas a las que,como dioses,en tacita carrera por la aprobación de Zen oh sama estaban sujetos;
comenzaban a aflorar de nuevo.Pero no podían dejarse en evidencia...
-Daishinkan es culpable de esta situación. Él nos trajo aquí-dijo alguien.
-¡si! Nos encerró aquí y se fue-señalo otro.
Pronto se armo una revuelta en contra del gran sacerdote. Algunos lo imitaron satíricamente y otros manifestaron que le harían de poder hacerle algo,pero todos se olvidaron de que no podían dejar aquel salón y no lo recordaron hasta que toda la miseria se hizo presente. Ya no tenían comida,ropa limpia,baño o privacidad para siquiera llorar;se volvían locos conforme los minutos pasaban,mas al borde del abismo el Gran Sacerdote apareció bajo el umbral y se les quedo mirando a todos,con desconcierto.
Dioses y ángeles no sabían como reaccionar. Uno de ellos se atrevió a preguntar:
-¿como abrío la puerta?
-nunca estuvo cerrada-les dijo Daishinkan.
Los presentes se miraron con una sensación incomoda. Ahora sus lados miserables y terribles eran conocidos por todos. Las desconfianzas aumentaron y sólo querían alejarse los unos de los otros lo más rápido posible,pero entonces los centros,de todos los ángeles, comenzaron a brillar advirtiendo que algo estaba pasando. El gran sacerdote miro a través del suyo y palideció.En todos los universos las personas estaban atrapadas en habitaciones o semejantes.
-Gran Sacerdote ¿qué esta pasando?-le pregunto uno de sus hijos.
Daishinkan iba a responder cuando los reyes de todo llegaron al lugar y uno de ellos dijo:
-Daishinkan,no podemos salir del palacio ¿qué esta pasando?
Gritos de horror se escucharon entre los dioses y los ángeles que salieron corriendo tratando de huir de aquel lugar,mas era demasiado tarde para todos y para todo.
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