KimFreitez esto lo resume todo.

Siempre impecable,correcto en sus modales,la palabra justa y con esa nariz respingada de orgullo;
perfecto. Así era Korn,el principal actor de ese teatro. Jamas volteo a verme,hasta ese día,pues yo era de las personas que pintaba escenografías o ayudaba a las modistas,que confeccionaban los atuendos para cada obra. Fue por esto que entre a su camerino aquella noche.

-Vengo a tomar sus medidas-le dije después de anunciarme en la puerta, que estaba entreabierta.

-Pasa-me dijo sin quitar los ojos del espejo,ante el cual peinaba con paciencia.

Deje mis libretas sobre la mesa y saque la cinta de medir del bolsillo de ese mandil salpicado de pintura,que llevaba puesto. Korn se puso de pie y camino hacia mi para,con buena disposición,dejarme tomara sus medidas. Nunca,yo lo había tenido tan cerca. Olía bien,su perfume era suave, pero su mirada violeta era como dos amatistas pulidas,que me veían con algún reproche que no quise imaginar.

Me gustaba si,su porte frío y distante, pero nunca paso por mi cabeza hablarle. Una vez termine,tome mis cosas y me fui,mas por la prisa de volver al taller,tome sólo una de las libretas. Como amago de escritor que soy, siempre llevo donde escribir algunas cosas que se me puedan ocurrir y eso fue lo que deje abandonado en el camerino de aquel sujeto.

Ese día yo pintaba una escenografía en la soledad de detras de las bambalinas,escuche su voz decir:

"¿Qué hogueras esconde su marmolada fachada? ¿qué sombras bailan tras esas pupilas claras? ¿que imperfección guarda la escultura de su ser? No temo a los secretos de quienes son siendo quienes son;como lo hago de aquellos que no son,siendo lo que creemos es. Él es así,una fachada y yo quiero explorar los salones sombríos de su ser,con la prudencia del miedo de la cautela gentil de mi querer" 

Me puse de pie y me gire a él. Sostenía la libreta,pero no la leía en ese momento. Había memorizado aquellas palabras. Me veía y yo a él. Camino hacia mi para sujetar mi mano,que tenia pintura fresca,pero no le importo llevarla asi hasta su rostro y ensuciarse la faz. Tampoco que su blanca camisa se manchara al envolverme en sus brazos,para buscar mi boca y en un beso resquebrajar su fachada.

No habían muchas personas en el teatro ese dia y lo que paso atrás,en el taller,quedo entre los dos nada más, que al salir de allí lo hicimos sucios de manchas de pintura,de hogueras apagadas y sombras como hollín aderidas a la piel.