41._ Triada de Tragedia
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
esta muerte que nos acompaña
desde el alba a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un absurdo defecto. Tus ojos
serán una palabra inútil,
un grito callado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola te inclinas
ante el espejo. Oh, amada esperanza,
aquel día sabremos, también,
que eres la vida y eres la nada.
Su voz cansina llena la habitación y sus dedos pálidos peinan mi cabello lentamente. La fina decoración y los dibujos de los tapices están pintados de negro,blanco y grises. No hay más color que mis cabellos rojos que son como un delirio sostenido sobre esta cama que fue nuestra,hace unos años.
Los versos que me dedica mientras su mano atrevida se desplaza por mi cintura,no son más que un reclamo a mi falta.
Yo era suya y él era mio,pero en esa danza que sosteníamos,yo mire a otro. Sin darme cuenta me entregue a otro y corri a ese otro insensible al dolor que le estaba causando. No imagino su tormento y tampoco quiero hacerlo. Me duele ahora que con el mismo amor de antaño,recorre mi cuerpo. Quisiera decirle tantas cosas,
pero de estos labios escapa un insípido:
-Lo siento...
¿Y qué más puedo decir?
Se levanta y me deja tendida allí para mirarme como se contempla un tormento. Y yo lo miro como se mira las ultimas hebras de un sueño.
The Sandman lo llaman sus amigos y enemigos. Nombre que se gano por vender esa droga cuya sobredosis te sume en un sueño que lleva a la muerte. La muerte que lo ronda y tan fríamente obsequio a sus rivales,es ahora el susurro entre los dos. Me mira y en sus ojos veo el cuerpo sin vida del asistente de mi amante. Whiss conducía ese Cadillac Eldorado Brougham,regalo de aniversario de Bills y que ahora sirve de ataúd submarino,al pobre infeliz que quedo atrapado en la contienda.
Tres años de lucha sin fin entre Sandman y Bills. Me pregunte a veces sino era yo,más que un trofeo para los reyes del bajo mundo,mas ahora descarto esa absurda idea. Él me ama y yo lo amé...
Escucho disparos afuera y gritos más el tropel de hombres. Sandman me da una ultima mirada al cruzar el umbral y sacando su pistola sonríe. A penas deja la habitación corro a la ventana y veo a Bills, en el jardín de esta mención sombría. No viene sólo,pero es como si lo estuviera. Es una guerra la que se desata bajo la luz de luna que en misericordia o burla nos quita el color. La sangre es negra bajo su sombra.
Se mataran-pienso y voy hacia la puerta,pero esta cerrada.
Trato de derribarla,pero es inútil. Vuelvo a la ventana y le hago un tajo a mi vestido para salir a la cornisa,por ella alcanzo un balcon de una habitación un piso más abajo. Esa habitación no estaba cerrada y corro por el pasillo una vez la abandono. Hubo una pequeña explosión en la planta baja y se me apreta la garganta. Desde la escalera,que baja al salon, logro verlos dándose de golpes mientras sus hombres de derriban a tiros. Gritarles era inútil,con todo el ruido que había en el lugar. Trate de acercarme,mas unos secuaces de Sandman me lo impidieron tomándome por los brazos para llevarme de vuelta al pasillo.
Luche con ellos,pero eran muy fuertes y termine azotada contra el piso dando un grito. Aquello alerto a Bills de mi presencia y lo único que logre ver,antes de ser arrastrada por esos hombres,fue que Sandman le hundía el puño en el abdomen doblandolo con la fuerza del impacto. Escuche unos disparos diferentes y luego una fuerte explosión que sacudió toda la estructura. Me libre de mis captores para ir hacia la escalera y los vi...
Bills tenia a Sandman sujeto por la solapa de su abrigo y le apuntaba con su revolver directo a la cabeza. Sandman lo tenia agarrado por la corbata y sostenía el arma por debajo de la barbilla de Bills. El fuego que ardía entre los escombros y el polvo blanco que caía desde el segundo piso,de la habitación saqueada por su mercancía,daban a toda esa escena un aspecto irreal y aterradora...
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo.
Las sirenas de la policía y sus luces rompen los tonos de la noche mientras mudos los cuerpos se desprenden de toda contienda. Uno en silencio para siempre,el otro sangrante y doliente,el tercero se debate...
Nota del autor: poema obra de Cesare Pavese.
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